UCRANIA ¿ENTRE GRECIA Y YUGOESLAVIA?
Los
sucesos recientes y actuales en Ucrania, si bien con final abierto, y con la
perspectiva siniestra de la prosecución de disturbios, desmanes,
enfrentamientos y deplorables baños de sangre, permiten avizorar algunos
escenarios como los más probables, si bien no cabe descartar algunos otros en
los que pueda desembocar finalmente la severa crisis actual.
Por
supuesto cabe la importante salvedad que estos razonamientos son hechos desde
el lejano observatorio que es la República Argentina, infiriendo los
acontecimientos desde diversas informaciones a las que se puede acceder, más el
panorama geopolítico del que en cambio caben razonamientos más fundamentados en
diversos hechos que van ocurriendo, sobre todo en las tres últimas décadas, sin
omitir por supuesto los hechos históricos, que siempre juegan papeles importantes,
sobre todo los de los dos siglos precedentes, el XIX y el XX.
Claramente
el contexto geopolítico mundial, muestra el ocaso total de la unipolaridad, tan
proclamada, anunciada y deseada por los factores del Poder Mundial que buscaron
imponer el llamado neoliberalismo salvaje (definición de pensadores como el
argentino Walter Graziano, Viviane Forrester y Naomí Klein, entre otros), y
enunciada como fallida profecía por el intelectual corporativo Francis Fukuyama
(norteamericano de origen japonés).
A
la bipolaridad de la guerra fría, que duró casi medio siglo, siguió un
históricamente muy breve período de excluyente unipolaridad, con EEUU como
única superpotencia mundial, con sus socios menores principales la OTAN (UE más
Canadá, y EEUU por supuesto) en lo militar; y sus socios en la triada económica
planetaria la UE y Japón, más en menor medida el NAFTA (básicamente Canadá).
Después
de una década o poco más de unipolaridad, casi sin ser advertido públicamente
por analistas políticos internacionales, afloró con mucha y creciente fuerza el
actual período de la multipolaridad.
EEUU
sigue manteniendo la primacía general, pero su poderosa economía tiene fuertes
signos patológicos, de aparente muy difícil solución, y básicamente está casi
estancada o creciendo lentamente, sin poder solucionar sus graves problemas,
entre ellos los crecientes e inmanejables déficits gemelos (comercial y
presupuestario), el aumento de las actividades especulativas casi sin controles
efectivos, la acentuada concentración de la riqueza y la terrible marginación
de crecientes sectores sociales, situación esta última inconcebible en un país
que concentra casi la cuarta parte de la riqueza mundial.
En
lo social y político, la supremacía absoluta del sector WASP (blancos anglo
sajones protestantes) esta siendo erosionada por los avances de la comunidad
afronorteamericana, y sobre todo por la creciente influencia de los llamados
“latinos” (originarios de la mal llamada Latinoamérica, más correctamente Íbero
América), en su mayoría provenientes de México y América Central, de orígenes
mestizos de pueblos originarios (o precedentes, o indígenas) y españoles,
sutilmente discriminados según viejos prejuicios raciales anglosajones; pero
que en base a altas tasas de natalidad, previsiblemente pasarán a ser la
primera minoría en un par de décadas o poco más. Ese fenómeno fortalece la
realidad bilingüe anglo – hispana, ya muy fuerte en los Estados del Sur de
EEUU. Como seguirá ese complejo combo social es una incógnita, que no sería tan
aleatoria de no existir los problemas político – económicos serios y
socialmente excluyentes.
Esas
diversidades étnicas no serían problema en muchos otros países, pero en EEUU
con su tradición racista, cabe al menos dudar como seguirá el tema.
En
lo militar, si bien mantiene la superioridad de recursos y de tecnología, con
abundantes fondos a disposición de su aparato bélico industrial y operativo,
los hechos permiten visualizar crecientes limitaciones, ante la imposibilidad
de finalizar conflictos que parecen eternizarse (Afganistán, Iraq), con
operativos anunciados, o amenazados y pospuestos, o solapadamente desarrollados
(Siria y otros); y con largas amenazas de intervenciones militares de
potenciales muy altos riesgos, como contra Irán y Venezuela.
