viernes, 26 de diciembre de 2014
DISGREGACIONES NACIONALES EN LA ERA NEOCOLONIALISTA
La política de fomentar o incluso forzar disgregaciones de Estados para debilitarlos o para impedir que alcancen posibles estadios de desarrollo que puedan poner en riesgo la supremacía de las potencias de turno, por cierto es seguramente tan vieja como la formación de las primeras congregaciones humanas socialmente organizadas.
No obstante, y a riesgo de ser reiterativo, es importante señalar que resulta muy evidente que a partir de la breve vigencia –aproximadamente una o dos décadas, según como se analice- del Mundo Unipolar, nació la era neocolonialista, cuyo comienzo puede considerarse un adelantamiento del siglo XXI, que en lo geopolítico comenzó en los años ’80 del siglo XX. El Mundo Unipolar caducó, aparentemente de modo irreversible, pero la era neocolonialista está en pleno apogeo y expansión, tal como lo prueban, con su irrefutable contundencia, los hechos comprobables (pero tratados con sordina por la “gran prensa”), en el marco de una tendencia que más que morigerarse parece estar en plena expansión; esto último configurando una situación geopolítica mundial que varios analistas ya hemos catalogado como “la nueva guerra fría”, la cual a diferencia de la anterior no pivotea en lo ideológico ni filosófico, sino en torno al Poder Mundial a secas, o si se quiere, el poder de las grandes corporaciones transnacionales –particularmente las financieras-, y el poder de grandes Estados y bloques de Estados. En ese contexto, el poder nuclear está mucho más extendido (al menos nueve Estados poseen esos armamentos), y poderosas capacidades disuasivas defensivas convencionales están aún más ampliadas y en claros procesos de expansión, si bien aún pocas potencias cuentan con operatividad para influir militarmente –así sea en forma limitada-, en todo el globo.
Complicando el panorama, y ampliando las peligrosas cuotas de irracionalidad, parecería vigente el peligro que pueda existir cierta riesgosa tendencia a la belicosidad constante y extrema, por parte al menos de un puñado de potencias con capacidades nucleares y factibilidades de logística operacional extendida geográficamente, a lo que se le agrega la espeluznante posibilidad que alguna dirigencia pretenda reeditar para la actual decadencia económica del núcleo del G 7, la solución de la crisis económica de los pasados años ’30, de la cual EEUU recién pudo salir a partir de la reactivación productiva que fue consecuencia de la Segunda Guerra Mundial. La actual crisis económica –que por cierto parece insondable e irrecuperable en sus catastróficos efectos para las potencias económicas tradicionales (el G 7, o parte de él)-, parecería inducir irracionalmente a una “salida” por medio de conflictos bélicos permanentes, aún a costa de provocar eventuales reacciones en otras potencias dotadas de suficientes capacidades de reacción como para causar una devastación a escalas potencialmente dantescas, groseramente destructivas.
En ese complejísimo marco de situación, es evidente que una metodología repetidamente usada es promover la fragmentación de los Estados Nacionales (excepto los del núcleo duro del Poder Neocolonial y sus aliados/satélites directos o afines). En algunos pocos casos, esas subdivisiones políticas se lograron imponer en forma incruenta, simplemente reviviendo o ahondando anteriores divisiones, como en el caso de Checoslovaquia, particionada en Chequia (República Checa) y Eslovaquia, que de un país geográficamente chico pasaron a ser dos Estados minúsculos y debilitados en su potencialidad unitaria.
En otros se promovieron sutiles (o no tanto) procesos de subversiones internas, azuzadas por medio de las redes sociales (Internet) y otros medios de agitaciones; siempre agravando viejas situaciones preexistentes, de viejos odios o rencores, sean por cuestiones religiosas, culturales, étnicas, tribales, o de divisiones de viejas raíces históricas, así hayan sido de muy larga data.
Sin pretender realizar una mención totalmente completa de las disgregaciones consumadas y de los procesos instrumentados aún no finiquitados, y otros larvados, se realiza una sintética reseña de los mismos, mostrándose en algunos casos el doble rasero de mantenimiento “forzoso” de la unidad, en las potencias neocolonialistas y sus afines, mientras se instiga el separatismo –casi siempre por métodos violentos- en los restantes países.
Por ejemplo, contrastan la mucha publicidad y la visión “simpática” del periodismo masivo, con llamativa recurrencia en el tiempo, respecto a los operativos secesionistas de catalanes y vascos en España, mientras que las repercusiones de las elecciones (sin observadores externos, como “esas” potencias imponen al resto del mundo) en Escocia, fueron tratadas con aséptica frialdad,
sacadas rápidamente de los noticiosos, y son poco o nada mencionados los sentimientos similares existentes en las anexionadas por la fuerza Gales e Irlanda del Norte (Ulster), por parte del Imperio Británico. Y “casualmente”, la bandera vasca, de relativamente reciente creación, tiene el mismo diseño que la británica, con otros colores. ¿Casualidad o causalidad?
En EEUU las profundas fracturas sociales entre el núcleo dominante (WASP) blanco calvinista, y las crecientes minorías afroamericanas y “latinas” (de la población mestiza íbero americana), se agregan al avance del castellano y la segura supremacía de origen mexicano/centroamericano, en los Estados sureños arrebatados por la fuerza a México; pero esto tampoco es mencionado más que tangencialmente en los medios comunicacionales predominantes.
En el África Subsahariana, si bien el detalle de cada caso es de una complejidad notable, pues juegan numerosos factores, queda en claro que las muchas guerras civiles, alzamientos armados, procesos de disgregaciones, e intervenciones militares “humanitarias” por parte de las viejas potencias coloniales, han provocado un debilitamiento considerable de esos ya muy vulnerables Estados, la mayoría de ellos con espantosos niveles de pobreza y casi todos considerados naciones inviables, debilitando las capacidades de negociación, al vender los valiosos minerales, hidrocarburos y otras materias primas, que varios de ellos poseen.
