DE LAS OCHAVAS DE RIVADAVIA AL PASEO DEL BAJO DE MACRI – LA SAGA DEL UNITARISMO EXACERBADO
Son muchas las similitudes muy marcadas, entre el accionar del agente británico Bernardino Rivadavia y sus acólitos; y el subordinado explícito y descarado a las imposiciones de Gran Bretaña y las Potencias Atlantistas que es el macrismo y sus cómplices políticos.
Mientras negaba todo apoyo a San Martin en su campaña libertadora, a Güemes en su desigual lucha desde el Noroeste, el pseudo “estadista” Rivadavia se preocupaba por reglamentar las ochavas que harían parecerse en algo a La Gran Aldea portuaria, respecto a la Europa Nórdica a la cual estaba subordinado.
Hoy mientras Macri cancela obras importantes en todo el territorio nacional, sin importarle los daños que eso causa, alardea por inaugurar UNA obra de escasos siete kilómetros en el riñón geográfico del poder portuario, terminada a los apurones y con presuntos vicios constructivos, con tal de poder alardear de ALGO HECHO, en el contexto de tanto destrozo y cancelaciones de obras en marcha y otras listas para comenzar.
Por supuesto que hay más similitudes muy acentuadas. Rivadavia fue el primer gran endeudador, con el famoso empréstito con la hoy quebrada Baring Brothers, crédito que no se usó para su fin y se dilapidó en naderías, terminándose de pagar ocho décadas después, ya en el siglo XX. Por su parte, claramente el macrismo logró superar las satrapías de su primer antecesor unitario, endeudándonos en forma brutal y claramente maliciosa para financiar las descomunales operaciones de fugas de divisas, bicicletas financieras y otros negociados, logrando además superar sus propios “logros” financieros, al contraer la mayor deuda que tuvimos en la historia, con el FMI, pisoteando todo vestigio de
soberanía, siendo además el mayor monto otorgado por ese ente financiero a un solo país.
Pero las similitudes entre Rivadavia y Macri son aun más profundas, pues aquel alentó la secesión de la Banda Oriental luego de haberla recuperado en una victoriosa guerra tras la Batalla de Ituzaingó, operando a contramano de las posturas patrióticas de Artigas, Dorrego y otros federales celosos de la soberanía y la dignidad nacional. También despreció la reincorporación plena del Alto Perú (hoy Bolivia), luego de haberse derrotado el último bastión monárquico español.
Evidenciando ser la continuidad en versión “reforzada” del accionar rivadaviano, el gobierno macrista rubricó entreguistas y vergonzosos acuerdos de sumisión a los británicos en el sensible tema Malvinas, en el Mar Argentino, en la Antártida Argentina, e incluso en infames tareas claramente preparatorias de la secesión de La Patagonia. Hasta perpetró vergonzosos actos de “disculpas” en Gran Bretaña, por medio de alfil Peña Braun, hizo humillar a la Banda de la Fuerza Aérea a la que ordenó ir a rendir pleitesía a la reina británica entonando “God Save The Queen” en la embajada imperial, y en uno de los colmos de sumisión a los poderes colonialistas, expresó ante el rey español, la supuesta “angustia” que según su genuflexo pensamiento “debieron sentir” los patriotas al independizarnos del yugo monárquico español.
Otra de las semejanzas entre Rivadavia y Macri, es la subordinación explícita y “admiración” total ante los anglosajones. Claro que pese a compartir “admiraciones” por lo nórdico europeo y desprecio por lo criollo y nacional, las diferencias físicas entre el moreno, retacón y nada estilizado “primer presidente” (otra de las falacias de la historia mitrista edulcorada), y el delgado, caucásico y relativamente alto Macri, son acentuadas. El actual demuestra intentar lograr el poco decoroso rol histórico de ser el “último presidente” de la Argentina, previo al desguace y balcanización total que claramente busca perpetrar.
Rivadavia y los rivadavianos persiguieron a los militares patriotas, como Saavedra (en sus últimos años protegido de Juan Manuel de Rosas, como postrer reconocimiento ante las penurias que debió padecer); como San Martin (a quien persiguieron y seguramente quisieron asesinar); como Dorrego, a quien instigaron a fusilar por cuenta del voluble “espada sin cabeza” Lavalle, como Chilavert,
ordenado fusilar por el traidor Urquiza, con asesores rivadavianos.
Macri en cambió, cuenta con el fervoroso apoyo y entusiasta colaboración de la muy colonizada mental “familia militar liberal”, la cual luego de más de seis décadas de adoctrinamiento liberal y por ende antinacional, es un sector que adolece de severísimas confusiones y de profundas ignorancias en temas esenciales de Historia, Geopolitica y Economía, operando como dóciles marionetas del poder financiero y neocolonial extranjero, estando mentalmente anclados en los años ’70.
Los unitarios rivadavianos apelaron al uso de mercenarios extranjeros (italianos, vascos, germanos, británicos, franceses y otros) para atacar al propio país, y a la alianza con potencias enemigas; como lo perpetraron durante todo el período rosista.
El macrismo cierra dependencias militares, destroza industrias y entes tecnológicos (que son esenciales para la Defensa Nacional), desguaza a Fabricaciones Militares, deja inoperativas a las FFAA, y permite las instalaciones de bases militares argentinas, además de operar totalmente subordinado a los dictados anglosajones de ambos continentes.
Ahora las muy promocionadas obras del Paseo del Bajo (o conexión carretera para tránsito pesado), inaugurada de apuro para mostrar algo hecho, intenta tapar malamente las cancelaciones totales de obras públicas en todo el país; el fiasco institucional del fallido Plan Belgrano; la cancelación de la ya empezada central
nuclear Atucha 3; los frenos a las construcciones de las dos hidroeléctricas en el Río Santa Cruz y de Chihuido 1 en Neuquén; la inacción total para reponer dos puentes en la estratégica Ruta Nacional 12 en Corrientes, colapsados por falta de mantenimiento; la vergüenza que la misma ruta haya estado cortada por falta de mantenimiento de una simple alcantarilla; los cierres de escuelas y la falta de inversiones edilicias en el sector; las obras de hospitales paradas y el desguace operativo de varios de ellos; y el listado sigue.
Claramente, el macrismo opera como una versión actualizada y recargada del apátrida unitarismo rivadaviano. Los hechos lo confirman. Por sus actos los conoceréis, dijo El Maestro de Palestina.
MGTR. CARLOS ANDRÉS ORTIZ
Analista de Temas Económicos y Geopolíticos
jueves, 30 de mayo de 2019
miércoles, 29 de mayo de 2019
¡FELIZ DÍA DEL EJÉRCITO ARGENTINO!
Institución de la Patria que nació en los albores de la misma, defendiéndola ante las invasiones inglesas.
Entidad básica y totalmente necesaria, pero me estoy refiriendo a aquel Ejército Argentino que supo tener y defender la Doctrina de la Defensa Nacional, impregnado de Doctrina y Espíritu Nacional, aquel que fue puntal del desarrollo industrial y tecnológico nacional, que buscó integrar efectivamente todo el extenso territorio nacional, como una total prioridad geopolítica, que se proyectó en La Antártida con muchos nombres relevantes, como el General Hernán Pujato, entre casi innumerables pioneros que plantaron la Enseña Nacional en el Continente Blanco, haciendo presencia como demostración de soberanía.
El que dio nombres de gran relevancia, siguiendo la severidad y patriotismo sanmartinianos; como Julio Argentino Roca, Pablo Riccheri, Enrique Mosconi, Alonso Baldrich, Manuel Savio, Juan Pistarini, Juan D. Perón, Juan E. Guglialmelli, J. L. Rodríguez Zía, y sin duda muchos más, que buscaron consolidar la independencia y lograr el desarrollo nacional, como pilar de aquella.
