ARGENTINA Y LA PATRIA GRANDE EN EL CONTEXTO
GEOPOLÍTICO DEL SIGLO XXI
Los rápidos y profundos
cambios que se están verificando, y que parecen en franco proceso de
aceleración, nos involucran y afectan, para bien o para mal, y están
resquebrajando acentuadamente las estructuras del Poder Mundial, que hace tan
solo un par de décadas o poco más, parecían pétreas e inmodificables o al menos
supuestamente destinadas a perdurar en el largo plazo.
La alianza bicontinental anglosajona,
como núcleo duro del hoy muy definido Bloque Atlantista y su poderoso brazo
armado que es la OTAN, sigue siendo un actor principal en el complejo tablero
del Poder Mundial, pero los cambios que se están dando, y que parecen
acentuarse en forma irreversible, no solo sepultaron el sueño del Fin de la
Historia, preconizado por Fukuyama y su visión del Mundo Unipolar Perpetuo;
sino que están crecientemente disputados en los distintos escenarios que
conforman la compleja trama geopolítica global.
EEUU sigue siendo la gran
potencia económica y militar mundial, pero el creciente poderío chino es ya un
problema insoluble para el establishment de USA, en particular para los
sectores del Estado Profundo que no acepta los claros límites a la hegemonía
absoluta de la Potencia del Águila Calva y sus actores principales del Poder
Corporativo y Financiero que seguramente son el Poder Real que opera “detrás
del trono” de la partidocracia bipartidista para millonarios (pues no parecen
existir potenciales candidatos del común del pueblo), que bien podría definirse
como tal a la estructura política tan sui generis de la mega potencia (que
puede hacer vencedor a quien no tenga la mayoría de los votos).
Hubo ya varias muestras
claras, de las concretas limitaciones al hasta hace poco omnímodo y excluyente
poder de EEUU. La hegemonía financiera del dólar, parece estar declinando, ante
la irrupción del yuan e incluso del rublo, además del euro. En el Mar de la
China, ya no se pasean cómoda y provocativamente las naves y aeronaves yanquis,
como podía suceder hace dos o tres décadas atrás. Tampoco intervino ni se
interpuso, ante las claras demostraciones de fuerza china, realizadas en torno
a Taiwán. Ni pasaron de los amagues las amenazas contra Corea del Norte, clara
aliada de China, más allá de su capacidad nuclear y sus ostensibles pruebas de
cohetería de mediano y largo alcance.
Los países del sureste y
sur de Asia, juegan sus propias cartas, sin descartar inversiones de distintos
orígenes, pero parecería que no subordinadas explícitas a los poderes de la
primera potencia mundial. Hasta no hace mucho inmersas en economías primarias,
hoy muestran diversificaciones económicas con varios puntos fuertes en lo
industrial y seguramente en lo tecnológico.
En África, el accionar
chino expone un escenario que se evidencia positivo para ambas partes, que más
allá del intercambio económico, en forma poco difundida concreta donaciones del
gigante asiático a las economías del África Subsahariana, en obras de
infraestructura, como grandes estadios deportivos nacionales, y créditos
blandos para inversiones esenciales.
En nuestra Íbero América,
China es un actor de mucho peso económico, incluyendo no solo su preeminencia
en el comercio, sino también el rol de apoyatura financiera y tecnológica, en
la que el yuan compite contra la anterior excluyente hegemonía del dólar; sin
excluir tampoco grandes inversiones y financiaciones blandas para
infraestructura de desarrollo, no circunscriptas solo a puertos y rutas
vinculadas con las “rutas de la seda”, así como ofertas para proveer
equipamientos de defensa.
Por caso, hubo ofrecimientos que
incluso comenzaron a ejecutarse para construir dos centrales nucleares en
Argentina, paralizadas por la destrucción deliberada del neoliberalismo, y
luego por abiertas presiones en contra de EEUU, y seguramente de algunos
funcionarios muy proclives a los dictados de “las embajadas”, como hubo
versiones de un conspicuo “cajoneador” de expedientes.
Incluso hubo “advertencias” de la
Generala Laura Richardson, del Comando Sur de EEUU, ante la posibilidad que
Argentina adquiriera material supersónico de China o Rusia para reequipar
nuestra maltrecha Fuerza Aérea.
Pero el mundo multipolar actual, no
se reduce a la dupla EEUU – China. Hay otros actores de peso. India es otra
poderosa Potencia Emergente, que va en camino -si no sucedieran imponderables-
de ser la tercera potencia económica mundial, en cuyo caso superaría por PBI a
Japón y Alemania.
Brasil, por la importancia de su PBI
y sus estructuras tecnológicas e industriales, es un jugador de peso en el
concierto mundial, siendo además destacable que Dilma Rousseff dirija la
estructura financiera de los BRICS, grupo de creciente importancia en el
contexto geopolítico mundial. Será muy importante concretar la incorporación de
Argentina a ese bloque.
Rusia resurgió como un actor
relevante en el contexto mundial, y entre otras amenazas, están las presiones
del establishment atlantista, por dividirla en cuatro o más países, claramente
para difuminar la creciente importancia que está recobrando, enfrentando
incluso las múltiples sanciones económicas y políticas impuestas por los
atlantistas, además del ya prolongado conflicto contra la OTAN en Ucrania.
También deben ser considerados otros
Estados, de relevancia económica y geopolítica, como Japón, Irán, Arabia
Saudita, Sudáfrica, y algunos más.
La Unión Europea, más allá de la
subordinación a los objetivos de EEUU en la guerra que la OTAN libra contra
Rusia en Ucrania (en un deplorable desangrarse de dos pueblos de similares
etnias y culturas); la UE busca recomponerse, y de algún modo suplir sus
carencias energéticas y lograr incrementar sus exportaciones industriales y
tecnológicas. Además, como lo hizo antes, seguramente buscará transferir la
crisis económica y social al mundo subdesarrollado, en recurrentes metodologías
de tipo colonialista.