Amenazas a las integridades nacionales y movimientos separatistas acaecieron en varios Estados, en realidades muy complejas en las que se entremezclan influencias externas, odios tribales y/o culturales, profundas diferencias religiosas, malas distribuciones de la riqueza, y otros factores. Eritrea se separó de Etiopía, dejando a ese viejo país, sin salida al mar. Recientemente, Sudán del sur declaró su independencia de Sudán, y el tema no se agota en estas menciones.
En el amplio arco del África Arábiga, de los Estados que asoman al Mediterráneo, en años muy recientes (desde 2010) estallaron las revoluciones de la “primavera árabe”, con una notable coincidencia, que delata las fuertes influencias de campañas en las redes sociales, sin ser ese el único factor, pues los problemas sociales, económicos y políticos serios, son comunes en diversos grados y características, a todos esos países.
Además de provocar abruptos cambios de gobiernos en esos países, claramente Libia quedó debilitada y de hecho balcanizada en pequeños Estados tribales, y su petróleo lo manejan otros; mientras Egipto se conmocionó profundamente y aún no habría superado esa situación, lo que por su enorme masa poblacional y su potencia militar, pasa a ser un factor posible de desestabilización regional; y por su parte, Siria soporta varios años de agresiones por parte de mercenarios y otras fuerzas de dudosa legitimidad, que claramente promueven divisionismos y un debilitamiento insalvable. Si Siria cayera en el caos, Irán sería el siguiente objetivo.
En Libia, ante una situación de estancamiento en la ofensiva de los mercenarios y otros “luchadores de la libertad”, la balanza de las acciones bélicas fue decidida por los bombardeos de las fuerzas aéreas de Francia y Gran Bretaña, con soporte logístico de EEUU y la OTAN. Los mismos actores más Israel y Arabia Saudita, amenazan intervenir directamente en Siria, lo cual posiblemente fue frenado por la fuerte postura rusa y el más sutil pero directo accionar de China, apoyando el gobierno legítimo sirio.
Algunos años antes, dos veces fue atacada Iraq, la segunda de ellas invadida, por la coalición encabezada por EEUU. Su vigencia como Estado independiente parece hoy una utopía inalcanzable. Además, los apoyos propagandísticos y logísticos a los kurdos, están creando las condiciones para forzar particiones territoriales quitando territorios a Iraq, Siria, Irán y Turquía.
Afganistán, después de la costosa y fallida invasión de la URSS, es un país de hecho ocupado por EEUU y sus aliados, siendo técnicamente un Estado tribal y fallido, con lo cual la disgregación es más que una amenaza potencial.
La propia Rusia, luego del colapso de la URSS, y bajo las acciones conjuntas de destructivas políticas neoliberales, y de las presiones disolventes de miríadas de ONGs “ecologistas”, “derecho humanistas” y otras similares, con sus enormes riquezas hidrocarburíferas privatizadas y a punto de ser dominadas por petroleras anglosajonas, con la miseria, la inacción y la desesperanza llegando a grados superlativos (que incluyeron la paralización casi total de su aparato militar, y las
ventas sin controles de equipamiento belico –según consignaron oficiosamente comunicadores “occidentales-), y bajo ataques terroristas de minorías islámicas, daba toda la imagen de un gigante en caída libre a su disolución en múltiples pequeños Estados. El firme golpe de timón instrumentado en la era Putin, prácticamente coincidente con el cambio de milenio, hizo revertir esa situación.
Curiosamente, al mismo tiempo se suscitaron cuestiones conflictivas, en regiones fronterizas del gigante bicontinental, como Georgia y la problemática situación en Osetia del Sur y Abjasia, la cual parecería derivar de facto en la creación de dos nuevos Estados. Hoy las presiones anti rusas tienen la forma de sanciones económicas, y de la acentuada baja del precio del petróleo –que complica la balanza de pagos-, pero el escenario sigue siendo abierto y volátil.
Años antes, a fines de siglo, Yugoeslavia estalló en pedazos, formándose siete pequeñas naciones. Viejos odios y diferencias “raciales”, culturales, religiosas, y problemas históricos no subsanados, fueron el caldo de cultivo para provocar un caótico contexto de guerras, con aberrantes “limpiezas étnicas” y otras atrocidades, que seguramente sobre la frágil paz lograda, dejaron profundas heridas abiertas, separando aún más la orgullosa nación que logró forjar Tito. Con claras injerencias de la OTAN, semi encubiertas en los primeros años de esa locura generalizada, al final las potencias “occidentales” se dedicaron a “sembrar la paz” con las bombas de sus fuerzas aéreas. ¡Yugoeslavia pagó el “delito” de haber mantenido una postura autónoma, en épocas de la Guerra Fría! En esos años, aún sumida en el caos neoliberal, Rusia no pudo ayudarla en ese conflicto.
Bajo formatos calcados a los utilizados en la “primavera árabe”, con “concentraciones espontáneas” fogoneadas hábilmente desde las redes sociales, y otras maniobras de perfeccionada sutileza psicológica y sociológica, estallaron los alzamientos pseudo populares destituyentes, en Ucrania, Venezuela y Hong Kong. En Ucrania lograron destituir al gobierno constitucional, tomando el poder el sector pro occidental “europeísta” neoliberal; en un escenario de notable complejidad, aún irresuelto, que provocó una profunda fractura en el país eslavo, que parece de muy difícil solución, además de la decisión de la población ampliamente mayoritaria rusófona de Crimea, de volver a ese territorio a la égida de Moscú. En Venezuela, las violentas acciones de insurrección destituyente, de
sectores afines al poder hegemónico de EEUU y otros disconformes, fueron sofocadas, pero persisten larvadas, y se intensificaron las presiones financieras, ahora mediante la forzada abrupta baja del precio del crudo. En Hong Kong, los alzamientos semi populares, tuvieron poca duración y se diluyeron.