También hubo personalidades relevantes, con sentido de Lo Nacional en las otras dos armas.
Esos patriotas están en las antípodas de personeros del unitarismo y el liberalismo apátrida, como hubo muchos inmersos en profundas confusiones, cuando no cómplices de acciones contrarias a los Altos Intereses Nacionales.
¡Dios ilumine a Nuestra Patria Argentina, y nos conceda la Gracia enorme de contar con auténticos patriotas en los diversos estamentos, incluidas Nuestras Fuerzas Armadas, como artífices del desarrollo, defensoras de la soberanía y los auténticos valores de concreto patriotismo!
CARLOS ANDRÉS ORTIZ
Institución de la Patria que nació en los albores de la misma, defendiéndola ante las invasiones inglesas.
Entidad básica y totalmente necesaria, pero me estoy refiriendo a aquel Ejército Argentino que supo tener y defender la Doctrina de la Defensa Nacional, impregnado de Doctrina y Espíritu Nacional, aquel que fue puntal del desarrollo industrial y tecnológico nacional, que buscó integrar efectivamente todo el extenso territorio nacional, como una total prioridad geopolítica, que se proyectó en La Antártida con muchos nombres relevantes, como el General Hernán Pujato, entre casi innumerables pioneros que plantaron la Enseña Nacional en el Continente Blanco, haciendo presencia como demostración de soberanía.
El que dio nombres de gran relevancia, siguiendo la severidad y patriotismo sanmartinianos; como Julio Argentino Roca, Pablo Riccheri, Enrique Mosconi, Alonso Baldrich, Manuel Savio, Juan Pistarini, Juan D. Perón, Juan E. Guglialmelli, J. L. Rodríguez Zía, y sin duda muchos más, que buscaron consolidar la independencia y lograr el desarrollo nacional, como pilar de aquella.
También hubo personalidades relevantes, con sentido de Lo Nacional en las otras dos armas.
Esos patriotas están en las antípodas de personeros del unitarismo y el liberalismo apátrida, como hubo muchos inmersos en profundas confusiones, cuando no cómplices de acciones contrarias a los Altos Intereses Nacionales.
¡Dios ilumine a Nuestra Patria Argentina, y nos conceda la Gracia enorme de contar con auténticos patriotas en los diversos estamentos, incluidas Nuestras Fuerzas Armadas, como artífices del desarrollo, defensoras de la soberanía y los auténticos valores de concreto patriotismo!
CARLOS ANDRÉS ORTIZ
domingo, 26 de mayo de 2019
REFLEXIONES ACERCA DE UN ESCRITO
PATRIÓTICO, MALVINERO, VINCULADO AL 25 DE MAYO, DEL DR. OSCAR ABUDANA BINI
Básicamente, coincido con su escrito
último.
Debo volver a enfatizar que uno de
los parámetros y acciones básicas de la desmalvinización, y de la vuelta
vigorosa a los VALORES NACIONALES, debe pasar indefectiblemente por la clara y
totalmente terminante adopción de esos valores por las FFAA y FFSS, incluyendo
a la familia militar liberal, hoy marcadamente confusa, cuando no asumiendo
posturas antinacionales propias de la severa colonización mental que se les
impuso desde 1955, 1962 y sobre todo desde 1976; al imponérseles como "el
único pensamiento correcto" la apátrida y perversa ideología económica
liberal, que tanto daño nos hizo y nos sigue perpetrando.
Ello implica, entre muchas acciones
totalmente necesarias, volver a la Doctrina de la Defensa Nacional, dejando de
lado definitivamente la muy dañina doctrina de la seguridad nacional, sacar a
los cuadros de su cerrazón mental que los tiene anclados en los años '70 para
pasar a entender la muy distinta realidad geopolítica mundial actual; cambiar
drásticamente los planes de estudios en los institutos militares, incluyendo
amplios conceptos de Geopolítica, Economía (estudiando las diversas doctrinas,
y no solo liberalismo y marxismo), Historia Mundial, e Historia Argentina,
dando la necesaria importancia a los muchos muy buenos historiadores
revisionistas.
Si no se actúa de ese modo, se continuará
adiestrando a los uniformados, para que estén de nuevo listos para operar como
tropas de ocupación en el propio territorio y al servicio extranjero, como lo
perpetraron en el muy nefasto "proceso".
Esto es la síntesis, pero el tema no
se agota.
C A O
viernes, 24 de mayo de 2019
UN JUICIO CON FUERTE TUFO A PRESIONES GEOPOLITICAS
Las potencias neocolonialistas del siglo XXI (a las que precisé en el libro respectivo de NEOCOLONIALISMO DEL SIGLO XXI), redefinieron y perfeccionaron con cierta sutileza, las técnicas de presiones, amenazas y agresiones, de sus objetivos de expansión y/o dominación, las que solo en última instancia o contra objetivos de manifiesta debilidad o incapacidad de defensa militar, apelan a la fuerza bruta.
Dentro de las múltiples metodologías de agresiones a países que se busca dominar o incluso desguazar (como sucedió con Yugoeslavia, Libia, Iraq, los del estratégico Cuerno de África, entre otros, y como claramente buscan perpetrar en Argentina), las guerras híbridas pasan a ser una mixtura cambiante de diversos tipos de agresiones de relativo bajo perfil, contando como siempre con la alternativa brutal y descarnada de la agresión militar directa, al viejo estilo de la diplomacia del garrote.
Una de las herramientas perfeccionadas dentro del abanico de agresiones de las guerras híbridas, son las fortísimas presiones del previamente cooptado y amenazado Poder Judicial; con el previo y constante martillar de los medios de comunicación concentrados al servicio del establishment; a lo que se le agregan las acciones de zapa de aprietes, amenazas, carpetazos e incluso agresiones directas semi encubiertas de servicios de inteligencia nacionales y muy posiblemente del extranjero; todo bajo las directivas del poder político ya severamente dictatorial, pero revestido de formalidades democráticas, como para salvar en parte las apariencias. Sobrevolando todos esos operativos, estarían las precisas directivas y las presiones y ayudas, suministradas por estamentos diplomáticos, mediáticos, de ONGs y fundaciones “democráticas” creadas al efecto, y seguramente otros en las sombras, respondiendo a intereses neocolonialistas que operan a escala planetaria.
Las tácticas de agresiones mediante “lawfare” (guerra jurídica), fogoneada fuertemente por mercenarios de la (in)comunicación y los medios concentrados, además de fortísimas campañas de desprestigio contra líderes de orientaciones nacionales y populares, instaladas por los accionares combinados de servicios secretos y campañas de difusión muy agresivas, con los agregados de acciones violentas puntuales desestabilizadoras, y los miembros ultra conservadores o mercenarios del Poder Legislativo, tuvieron resultados contundentes para cambiar muy acentuadamente el perfil político de varios países de Sudamérica.
El montaje de causas judiciales, sin importar sus fundamentaciones o endebleces insalvables, se aplicó con ferocidad en Ecuador y Brasil, con resultados contundentes para cambiar el perfil político, con un giro total hacia gobiernos neoliberales, alineados bajo el poder de los Atlantistas y el mega sector financiero transnacional.
En Argentina, el “periodismo de guerra” (como lo definió el “periodista estrella” del grupo Clarín Julio Blanck), ajustadamente permitió el acceso al poder al neoliberalismo macrista y su posterior nuevo triunfo en las elecciones de medio término, en un acceso desembozado de los “dueños del poder” oligárquico y antinacional; solo ignorado por los muy desinformados crónicos.
Uno de los factores que definió el ajustado triunfo electoral de los neoliberales, fue el voto de la familia militar liberal, en una de las contradicciones más groseras, habida cuenta que predican “amor a la patria” y apoyan un modelo claramente antinacional y muy destructivo. Todo un oxímoron de manual, con largas décadas de confusiones mentales machaconamente instaladas.