En
el contexto actual, la trilogía del poder muestra a EEUU más la subordinada
OTAN casi como un bloque aliado con intereses en común –pero con algunas
discrepancias-, frente a los que se alzan la renacida Rusia de la Era Putin, y
la vigorosa expansión económica de China, que no descuida los aspectos
estratégicos y militares.
Rusia,
consolidando su unidad interior, rehaciéndose en lo económico, y con mucho
énfasis en la modernización y eficiente operatividad de sus fuerzas armadas, rescatadas
de la postración del disolvente período neoliberal (según demostraron los
hechos) de la perestroika y el glasnot, demuestra haberse reconstituido como
gran potencia militar a escala planetaria. Su serena pero firme intervención
impidiendo el planificado ataque a Siria lo demuestra.
Por
su parte, China sigue su vigoroso ascenso tecnológico y económico,
disponiéndose a ser la primera potencia económica en un breve lapso histórico,
mucho antes que lo que los analistas estadounidenses y europeos afirmaban a
comienzos de siglo, cuando se les hizo imposible seguir ocultando el
aparentemente imparable desarrollo chino.
A
la vez, existe uniformidad en diversos analistas al afirmar que la milenaria
potencia en resurgimiento, que es China; a la importancia cuantitativa de sus
fuerzas armadas –casi con seguridad las más numerosas del mundo-, les está
añadiendo rápidamente avances tecnológicos constantes, suponiéndose que sus
inversiones reales en equipamiento bélico son muy superiores a las declaradas.
India,
aliada estratégica de Rusia; Pakistán en similar concordancia con China; más
Brasil, Irán, Sudáfrica, Australia y otras varias potencias regionales,
conforman el cuadro actual de situación multipolar.
En
el caso de la OTAN, más allá de la dupla EEUU – Canadá, las potencias
económicas y militares relevantes son Alemania, Francia y Gran Bretaña, las dos
últimas con arsenales nucleares.
Algunos
analistas afirman que además de EEUU, las principales fuerzas de rápido
despliegue a escala planetaria, las poseen Francia y Gran Bretaña, no por
casualidad viejas potencias colonialistas. Pero claramente Rusia está
disponiendo y ejerciendo capacidad operativa a escala mundial.
En
ese marco de situación global, resulta evidente que nos hallamos ante la realidad
de una nueva guerra fría, prácticamente con los mismos contendientes
principales de la era anterior, pero con otros actores de importancias no
desdeñables, hoy a escalas regionales.
Como
la estrategia de las agresiones e invasiones directas, en varios casos les
resultó muy costosas en bienes y vidas, a las potencias neocolonialistas del
siglo XXI (EEUU más sus aliados-subordinados de la OTAN); resulta muy claro que
diagramaron otro esquema alternativo de intervenciones, mediante operativos
constantes de “guerras blandas” llevadas a nuevos límites muy elaborados
psicológica y sociológicamente –acciones constantes y machaconas de medios de
comunicación “creíbles”, más sus repeticiones en otros medios regionales y
locales, sumados a diversos mensajes sutiles en las diversas formas de
comunicación de la WEB, presiones de las ONGs “internacionales” (manejadas
desde la UE y EEUU), más sus subordinadas “nacionales” (solo por sus
coberturas, no por sus identificaciones ideológicas), y muchas más dóciles ONGs
locales; acciones disolventes de “fundaciones” y otros entes similares, que
alimentan los disconformismos y crean “climas” de tensiones y pretextos de
violencias y desmanes-; y a todo eso se suman actos “convencionales” de guerras
psicológicas, como los comentarios callejeros, las disertaciones de “expertos”
repentinamente aparecidos o reciclados, etc.
Dentro
de esa estrategia de guerras blandas o guerras inteligentes, cabe incluir a las
“revoluciones de colores”, que estallaron “espontáneamente” en Georgia (2003),
Ucrania (2003/2004) y Kirguistán (2005), buscando desestabilizar gobiernos con
el argumento –al menos dudoso- de haber ganado con elecciones fraudulentas. La
reciente prolongada revuelta en Ucrania, tuvo el mismo formato que la anterior.
