LA SOCIOLOGÍA ACADEMICISTA Y LA SOCIOLOGÍA POPULAR
La creatividad del argentino, es bien conocida, y seguramente es consecuencia de múltiples factores concurrentes, sin considerar en ello ni pizca de racismo ni nada parecido.
Posiblemente entre esos factores, están las formidables y muy positivas mezclas culturales, que de un modo u otro forjaron la población y la cultura nacional, las cuales como todo fenómeno vivo están en constante cambio, siempre sobre los basamentos ya existentes, como un caldero en ebullición, al cual a los componentes de base, se le agregan nuevos contenidos y condimentos varios.
Ciertos sociólogos tradicionales, de formación europeizada (en el siglo XIX llamados “afrancesados”), no salen de esquemas supuestamente “universales”, que no son otra cosa que pretender ver e interpretar al mundo desde la óptica europea.
A esa visión acartonada y no ajustada a la realidad nacional, se contrapusieron notables pensadores nacionales, persistentemente “ninguneados” por las estructuras del poder, los grandes diarios, las academias ultra conservadoras y todo el aparataje cultural, subordinado a Gran Bretaña, con sus premios a los dóciles y funcionales; y con los castigos de exclusión, persecuciones y violencias, contra los “indóciles” que no vendieron sus pensamientos ni sus convicciones.
Cuando las trascendencias de sus obras impidieron, por su propio peso y elevados quilates, el ocultamiento de las mismas, el establishment recurrió al artilugio de considerarlas cerradamente desde el esteticismo neutro, cuan literatura “pura” desvinculada de su contexto de realidad. Eso ocurrió con el Martin Fierro de José Hernández, como caso emblemático, pero no único.
A otros pretendieron sepultarlos en el ostracismo total, del cual fueron rescatados por otros preclaros pensadores, como entre muchos casos más, sucedió en el patriota idealista de la Patria Grande Manuel Ugarte.
Algunos pocos no pudieron ser tapados por el aparataje culturoso del establishment, descollando entre estos las figuras señeras de Raúl Scalabrini Ortiz y Arturo Martín Jauretche, así como el historiador revisionista José María Rosa.
Ellos fueron, con sus notables peculiaridades, grandes “sociólogos sin título” de Argentina, describiendo con notable agudeza las particularidades sociopolíticas de nuestro país.
Sin desconocer ni menos aun menospreciar la formación académica, que bien transmitida y asimilada, debe dar sustento en el contexto de métodos científicos, el tema acá analizado es que en temas tan amplios como los sociales, no se deben crear supuestos cuerpos excluyentes de opiniones, cerrados exclusivamente a académicos de la especialidad.
Las ciencias sociales atraviesan transversalmente a toda la población, y los análisis de esos temas incumben a toda la sociedad, debiendo ser respetadas también las bien fundadas opiniones y análisis, tanto de otros profesionales de ciencias vinculadas a lo social, como también del ser humano sin formación académica, pero con “mucha calle”, con amplia experiencia de vida y buen bagaje moral.
Claro que en ese contexto, siempre se corre el riesgo de dejar espacio a opinólogos al voleo, charlatanes varios y otros verborrágicos sin fundamentos, y muchas veces sin pizca de ética.
Pero aun conociendo ese riesgo de filtrarse otras opiniones pobres o nulas de fundamentos, es importante respetar las provenientes de personas probas y con experiencias de vida, que pueden ser valiosas; así como las emanadas de otros profesionales del amplio espectro de las ciencias sociales, además de los profesionales sociólogos.
En cambio, descalificar per se, opiniones sociológicas provenientes de fuera del ámbito de Sociólogos titulados, es como querer restringir validez a ideas económicas que no sean emitidas por Licenciados o Doctores en Economía. Vale recordar que un Premio Nobel en Economía, se lo ganó un Psicólogo que evaluó la fuerte importancia de decisiones de bases psicológicas –conductuales o
impulsivas- sobre las variables económicas.
Jauretche, abogado de profesión, historiador por vocación y hombre político por patriotismo, es con toda justicia considerado uno de los grandes analistas de la sociología argentina. Con su pluma filosamente mordaz, agudamente crítica e
insobornablemente patriótica, fue uno de los grandes pioneros en destruir el mito de las cerradas incumbencias profesionales (las “quintitas cerradas” de cada ámbito profesional), que en el amplio campo de las Ciencias Sociales era la excusa recurrente para descalificar opiniones, sobre todo si se salían de lo “políticamente
correcto”.
Y precisamente esas estructuras de “quintitas cerradas” suelen ser los refugios de mediocres, sobre todo cuando quedan faltos de fundamentos frente a quienes, desde fuera de la estrecha concepción excluyente mencionada, ponen al descubierto las falacias y faltas de sustento de sus posturas.
Algo de eso tuve que enfrentar, cuando a algunos economistas adscriptos al neoliberalismo salvaje de los años ’90, se les “quemaron los libros” de economía clásica y monetarista, en la crisis terminal argentina de 2001; y no podían tolerar que sus falsedades doctrinarias fueras puestas en evidencia.
Las presiones y exclusiones que fueron consecuencia de la no subordinación al “pensamiento económicamente correcto”, con todo lo brutales que fueron, resultaron minucias ante las que en el transcurso de nuestra historia nacional, fueron perpetradas contra otros argentinos de bien, que priorizando sus convicciones y patriotismo tampoco se subordinaron a los dictados del poder establecido; este último siempre antinacional; y en muchos casos ejercido por mediocres insanables que desde posturas de impunidad ejercen sus cuotas de poder sin atisbo alguno de principios éticos superiores.
MGTR. CARLOS ANDRÉS ORTIZ
Analista de Temas Económicos y Geopoliticos
Excelente descripcion de la realidad en el estudio de las ciencias sociales a nuestro pais. las "quintitas" son siempre el refugio de mediocres. Por supuesto en economia esta cuestion llega al paroxismo ello principalmente porque es muy dificil sostener la validez de una "ciencia" (creencia diria yo) que sistematicamente se equivoca en sus analisis de la realidad por lo que en lugar de reconocer y abandonar sus errores conceptuales descalifica a quienes opinan diferente. Luis Omar Fernánez
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