Bajo el poder de este gobierno neoliberal, sustentado en base a carpetazos y golpes de chequera para alinear a potenciales díscolos (gobernadores, legisladores pseudo opositores, la CGT, periodistas, etc.), no solo se destruyó la economía y el tejido social, sino también se pisotearon principios esenciales de la Política Exterior Argentina, entre ellos el de No Intervención en Otros Estados, y todas las muchas acciones y principios mantenidos para seguir manteniendo nuestros indudables derechos sobre Las Malvinas, los otros dos conjuntos insulares australes, el Mar Argentino, e incluso La Antártida Argentina.
Por supuesto, el gobierno entreguista actual, recibe las felicitaciones y apoyos de Trump y de otros líderes de potencias que festejan el retroceso argentino a estadios socio económicos de país estancia, del siglo XIX; eso como antesala del posterior desguace nacional, que es el verdadero propósito de este gobierno CEOcrático neoliberal, dócil a sus mandantes del exterior; destino ese de la descomunal sangría de divisas perpetrada con premeditación y alevosía, con su contracara del brutal endeudamiento externo que nos ata a los dictados de los acreedores.
En ese sentido, no pueden sorprender las acciones emprendidas para montar al como sea, el juicio oral y público, contra la líder política con mayor intención de voto y más fuerte inserción popular, la hoy Senadora Cristina Fernández de Kirchner; instalado ese operativo y la montaña de procesos montados por el muy dudosamente ecuánime juez Bonadío; todo ello con evidentes presiones políticas y mediáticas sobre toda la estructura judicial nacional, incluyendo su más alto estamento.
Es que sin duda, un muy posible triunfo de la más fuerte coalición básicamente peronista, es previsible que significaría un cambio profundo en la política económica y un giro acentuado en política exterior, respecto a la actual ignominiosa subordinación complacientemente asumida respecto a las Potencias Atlantistas –en particular las Neocolonialistas-, y el Poder Financiero Especulador Transnacional.
Por todo ello, el juicio oral implementado a presión con inusitada rapidez y con la “inusual” postura de la Corte Suprema de Justicia; además de la catarata de procesamientos incluso insólitos, montados con gran montaje mediático, tienen sin duda un muy fuerte tufo de injerencias de tipo geopolítico, implementadas para evitar al como sea, que Argentina logre salirse una vez más de las cadenas del neoliberalismo tan destructivo como apátrida.
MGTR. CARLOS ANDRÉS ORTIZ
Analista de Temas Económicos y Geopolíticos
Las potencias neocolonialistas del siglo XXI (a las que precisé en el libro respectivo de NEOCOLONIALISMO DEL SIGLO XXI), redefinieron y perfeccionaron con cierta sutileza, las técnicas de presiones, amenazas y agresiones, de sus objetivos de expansión y/o dominación, las que solo en última instancia o contra objetivos de manifiesta debilidad o incapacidad de defensa militar, apelan a la fuerza bruta.
Dentro de las múltiples metodologías de agresiones a países que se busca dominar o incluso desguazar (como sucedió con Yugoeslavia, Libia, Iraq, los del estratégico Cuerno de África, entre otros, y como claramente buscan perpetrar en Argentina), las guerras híbridas pasan a ser una mixtura cambiante de diversos tipos de agresiones de relativo bajo perfil, contando como siempre con la alternativa brutal y descarnada de la agresión militar directa, al viejo estilo de la diplomacia del garrote.
Una de las herramientas perfeccionadas dentro del abanico de agresiones de las guerras híbridas, son las fortísimas presiones del previamente cooptado y amenazado Poder Judicial; con el previo y constante martillar de los medios de comunicación concentrados al servicio del establishment; a lo que se le agregan las acciones de zapa de aprietes, amenazas, carpetazos e incluso agresiones directas semi encubiertas de servicios de inteligencia nacionales y muy posiblemente del extranjero; todo bajo las directivas del poder político ya severamente dictatorial, pero revestido de formalidades democráticas, como para salvar en parte las apariencias. Sobrevolando todos esos operativos, estarían las precisas directivas y las presiones y ayudas, suministradas por estamentos diplomáticos, mediáticos, de ONGs y fundaciones “democráticas” creadas al efecto, y seguramente otros en las sombras, respondiendo a intereses neocolonialistas que operan a escala planetaria.
Las tácticas de agresiones mediante “lawfare” (guerra jurídica), fogoneada fuertemente por mercenarios de la (in)comunicación y los medios concentrados, además de fortísimas campañas de desprestigio contra líderes de orientaciones nacionales y populares, instaladas por los accionares combinados de servicios secretos y campañas de difusión muy agresivas, con los agregados de acciones violentas puntuales desestabilizadoras, y los miembros ultra conservadores o mercenarios del Poder Legislativo, tuvieron resultados contundentes para cambiar muy acentuadamente el perfil político de varios países de Sudamérica.
El montaje de causas judiciales, sin importar sus fundamentaciones o endebleces insalvables, se aplicó con ferocidad en Ecuador y Brasil, con resultados contundentes para cambiar el perfil político, con un giro total hacia gobiernos neoliberales, alineados bajo el poder de los Atlantistas y el mega sector financiero transnacional.
En Argentina, el “periodismo de guerra” (como lo definió el “periodista estrella” del grupo Clarín Julio Blanck), ajustadamente permitió el acceso al poder al neoliberalismo macrista y su posterior nuevo triunfo en las elecciones de medio término, en un acceso desembozado de los “dueños del poder” oligárquico y antinacional; solo ignorado por los muy desinformados crónicos.
Uno de los factores que definió el ajustado triunfo electoral de los neoliberales, fue el voto de la familia militar liberal, en una de las contradicciones más groseras, habida cuenta que predican “amor a la patria” y apoyan un modelo claramente antinacional y muy destructivo. Todo un oxímoron de manual, con largas décadas de confusiones mentales machaconamente instaladas.
Bajo el poder de este gobierno neoliberal, sustentado en base a carpetazos y golpes de chequera para alinear a potenciales díscolos (gobernadores, legisladores pseudo opositores, la CGT, periodistas, etc.), no solo se destruyó la economía y el tejido social, sino también se pisotearon principios esenciales de la Política Exterior Argentina, entre ellos el de No Intervención en Otros Estados, y todas las muchas acciones y principios mantenidos para seguir manteniendo nuestros indudables derechos sobre Las Malvinas, los otros dos conjuntos insulares australes, el Mar Argentino, e incluso La Antártida Argentina.
Por supuesto, el gobierno entreguista actual, recibe las felicitaciones y apoyos de Trump y de otros líderes de potencias que festejan el retroceso argentino a estadios socio económicos de país estancia, del siglo XIX; eso como antesala del posterior desguace nacional, que es el verdadero propósito de este gobierno CEOcrático neoliberal, dócil a sus mandantes del exterior; destino ese de la descomunal sangría de divisas perpetrada con premeditación y alevosía, con su contracara del brutal endeudamiento externo que nos ata a los dictados de los acreedores.
En ese sentido, no pueden sorprender las acciones emprendidas para montar al como sea, el juicio oral y público, contra la líder política con mayor intención de voto y más fuerte inserción popular, la hoy Senadora Cristina Fernández de Kirchner; instalado ese operativo y la montaña de procesos montados por el muy dudosamente ecuánime juez Bonadío; todo ello con evidentes presiones políticas y mediáticas sobre toda la estructura judicial nacional, incluyendo su más alto estamento.