En Íbero América, las continuas presiones sobre los gobiernos no alineados con EEUU y el G 7, lograron la destitución de los presidentes de Honduras (golpe parlamentario - militar), y de Paraguay (hechos de violencia social y golpe parlamentario), además de las continuas operaciones mediáticas en todos los países “díscolos”, y del abortado intento de magnicidio en Bolivia, con mercenarios extranjeros, y algo similar en Ecuador. Son de recordar los operativos secesionistas en Brasil y Bolivia, y la fogoneada guerra entre Colombia y Venezuela, detenida antes de estallar merced a las gestiones de la Celac.
Perniciosamente persistentes, son los operativos de instigación de odios irreconciliables, con tintes racistas y anti hispanos, que llevan a cabo “intelectuales” odiadores seriales y pléyades de “progresistas” fuera de foco, que apoyan las prédicas separatistas y violentas de diversas ONGs indigenistas, que claramente son financiadas y promovidas por Gran Bretaña y otras potencias del G 7. Las campañas más perversamente activas, se realizan en torno a la supuesta “nación mapuche”, que pretende apoderarse de la Patagonia Argentina y Chilena, campañas en las que claramente se puede advertir a agitadores europeos, absurdamente apoyados por sociólogos, comunicadores sociales y otros “izquierdistas” del tipo definido por Jauretche como mitro-marxistas.
Completando las acciones desestabilizadoras, además de las prédicas corrosivas de los medios afines al neoliberalismo extranjerizante, están los operativos de corridas cambiarias y otros golpes de mercado, a los que se agregan acciones de agitaciones prearmadas, que incluyen saqueos a negocios, cortes de calles y rutas, y operativos de huelgas potencialmente cargadas de violencia.
Los neoliberales promovieron la balcanización de Argentina, previa violencia generalizada, que por muy poco evitamos en la crisis terminal de 2001/2002; todo ello acorde a los dictados de los poderes plutocráticos transnacionales.
Muy importante es terminar de consolidar al Mercosur, la Unasur y la Celac, con instrumentos ejecutivos en áreas sociales, económicas, de defensa, etc.
Significativamente positivos son los acuerdos estratégicos alcanzados con Rusia y China, los que implican avanzar en el camino multipolar de grandes bloques, que demuestra ser la realidad mundial actual y previsible en las próximas décadas.
Tendrá importancia crucial no ceder a los cantos de sirena de los acuerdos de “libre comercio”, que de aceptarse significarán nuevas versiones de la muy nefasta división internacional del trabajo, que nos impusieron coercitivamente en el siglo XIX, y que continuó en casi todo el siglo XX.
El tema no se agota en esta breve síntesis.
C.P.N. CARLOS ANDRÉS ORTIZ
Analista de Temas Económicos y Geopolíticos
miércoles, 17 de diciembre de 2014
EL MACABRO ARTE DE DESTROZAR NACIONES
Divide y reinarás es una vieja estratagema del accionar británico, que por supuesto también ha sido y es aplicada por otras potencias, en particular por los herederos del viejo imperio, reeditado y trasplantado al otro lado del Atlántico; si bien caben diferencias entre las sutilezas del otrora poderoso imperio decimonónico que alcanzo su climax en la larga era victoriana, y el accionar muchas veces más directo y tosco pero casi siempre efectivo de sus “primos” del norte de nuestro continente.
De hecho, esa operatoria de “divide et impera” es tan vieja como el ser humano, pero caracteriza con mayor nitidez el accionar de determinadas potencias, que en este momento histórico se evidenciaría más nítido en la troika neocolonialista de EEUU, Gran Bretaña y Francia; y en el creciente “poder detrás de los tronos” que es el mega sector financiero transnacional, que parecería –con escaso margen de dudas- ser el principal impulsor del proceso de globalización forzosa y a ultranza.
Algunos analistas superficiales, o del tipo de escribas que siembran confusiones para distraer y ocultar los hechos más trascendentes, suelen expresar “candorosamente”, que “se están creando nuevos países”, siendo que en realidad se están fragmentando –destrozando y a una velocidad inusitada, medida en términos históricos-, los países existentes.
Las maniobras de fragmentación política, casi siempre son matizadas con la instalación de odios profundos e irreconciliables entre las partes que antes formaban un todo, asegurándose con ello los instigadores que los procesos de divisiones políticas, de ese modo pasan a ser permanentes.
En nuestra Hispano América, los procesos de fragmentaciones han sido no solo tremendamente efectivos, sino de una persistencia preocupante, que demuestran que quienes los instigan tienen objetivos permanentes, más allá de plazos históricos.
Los sueños de gran unidad o del continentalismo, acariciados por Bolívar, y compartidos seguramente por San Martín, Sucre, Artigas y otros patriotas de la Patria Grande, prontamente estallaron en sucesivas divisiones, en las que también operaron miradas estrechas de otros que prefirieron mandar sobre fracciones o
incluso operar como testaferros del “libre comercio” británico, antes que formar parte de una gran unidad que por su propio peso hubiese evolucionado prontamente como una gran potencia mundial.