En ese sentido, las presiones claras
hechas por la presidenta de la UE, Ursula von der Leyen, para concretar un
-para nosotros- nefasto acuerdo de libre comercio, así como el acceso fácil al
estratégico litio, muestra a las claras los afanes injerencistas y
neocolonialistas de ese bloque político – económico.
Ya hay un preacuerdo, rubricado por
el precedente gobierno neoliberal de Argentina. Así como en su momento, en Mar
Del Plata, se rechazó el Tratado de Libre Comercio, que pretendió imponernos
EEUU, hoy es imperioso evitar en forma categórica ese acuerdo con la Unión
Europea…y con quien sea.
Más allá del rechazo a las presiones
europeas, lo que es crucial para nuestros intereses nacionales y de toda la
región, es de vital importancia fortalecer la CELAC y volver a crear la UNASUR,
disuelta por gobiernos neoliberales de Sudamérica, acordes a esa ideología
opuesta a todo lo Nacional y claramente contraria a todo principio de soberanía
de nuestras naciones y a la necesidad de conformar un fuerte bloque regional,
lo cual es un imperativo geopolítico para nuestros pueblos.
En contra de los Intereses
Estratégicos de Argentina, dos amenazas muy concretas se ciernen, y es
imperativo en un caso neutralizar sus efectos claramente negativos, y en otro
evitarla.
Salir de la encerrona de dependencia
financiera y política, que es la cuantiosa deuda con el FMI, y evitar que el
poder político formal vuelva a caer en manos de neoliberales, que desprecian la
soberanía y están dispuestos a aplicar nefastas “recetas” recesivas, que ya
demostraron sus negativas consecuencias en precedentes y no muy lejanos
períodos de nuestra historia nacional, en particular la crisis terminal de
2001/2002, que entre otros objetivos nefastos, promovía la balcanización de
Argentina, mediante el infame procedimiento de canjear deudas por territorio,
en un proceder reiterativo que cuenta con otros impulsores, como el
exgobernador neoliberal “cambiemita” que promovió la insólita “independencia”
de Mendoza, y los fogoneadores del ultra indigenismo, sembradores de odios y
promotores de discursos y acciones separatistas.
Es mucho lo que está en juego, nada
menos que la supervivencia de Argentina como unidad nacional, y la
consolidación de la Patria Grande. Pero tanto desde distintos sectores civiles
(como ONGs, algunos académicos, ciertas “progresías” muy confusas, comunicadores
alineados con los promotores de crisis y desguaces territoriales, y otros),
como de los institutos militares, se sigue promoviendo y enseñando perniciosas
doctrinas claramente opuestas a los Grandes Intereses Nacionales.
En esos institutos, poco o nada se
enseña de Geopolitica, Economía e Historia, siendo evidente que se centran en
anacrónicos preceptos setentistas, del “peligro marxista” (sin advertir que la
amenaza es la OTAN, que apoya las usurpaciones del Reino Unido, además de
promover el ultra indigenismo y el ultra ecologismo) y del odio visceral a todo
lo Nacional y Popular, como lo inculcaron a presión en el nefasto “proceso”
cívico militar de 1976-1983, en el cual se nos subordinó el neoliberalismo
apátrida, hecho concreto que no quieren asumir, ni las cúpulas uniformadas ni
los subordinados, con honrosas excepciones.
Es esencial volver a priorizar los
sanos valores del Pensamiento Nacional, libre de la sumatoria de prejuicios
falaces, inculcados como supuestas verdades absolutas. Se volverá sobre este
tema, si Dios quiere.
Respecto a las operaciones tendientes
al desguace territorial de Argentina, debe tenerse presente que si esa amenaza
existe en concreto contra la potencia económica, tecnológica y militar que es
Rusia; y si desguazaron Yugoeslavia y destrozaron a Iraq, Libia, la región del
Cuerno de África y otros Estados; también abundan varios indicadores que
muestran que nuestro vasto territorio -el octavo del mundo por su extensión-
enfrenta amenazas concretas de balcanización, siendo las mismas expuestas y
evidenciadas por sectores de “derechas e izquierdas”, tan antinacionales unas
como otras.
De los primeros, la precandidata
presidencial neoliberal, expresó su intención de abandonar los fundados
reclamos de soberanía argentina por Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur, a
cambio de una partida de vacunas, en una miserable muestra de cipayismo
explícito; el expresidente endeudador y destructor socio económico, dijo “no
entender de problemas de soberanía”, demostrando con sus acciones su desprecio
por ese concepto elemental; el exvicepresidente del Banco Central en el mismo
período destructivamente neoliberal, Lucas Llach, también hizo gala de
cipayismo, al expresar que “no solo regalaría Malvinas al Reino Unido, sino
también Antártida y Tierra Del Fuego, que solo ocasionan gastos”, demostrando
burlarse abiertamente de toda idea de Grandeza Nacional.
Por su parte, desde “las izquierdas”, las “progresías” son en muchos casos activas militantes de nocivas ideas contrarias al desarrollo, a la soberanía y a la estructura familiar tradicional como núcleo básico social, como las impulsadas desde ONGs ultra ecologistas, ultra indigenistas, y otras. Algunos de esas “izquierdas” siguen pregonando violencias, no asumiendo que fueron actores activos del contexto de virtual guerra civil, definida por el intelectual británico Harry S. Ferns como la única forma de destruir los notables avances logrados en Argentina por gobiernos de Orientación Nacional.
MGTR. CARLOS ANDRÉS ORTIZ
Analista de Temas Económicos y Geopolíticos
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