sábado, 1 de marzo de 2014


UCRANIA ¿ENTRE GRECIA Y YUGOESLAVIA?

Los sucesos recientes y actuales en Ucrania, si bien con final abierto, y con la perspectiva siniestra de la prosecución de disturbios, desmanes, enfrentamientos y deplorables baños de sangre, permiten avizorar algunos escenarios como los más probables, si bien no cabe descartar algunos otros en los que pueda desembocar finalmente la severa crisis actual.

Por supuesto cabe la importante salvedad que estos razonamientos son hechos desde el lejano observatorio que es la República Argentina, infiriendo los acontecimientos desde diversas informaciones a las que se puede acceder, más el panorama geopolítico del que en cambio caben razonamientos más fundamentados en diversos hechos que van ocurriendo, sobre todo en las tres últimas décadas, sin omitir por supuesto los hechos históricos, que siempre juegan papeles importantes, sobre todo los de los dos siglos precedentes, el XIX y el XX.

Claramente el contexto geopolítico mundial, muestra el ocaso total de la unipolaridad, tan proclamada, anunciada y deseada por los factores del Poder Mundial que buscaron imponer el llamado neoliberalismo salvaje (definición de pensadores como el argentino Walter Graziano, Viviane Forrester y Naomí Klein, entre otros), y enunciada como fallida profecía por el intelectual corporativo Francis Fukuyama (norteamericano de origen japonés).

A la bipolaridad de la guerra fría, que duró casi medio siglo, siguió un históricamente muy breve período de excluyente unipolaridad, con EEUU como única superpotencia mundial, con sus socios menores principales la OTAN (UE más Canadá, y EEUU por supuesto) en lo militar; y sus socios en la triada económica planetaria la UE y Japón, más en menor medida el NAFTA (básicamente Canadá).

Después de una década o poco más de unipolaridad, casi sin ser advertido públicamente por analistas políticos internacionales, afloró con mucha y creciente fuerza el actual período de la multipolaridad.

EEUU sigue manteniendo la primacía general, pero su poderosa economía tiene fuertes signos patológicos, de aparente muy difícil solución, y básicamente está casi estancada o creciendo lentamente, sin poder solucionar sus graves problemas, entre ellos los crecientes e inmanejables déficits gemelos (comercial y presupuestario), el aumento de las actividades especulativas casi sin controles efectivos, la acentuada concentración de la riqueza y la terrible marginación de crecientes sectores sociales, situación esta última inconcebible en un país que concentra casi la cuarta parte de la riqueza mundial.

En lo social y político, la supremacía absoluta del sector WASP (blancos anglo sajones protestantes) esta siendo erosionada por los avances de la comunidad afronorteamericana, y sobre todo por la creciente influencia de los llamados “latinos” (originarios de la mal llamada Latinoamérica, más correctamente Íbero América), en su mayoría provenientes de México y América Central, de orígenes mestizos de pueblos originarios (o precedentes, o indígenas) y españoles, sutilmente discriminados según viejos prejuicios raciales anglosajones; pero que en base a altas tasas de natalidad, previsiblemente pasarán a ser la primera minoría en un par de décadas o poco más. Ese fenómeno fortalece la realidad bilingüe anglo – hispana, ya muy fuerte en los Estados del Sur de EEUU. Como seguirá ese complejo combo social es una incógnita, que no sería tan aleatoria de no existir los problemas político – económicos serios y socialmente excluyentes.

Esas diversidades étnicas no serían problema en muchos otros países, pero en EEUU con su tradición racista, cabe al menos dudar como seguirá el tema.

En lo militar, si bien mantiene la superioridad de recursos y de tecnología, con abundantes fondos a disposición de su aparato bélico industrial y operativo, los hechos permiten visualizar crecientes limitaciones, ante la imposibilidad de finalizar conflictos que parecen eternizarse (Afganistán, Iraq), con operativos anunciados, o amenazados y pospuestos, o solapadamente desarrollados (Siria y otros); y con largas amenazas de intervenciones militares de potenciales muy altos riesgos, como contra Irán y Venezuela.