De una sola nación, desde Guatemala a Costa Rica, ese territorio pasó a ser un rosario de geográficamente pequeños y minúsculos Estados, formalmente independientes pero casi inviables. Después, cerrando casi por completo su acceso al Atlántico, la diplomacia británica prefabricó Belice, una semi colonia de ese imperio. A comienzos del siglo XX, Panamá surgió como una secesión instigada por EEUU para construir el canal interoceánico sin ningún poder nacional que se oponga a sus designios, mientras Colombia era impotente para impedir esa agresión. Con ello, se completó la fragmentación de Centro América, que de una unidad pasó a ser un mosaico de siete pequeños Estados, que al igual que los caribeños, fueron permanentes objetos de intervenciones armadas y de todo tipo de injerencias por parte de la cercana mega potencia.
Previo a ello, la Gran Colombia se dividió en tres debilitados Estados formalmente independientes: Ecuador, Colombia y Venezuela. Es decir de un solo país de dimensiones considerables, resultaron hasta hoy cuatro Estados divididos y muchas veces enfrentados, con Panamá como el cuarto disgregado.
Por estos pagos, la diplomacia británica, sumada al poder de su Banca, y con las complicidades de los traidores internos (como Rivadavia, sus secuaces y continuadores), el enorme Virreinato del Río de la Plata, se fragmentó en cuatro naciones, que sin duda conformando una unidad, hubiera multiplicado las potencialidades y fortalecido el desarrollo, el bienestar de toda la población, y expandido la fortaleza geopolítica del conjunto, si se hubiese implementado un auténtico federalismo.
En África, es conocido que el colonialismo europeo provocó un mosaico complejo de países, que no se corresponden con sus antecedentes culturales ni antropológicos, imponiendo fronteras de acuerdo a criterios pensados en el marco de acuerdos coloniales, sin haber importado nada las poblaciones y los antecedentes del continente, repartido como si fuera un bien mostrenco. Algo similar sucedió en parte en Asia, bajo varias influencias de diversos orígenes.
Sin pretender abarcar todos los casos sucedidos, más cerca en el tiempo resultan sugestivas las divisiones –ahondando diferencias preexistentes, o creándolas cuando no existían-, que fueron instrumentándose al tener que ceder a las presiones geopolíticas de posguerra, cuando las potencias colonialistas se vieron forzadas a conceder las independencias de casi todas las posesiones coloniales.
En el caso de India, sutilmente se profundizaron diferencias religiosas, que incluyeron actos de violencia brutal, dando por consecuencia las divisiones políticas entre las actuales naciones de India, Pakistán y Bangla Desh, con el agravante del estado larvado de beligerancia entre las dos primeras, abonado por las guerras y enfrentamientos acaecidos, y el conflictivo trazado fronterizo en Cachemira. De haberse mantenido la unidad política, la relevancia del conjunto hubiese sido mucho mayor que la de cada una de sus tres divisiones actuales. Puede decirse que el imperio en retirada creó o facilitó las condiciones que obstaculicen el desarrollo y el rol geopolítico relevante que aún pese a ello alcanzó India.
El volcán en erupción que es el Medio Oriente, también en buena parte obedece al trazado de las fronteras, el no respeto a las poblaciones que por regla general fueron convidados de piedra en los procesos de creaciones de Estados en el marco de la descolonización operada a consecuencia de las dos guerras mundiales. Sin ser el único caso, la “invención” de Kuwait como Estado tapón para dificultar el acceso al mar de Iraq y dividir las cuantiosas riquezas petroleras, es otra muestra del sinuoso accionar diplomático de la vieja potencia colonial que hoy opera como principal aliado de la actual gran potencia mundial.
Pero los hechos indican que la revolución neoconservadora de Reagan – Tatcher, vinculada directamente con el proceso llamado globalización salvaje y la consecuente implementación forzosa de la doctrina político-económica neoliberal, marcó el comienzo de una nueva y mucho más agresiva acción de fragmentación forzosa y/o inducida, de muchos de los Estados nacionales, claramente como paso previo orientado al debilitamiento o incluso desaparición forzada de los Estados, esto como requisito para la mundialización plutocrática.
Las nuevas pautas de acciones incluyen las siguientes.
- La deuda externa y otros instrumentos financieros como redoblados instrumentos de doblegamiento de los Estados y condicionamientos a sus dirigencias políticas.
- El uso directo y desembozado de la fuerza militar, sin la cobertura formal de las Naciones Unidas; por parte de las potencias neocoloniales y sus apéndices.
- Utilización cada vez más sofisticada de técnicas de manipulación mental, confundiendo y embruteciendo incluso a sectores intelectuales, a “progresistas” teóricos fuera de foco, a patrioteros de bandera, y particularmente a profesionales de las ciencias sociales; instalando sofismas con validez dogmática. En ese contexto, se acentuó la utilización de enfervorizados “progresistas” varios, que sin percibirlo, actúan como marionetas de los poderes globalizantes, los mismos que esos “progresistas” tanto dicen aborrecer.
- Creación, financiación y apoyos constantes a diversos tipos de ONGs, a las que por la fuerza de las presiones validaron como “referentes obligatorios” y actores políticos, imponiendo brutales esquemas de manipulaciones masivas, como los poderes asamblearios y plebiscitarios, los cuales suelen ser fácilmente cooptables o manejables por parte de los entrenados operadores rentados de esas ONGs. Se trata del establecimiento de un poder político paralelo, que socava los poderes políticos de los Estados, imponiendo pautas preestablecidas desde los centros mundiales del poder, los que son retransmitidos por medio de las ONGs transnacionales.
- Fomento y financiación de operaciones de guerras blandas, con los que instalan o profundizan al extremo, las divisiones internas, como pasos previos a los desmembramientos de los Estados. En las etapas más avanzadas de esos procesos de agresiones, financian a operadores y mercenarios, para forzar escenarios violentos que conduzcan a guerras civiles, que son el paso previo de las balcanizaciones buscadas por los centros mundiales de poder. Esas guerras civiles y otras masacres, son el pretexto “humanitario” para intervenciones militares de las potencias colonialistas y sus apéndices, que curiosamente, dicen “pacificar” a los bombazos.
