domingo, 16 de junio de 2013


¿SABOTAJE?

         La sucesión de complicaciones en un vuelo de cabotaje, desde Aeroparque (Buenos Aires) a Posadas, parecerían involucrar un fuerte componente de sabotaje, o al menos de notable desidia o muy mala fe, por parte de algunos puntuales empleados de Aerolíneas Argentinas; pese a lo cual muchos otros atendieron con paciencia, deferencia y evidente voluntad de buscar soluciones.

         De ningún modo es descabellado suponer eso, pues es de recordar que hace escasamente un año, o poco más, la propia Presidente de la Nación acusó con todas las letras a determinados pilotos y otros funcionarios de la aerolínea estatal argentina, de inventar excusas para sabotear vuelos, lo cual es una forma vil de atacar a la propia empresa, bajo la excusa de huelgas encubiertas. Con esas miserabilidades, han atacado sus propias fuentes laborales, además de atentar contra Nuestra Aerolínea de Bandera, trabajosamente recuperada.

         Entre el 11 y el 12 del corriente, algunos hechos absolutamente deplorables acaecidos en Aeroparque, permitan inferir que se podría estar en presencia de nuevos actos de sabotaje institucional contra Aerolíneas Argentinas. De allí la enorme importancia de difundirlo, para facilitar las tomas de decisiones que corrijan e incluso sancionen debidamente, a quienes además de perjudicar a Nuestra Empresa Aérea, se han burlado y manosearon arteramente a quienes circunstancialmente éramos pasajeros de ese vuelo.

         Pasemos a describir lo sucedido.

         El vuelo que debía abordar debía despegar a las 18,20 horas desde Aeroparque, el martes 11 de junio.

         Ese día hubo muy densa niebla sobre la Capital Federal y el Gran Buenos Aires. Por ese motivo se suspendieron los vuelos de cabotaje, como medida de seguridad, lo cual entiendo es correcto. A consecuencia de esas suspensiones de vuelos, la sala de preembarque era una verdadera romería, ese martes por la tarde. Todos los vuelos iban siendo reprogramados, por lo que no sorprendió que el nuestro haya sido pospuesto a las 21 hs. Hasta allí todo bien y atendible.

         Alrededor de las 21 hs. comenzó  el proceso de embarque. Parte del pasaje estaba ya en el avión, y otros estábamos en el ómnibus interno, cuando después de varios minutos en los que nuestro móvil no nos acercaba al avión, abruptamente supimos que nuestro vuelo había sido cancelado.

         Con toda lógica eso produjo creciente indignación, más cuando supimos que esa cancelación se debió al tecnicismo de “caída de horario” (o similar), pues cada tripulación tiene un tope desde que está disponible, también como medida de seguridad y/o como limitación del convenio laboral respectivo.

         En el caos que siguió, pudimos enterarnos del tremendo manoseo que fue por parte de los pilotos, el hecho de no avisar al pasaje ya instalado en el avión.

         Allí se nos plantearon dos alternativas, la reubicación en el vuelo de las 6,30 hs. del día 12, o intentar programar una salida a las 0,30 hs., lo cual era algo aleatorio.

         Cabe allí formular dos preguntas claves, que marcan la desidia, la imprevisión y la total falta de respeto a los pasajeros, además de la falta de compromiso para con los intereses de la propia empresa que les paga los sueldos a esos funcionarios. 1) ¿Acaso los pilotos no sabían que sus horarios vencerían, si la reprogramación a las 21 horas fue dada a conocer con mucha antelación? 2) ¿El o los supervisores no tenían a mano los horarios de la tripulación, como para prever que la misma estaría excedida de horario?

         Con el previsible cansancio, tuvimos que retirar los equipajes, y se nos informó que los que optamos por el posible vuelo de las 0,30 hs., podríamos cenar en el llamado Patio de Comidas, por supuesto con cargo a la empresa aérea, tal como es de rigor en estos casos.

         Casi arrastrando los pies (en mi caso hacía casi dos días que había iniciado mi periplo de vuelta a Argentina, con esas conexiones increiblemente largas que se suele padecer en estos casos), varios de los pasajeros fuimos a citado Patio de Comidas, sin disponer de ningún vale o vaucher al efecto, pues se nos informó que con solo presentar el pasaje sería suficiente.

         Allí pudimos constatar que la “cena” era un simple tentempié consistente en un emparedado –u otro bocado alternativo a elección- y una bebida.

         Resultó evidente que las vituallas suministradas eran al menos muy frugales, a esas altas horas de la noche. Pero también me surgieron dudas acerca de como se haría la rendición de los puestos de comida, pues a una vista rápida parecía evidente que no todos concurrimos a ese lugar a comer algo. ¿En base a que constancia se habrá hecho la liquidación de gastos, y como se pudo constatar y eventualmente auditar su corrección, si no se emitió ningún comprobante?

         Varios temas que deben ser corregidos, para que nuestra muy necesaria aerolínea de bandera siga creciendo, cubriendo nuestras necesidades de transporte acercando a los distantes puntos geográficos de nuestro territorio.

         Por supuesto que NO ME SUMO A AQUELLOS DENOSTADORES DE LAS EMPRESAS ESTATALES, y tengo memoria histórica para recordar el vaciamiento alevoso de nuestra aerolínea, consumado en los muy corruptos años ’90, y los brutales achicamientos de servicios de esos años, al suprimirse frecuencias y la bajas de calidad, al reemplazar aviones propios (enviados apresuradamente a España o “hechos caja” rápidamente), suplantados por viejos aviones arrendados.

         Justamente por eso, es imprescindible solucionar los casos señalados (y otros que de seguro existirán), para QUE NUESTRA AEROLÍNEA DE BANDERA SEA UN COMPLETO ORGULLO PARA TODOS LOS ARGENTINOS QUE AMAMOS NUESTRA PATRIA.

 

C.P.N. CARLOS ANDRÉS ORTIZ

Docente e Investigador de Temas Económicos y Geopolíticos

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