En el contexto actual, la trilogía del poder muestra a EEUU más la subordinada OTAN casi como un bloque aliado con intereses en común –pero con algunas discrepancias-, frente a los que se alzan la renacida Rusia de la Era Putin, y la vigorosa expansión económica de China, que no descuida los aspectos estratégicos y militares.

Rusia, consolidando su unidad interior, rehaciéndose en lo económico, y con mucho énfasis en la modernización y eficiente operatividad de sus fuerzas armadas, rescatadas de la postración del disolvente período neoliberal (según demostraron los hechos) de la perestroika y el glasnot, demuestra haberse reconstituido como gran potencia militar a escala planetaria. Su serena pero firme intervención impidiendo el planificado ataque a Siria lo demuestra.

Por su parte, China sigue su vigoroso ascenso tecnológico y económico, disponiéndose a ser la primera potencia económica en un breve lapso histórico, mucho antes que lo que los analistas estadounidenses y europeos afirmaban a comienzos de siglo, cuando se les hizo imposible seguir ocultando el aparentemente imparable desarrollo chino.

A la vez, existe uniformidad en diversos analistas al afirmar que la milenaria potencia en resurgimiento, que es China; a la importancia cuantitativa de sus fuerzas armadas –casi con seguridad las más numerosas del mundo-, les está añadiendo rápidamente avances tecnológicos constantes, suponiéndose que sus inversiones reales en equipamiento bélico son muy superiores a las declaradas.

India, aliada estratégica de Rusia; Pakistán en similar concordancia con China; más Brasil, Irán, Sudáfrica, Australia y otras varias potencias regionales, conforman el cuadro actual de situación multipolar.

En el caso de la OTAN, más allá de la dupla EEUU – Canadá, las potencias económicas y militares relevantes son Alemania, Francia y Gran Bretaña, las dos últimas con arsenales nucleares.

Algunos analistas afirman que además de EEUU, las principales fuerzas de rápido despliegue a escala planetaria, las poseen Francia y Gran Bretaña, no por casualidad viejas potencias colonialistas. Pero claramente Rusia está disponiendo y ejerciendo capacidad operativa a escala mundial.

En ese marco de situación global, resulta evidente que nos hallamos ante la realidad de una nueva guerra fría, prácticamente con los mismos contendientes principales de la era anterior, pero con otros actores de importancias no desdeñables, hoy a escalas regionales.

Como la estrategia de las agresiones e invasiones directas, en varios casos les resultó muy costosas en bienes y vidas, a las potencias neocolonialistas del siglo XXI (EEUU más sus aliados-subordinados de la OTAN); resulta muy claro que diagramaron otro esquema alternativo de intervenciones, mediante operativos constantes de “guerras blandas” llevadas a nuevos límites muy elaborados psicológica y sociológicamente –acciones constantes y machaconas de medios de comunicación “creíbles”, más sus repeticiones en otros medios regionales y locales, sumados a diversos mensajes sutiles en las diversas formas de comunicación de la WEB, presiones de las ONGs “internacionales” (manejadas desde la UE y EEUU), más sus subordinadas “nacionales” (solo por sus coberturas, no por sus identificaciones ideológicas), y muchas más dóciles ONGs locales; acciones disolventes de “fundaciones” y otros entes similares, que alimentan los disconformismos y crean “climas” de tensiones y pretextos de violencias y desmanes-; y a todo eso se suman actos “convencionales” de guerras psicológicas, como los comentarios callejeros, las disertaciones de “expertos” repentinamente aparecidos o reciclados, etc.