- Para el ítem precedente y en general para todas las etapas, las redes mediáticas sociales son intensamente utilizadas para propalar consignas y ejecutar destructivas acciones de guerras psicológicas.
Las acciones que provocaron o pusieron en peligro de fragmentación o incluso de disolución nacional, a muchos países, acaecidas desde los años ’80 vigesimónicos en adelante, fueron numerosas, y ameritan su análisis separado, por la notable extensión que requiere tan amplio e importante tema.
Cabe simplemente reiterar que Argentina es claramente uno de los países en serio riesgo de disgregación, por el triple objetivo por parte de los poderes plutocráticos y neocolonialistas, de fragmentar un país de dimensiones continentales; anular el histórico poder de convocatoria y factor de unidad continental que representa nuestro país en Íbero América, buscando debilitar al Mercosur, Unasur y Celac; y destrozar toda capacidad de resistencia al expansionismo británico que amenaza el Atlántico Sur, La Patagonia y La Antártida.
C.P.N. CARLOS ANDRÉS ORTIZ
Analista de Temas Económicos y Geopolíticos
lunes, 15 de diciembre de 2014
YACYRETÁ ABASTECE PRIORITAMENTE AL NEA
Resumen.
La mitad de la generación es de propiedad argentina. De la otra mitad, usamos todo lo que aún Paraguay no necesita, siendo lógico que en algún momento, previsiblemente no muy lejano, necesitará utilizar toda su cuota parte.
De la parte argentina, el NEA ya consume más de 3 KWh de cada cuatro producidos. Las proyecciones indican que en menos de cinco años, el NEA consumirá más del 100% de la parte argentina de Yacyretá.
Falso el mito que “esas grandes obras se hacen solo para Buenos Aires”.
Desarrollo del tema.
Un mito repetido sin bases de sustentación, afirma que “las grandes obras hidroeléctricas se hacen para abastecer a Buenos Aires”.
Eso pudo ser en parte real, medio siglo atrás, o poco menos. Hoy la realidad demuestra lo contrario. Esa parte de la “leyenda” que hoy pretende seguir embarrando la imagen de las grandes hidroeléctricas, tuvo que ver con el criterio cerradamente unitario-centralista, con el cual fueron originalmente concebidas las operatorias de varias grandes usinas generadoras, las cuales como “prioridad” excluyente (léase irritante privilegio portuario) “debían” abastecer primero la demanda de Capital Federal y el Conurbano.
Bajo ese distorsivo concepto, Chocón – Cerros Colorados, Salto Grande, Yacyretá y otras grandes hidroeléctricas, ni siquiera contemplaban abastecer a las localidades cercanas, ni tampoco a las provincias de las regiones donde se construyeron. Aberrante concepción preñada de soberbia portuaria excluyente, en la que solo contaba Buenos Aires y su entorno…el resto del país ni contaba.
Ese centralismo cerrado, egoísta y antinacional, es moneda corriente en sectores políticos ultra conservadores y ultra liberales en lo económico, que siempre cuentan con las claques de marxistas, anarquistas y similares, tan llenos de teorías decimonónicas como faltos de contacto con la realidad nacional; así como con obtusos apoyos de patrioteros de bandera y otros confusos varios; por supuesto siempre con las complicidades de algunos periodistas repetidores de libretos, que opinan de lo que cuadre, aunque no entiendan nada del tema.
Téngase presente que las ejecuciones de esas obras, en su mayor parte ocurrieron en épocas de gobiernos liberales (o sea continuadores de los apátridas unitarios del siglo XIX), hayan sido ellos civiles o militares, pues por usurpación u otras maniobras de dudoso cuño, manejaron al país por prolongados períodos.
Por ejemplo, era muy irritativo constatar que Ituzaingó, localidad ubicada al pie de presa de Yacyretá, se abastecía mala y deficientemente de electricidad con una obsoleta y contaminante central termoeléctrica, mientras las grandes líneas de transmisión llevaban el valioso fluido eléctrico excluyentemente al “país central”, negando incluso el abastecimiento a las cuatro provincias y media que conforman el NEA (Misiones, Corrientes, Chaco, Formosa y norte de Santa Fe).
Algunas presiones lograron revertir en parte ese cuadro, en el último tramo del siglo pasado. Pero en este siglo, con los profundos cambios operados en la realidad político - económica nacional, cambiaron los enfoques, y con notables mejoras y ampliaciones en los Sistemas de Transmisión, ejecutadas no solo elevando las prestaciones técnicas, sino bajo un criterio predominantemente federal, la realidad cambió sustancialmente. Las enormes masas de energía de esas gigantescas usinas hidroeléctricas, son volcadas al Sistema de Transmisión, el cual por una elemental realidad técnica, las vuelca cubriendo primero la demanda geográficamente cercana.
De esa forma, actualmente –según sólidos datos técnicos de CAMMESA-, refrendados por los valiosos aportes de uno de los destacados profesionales con los que habitualmente intercambiamos informaciones técnicas energéticas, la parte argentina de la energía generada por Yacyretá, es consumida en forma abrumadoramente mayoritaria en el NEA. O sea que es falso que Yacyretá funcione “al servicio de Buenos Aires”, como dice una muletilla usual de los ecoterroristas, repetida por otros opinólogos varios carentes de fundamentos, e incluso por gente bien intencionada pero muy mal informada.
Algunos números son contundentemente demostrativos.