Tres países muy próximos a Rusia, en los que buscaron instalar gobiernos “pro
occidentales” (neoliberales) afines a la OTAN.
Dentro
del mismo tipo de alzamientos masivos o al menos muy activos, ocurrieron los de
la llamada “Primavera Árabe”, que en varios casos lograron voltear rápidamente
los gobiernos respectivos, y en los casos de estancamientos o fracasos
iniciales de esos procesos revolucionarios (Libia y Siria), la OTAN intervino
directamente en acciones flagrantes de intromisiones (Libia) o dando soportes
logísticos a los insurrectos, los cuales incluyen mercenarios, según fue
denunciado.
Otro
tipo de agresiones, coordinadas entre sectores internos minoritarios pero con
poder económico, muchas veces fuertemente financiadas desde las usinas del
poder neocolonial mundial, es el formato de golpes de mercado; el cual suele ir
asociado con un recrudecimiento de la guerra mediática y con acciones de
violencia callejera, todo con claros fines destituyentes. Tales los casos de
Venezuela –actual-, de Argentina (anterior y otro muy reciente), Tailandia,
etc.
Es
de advertir que la amplia mayoría de los Estados afectados por operaciones de
algunos o todos esos formatos de insurgencias fomentadas y/o financiadas por
los centros del poder neocolonial mundial, son naciones ubicadas en las fronteras
de Rusia y/o China, o son países con crecientemente estrechas relaciones
estratégicas con esas dos grandes potencias no alineadas con la entente EEUU –
UE – OTAN.
En
el caso particular de Ucrania, el gobierno provisorio recién asumido –no
reconocido por el presidente elegido en elecciones-, mostró su total
alineamiento con la UE, e incluso algunos analistas afirman que el designado
presidente cuenta con el aval pleno del núcleo del poder neoliberal mundial, la
Comisión Trilateral y sus organismos asociados. Su rápida decisión de solicitar
un masivo crédito al FMI y la UE, indica la intención de aceptar las conocidas
“recetas” recesivas del FMI, que tanto daño hicieron a las economías menores o
en crisis de Europa (los PIGS y otros), y a las economías de Íbero América.
En
tal caso, Ucrania variará su postura geopolítica, de aliado o asociado de
Rusia, a aspirante a integrar la UE, y con ello a servir de base operativa a la
OTAN, organismo este en abierta confrontación estratégica peligrosamente
latente con Rusia, y en menor escala con China.
Los
dos caminos alternativos que con mayor fuerza parecen vislumbrarse para
Ucrania, son el total alineamiento con la UE, con lo cual su futuro socio
económico previsiblemente la convertirá en una versión parecida a la caótica
Grecia actual, que es un Estado en virtual situación de disolución; o ante
posibles fuertes resistencias internas, un proceso de balcanización en dos
Estados separados, asemejándose eso a lo padecido por la ex Yugoeslavia.
Para
mayor preocupación del mundo, la paz global puede alterarse por la agresividad
creciente demostrada por los “halcones” de EEUU y sus socios europeos –sobre
todo franceses y británicos, más los aprestos españoles similares muy fuera de
foco-, y las posibles acciones defensivas o preventivas que pueda desarrollar
Rusia.
La
declarada intención rusa de crear bases propias en el sur de Asia, en Centro
América y en Venezuela, con la anuencia de esos países, muestra otros
movimientos estratégicos en el tablero geopolítico mundial.
Mientras
tanto, la UNASUR y la CELAC lamentablemente demoran en crear un organismo
defensivo regional, con fuerzas de despliegue rápido, que actúen como eficaz
factor de disuasión, ante las claras amenazas evidenciadas por EEUU - UE –
OTAN, contra nuestra región, en su peligroso
rol neocolonialista del siglo XXI.
C.P.N. CARLOS ANDRÉS ORTIZ
ANALISTA DE TEMAS ECONÓMICOS Y GEOPOLÍTICOS
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