LA HIPOCRESÍA DE LA UNIÓN INDUSTRICIDA ARGENTINA
EL CONTEXTO.
La Unión Industrial Argentina, es muy activa para criticar y proponer
“medidas de mejoras” o críticas ácidas, en períodos de gobierno de orientación
Nacional y Popular (que son proclives a la industrialización), o de corte
desarrollista (y por ende industrialista); pero en cambio se sumerge en densos
silencios que evidencian complicidades implícitas -o apoyos explícitos-, cuando el
país es manejado por gobiernos liberales, neoliberales o ahora, libertarios, que
siempre implementan y operan políticas desalentadoras o destructoras de
industrias.
También resulta al menos llamativo, que su presidencia no sea ejercida por
un empresario industrial ni por un alto ejecutivo del sector, estando en manos de
un abogado laboralista, que parece afecto a declaraciones elaboradas más bien
breves, y siempre en tono doctoral…, o como se dice en criollo simple, “poniendo
cara de prócer” cuando se le requieren opiniones.
Como experto en temas laborales, el abogado presidente de la UIA parece
siempre preocupado por los costos que en el sector laboral implican las
retribuciones al sector asalariado, dentro de las estructuras de costos
industriales. Por ende, implícitamente parece adherir al “mantra de fe” ultra
liberal, que de muy larga data en sectores de grandes empresas y de economistas
cerradamente liberales, así como en la oligarquía campera tradicional, se queja
de “los altos costos laborales en Argentina”, los que -hipotéticamente- le
restarían competitividad a nuestra industria.
Por supuesto, esas críticas a los supuestos “altos costos de la mano de obra
argentina”, omiten considerar que prácticamente en todas las grandes potencias
industriales y en las potencias emergentes, los niveles salariales son buenos y por
sobre la media de retribuciones de otras actividades económicas.
Y esos buenos
poderes adquisitivos de los asalariados, fortalecen el mercado interno respectivo,
formando la base operativa en la cual se sustenta el propio desarrollo industrial.
Entre otros ejemplos claros de lo afirmado precedentemente, los niveles de
salarios industriales de la Unión Europea, demuestran que las buenas
retribuciones al factor trabajo, no son impedimentos para sustentar el desarrollo
industrial.
Y si se toma el ejemplo de China, las subvenciones indirectas a sus
trabajadores (facilitando el acceso a la vivienda, servicios de salud y de
instrucción y otros), implican de hecho mejoras sustanciales de los salarios, que
nominalmente son reducidos en comparación con las potencias industriales
tradicionales.
Pero los mencionados sectores ultra liberales y ultra conservadores en lo
político, insisten en sus presiones para reducir a niveles de pobreza, a los salarios
en general, mientras perpetran una brutal concentración de riquezas en los
sectores de mayores niveles económicos.
Esto que hoy vemos y padecemos, se hizo en sucesivos gobiernos pro
oligárquicos muy afines a las subordinaciones de grandes poderes financieros
transnacionales, y las consecuencias siempre fueron muy negativas, e incluso
desastrosas para nuestro país.
ALGO DE HISTORIA.
Es una constante casi inalterada, que las instituciones que representan y
nuclean a grandes empresas, por lo general transnacionales o vinculadas a ese
tipo de intereses, operan como voceros e impulsores de políticas económicas de
crudo corte ultra liberal, con sus constantes presiones para implementar y
acentuar medidas que en nada contemplan los Intereses Estratégicos Nacionales.
Más bien tienden a enanizar o destruir al Estado Nacional y a
involucionarnos al subordinado rol de mera factoría empobrecida y subordinada
a los poderes financieros transnacionales, y al Bloque de Poder Mundial que
opera en consonancia con aquellos.
Sus “sugerencias” son una constante, prácticamente calcadas de aquella
Argentina semi feudal del siglo XIX, que operaba como subordinada explícita del
poder imperial del Reino Unido.
Sintetizando, buscan “libre contratación laboral”, que implica bajas
significativas del poder adquisitivo de los salarios, y destrucción total de los
derechos laborales trabajosamente conseguidos para elevar el nivel de vida y dar
estabilidad laboral de la mayoría asalariada del país; con lo que buscan llevar a la
cosificación de los trabajadores, como era práctica usual en el sector rural, hasta
que se sancionó el Estatuto del Peón.
Fomentan el “libre mercado” y la abolición de las protecciones aduaneras y
otras medidas de activa promoción industrial, con lo cual, bajo la falsa apariencia
de “eficiencia”, buscan destruir rápida y totalmente a toda la estructura industrial
nacional. Para esa infame tarea, ocultan que todas las naciones desarrolladas,
salieron del subdesarrollo implementando Políticas de Estado activas para
promover y desarrollar la industrialización, y con ello además crear fuentes de
trabajo sólidas y estables para la propia población.