Producción total de Yacyretá en 2013: 20.115 GWh.
Proporción argentina: 50 % - 10.057,5 GWh
Consumo de la energía de Yacyretá: Argentina – 17.758 GWh – 88,28 %
Paraguay – 2.357 GWh - 11,72 %
Consumo de energía de Yacyretá en el NEA: 7.713 GWh
De la parte argentina de la generación (10.057,5 GWh), el NEA consumió 76,7 %
En números simples, 3 de cada 4 GWh que son propiedad de Argentina, fueron consumidos en la propia región NEA –Misiones, Corrientes, Chaco, Formosa- (sin considerar el norte de Santa Fe, que también es parte de esta región geográfica argentina).
Con un incremento de la demanda del 5 % anual, antes de 2020 el NEA estará consumiendo poco más del total de la parte argentina de Yacyretá.
El excedente que Paraguay vende a Argentina, que en 2013 fue de 7.700,5 GWh, irá reduciéndose con el tiempo, pues el crecimiento vegetativo de Paraguay, más la mejoría en el nivel de vida (con una clase media en expansión), más la previsible industrialización, harán que la demanda eléctrica paraguaya crezca, previsiblemente a tasas muy altas. En consecuencia, en pocos años Paraguay ya no tendrá excedentes para vendernos.
Por otra parte, tal como expuse en reiteradas ocasiones (no siendo refutado ni un ápice, por los usuales agitadores del ecologismo fundamentalista anti hidroeléctrico, y sus plumíferos opinantes al voleo o al tanto por cuanto de algunos medios), es irrefutable que, de acuerdo a las proyecciones de la demanda eléctrica, el total de la parte argentina de Garabí más Panambí, apenas será suficiente para abastecer el esperable crecimiento de la demanda de Misiones, dentro de escasas dos décadas, o poco menos.
Y por supuesto, Corrientes, Chaco, Formosa y el norte de Santa Fe, también cuentan en esa ecuación. Claramente, esas dos importantes obras de generación, más Corpus, volcarán todo el conjunto de sus voluminosas generaciones, solamente en el NEA, dentro de muy pocos años.
Otra conclusión muy valiosa que se extrae de todo esto, es que Misiones no puede darse el “lujo” (más bien la irracionalidad) de no contar con una Secretaría de Energía, que operando en un nivel de excelencia técnica y científica, sirva como sólida guía y orientación, para que gobernantes y gobernados, interesados sinceramente en la estratégica Temática Energética, posean un organismo de referencia, sólidamente fundamentado, que pueda suministrar estudios, estadísticas y prospectivas, que sean verdaderos faros orientadores, que eviten
confusiones, errores conceptuales y distorsiones de apreciaciones, que solo abonan el camino para cometer nuevos errores o incurrir en carencias de acciones, que terminan siendo muy perjudiciales y que se pagan muy caro.
C.P.N. CARLOS ANDRÉS ORTIZ
Analista de Temas Económicos y Geopolíticos
martes, 9 de diciembre de 2014
¿HÉCTOR MÉNDEZ INDUSTRIALISTA?
Vistas las beligerantes opiniones del titular de la UIA (Unión Industrial Argentina), ampliamente repetidas por los medios y no rectificadas por el mencionado dirigente industrial (por lo que se presume que las dijo), cabe preguntar si no se equivocó de cámara empresaria, pues la orientación político-económica que claramente manifiesta, parece más acorde a retrógradas posturas del país-estancia, tan añorado por la oligárquica y anti industrialista SRA (Sociedad Rural Argentina), que la que cabría esperar de un genuino dirigente del sector industrial de Argentina.
Evidentemente, el titular de la UIA, con sus declaraciones, demostraría a las claras su total adhesión a los planteos subordinados a la “economía de mercado” (léase cerrada ortodoxia económica, como la que padecimos acentuadamente en los terribles años ’90): o si se prefiere definir con mayor amplitud histórica, al neoliberalismo anti industrialista “bendecido” por el Consenso de Washington, comenzado por la dupla Videla-Martínez De Hoz, que destrozó al país por un cuarto de siglo (1976-2001).
Claro está que esas opiniones están en línea con los siempre ácidos y ultra liberales comentarios del titular de Fiat Argentina, Cristiano Ratazzi; otro que se queja en medio de la mayor y más prolongada bonanza industrial y de desarrollo tecnológico que vivió Argentina en su historia; pero que jamás criticó los desmanejos del menemato y el delarruato, ambos personeros dóciles del FMI y titulares de gobiernos que en verdad estuvieron manejados por economistas crudamente neoliberales. Evidentemente a Ratazzi nada parece importarle que bajo el modelo que añora y promueve, Argentina se había desindustrializado brutalmente, con el PBI en caída libre, la desocupación creciente, la población emigrando masivamente, y con actores que tras bambalinas apostaban a la disolución nacional en media docena de republiquetas, a prefabricarse después de la guerra civil que fogoneaban como “solución” de la crisis terminal de 2001-2002.
Más que un dirigente industrial, Ratazzi parece un operador del establishment neoliberal del G 7, preocupado por “volver las cosas a la normalidad” de aquella Argentina dócil a los mandatos de la Banca transnacional y encorsetada en un modelo de producción primaria, en el cual la propia Fiat Argentina mantenía cerrada una gigantesca planta productiva de 600 millones de dólares –invertidos por recomendación del propio Ratazzi (¿¡!? ¿invertir para mantener inactiva la fábrica?)-, y en cambio criticó cuando se alcanzaron niveles de producción, venta y exportación que no registran antecedentes comparables, y que aún en 2013 siguen siendo más que interesantes si se los analiza con visión histórica. Ratazzi se la pasa opinando públicamente ante periodistas dóciles que nunca repreguntan, y accionando en contra del país en Fundaciones y entes similares que promueven el regreso a la feroz tiranía de las corporaciones transnacionales. Si nació en Argentina, no demuestra serlo, no solo por hablar un duro castellano, sino por evidenciar ser súbdito de “los mercados” antes que ciudadano argentino.