Dentro de esa estrategia de guerras blandas o guerras inteligentes, cabe incluir a las “revoluciones de colores”, que estallaron “espontáneamente” en Georgia (2003), Ucrania (2003/2004) y Kirguistán (2005), buscando desestabilizar gobiernos con el argumento –al menos dudoso- de haber ganado con elecciones fraudulentas. La reciente prolongada revuelta en Ucrania, tuvo el mismo formato que la anterior. Tres países muy próximos a Rusia, en los que buscaron instalar gobiernos “pro occidentales” (neoliberales) afines a la OTAN.

Dentro del mismo tipo de alzamientos masivos o al menos muy activos, ocurrieron los de la llamada “Primavera Árabe”, que en varios casos lograron voltear rápidamente los gobiernos respectivos, y en los casos de estancamientos o fracasos iniciales de esos procesos revolucionarios (Libia y Siria), la OTAN intervino directamente en acciones flagrantes de intromisiones (Libia) o dando soportes logísticos a los insurrectos, los cuales incluyen mercenarios, según fue denunciado.

Otro tipo de agresiones, coordinadas entre sectores internos minoritarios pero con poder económico, muchas veces fuertemente financiadas desde las usinas del poder neocolonial mundial, es el formato de golpes de mercado; el cual suele ir asociado con un recrudecimiento de la guerra mediática y con acciones de violencia callejera, todo con claros fines destituyentes. Tales los casos de Venezuela –actual-, de Argentina (anterior y otro muy reciente), Tailandia, etc.

Es de advertir que la amplia mayoría de los Estados afectados por operaciones de algunos o todos esos formatos de insurgencias fomentadas y/o financiadas por los centros del poder neocolonial mundial, son naciones ubicadas en las fronteras de Rusia y/o China, o son países con crecientemente estrechas relaciones estratégicas con esas dos grandes potencias no alineadas con la entente EEUU – UE – OTAN.

En el caso particular de Ucrania, el gobierno provisorio recién asumido –no reconocido por el presidente elegido en elecciones-, mostró su total alineamiento con la UE, e incluso algunos analistas afirman que el designado presidente cuenta con el aval pleno del núcleo del poder neoliberal mundial, la Comisión Trilateral y sus organismos asociados. Su rápida decisión de solicitar un masivo crédito al FMI y la UE, indica la intención de aceptar las conocidas “recetas” recesivas del FMI, que tanto daño hicieron a las economías menores o en crisis de Europa (los PIGS y otros), y a las economías de Íbero América.

En tal caso, Ucrania variará su postura geopolítica, de aliado o asociado de Rusia, a aspirante a integrar la UE, y con ello a servir de base operativa a la OTAN, organismo este en abierta confrontación estratégica peligrosamente latente con Rusia, y en menor escala con China.

Los dos caminos alternativos que con mayor fuerza parecen vislumbrarse para Ucrania, son el total alineamiento con la UE, con lo cual su futuro socio económico previsiblemente la convertirá en una versión parecida a la caótica Grecia actual, que es un Estado en virtual situación de disolución; o ante posibles fuertes resistencias internas, un proceso de balcanización en dos Estados separados, asemejándose eso a lo padecido por la ex Yugoeslavia.

Para mayor preocupación del mundo, la paz global puede alterarse por la agresividad creciente demostrada por los “halcones” de EEUU y sus socios europeos –sobre todo franceses y británicos, más los aprestos españoles similares muy fuera de foco-, y las posibles acciones defensivas o preventivas que pueda desarrollar Rusia.

La declarada intención rusa de crear bases propias en el sur de Asia, en Centro América y en Venezuela, con la anuencia de esos países, muestra otros movimientos estratégicos en el tablero geopolítico mundial.

Mientras tanto, la UNASUR y la CELAC lamentablemente demoran en crear un organismo defensivo regional, con fuerzas de despliegue rápido, que actúen como eficaz factor de disuasión, ante las claras amenazas evidenciadas por EEUU - UE – OTAN, contra nuestra región,  en su peligroso rol neocolonialista del siglo XXI.

 

C.P.N. CARLOS ANDRÉS ORTIZ

ANALISTA DE TEMAS ECONÓMICOS Y GEOPOLÍTICOS

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