LA ANACRÓNICA Y CLASISTA SOCIEDAD
RURAL
No es ninguna sorpresa la postura
fuertemente reaccionaria que volvió a demostrar la SRA, clamando por la
reinstauración del liberalismo económico a ultranza con un Estado Nacional
ausente, o al menos muy dócil a los “mandatos” de la oligarquía agropecuaria,
tal como lograron manejar casi a su antojo los hilos del poder en nuestro país,
en la mayor parte de nuestra historia, desde mediados del siglo XIX.
En
cada discurso inaugural de la exposición anual que se realiza en el predio de
Palermo, el respectivo presidente de turno de la SRA “marca la cancha” y hace
alarde del viejo poder que desde el mitrismo en adelante, acumuló esa
asociación de grandes terratenientes rurales de la Pampa Húmeda, básicamente de
los feudos rurales de la provincia de Buenos Aires.
Sempiternos
quejosos de bolsillos llenos, de cuentas bancarias rebosantes, las excusas para
montar el escenario con los reclamos de turno pueden variar, y siempre se
agravan a tonos admonitorios cuando el respectivo gobierno nacional no se
ajusta a pies juntillas a las “órdenes” políticas y los planteos económicos
ultra liberales, fuertemente oligárquicos, antiindustrialistas y antipopulares,
de los que hace gala desde sus orígenes la asociación de la patronal estanciera.
El
eje pseudo doctrinario exhibido en este año 2013, más allá de la consabida
catarata de quejas, insultos y demostraciones de exultante soberbia, ha sido
afirmar que las retenciones a las exportaciones no existen en ningún lugar del
mundo.
La
exultante soberbia es propia de quienes se erigieron en dueños del poder
político, tomado por asalto en épocas de Mitre y Sarmiento, y mantenido luego
sin importar como, y sin hacerle asco a los perjuicios causados a la Argentina,
cuyo destino y grandeza nunca les importó nada, mientras cuidaran sus
estancias, manejadas como feudos intocables, y mientras no les toquen los
bolsillos ni pongan tan siquiera en duda sus privilegios de clase devenida en
casta del patriciado latifundista. Pero todo eso amerita un análisis separado,
con las debidas bases históricas.
Referente
a las retenciones, que gravan las rentas extraordinarias que generan
determinadas producciones agrícolas, que poseen rindes y condiciones favorables
excepcionales a nivel mundial, es un recurso presupuestario que es convertido
en herramienta de desarrollo socio económico; y como tal, ha sido y es aplicado
en diversos países del mundo. Por caso, en los países social y políticamente
organizados, las rentas extraordinarias de actividades puntuales, son aplicadas
a esos fines. Por ejemplo, Noruega, que se vio ampliamente beneficiada con la
explotación de petróleo y gas de la cuenca del Atlántico Norte, utiliza buena
parte de esas ganancias extraordinarias para preparar a su economía a
desarrollar otras actividades para cuando esos recursos no renovables se
agoten.
Para
los que sueñan con el paraíso del “gran país del norte” (entre los cuales está
la vieja oligarquía vacuna -hoy también sojera y cerealera-), es bueno
informarles que el portentoso desarrollo tecnológico e industrial que se forjó
desde la segunda mitad del siglo XIX, tuvo como basamento inicial la correcta
utilización de parte de las rentas extraordinarias de su también excepcional
capacidad productiva agropecuaria. Esa fue la gran lucha del presidente
Alexander Hamilton, con la extraordinaria colaboración del economista alemán
(nacionalizado norteamericano) Friedrich List; y esa lucha por cual sería el
modelo de desarrollo a adoptar, fue el desencadenante principal de la guerra
civil. ¡Pero claro, allá ganó el norte industrialista, acá en las guerras
civiles terminaron ganando los unitarios, antiindustrialistas y cerradamente
conservadores, de los cuales el núcleo duro es la Sociedad Rural Argentina, con
arcaicos prejuicios cargados de egoísmo de clase y centralismo geográfico!
Existen
muchos más ejemplos a escala mundial (como la Rusia de Putin, resurgida como el
Ave Fénix, utilizando para ello las rentas extraordinarias de sus abundantes
hidrocarburos). Por supuesto, que en todos los casos señalados (y muchos más)
se priorizó el Interés Nacional, anulando las presiones de los grupos
oligárquicos y retardatarios que todo país tiene, así sea en potencia.
Es
muy claro que el eje de las subversivas protestas encabezadas por la oligarquía
rural, no tiene que ver realmente por “penurias” económicas, ni con “trabas” a
la producción. Las sucesivas cosechas records (aún a pesar de determinadas
fugas –contrabandos- de partes de las producciones, que seguramente estarán
implementando en nuestras muy porosas fronteras), los aumentos en los volúmenes
de ventas de muy costosas camionetas (marcando records con aumentos de
producción y ventas que superan el 20 % anual), las enormes ventas de
maquinarias agrícolas, y los generosos saldos adicionales que les permiten
realizar –a los “pobres” ruralistas- incluso cuantiosas inversiones en sectores
como el inmobiliario (Rosario en una muestra de ello, con torres que crecen
como hongos, muchas de las cuales fueron financiadas por las excepcionales
rentas de la llamada “pampa gringa”); y por supuesto otros indicadores de
opulencia, como los viajes al exterior, etc.
Y
si las existencias de ganado vacuno no aumentan como el potencial argentino
podría hacerlo, los orígenes de ese amesetamiento seguramente podrán rastrearse
desde los muy egoístas planteos del entonces ministro (y a la vez funcionario
de frigoríficos británicos), el recurrente funcionario Federico Pinedo, quien
en plena década infame (1930-1943) afirmaba lo más orondo que “la solución al
problema ganadero es mantener la población argentina en 10 millones de
habitantes, para mantener la relación de cuatro vacas por habitante”. ¡Ningún
criterio geopolítico de grandeza nacional, ningún esfuerzo por aumentar las
existencias de ganado, ni de pensar en expandir las producciones a nuevas
fronteras geográficas de nuestro dilatado país, ni a nuevas fronteras
productivas y tecnológicas…solo el egoísmo ultraconservador, de estilo
dieciochesco!
Son
de recordar las certeras reflexiones de ese gran argentino que fue Arturo
Jauretche: “cuando la oligarquía antinacional critica, es que vamos bien; pero
cuidado cuando alaba…eso indica que la cosa va muy mal”.
Hoy
la oligarquía critica, con creciente furia y resentimiento…es un muy buen
signo.
C.P.N. CARLOS ANDRÉS ORTIZ
Investigador de temas económicos y geopolíticos