Otro de los dirigentes que Méndez evidencia tener como sus mentores intelectuales, es el mega ruralista Etchevehere, el mismo que apostando contra el país buscando provocar una crisis financiera, aconsejó no vender la soja, y ocasionó un gigantesco perjuicio al país y a los propios productores agrarios, al bajar abruptamente la cotización internacional de esa oleaginosa. Precisamente, Etchevehere, como toda la dirigencia de la SRA, forma parte de las más rancia oligarquía –“rancia” tanto en el sentido de pseudo aristocracia como de avejentadamente en descomposición-, la misma que desde que se formó (durante la presidencia de Mitre), solo le importaron los intereses de los mega terratenientes rurales, sin preocuparles un ápice ni el desarrollo socio económico, ni la industrialización, ni la dignidad nacional, pues siempre apostaron al país – estancia, colonia dócil de la potencia imperante de turno, y con una fuerte anglofilia muy cargada de cipayismo a flor de piel.
Entre muchísimos hechos demostrativos de la permanentemente anti argentina postura de la SRA, recordemos que desde siempre se opusieron al desarrollo tecnológico e industrial nacional; festejaron cuando “Julito” Roca en la década infame (1930-1943), siendo vicepresidente, muy orondo se declaró súbdito de “su real majestad británica”; apoyó la genocida y retrógrada revolución fusiladora de 1955; promovió el golpe de Estado que instaló al nefasto “proceso” en 1976, con el cual colaboró activamente (Martínez De Hoz era el referente principal de la SRA en esos años, y fue Ministro de Economía de repudiable accionar); y posteriormente la SRA alabó las destructivas medidas económicas del menemato y el delarruato.
Con semejantes “referentes principales” (lo que acreditan los hechos y dichos de Méndez, con su contundencia irrefutable), ¿puede ser considerado “industrialista” un dirigente que apoya semejantes doctrinas económicas no solo brutalmente anti industrialistas, sino peor aún, claramente anti argentinas?
Más allá que claramente existen sectores empresariales que conformarían un inconcluso o relativamente débil sector que podría llamarse la dirigencia industrial nacional (que algunos llaman la burguesía industrial argentina); es evidente que así como Brasil, como paso previo a ser la gran potencia económica, tecnológica e industrial, neutralizó las influencias oligárquicas retrógradas de su poderoso sector agro ganadero (llamado por algunos analistas “la oligarquía del café con leche”, pues se componía principalmente de los grandes terratenientes cafeteros paulistas y los ganaderos de Belho Horizonte); en cambio en Argentina la “oligarquía vacuna” de la SRA (hoy devenida en oligarquía sojera aceitera, vacuna, cerealera y financiera), sigue influyendo en demasía, y cierta dirigencia “industrial” no parece aprender de la historia y sigue creyendo los mentirosos cantos de sirena de los ultra liberales, los mismos que por definición y convicción, son enemigos acérrimos de la industria argentina.
Por esos motivos y sin duda muchos más, ¿puede ser considerado “dirigente industrial” un neoliberal confeso, y en los hechos dudosamente argentinista, como parecería demostrar irrefutablemente con sus hechos y dichos, el polémico actual dirigente máximo de la UIA?
C.P.N. CARLOS ANDRÉS ORTIZ
Analista de Temas Económicos y Geopolíticos
miércoles, 3 de diciembre de 2014
EUROPA ENTRAMPADA – ENTRE LIMITANTES GEOPOLÍTICAS Y CARENCIAS ENERGÉTICAS
Europa es en este análisis, un concepto político-geográfico asimilado a la Unión Europea –UE-. Ese bloque de naciones, en muchos aspectos fuertemente integrado, pero a la vez con profundas y tal vez insalvables diferencias culturales, sociales, económicas, y potencialmente geopolíticas, muestra hoy tanto notables fortalezas a niveles macro, como debilidades estructurales con profundas fisuras que ponen un manto de serias dudas acerca de su expansión a otras naciones posibles miembros, como incluso respecto a su perduración en el tiempo.
La Unión Europea es como bloque económico en conjunto, el líder mundial en función de su imponente PBI, que como tal supera individualmente a EEUU, a China y demás grandes naciones que en si mismas son gigantescos bloques económicos.
Pero, pese a todos los esfuerzos y a las declaraciones de unidad de la UE, no deja de ser un mosaico de países, con distintas lenguas, diversas y muy encontradas y conflictivas historias, con pasados muy “pesados” de masacres, racismos y otros hechos similares, con culturas que más allá del declamado paneuropeísmo, muestran notables diferencias, con economías de muy diversos grados de desarrollo y con abismales diferencias en los respectivos PBI, así como disparidades notables e indisimulables en las respectivas capacidades de autodefensa de cada uno de los Estados miembros.
Por otra parte, la economía europea, que ya venía muy frenada desde varios años atrás, cayó en una profunda depresión en 2008, en parte por contagio de la economía norteamericana y sus especulaciones financieras; y lo concreto es que no logra revertir la tendencia casi convertida en realidad estructural, de parálisis casi total del crecimiento, con las consecuencias de desocupación, miseria y tensiones sociales, en un contexto de imposición forzosa de pautas político-económicas rígidamente neoliberales, que acentúan la crisis.
En ese cuadro de situación, las dos potencias neocolonialistas del bloque (Francia y Gran Bretaña, a la vez potencias nucleares), marcan la tendencia de dureza acentuada en el accionar internacional, con diversos operativos de despliegue bélico directo o semi encubierto.