Es que sin duda, un muy posible triunfo de la más fuerte coalición básicamente peronista, es previsible que significaría un cambio profundo en la política económica y un giro acentuado en política exterior, respecto a la actual ignominiosa subordinación complacientemente asumida respecto a las Potencias Atlantistas –en particular las Neocolonialistas-, y el Poder Financiero Especulador Transnacional.
Por todo ello, el juicio oral implementado a presión con inusitada rapidez y con la “inusual” postura de la Corte Suprema de Justicia; además de la catarata de procesamientos incluso insólitos, montados con gran montaje mediático, tienen sin duda un muy fuerte tufo de injerencias de tipo geopolítico, implementadas para evitar al como sea, que Argentina logre salirse una vez más de las cadenas del neoliberalismo tan destructivo como apátrida.
MGTR. CARLOS ANDRÉS ORTIZ
Analista de Temas Económicos y Geopolíticos
martes, 14 de mayo de 2019
DESTROZAR LA INDUSTRIA Y LA TECNOLOGIA NACIONAL ES MATAR NUESTRO FUTURO
En clara continuación del desguace industrial y de los ahogos financieros a los Entes Tecnológicos, que impiadosamente perpetró la siniestra dupla Videla – Martínez De Hoz con los “proceseros” (profundizando viles tareas de los fusiladores de 1955 y los golpistas de 1962), siguiendo las políticas destructivas y apátridas de los neoliberales noventistas, en la actualidad el poder en las sombras representado por el macrismo (como mero mascarón de proa –utilizado y descartable- del “Círculo Rojo” {*} y de los poderes financieros transnacionales), claramente busca arrasar con toda la Industria Argentina, y tirar despectivamente por la borda (como si fueran desechos despreciables), todos los destacados e importantes logros que consiguió el desarrollo tecnológico argentino.
Como varios analistas geopolíticos coincidimos en fundamentar, el objetivo de máxima del gobierno CEOcrático actual, es lisa y llanamente la disolución nacional; siendo también evidente que de mínima buscan llevarnos a los empujones y presiones de todo tipo, a aquella Argentina del feudalismo campero oligárquico, instaurado por el operador al servicio británico Bartolomé Mitre.
“Don Bartolo” fue el degollador de federales y genocida del Paraguay, montando un poder oligárquico concentrado y excluyente, de economía primaria, que con matices se mantuvo incólume hasta que trabajosamente, y luego de varias revoluciones previas, surgió con fuerza el yrigoyenismo, movimiento político que en el tamiz de la historia, resultó el prolegómeno del peronismo.
Los iniciadores de la clase oligárquica mega terrateniente de la Pampa Húmeda, se subordinaron gustosamente a operar como vasallos del Imperio Británico, y adoptando sin cortapisas el liberalismo económico y sus falsas “leyes” económicas, tomaron a rajatabla el principio de la división internacional del trabajo, centrado en la “nación – taller del mundo” (Gran Bretaña) y los restantes países y colonias, dedicados exclusivamente a aquellas producciones de materias primas, para las que –supuestamente- estaban predispuestos por “mejores condiciones naturales”.
Esa falsedad ideológica que sustentó el excluyente poderío británico, funcionó a escala planetaria durante aproximadamente un siglo, desde la eclosión de la Revolución Industrial (alrededor de 1770), hasta que se produjo la Segunda Revolución Industrial, protagonizada por los Estados “indóciles” a las doctrinas liberales, resultando ello en las primeras experiencias exitosas de un proceso que nuestro compatriota y experto en Geopolítica Gullo Amodeo definió como
“Insubordinación Fundante”; principio desarrollado desde la Economía por Aldo Ferrer. Proteccionismo a las industrias y al mercado interno, desarrollo de la marina mercante, activa participación estatal para promover el desarrollo
industrial y tecnológico, defensa activa de los sectores estratégicos de la economía nacional, y protección social a la propia población, fueron los ejes comunes de las nuevas potencias industriales – tecnológicas (EEUU, Alemania, Bélgica, Francia y
Japón), que aproximadamente desde 1870 rompieron el monopolio británico en esos tan importantes sectores de la economía; y ya a comienzos del siglo XX disputaban exitosamente a los británicos el mercado mundial de bienes industriales, siendo entonces ya nuevas potencias de relevancia geopolítica regional o mundial.
Encerrada en su anglofilia recalcitrante y su soberbia con muchos componentes clasistas y racistas, la oligarquía bonaerense -con sus prolongaciones en las provincias-; no se percató que la realidad mundial cambiaba rápidamente, y que el modelo agroexportador, inicialmente con condiciones mundiales muy favorables, iba siendo acotado por las transformaciones geopolíticas y las modificaciones en los términos del intercambio. Tampoco la oligarquía vacuna entendió nunca (o no le importó nada) la tremenda importancia estratégica que significa contar con industrias y desarrollos tecnológicos propios.
Traducido al castizo simple, el deterioro de los términos del intercambio (estudiado después por el argentino Raúl Prebisch) significaba que desde comienzos del siglo XX la bonanza en los precios de los productos primarios llegaba a su fin, y que cada vez debíamos entregar más volúmenes de materias primas por igual cantidad de bienes industriales y tecnológicos.
Aceptada a regañadientes la elemental industrialización que fue consecuencia de la primera guerra mundial, entonces los sectores oligárquicos y ultra conservadores crearon la artificiosa diferenciación entre “industrias naturales” (las que procesan materias primas comestibles y textiles), a las que toleraron; y las ”industrias artificiales”, de mayores complejidades tecnológicas y
de mayores valores agregados, como las metalúrgicas, metalmecánicas, eléctricas y químicas. Estas últimas fueron denostadas y combatidas por los ideólogos del liberalismo recalcitrante, pues aunque sea intuitivamente sabían que eran la base de un gran desarrollo industrial, que cambiaría profundamente para bien la realidad social y económica argentina, poniendo en jaque a sus privilegios de clase.
Tan cerrados y carentes de toda proyección de soberanía y grandeza
nacional, eran los criterios de los personeros del ultra conservadurismo, que entre otras frases aberrantes, Federico Pinedo llegó a afirmar muy orondo que la población argentina no debía pasar los 10 millones, para mantener la relación de 4 vacas por habitante. ¡Importaban más los vacunos que los compatriotas! Y ni pensar en producir más, diversificando. Todo se centraba en mantener cristalizado el statu quo, con el predominio de la “oligarquía de la bosta” (genial definición de Jauretche), y la subordinación en la miseria de la mayoría de los argentinos, incluso sin atender a la debida ocupación territorial, que debió ser prioridad geopolítica.
¡Claro que la soberanía no es virtud valorada por los oligarcas, que son apátridas por definición, al menos en Argentina!
Pero hubo cambios forzados por las modificaciones geopolíticas mundiales, como la provocada por la crisis económica mundial de 1929, y las dos guerras mundiales.
A regañadientes, el gobierno fraudulento y oligárquico de la década infame (1930-1943), tuvo que aceptar el crecimiento industrial, que incluso fue impulsado por inversiones de empresas de EEUU, Alemania y otros, que no pudieron ser contrarrestadas por el ya decadente poder del Imperio Británico y sus marionetas locales.
La oligarquía siguió odiando a la industria argentina, lo cual sociológicamente puede explicarse por ser un “mal ejemplo” para los trabajadores rurales, antes cosificados y carentes de todo derecho frente al poder feudal del “patrón de estancia”, definición que precisa la mentalidad de esa clase social, supuestamente casta superior.
Y el “mal ejemplo” estaba dado por los mucho mejores salarios y condiciones laborales de los obreros industriales, los beneficios sociales alcanzados desde la irrupción del peronismo (otro de los odios profundos de los oligarcas), y por la agremiación, que echó por tierra la totalmente inequitativa relación patrón – obrero individual.
