HISTORIA POLÍTICO
ECONÓMICA DE LA SOCIEDAD RURAL ARGENTINA
En 1866, durante la presidencia de
Mitre (en plena Guerra de la Triple Alianza), fue fundada la Sociedad Rural
Argentina (SRA).
Hay hechos que no son casualidades,
sino causalidades. El gobierno de Mitre significó el triunfo del unitarismo, y
con él la imposición a ultranza de las ideas económicas del más crudo
liberalismo económico, tal como lo pregonaban las “clases cultas” de la época,
con todo el respaldo de los factores de poder que desplegaba Gran Bretaña,
deseosa de forzar el rol de colonia económica con mera independencia formal, al
que fue reducido nuestro país, con la consolidación del proceso político que
luego sería llamado “el régimen”.
Desde su fundación, la SRA adhirió
permanentemente al liberalismo económico en su visión dieciochesca, sintiéndose
muy conforme con el rol de colonia político – económica que lamentablemente
asumió Argentina respecto a Gran Bretaña.
Preocupada solo por los intereses
excluyentes de los grandes terratenientes de la Pampa Húmeda, y algunas pocas y
siempre elitistas conexiones en las provincias argentinas, su concepción del
país fue y es muy mediocre, con las miras puestas en perpetuar el rol de
colonia relativamente próspera, pero siempre subordinada a los designios de la
metrópoli británica, matizado ello con la subordinación a EEUU desde fines de
la Segunda Guerra Mundial, y parcialmente a la UE.
Para esas oligárquicas minorías, “La
Argentina” era solo la Pampa Húmeda, focalizada en las partes más fértiles de
Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba, y poco más, desentendiéndose por regla
general de la integración nacional, del desarrollo armónico general de nuestro
vasto territorio, de la mejoría en el nivel de vida de nuestra población,
despreciando toda posibilidad de desarrollo autónomo industrial y tecnológico,
e incluso con escaso cuidado del inmenso tesoro que es el mantenimiento de la
soberanía nacional, descuidando áreas fronterizas que terminaron perdiéndose,
tal como sucedió por dos veces en Misiones (y no fue el único caso).
Poniendo marcos históricos, “el
régimen” manejó a voluntad el país, desde Mitre (1862) hasta el surgimiento de
Yrigoyen (1916), con contadas excepciones de presidentes con dotes de
estadistas y –con aciertos y errores- claras motivaciones patrióticas, como
Roca y Pellegrini.
Durante las presidencias de Mitre y
Sarmiento (la última sobre todo) se concretaron las titularizaciones de grandes
extensiones de campos, maniobras con las cuales mediante el accionar de “los
doctores” duchos en papeleos, se expulsó a familias criollas pobres e
iletradas, de pequeñas fracciones de campos que por posesión tenían incluso de
varias generaciones. Esas tierras en muchos casos formaron parte de los grandes
latifundios con los que se consolidaron las “familias patricias” (léase las
grandes oligarquías rurales), mientras que la criollada gaucha pasó a ser
extraña en su propia tierra, perdiendo luego incluso la libertad de circular en
las inmensidades pampeanas, al serle exigida la papeleta de conchabo, bajo pena
de ser incorporado a la fuerza a la milicia.
Vendrían luego los gringos y otros
inmigrantes, a sumarse a nuestra población, atraídos por las promesas de buen
trabajo y de pasar a ser dueños de la tierra que laborasen. En algunas
provincias donde hubo tierras fiscales, eso sucedió (como fue parcialmente en
Misiones y Entre Ríos), pero la mayor parte de las ricas tierras de la pampa
húmeda ya habían sido “primereadas” por las familias que tuvieron las
conexiones políticas y los respaldos letrados. Por eso, aquellos gringos
laboriosos, vascos tesoneros y otros inmigrantes varios, al igual que los
criollos que pudieron hacerlo, pasaron a arrendar los campos que previamente
las familias influyentes habían puesto en sus patrimonios. Las iniquidades de muchos
de esos arrendamientos y aparcerías, terminaron provocando un levantamiento
masivo que luego fue conocido como El Grito de Alcorta, en 1912, el cual
terminó siendo sofocado a costa de presiones y derramamientos de sangre. En
esos años la ecuación de poder favorecía a los poderosos.
Desde sus comienzos, la SRA tuvo a
gente de su extracción en todos los períodos de gobierno ultra conservadores en
lo político y ultra liberales en lo económico, y fue opositora a ultranza de
todos los gobiernos con perfiles afines al Pensamiento Nacional, industrialista
y volcados a claras mejoras de los sectores medios y populares de nuestra
población. Duramente opositores a Yrigoyen, a Perón, a Frondizi; fueron partes
activas de los golpes de Estado retrógrados y oligárquicos con los que los
destituyeron. Incluso fueron opositores altaneramente despectivos de Alfonsín, cuando en parte de
su gobierno pretendió darle un matiz algo diferente al crudo neoliberalismo,
que se entronizó a partir de la dupla Videla – Martínez de Hoz.