Ponen trabas o directamente buscan destruir a los Entes Tecnológicos, sin
importar que varios de ellos alcanzaron notables relevancias e incluso son
reconocidos en el exterior. Tampoco tienen en cuenta que la creación y
perfeccionamiento de tecnologías propias, son actividades con gran efecto
multiplicador, además de la importancia estratégica de contar con las mismas
como parte del patrimonio nacional.
Practican y fomentan el endeudamiento externo, el cual funciona de hecho
como política de subordinación explícita a mandatos extranjeros, los que en
realidad presionan para impedir nuestro desarrollo.
El listado de las medidas de achicamiento económico y de destrucción
social, que son una constante de liberales, neoliberales y hoy libertarios, no se
agota en esa breve descripción.
Esas entidades empresariales, que operan como fogoneadores del ultra
privatismo y el subdesarrollo crónico, ejercen sus poderosas influencias,
respaldadas por empresas transnacionales y sectores exportadores tradicionales,
para no dar cabida y/o invisibilizar las opiniones y justos reclamos, de entes con
menores espaldas financieras y menguadas capacidades de difusión masiva, que
representan a pequeñas y medianas empresas de capitales nacionales, siendo
estas PYMES volcadas en sus actividades a abastecer al mercado interno, y
algunas de ellas, en modestas escalas, a la exportación.
Ese accionar liberaloide es de muy larga data, siendo interesante constatar
que en el Tomo 17 de la enorme obra de Historia Argentina, del gran historiador
José María Rosa, completada a su fallecimiento por otro gran revisionista como
fue Fermín Chávez y tres destacados colaboradores, allí se menciona el gran error
político cometido por la CGE (Confederación General Económica) en los años ‘70,
ente que nucleaba al empresariado argentino, pero que al incorporar al mismo a
la UIA, se diluyó su accionar, bajo las presiones liberales -y por ende
antinacionales- del ente pseudo industrial representante de transnacionales,
para las cuales es igual vender en nuestro país, lo que producen acá o lo que
fabrican en otros países.
La UIA, al integrarse a la CGE, operó como el Caballo de Troya que desde
adentro neutralizó e impidió concretar las ideas industrialistas con claro sentido
de defensa de los Intereses Nacionales, inclusive de las medianas y pequeñas
empresas, que impulsaba la Confederación General Económica.
Pero verdades gruesas y contundentes como la descripta, pocas veces se
mencionan, y menos aun se explican con sus consecuencias.
LOS ESTRUENDOSOS SILENCIOS CÓMPLICES.
Si la UIA fuera realmente una entidad defensora y promotora de las
actividades industriales, nunca habría guardado densos silencios ante las
destructoras políticas anti industriales y anti tecnológicas, de precedentes
gobiernos de claras prácticas industricidas, como el siniestro “proceso”, el
noventismo, el neoliberalismo macrista, y el actual “libertarismo”; este último en
versión destructiva corregida y muy aumentada.
Pero la UIA, a tono con otros entes empresariales que funcionan como cajas
de resonancia de excluyentes intereses de grupos afines, (como la SRA, del
“ruralismo” tramontanamente ultra conservador), ADEBA (que nuclea a Bancos
extranjeros, hoy mayoritarios desde la reforma financiera de Martínez De Hoz),
BCBA (Bolsa de Comercio de Buenos Aires), CAC (Cámara Argentina de Comercio
y Servicios), CAMARCO (Cámara Argentina de la Construcción); todos ellos
guardan densos silencios ante el industricidio y el “argentinicidio”, en activos
cursos de perpetración, con secuelas muy dolorosas que causan cierres de
empresas, despidos, hambrunas, marginación social y muertes, en el
empobrecido tejido social nacional.
Intencionalmente los actuales gobernantes se están dedicando a destruir
al Estado Argentino -según expresa confesión del verborrágico “presidente
turista” actual-; pareciendo no importarles en nada el derrumbe de todos los
indicadores económicos y sociales de la economía argentina, y las desesperadas
críticas, que con muy poca difusión mediática expresan muchos empresarios ante
el desastre generalizado que intencionalmente evidencia estar perpetrando el
gobierno libertario con sus cómplices neoliberales.
Con densos silencios, que más bien parecen expresar cómplice hipocresía,
la UIA está avalando de hecho, el industricidio y la destrucción general
actualmente en perpetración.
Los hechos así lo demuestran.
MGTR. CARLOS ANDRÉS ORTIZ
Analista de Temas Económicos y Geopolíticos