A la vez, Alemania y esas otras dos potencias citadas, conforman la triada que marca el rumbo económico a todo el bloque, con algunos socios intermedios pero muy complicados en sus frentes internos por la recesión y otros factores limitantes (Italia, España, etc.), y los restantes socios medianos y menores del variopinto bloque que es la UE; con grietas en su realidad que hoy son indisimulables.
Para quitarse de encima el fardo de la recesión, desde hace algunos años, los operadores de siempre (periodistas, políticos y economistas al tanto por cuanto) de nuestros países, más las claques de algunas “Fundaciones” y determinadas cámaras empresarias afines el liberalismo extremo, operando como voceros locales del establishment europeo, presionan para hacer firmar al como sea, el “ALCA Europeo”, un tratado de “libre comercio” del Mercosur, (o de la Unasur o del Celac), por medio del cual no solo nos quieren llenar con sus productos industriales y patentes, sino también –y primordialmente- “exportarnos” su recesión, tal como lo hicieron muchas veces en la historia.
Más allá que debemos descreer profundamente de los convenios “igualitarios y de libre comercio” –TLC- entre economías muy desarrolladas (como son varias de las europeas), con nuestras economías en disímiles grados de desarrollo, pero aún no consolidadas, como son las de Íbero América; debemos recordar cual es el concepto de “apertura económica” que manejan los colonialistas europeos, que son muy “liberales” para exportar, pero cerradamente proteccionistas para importar, cuando les conviene. Por caso, nuestros productos agropecuarios y nuestros biocombustibles (más económicos y más eficientemente producidos), tienen los accesos vedados, por diversas artimañas proteccionistas. Pero este tema del TLC nuestro con la UE ameritaría un artículo específico, por su importancia y complejidad.
En lo geopolítico, varios analistas europeos muestran preocupación, ante una situación que definen como de dependencia de la UE respecto a EEUU, canalizada a través de los mecanismos de “defensa” (léase agresión) de la OTAN. Si bien en acciones del pasado reciente, los operativos militares y de agresiones económicas (sanciones y similares) realizados por la UE parecieron responder a motivaciones propias (no por ello menos deplorables); en la escalada bélica-diplomática-económica que configura el conflicto empantanado en Ucrania, la dureza y
frontalidad de las acciones de la OTAN y de la diplomacia conjunta de EEUU-UE, el decurso de las acciones parecería responder a la lógica e iniciativa de EEUU, con la UE como partenaire y damnificado directo, mientras que al menos por ahora, los costos para EEUU parecen marginales y los riesgos económicos lejanos, en función de las jugadas estratégicas de cerco en torno a la resurgida y hoy poderosa Rusia.
En ese contexto, el activo y firme accionar ruso en el delicado caso de Ucrania, difiere mucho de la inacción en el reciente caso de agresión a Libia (consumada por la triada neocolonialista: EEUU-Gran Bretaña-Francia), y del anodino proceso de disolución nacional en que se encontraba el gigantesco país bicontinental en los años ’90.
La abrupta cancelación del estratégico gasoducto South Stream, que partiendo de Rusia, debía atravesar el Mar Negro, e ingresando por Bulgaria llegar hasta Austria, resulta un grave perjuicio para todas las partes intervinientes, pero parecería serlo en mucho menor grado para Rusia, pues el mega convenio de exportación de gas a China compensaría sobradamente las nuevas exportaciones a Europa canceladas.
Para la UE y sus socios, el perjuicio por lucro cesante rondaría los 3.000 millones de dólares –o más-, por contratos de obras y provisiones cancelados.
Pero el perjuicio permanente para la UE es no contar con el cuantioso volumen adicional de gas natural, que la estatal rusa Gazprom iba a garantizar por medio del hoy cancelado gasoducto.
Por supuesto, el panorama geopolítico suscitado a consecuencia de la crisis ucraniana es muchísimo más complejo, pues involucra muchos otros factores de importancia estratégica, varios ellos de sumo riesgo, como la escalada belicista a la cual parecen empujar grupos de “halcones” del gobierno y factores de poder de EEUU. En la UE, Gran Bretaña parece adoptar la postura más belicista, mientras que Alemania y otros actores menores (como Grecia, entre varios más) tienen actitudes más conciliatorias, sean ellas motivadas por principios pacifistas, por perjuicios económicos ante las contramedidas económicas rusas, o por la delicada situación energética de varios países, muy dependientes de la provisión del gas ruso.
Un tema colateral, que surge nítidamente si se analiza cuidadosamente el contexto total, es la inutilidad total y manifiesta de las energías solar y eólica, para reemplazar al gas ruso como fuente de generación eléctrica y de provisión de calor, demostrando las insalvables limitaciones de esas energías para operar más allá de su rol de meros complementos de las centrales eléctricas de base; además –por supuesto- de los elevados costos por KWh de las “renovables”, que afectan a las economías que apostaron en forma desmedida por esas limitadas y muy condicionadas (en lo técnico) fuentes de generación, como son las usinas eólicas y solares.
Ese tipo de falsas “grandes soluciones”, pretenden forzarnos a aceptar a Argentina y otros países vecinos, los poderosos lobbies promotores y vendedores de “ventiladores” eólicos y “espejitos” solares. Lobbistas dentro de los que se cuentan a las más activas y virulentas ONGs supuestamente ecologistas, cuyas sedes centrales están en la vieja y hoy conflictuada Europa. Esas presiones son otra forma de pretender transferirnos la crisis profunda que adolece la UE.
C.P.N. CARLOS ANDRÉS ORTIZ
Analista de Temas Económicos y Geopolíticos
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