Por esos egoístas y apátridas motivos, los golpes de Estado de 1955, 1962 y 1976, tuvieron perfiles claramente anti industriales (no se incluye al golpe de Estado de 1966, pues tuvo perfiles mezclados entre ultra liberales y sectores del Pensamiento Nacional).
Poco antes del golpe que derrocó a Frondizi, en una nada inocente visita “casual”, el príncipe Felipe de Edimburgo “recomendó” a Argentina “dedicarnos a lo que somos más eficientes” (o sea el modelo agropastoril primario y dependiente), “no gastando esfuerzos en otras actividades” (atacando el autoabastecimiento petrolero del desarrollismo, y la fuerte industrialización lograda por el peronismo, y acentuada –con otros enfoques- por Frondizi.
Después vendría la imposición a fuerza de bayonetas, del neoliberalismo, en el siniestro “proceso”, con las FFAA actuando de tropas de ocupación para que los operadores apátridas se dedicaran a endeudarnos irracionalmente, mientras a la vez destrozaban a la industria y frenaban casi todos los proyectos tecnológicos.
Excepto el breve interregno de Grinspun, en el alfonsinismo, siguieron manejando y destrozando el país, como continuación del “proceso”, durante la partidocracia cleptocrática en el período definido luego como el “noventismo”, exacerbado en el menemato y el delarruato, terminando esos desatinos culposamente premeditados, en la gigantesca crisis terminal de 2001-2002, de la cual casi de milagro emergimos, pese a que los personeros del establisment apostaban a un desastre generalizado (incluso una guerra civil o similar conflicto interno), para luego poder desguazarnos en varios paisitos irrelevantes y fácilmente manejables desde afuera (algo similar al “modelo yugoeslavo”).
Después de los doce años de economía keynesiana, con activo rol estatal, y una orientación fuertemente industrialista y de promoción del desarrollo tecnológico, en los cuales los indicadores macro económicos y macro sociales fueron ampliamente positivos (duplicación del PBI, entre otros logros, no exentos de errores por supuesto), y bajo un fortísimo operativo de guerra mediática (periodismo de guerra, dijo uno de los personeros de un medio concentrado), contando además con fuertes apoyos financieros del establishment (que según trascendió, incluyó dineros de los fondos buitres), el neoliberalismo en su versión más descarnada llegó al poder, dedicándose afanosamente a buscar la suma del poder público (interviniendo descaradamente en el Poder Judicial, presionando al Poder Legislativo y a las provincias, y al sector gremial, con el viejo método de látigo y chequera); y dedicándose con perversa intencionalidad, a endeudarnos desaforadamente, a destrozar la industria, denostar y asfixiar los entes tecnológicos, y a destrozar el empleo y el nivel real de los salarios; todo eso además de alinearnos de rodillas ante los mandatos de las potencias anglosajonas y sus socios atlantistas.
Además de atarnos a las cadenas de una deuda externa claramente
impagable, destrozando a la vez el empleo y el nivel real de salarios y jubilaciones, el hoy decadente neoliberalismo gobernante, se dedica con notable saña enmarcada en sonriente hipocresía, a destrozar sistemáticamente lo que aun queda de la antes poderosa industria, y a pulverizar todos los notables logros tecnológicos que habíamos logrado. Todo eso en un marco de pisoteo alevoso de las más elementales bases de soberanía, perpetrado con soberbia, premeditación y alevosía.
Todo eso equivale a matar nuestro futuro.
(*) Círculo Rojo es llamado el núcleo de poder económico – financiero y sus ramificaciones en la política, el Poder Judicial, el periodismo, economistas del establishment, militares y otros grupos de influencia, que desde la penumbra es el mentor y apoyo del poder oligárquico ultra conservador y neoliberal de Argentina.
MGTR. CARLOS ANDRÉS ORTIZ
Analista de Temas Económicos y Geopolíticos
En clara continuación del desguace industrial y de los ahogos financieros a los Entes Tecnológicos, que impiadosamente perpetró la siniestra dupla Videla – Martínez De Hoz con los “proceseros” (profundizando viles tareas de los fusiladores de 1955 y los golpistas de 1962), siguiendo las políticas destructivas y apátridas de los neoliberales noventistas, en la actualidad el poder en las sombras representado por el macrismo (como mero mascarón de proa –utilizado y descartable- del “Círculo Rojo” {*} y de los poderes financieros transnacionales), claramente busca arrasar con toda la Industria Argentina, y tirar despectivamente por la borda (como si fueran desechos despreciables), todos los destacados e importantes logros que consiguió el desarrollo tecnológico argentino.
Como varios analistas geopolíticos coincidimos en fundamentar, el objetivo de máxima del gobierno CEOcrático actual, es lisa y llanamente la disolución nacional; siendo también evidente que de mínima buscan llevarnos a los empujones y presiones de todo tipo, a aquella Argentina del feudalismo campero oligárquico, instaurado por el operador al servicio británico Bartolomé Mitre.
“Don Bartolo” fue el degollador de federales y genocida del Paraguay, montando un poder oligárquico concentrado y excluyente, de economía primaria, que con matices se mantuvo incólume hasta que trabajosamente, y luego de varias revoluciones previas, surgió con fuerza el yrigoyenismo, movimiento político que en el tamiz de la historia, resultó el prolegómeno del peronismo.
Los iniciadores de la clase oligárquica mega terrateniente de la Pampa Húmeda, se subordinaron gustosamente a operar como vasallos del Imperio Británico, y adoptando sin cortapisas el liberalismo económico y sus falsas “leyes” económicas, tomaron a rajatabla el principio de la división internacional del trabajo, centrado en la “nación – taller del mundo” (Gran Bretaña) y los restantes países y colonias, dedicados exclusivamente a aquellas producciones de materias primas, para las que –supuestamente- estaban predispuestos por “mejores condiciones naturales”.
Esa falsedad ideológica que sustentó el excluyente poderío británico, funcionó a escala planetaria durante aproximadamente un siglo, desde la eclosión de la Revolución Industrial (alrededor de 1770), hasta que se produjo la Segunda Revolución Industrial, protagonizada por los Estados “indóciles” a las doctrinas liberales, resultando ello en las primeras experiencias exitosas de un proceso que nuestro compatriota y experto en Geopolítica Gullo Amodeo definió como
“Insubordinación Fundante”; principio desarrollado desde la Economía por Aldo Ferrer. Proteccionismo a las industrias y al mercado interno, desarrollo de la marina mercante, activa participación estatal para promover el desarrollo
industrial y tecnológico, defensa activa de los sectores estratégicos de la economía nacional, y protección social a la propia población, fueron los ejes comunes de las nuevas potencias industriales – tecnológicas (EEUU, Alemania, Bélgica, Francia y
Japón), que aproximadamente desde 1870 rompieron el monopolio británico en esos tan importantes sectores de la economía; y ya a comienzos del siglo XX disputaban exitosamente a los británicos el mercado mundial de bienes industriales, siendo entonces ya nuevas potencias de relevancia geopolítica regional o mundial.
Encerrada en su anglofilia recalcitrante y su soberbia con muchos componentes clasistas y racistas, la oligarquía bonaerense -con sus prolongaciones en las provincias-; no se percató que la realidad mundial cambiaba rápidamente, y que el modelo agroexportador, inicialmente con condiciones mundiales muy favorables, iba siendo acotado por las transformaciones geopolíticas y las modificaciones en los términos del intercambio. Tampoco la oligarquía vacuna entendió nunca (o no le importó nada) la tremenda importancia estratégica que significa contar con industrias y desarrollos tecnológicos propios.
Traducido al castizo simple, el deterioro de los términos del intercambio (estudiado después por el argentino Raúl Prebisch) significaba que desde comienzos del siglo XX la bonanza en los precios de los productos primarios llegaba a su fin, y que cada vez debíamos entregar más volúmenes de materias primas por igual cantidad de bienes industriales y tecnológicos.