De ningún modo pudo sorprender que por
medio de personeros del establishment, haya participado del gobierno en la
Década Infame (1930-1943), años del fraude electoral institucionalizado, con
agentes de empresas británicas en roles ministeriales (como Federico Pinedo y
Luis Duhau), y con serviles legisladores preocupados y sumisos por las
repercusiones en Londres, mientras eran soberbios y altaneros para con el propio
pueblo argentino, cuando los negociados y peculados se tapaban indecorosamente,
aún a costa de asesinar a un senador díscolo en plena sesión del Congreso
(buscaron matar a Lisandro de la Torre, y en un gesto notable se interpuso su
amigo y compañero de bancada, el robusto Enzo Bordabehere, quien murió
acribillado por las balas de un sicario).
En la misma línea siempre oligárquica y
antinacional, la SRA se sumó a los fogoneadores del golpe de 1955, para luego
formar parte activa de la “revolución fusiladora” comandada por Aramburu y
Rojas, muy atareada en desindustrializar a presión al país, y desarmar el
andamiaje de fuertes mejoras sociales implementadas por el peronismo. Golpe de
Estado que fue festejado por Churchill, lo cual no sorprende, pues fue uno de
los instigadores.
Después, en el gobierno de Frondizi, la
SRA sirvió de claque cuando Felipe de Edimburgo, con la desfachatez y soberbia
propia de su accionar avasalladoramente imperial, vino a “recomendar” que
Argentina abandonara las políticas industrialistas del desarrollismo…lo cual
fue cuidadosamente cumplido por los golpistas de 1962.
En el golpe de 1966, luego de las
contradicciones de las primeras etapas, Lanusse al tomar el poder personificó
el accionar directo de la SRA, no pudiendo corregir el deterioro irreversible
de un gobierno cívico militar divorciado de las grandes mayorías y del
Pensamiento Nacional.
En el tristemente célebre “proceso”,
Martínez de Hoz –hombre del riñón de la SRA- fue el artífice principal de todo
el esquema de desindustrialización forzosa, destrucción sistemática del aparato
productivo nacional, precarización del empleo, pérdida brutal del poder
adquisitivo de los salarios, destrucción
sistemática de los entes tecnológicos (la CNEA se salvó por la férrea postura
pro nuclear del Ing. Nuclear y Contraalmirante Carlos Eduardo Madero) y
endeudamiento sideral de las Empresas del Estado, como perversa preparación
para sus posteriores cierres o ventas a precios viles. Todo eso realizado con
la anuencia y clara complicidad de la Sociedad Rural Argentina.
Durante el menemato y el delarruato, la
SRA apoyó clara, sistemática y contundentemente, las muy perversas medidas de
política económica que nos llevaron directamente a la severísima crisis
institucional, política y económica de 2001/2002, en la cual llegó a estar en
serio riesgo la vida de nuestro país como unidad nacional, por las fuertes
presiones del establishment para conducirnos a una brutal balcanización, previa
guerra civil, o alternativamente, una intervención extranjera bajo la forma de
un “protectorado” manejado por los poderes financieros transnacionales…todo eso
con la anuencia de la oligarquía rural de la SRA.
No debe olvidarse que en el menemato se
transfirió a precio vil el valiosísimo inmueble ocupado por la SRA en Palermo
(¡y después pretenden “dictar cátedra” acerca de la corrupción!).
En los últimos años, con sucesivas
cosechas récords, con ingentes ingresos que por cierto no les hicieron pasar
sacrificios, siguen quejosos y crecientemente agresivos, llegando incluso a la
barbaridad de ufanarse de tirar leche al costado de los caminos, mientras que
miraron para otro lado mientras se les solucionaban las pesadas hipotecas y las
casi seguras quiebras de muchos pequeños y medianos productores rurales, de los
cuales en los hechos jamás se ocupó la oligarquía campera.
Queda muy en claro que no les mueven
las inexistentes penurias económicas que dicen padecer (mientras baten records
las ventas de camionetas, maquinaria rural, y se constatan fuertes inversiones
inmobiliarias como consecuencia de la hiper rentabilidad de los grandes
terratenientes de la Pampa Húmeda, además de no privarse de viajar
frecuentemente al exterior, entre otros indicadores de notable bonanza
económica).
¡No, lo que buscan es volver a
monopolizar el Poder Político, para volver a manejar a Argentina como una
estancia, como feudo propio de esa vetusta y retrógrada oligarquía!
Estos conceptos de ningún modo avalan
las posturas violentas y extremas de marxistas, anarquistas y similares; pero
tampoco cabe aceptar las posturas elitistas con ribetes feudales, de las
vetustas y retrógradas oligarquías rurales.
Brasil y EEUU (entre otros) lograron
emprender sus caminos de desarrollo, recién a partir de anular los omnímodos
poderes de similares sectores oligárquicos terratenientes rurales. La historia
enseña…
C.P.N.
CARLOS ANDRÉS ORTIZ