A PROPÓSITO DE LA DESGRACIA DE
ROSARIO
ENTRE LA “EFICIENCIA PRIVADA” Y EL
ACCIONAR DEL ESTADO
La
luctuosa tragedia que se abatió sobre Rosario, más allá del inmenso dolor que
causó a los familiares de las víctimas, las penurias temporarias o definitivas que
pudo causar a heridos y mutilados; y de la pena que sin duda nos causó
profundamente a todos los argentinos, tiene algunas aristas que sin duda
merecen ser analizadas.
Cuando
sucede algo así, hay que diferenciar entre un simple accidente –por definición
aleatorio, atribuible a mala suerte o circunstancias fortuitas negativas- , de
un absurdo hecho que pudo prevenirse y que fue causado por negligencia,
omisiones culposas y/o accionares deficientes.
Según
las diversas informaciones difundidas, la explosión acaecida en Rosario tendría
todas las características de un absurdamente cruel hecho culposo, y en tal
sentido es de suma importancia llegar al fondo de la cuestión, evitándose que
eventualmente todas las culpas recaigan en algunos “perejiles” o culpables
menores, soslayándose las gruesas responsabilidades institucionales y
sistémicas, que con un análisis algo más cuidadoso y profundo, muy posiblemente
pasen a ser evidentes.
La
Justicia deberá dictaminar, previos fundamentados dictámenes de los peritos. Pero
sin perjuicio de ello, otros análisis son válidos, al menos como elementos a
ser considerados en un contexto macro político-económico.
Como
primer y más visible responsable se señaló al gasista que estuvo trabajando en
el lugar.
Pero con relativo poco énfasis se mencionaron otros hechos,
los que posiblemente puedan ser significativamente más determinantes y de
muchas mayores responsabilidades, como desencadenantes o factores de serios
riesgos potenciales.
· El gasista habría intentado
comunicarse con Litoral Gas, y nadie habría atendido las llamadas de
emergencia. ¿Tiene esa empresa algún sistema y/o equipo en alerta para
emergencias, las 24 horas? Si es así, ¿por qué no actuó?
·
Trascendió
que se sabía la existencia de pérdidas de gas de cierta significación. ¿Por qué
no se actuó antes, con la severidad y rigor técnico imprescindibles? ¿Ni
Litoral Gas, ni los entes que deberían controlarla, tienen protocolos
obligatorios, para casos como ese, de forma tal de realizar acciones
preventivas, para evitar riesgos y accidentes? ¿Qué entes de la municipalidad,
de esa provincia (Santa Fe) y de la nación, son los que cuentan con el poder de
policía –real y efectivo- del servicio de gas? ¿Enargas tiene atribuciones
legales y los medios concretos para hacerlo, o solo fija tarifas y cuestiones
similares?
·
Así
como en el servicio eléctrico, existen obligatoriamente llaves de corte para
realizar reparaciones con total seguridad, ¿por qué Litoral Gas no obligó a
instalar, o instaló por si misma, una válvula de corte, antes de la pieza cuyo
desperfecto ocasionó la fuga de gas? Eso es válido para todas las conexiones.
· ¿Qué otros protocolos y mecanismos
concretos de prevención y de acciones de reparaciones seguras, tiene vigentes
–en forma real y efectiva- Litoral Gas; que se hace en otros lugares del país?
Según
las referencias disponibles, el accionar de GAS DEL ESTADO priorizaba la
seguridad por sobre todo. Es muy conocido que la tan alardeada “eficiencia
privada” fue uno de los argumentos centrales para justificar las privatizaciones
salvajes impuestas por la fuerza en los años ’90. Y tal como muchos ejemplos lo
demuestran (por caso Repsol, Aerolíneas Argentinas, etc.), las empresas
mayoritariamente extranjeras beneficiarias de las “privatizaciones” o
concesiones –casi todas en condiciones muy lesivas a los Intereses Nacionales-,
se dedicaron febrilmente a “hacer caja”, precarizando y desmejorando los
servicios, con lo cual los muchos aspectos sociales y estratégicos de los
servicios públicos quedaron relegados o fueron directamente desatendidos. Entre
ellos lo referente a mantener e incluso mejorar los niveles de seguridad
operativa.
Todo
el sector hidrocarburífero es de alta rentabilidad, pero es bien sabido que el
desmedido afán de lucro de determinados sectores privados investidos del poder
monopólico que significan por sus naturalezas técnicas determinados servicios
públicos, muchas veces lleva a soslayar por completo las consideraciones
sociales y humanas, dentro de las cuales la seguridad es la más importante.
Al
igual que las tragedias sucedidas con los ferrocarriles, ya debería ser hora
que el Estado asuma los roles que le
fueron conculcados en las muy negativas épocas del cuarto de siglo
neoliberal. Por supuesto equilibrando las acciones, en la búsqueda de
eficiencia que el Estado puede y debe tener, como prestador de servicios
públicos esenciales y de alta prioridad estratégica.
Para
ello no son convenientes las creaciones de entes como simples apéndices de la
administración pública; sino Empresas del Estado, con manejos propios bajo
todos los sistemas de controles y con la búsqueda de eficiencia económica y
altos estándares de seguridad, y por qué no, de su propia capacidad de
autofinanciación de nuevas inversiones; además de los beneficios al bien común
que significa contar con más y mejores prestaciones de servicios esenciales.
Y
ya que estamos en el tema…¿Por qué no volver a crear Gas del Estado? Bien manejada
garantizará mejores y más eficientes servicios, y la enorme renta gasífera
servirá para solventar las inversiones que nuestro desarrollo necesita. Y
complementariamente deberían crearse empresas del Estado provinciales,
encargadas de la distribución, o eventualmente cooperativas, en todos los casos
priorizando la excelencia y con buenos niveles de control operativo y contable.
Es
de recordar que por ser tan avanzada y óptima en sus primeros años (creada a
mediados de los ’40), Gas del Estado fue usada como modelo a seguir por otras
empresas gasíferas estatales, por caso Gaz de France.
Después
fue destrozada adrede, por los ultra privatistas puestos a dirigirla, muy
posiblemente con otras complicidades mediocres internas de arribistas e incluso
gremialistas sin sentido de honra y de patriotismo; con lo cual dieron
argumentos a los que la malvendieron, privando al Estado de esa formidable
herramienta de desarrollo.
C.P.N. CARLOS ANDRÉS ORTIZ
No hay comentarios:
Publicar un comentario