Aceptada a regañadientes la elemental industrialización que fue consecuencia de la primera guerra mundial, entonces los sectores oligárquicos y ultra conservadores crearon la artificiosa diferenciación entre “industrias naturales” (las que procesan materias primas comestibles y textiles), a las que toleraron; y las ”industrias artificiales”, de mayores complejidades tecnológicas y
de mayores valores agregados, como las metalúrgicas, metalmecánicas, eléctricas y químicas. Estas últimas fueron denostadas y combatidas por los ideólogos del liberalismo recalcitrante, pues aunque sea intuitivamente sabían que eran la base de un gran desarrollo industrial, que cambiaría profundamente para bien la realidad social y económica argentina, poniendo en jaque a sus privilegios de clase.
Tan cerrados y carentes de toda proyección de soberanía y grandeza
nacional, eran los criterios de los personeros del ultra conservadurismo, que entre otras frases aberrantes, Federico Pinedo llegó a afirmar muy orondo que la población argentina no debía pasar los 10 millones, para mantener la relación de 4 vacas por habitante. ¡Importaban más los vacunos que los compatriotas! Y ni pensar en producir más, diversificando. Todo se centraba en mantener cristalizado el statu quo, con el predominio de la “oligarquía de la bosta” (genial definición de Jauretche), y la subordinación en la miseria de la mayoría de los argentinos, incluso sin atender a la debida ocupación territorial, que debió ser prioridad geopolítica.
¡Claro que la soberanía no es virtud valorada por los oligarcas, que son apátridas por definición, al menos en Argentina!
Pero hubo cambios forzados por las modificaciones geopolíticas mundiales, como la provocada por la crisis económica mundial de 1929, y las dos guerras mundiales.
A regañadientes, el gobierno fraudulento y oligárquico de la década infame (1930-1943), tuvo que aceptar el crecimiento industrial, que incluso fue impulsado por inversiones de empresas de EEUU, Alemania y otros, que no pudieron ser contrarrestadas por el ya decadente poder del Imperio Británico y sus marionetas locales.
La oligarquía siguió odiando a la industria argentina, lo cual sociológicamente puede explicarse por ser un “mal ejemplo” para los trabajadores rurales, antes cosificados y carentes de todo derecho frente al poder feudal del “patrón de estancia”, definición que precisa la mentalidad de esa clase social, supuestamente casta superior.
Y el “mal ejemplo” estaba dado por los mucho mejores salarios y condiciones laborales de los obreros industriales, los beneficios sociales alcanzados desde la irrupción del peronismo (otro de los odios profundos de los oligarcas), y por la agremiación, que echó por tierra la totalmente inequitativa relación patrón – obrero individual.
Por esos egoístas y apátridas motivos, los golpes de Estado de 1955, 1962 y 1976, tuvieron perfiles claramente anti industriales (no se incluye al golpe de Estado de 1966, pues tuvo perfiles mezclados entre ultra liberales y sectores del Pensamiento Nacional).
Poco antes del golpe que derrocó a Frondizi, en una nada inocente visita “casual”, el príncipe Felipe de Edimburgo “recomendó” a Argentina “dedicarnos a lo que somos más eficientes” (o sea el modelo agropastoril primario y dependiente), “no gastando esfuerzos en otras actividades” (atacando el autoabastecimiento petrolero del desarrollismo, y la fuerte industrialización lograda por el peronismo, y acentuada –con otros enfoques- por Frondizi.
Después vendría la imposición a fuerza de bayonetas, del neoliberalismo, en el siniestro “proceso”, con las FFAA actuando de tropas de ocupación para que los operadores apátridas se dedicaran a endeudarnos irracionalmente, mientras a la vez destrozaban a la industria y frenaban casi todos los proyectos tecnológicos.
Excepto el breve interregno de Grinspun, en el alfonsinismo, siguieron manejando y destrozando el país, como continuación del “proceso”, durante la partidocracia cleptocrática en el período definido luego como el “noventismo”, exacerbado en el menemato y el delarruato, terminando esos desatinos culposamente premeditados, en la gigantesca crisis terminal de 2001-2002, de la cual casi de milagro emergimos, pese a que los personeros del establisment apostaban a un desastre generalizado (incluso una guerra civil o similar conflicto interno), para luego poder desguazarnos en varios paisitos irrelevantes y fácilmente manejables desde afuera (algo similar al “modelo yugoeslavo”).
Después de los doce años de economía keynesiana, con activo rol estatal, y una orientación fuertemente industrialista y de promoción del desarrollo tecnológico, en los cuales los indicadores macro económicos y macro sociales fueron ampliamente positivos (duplicación del PBI, entre otros logros, no exentos de errores por supuesto), y bajo un fortísimo operativo de guerra mediática (periodismo de guerra, dijo uno de los personeros de un medio concentrado), contando además con fuertes apoyos financieros del establishment (que según trascendió, incluyó dineros de los fondos buitres), el neoliberalismo en su versión más descarnada llegó al poder, dedicándose afanosamente a buscar la suma del poder público (interviniendo descaradamente en el Poder Judicial, presionando al Poder Legislativo y a las provincias, y al sector gremial, con el viejo método de látigo y chequera); y dedicándose con perversa intencionalidad, a endeudarnos desaforadamente, a destrozar la industria, denostar y asfixiar los entes tecnológicos, y a destrozar el empleo y el nivel real de los salarios; todo eso además de alinearnos de rodillas ante los mandatos de las potencias anglosajonas y sus socios atlantistas.
Además de atarnos a las cadenas de una deuda externa claramente
impagable, destrozando a la vez el empleo y el nivel real de salarios y jubilaciones, el hoy decadente neoliberalismo gobernante, se dedica con notable saña enmarcada en sonriente hipocresía, a destrozar sistemáticamente lo que aun queda de la antes poderosa industria, y a pulverizar todos los notables logros tecnológicos que habíamos logrado. Todo eso en un marco de pisoteo alevoso de las más elementales bases de soberanía, perpetrado con soberbia, premeditación y alevosía.
Todo eso equivale a matar nuestro futuro.
(*) Círculo Rojo es llamado el núcleo de poder económico – financiero y sus ramificaciones en la política, el Poder Judicial, el periodismo, economistas del establishment, militares y otros grupos de influencia, que desde la penumbra es el mentor y apoyo del poder oligárquico ultra conservador y neoliberal de Argentina.
MGTR. CARLOS ANDRÉS ORTIZ
Analista de Temas Económicos y Geopolíticos
lunes, 6 de mayo de 2019
ANÁLISIS GEOPOLÍTICO DE LAS ELECCIONES EN ARGENTINA
Mucho se juega en las próximas elecciones de Argentina, no pudiendo descartarse tampoco un eventual adelantamiento de las mismas, por el desbarranque generalizado al cual el neoliberalismo volvió a empujar a nuestro país.
Adelantamiento por desplome del actual gobierno, ya casi autista, que subsiste con el pulmotor múltiple operado por el FMI y los fondos buitres, el establishment local, y las abiertas injerencias de las potencias anglosajonas, sus socios de la Unión Europea, y otros aliados menores de los mismos.
La mayoría de los análisis y las muchas opiniones que a diario se leen y escuchan, se centran en lo que significarían para Argentina que el cambio de línea político económica, o la eventual (y hoy improbable) continuidad, siendo una de esas alternativas la que regirá los destinos nacionales el próximo período.
Lo que muchos omiten o apenas mencionan superficialmente, es el fuerte contexto geopolítico que enmarca muy acentuadamente el ya muy próximo fin del período presidencial, el que no puede descartarse se adelante, dado el desmadre generalizado y la total falta de credibilidad e idoneidad del actual gobierno nacional.
La aplicación brutal y sin tapujos, de la renacida Doctrina Monroe, ha logrado instalar en Íbero América a varios gobiernos dóciles y genuflexos a los dictados de las Potencias Atlantistas, y en particular a los anglosajones de ambos continentes (de los que las oligarquías locales se manifiestan sin patriotismo alguno, fieles vasallos), además de operar como subordinados desvergonzados de la Banca especuladora transnacional y el FMI, como el gran instrumento de subordinación total de nuestros países. Procediendo como dóciles lacayos, esos gobiernos subyugados por los intereses extranjeros, se apresuraron a desguazar la UNASUR, a hacer morir por desatención a la CELAC, y a dejar como una estructura vacía al MERCOSUR, totalmente funcional a la fragmentación de nuestros pueblos, continuando la política del Foreign Office (Relaciones Exteriores de Gran Bretaña) del siglo XIX y las acciones del Departamento de Estado (de EEUU), que no dudó tampoco en perpetrar invasiones militares lisas y llanas desde el siglo XIX,
institucionalizadas desde la presidencia de Theodore Roosevelt, a comienzos del siglo XX.
El FMI vuelve a operar en Argentina, como instrumento de presión financiera – política, para imponernos ajustes brutales, lo cual es una excusa perfecta para el gobierno neoliberal, que busca perpetrar esos ajustes, operando claramente para la regresión argentina a la situación socio económica semi feudal, como lo fue en la segunda mitad del siglo XIX, y de máxima, llevarnos a los empujones a la disolución nacional.
En Argentina, desde antes de 1810, estuvieron claramente enfrentados dos sectores totalmente inconciliables: los “ilustrados” afrancesados liberales – unitarios (cooptados fácilmente por las sutilezas británicas), cuyo máximo objetivo era hacernos y perpetuarnos como colonia dócil de los británicos (hoy de los anglosajones de ambos continentes); y los sectores nacionales, identificados con el pueblo, con la patria, los Intereses Nacionales, federales, y que primero intuitivamente y luego bajo la Doctrina Nacional esbozada por Yrigoyen y materializada por Perón (y en sus formas y limitaciones Frondizi e Illia, más las acciones de visión nacional de Guglialmelli y Ferrer, en el gobierno pretoriano de 1966-1973), intentaron construir la Grandeza Nacional.
Sobre la base de conocer la historia argentina (la real, no la edulcorada del academicismo mitrista, esa que se enseñaba en los colegios y se sigue enseñando en los institutos militares), se debe analizar el contexto geopolítico mundial actual.
Hoy el mundo reeditó la bipolaridad, pero ya no bajo la vieja confrontación entre comunistas y anticomunistas. El marco actual enfrenta a los globalizadores a ultranza, básicamente materialistas excluyentes, los Atlantistas; a los que se oponen las Potencias Continentalistas, que no se subordinan a la globalización y defienden sus Intereses Nacionales y los de sus aliados, siendo evidentes los anclajes no materialistas del confusianismo chino y del cristianismo ortodoxo ruso.
Hay otros factores concomitantes en juego.
China desplaza a EEUU y la UE, como principal socio de los países africanos, de casi toda Asia, y lo mismo sucede en Íbero América. Trump está embarcado en echar a China y Rusia de nuestro continente, lo que China contestó expresando “América Latina no es el patio trasero de nadie”.
Rusia, desde que se recompuso bajo el gobierno nacionalista de Putin, opera con creciente éxito, como freno a las agresiones de guerras híbridas y guerras convencionales, perpetradas por EEUU y sus socios y/o subordinados de la OTAN, en diversos escenarios mundiales, como Siria, Ucrania y Venezuela, contando con los apoyos activos de China, Irán y otros.
Bajo la total subordinación a los dictados de EEUU y sus socios, el gobierno títere actual de Argentina, buscó pretextos para cancelar tres grandes centrales nucleares y tres grandes hidroeléctricas, que contaban con financiación blanda (bajas tasas y amplios períodos de gracia) de China y Rusia, en una jugada a dos puntas, pues también buscó eliminar competencias a los poderosos intereses de petroleras y gasíferas anglosajonas, hoy manejando el país desde el Ministerio de Energía y la propia Presidencia de la Nación.
Las Potencias Atlantistas-, con sus doctrinas y acciones del neocolonialismo del siglo XXI, pretendiendo anular y doblegar a todos los Estados que se oponen a sus fines imperiales, ampliaron sus acciones de guerras híbridas y no convencionales, habiendo aplicado con mucho éxito reciente en nuestro subcontinente, los métodos confluyentes de operaciones psicológicas y sociológicas de gran envergadura (con los medios concentrados operando a tales fines), sumados al aparataje judicial “disciplinado” o cooptado, más los accionares subterráneos de operadores diversos instaladores de descrédito a opositores, rumores maliciosos y similares, y las presiones de los respectivos factores de poder internos alineados con la ideología neoliberal (cámaras empresarias, economistas del establishment, sectores financieros especulativos, militares impregnados de ideología liberal, etc.).
Desembozadamente, EEUU pretende reimponer la Doctrina Monroe, en versión acentuada y actualizada, con el FMI como mascarón de proa de los fuertes condicionamientos financieros, a los que estamos tan sujetos, a consecuencia del malicioso e irracional endeudamiento externo al que nos sometió el actual gobierno neoliberal.
La muy concreta posibilidad que un gobierno de orientación nacional y popular acceda al poder formal, deja nerviosos a los intereses que hoy lucran desmedidamente en base a la timba financiera llevada al paroxismo, por el desgobierno intencional del neoliberalismo. Y evidencian estar dispuestos a todo, incluyendo las alertas de un eventual fraude informático, para perpetuarse en el poder, y con ello –si lo logran- desguazar definitivamente a Argentina.
Claro está que hoy la situación es mucho más compleja que el caos generalizado en el que estábamos en 2001-2002.
Y un eventual y muy posible gobierno fuertemente opositor al neoliberalismo apátrida, además de los fortísimos condicionamientos externos actuales, puede no estar exento de tener “caballos de Troya” enquistados, como ya sucedió antes, en otros períodos presidenciales, además de los conocidos factores de poder, que responden a los intereses antinacionales, incluyendo en ellos a sectores ultra liberales del empresariado y de las Fuerzas Armadas, a volubles dirigentes gremiales, a mercenarios de las comunicaciones y otros.
No se trata de “romper lanzas” con las Potencias Atlantistas, pero sí de tener relaciones diplomáticas y comerciales con respeto a nuestra dignidad y nuestra soberanía. En cambio, es imperativo denunciar y dejar sin vigencia los varios pactos lesivos a nuestros intereses, desde el Tratado de 1825, pasando por los Acuerdos de Madrid durante el menemato, y los recientes actos de entrega de soberanía perpetrados por el macrismo, rubricados todos con Gran Bretaña.
A la vez, implementar sólidos acuerdos estratégicos con todas las potencias que puedan respaldarnos respetando nuestra soberanía.
Complejo cuadro de situación, del cual podría escribirse mucho más.
La propia subsistencia de la Patria Argentina, está en juego.
MGTR. CARLOS ANDRÉS ORTIZ
Analista de Temas Económicos y Geopolíticos
Mucho se juega en las próximas elecciones de Argentina, no pudiendo descartarse tampoco un eventual adelantamiento de las mismas, por el desbarranque generalizado al cual el neoliberalismo volvió a empujar a nuestro país.
Adelantamiento por desplome del actual gobierno, ya casi autista, que subsiste con el pulmotor múltiple operado por el FMI y los fondos buitres, el establishment local, y las abiertas injerencias de las potencias anglosajonas, sus socios de la Unión Europea, y otros aliados menores de los mismos.
La mayoría de los análisis y las muchas opiniones que a diario se leen y escuchan, se centran en lo que significarían para Argentina que el cambio de línea político económica, o la eventual (y hoy improbable) continuidad, siendo una de esas alternativas la que regirá los destinos nacionales el próximo período.
Lo que muchos omiten o apenas mencionan superficialmente, es el fuerte contexto geopolítico que enmarca muy acentuadamente el ya muy próximo fin del período presidencial, el que no puede descartarse se adelante, dado el desmadre generalizado y la total falta de credibilidad e idoneidad del actual gobierno nacional.
La aplicación brutal y sin tapujos, de la renacida Doctrina Monroe, ha logrado instalar en Íbero América a varios gobiernos dóciles y genuflexos a los dictados de las Potencias Atlantistas, y en particular a los anglosajones de ambos continentes (de los que las oligarquías locales se manifiestan sin patriotismo alguno, fieles vasallos), además de operar como subordinados desvergonzados de la Banca especuladora transnacional y el FMI, como el gran instrumento de subordinación total de nuestros países. Procediendo como dóciles lacayos, esos gobiernos subyugados por los intereses extranjeros, se apresuraron a desguazar la UNASUR, a hacer morir por desatención a la CELAC, y a dejar como una estructura vacía al MERCOSUR, totalmente funcional a la fragmentación de nuestros pueblos, continuando la política del Foreign Office (Relaciones Exteriores de Gran Bretaña) del siglo XIX y las acciones del Departamento de Estado (de EEUU), que no dudó tampoco en perpetrar invasiones militares lisas y llanas desde el siglo XIX,
institucionalizadas desde la presidencia de Theodore Roosevelt, a comienzos del siglo XX.
El FMI vuelve a operar en Argentina, como instrumento de presión financiera – política, para imponernos ajustes brutales, lo cual es una excusa perfecta para el gobierno neoliberal, que busca perpetrar esos ajustes, operando claramente para la regresión argentina a la situación socio económica semi feudal, como lo fue en la segunda mitad del siglo XIX, y de máxima, llevarnos a los empujones a la disolución nacional.
En Argentina, desde antes de 1810, estuvieron claramente enfrentados dos sectores totalmente inconciliables: los “ilustrados” afrancesados liberales – unitarios (cooptados fácilmente por las sutilezas británicas), cuyo máximo objetivo era hacernos y perpetuarnos como colonia dócil de los británicos (hoy de los anglosajones de ambos continentes); y los sectores nacionales, identificados con el pueblo, con la patria, los Intereses Nacionales, federales, y que primero intuitivamente y luego bajo la Doctrina Nacional esbozada por Yrigoyen y materializada por Perón (y en sus formas y limitaciones Frondizi e Illia, más las acciones de visión nacional de Guglialmelli y Ferrer, en el gobierno pretoriano de 1966-1973), intentaron construir la Grandeza Nacional.
Sobre la base de conocer la historia argentina (la real, no la edulcorada del academicismo mitrista, esa que se enseñaba en los colegios y se sigue enseñando en los institutos militares), se debe analizar el contexto geopolítico mundial actual.
Hoy el mundo reeditó la bipolaridad, pero ya no bajo la vieja confrontación entre comunistas y anticomunistas. El marco actual enfrenta a los globalizadores a ultranza, básicamente materialistas excluyentes, los Atlantistas; a los que se oponen las Potencias Continentalistas, que no se subordinan a la globalización y defienden sus Intereses Nacionales y los de sus aliados, siendo evidentes los anclajes no materialistas del confusianismo chino y del cristianismo ortodoxo ruso.
Hay otros factores concomitantes en juego.
China desplaza a EEUU y la UE, como principal socio de los países africanos, de casi toda Asia, y lo mismo sucede en Íbero América. Trump está embarcado en echar a China y Rusia de nuestro continente, lo que China contestó expresando “América Latina no es el patio trasero de nadie”.
Rusia, desde que se recompuso bajo el gobierno nacionalista de Putin, opera con creciente éxito, como freno a las agresiones de guerras híbridas y guerras convencionales, perpetradas por EEUU y sus socios y/o subordinados de la OTAN, en diversos escenarios mundiales, como Siria, Ucrania y Venezuela, contando con los apoyos activos de China, Irán y otros.
Bajo la total subordinación a los dictados de EEUU y sus socios, el gobierno títere actual de Argentina, buscó pretextos para cancelar tres grandes centrales nucleares y tres grandes hidroeléctricas, que contaban con financiación blanda (bajas tasas y amplios períodos de gracia) de China y Rusia, en una jugada a dos puntas, pues también buscó eliminar competencias a los poderosos intereses de petroleras y gasíferas anglosajonas, hoy manejando el país desde el Ministerio de Energía y la propia Presidencia de la Nación.
Las Potencias Atlantistas-, con sus doctrinas y acciones del neocolonialismo del siglo XXI, pretendiendo anular y doblegar a todos los Estados que se oponen a sus fines imperiales, ampliaron sus acciones de guerras híbridas y no convencionales, habiendo aplicado con mucho éxito reciente en nuestro subcontinente, los métodos confluyentes de operaciones psicológicas y sociológicas de gran envergadura (con los medios concentrados operando a tales fines), sumados al aparataje judicial “disciplinado” o cooptado, más los accionares subterráneos de operadores diversos instaladores de descrédito a opositores, rumores maliciosos y similares, y las presiones de los respectivos factores de poder internos alineados con la ideología neoliberal (cámaras empresarias, economistas del establishment, sectores financieros especulativos, militares impregnados de ideología liberal, etc.).
Desembozadamente, EEUU pretende reimponer la Doctrina Monroe, en versión acentuada y actualizada, con el FMI como mascarón de proa de los fuertes condicionamientos financieros, a los que estamos tan sujetos, a consecuencia del malicioso e irracional endeudamiento externo al que nos sometió el actual gobierno neoliberal.
La muy concreta posibilidad que un gobierno de orientación nacional y popular acceda al poder formal, deja nerviosos a los intereses que hoy lucran desmedidamente en base a la timba financiera llevada al paroxismo, por el desgobierno intencional del neoliberalismo. Y evidencian estar dispuestos a todo, incluyendo las alertas de un eventual fraude informático, para perpetuarse en el poder, y con ello –si lo logran- desguazar definitivamente a Argentina.
Claro está que hoy la situación es mucho más compleja que el caos generalizado en el que estábamos en 2001-2002.
Y un eventual y muy posible gobierno fuertemente opositor al neoliberalismo apátrida, además de los fortísimos condicionamientos externos actuales, puede no estar exento de tener “caballos de Troya” enquistados, como ya sucedió antes, en otros períodos presidenciales, además de los conocidos factores de poder, que responden a los intereses antinacionales, incluyendo en ellos a sectores ultra liberales del empresariado y de las Fuerzas Armadas, a volubles dirigentes gremiales, a mercenarios de las comunicaciones y otros.
No se trata de “romper lanzas” con las Potencias Atlantistas, pero sí de tener relaciones diplomáticas y comerciales con respeto a nuestra dignidad y nuestra soberanía. En cambio, es imperativo denunciar y dejar sin vigencia los varios pactos lesivos a nuestros intereses, desde el Tratado de 1825, pasando por los Acuerdos de Madrid durante el menemato, y los recientes actos de entrega de soberanía perpetrados por el macrismo, rubricados todos con Gran Bretaña.
A la vez, implementar sólidos acuerdos estratégicos con todas las potencias que puedan respaldarnos respetando nuestra soberanía.
Complejo cuadro de situación, del cual podría escribirse mucho más.
La propia subsistencia de la Patria Argentina, está en juego.
MGTR. CARLOS ANDRÉS ORTIZ
Analista de Temas Económicos y Geopolíticos
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