SIN ESTADO NO HAY NACIÓN
Sin un concepto claro y firme de Nación, no hay Patria que pueda
sustentarse y perdurar; y es elemental entender que sin Estado no hay Nación,
pues el Estado es la estructura en la que se sustenta y a partir de la cual puede
desarrollarse y perdurar la propia Nación.
Podríamos decir que el Estado es la argamasa con sólidos acerados
soportes, sobre la que se basa la existencia misma de la Patria.
Todas las Potencias Mundiales y las Regionales, así como las Potencias
Emergentes, poseen fuertes Estados, muy presentes en todos los órdenes de las
respectivas naciones.
Incluso naciones de menores capacidades económicas y geopolíticas, si
tienen en claro el objetivo de Grandeza Nacional y de Defensa y Protección de su
Propio Pueblo, tienen o buscan tener un Estado Nacional fuerte y muy presente.
Solo los cipayos asumidos, los apátridas que lucran con operaciones ilegales
(como las que insólitamente alabó el actual impresentable presidente argentino),
y los anarquistas (que por definición y por prejuicios, odian al Estado); solo ese
tipo deplorable de individuos, atacan al Estado y buscan enanizarlo hasta dejarlo
inerte, o incluso quieren destruirlo.
Por egoísmo reconcentrado que solo mira sus intereses económicos con
visión de estrecho y corto alcance, ese mismo odio al Estado suele ser citado y
pregonado por algunos verborrágicos oligarcas, cuyas limitadas comprensiones
no les dejan ver que es el Estado el que, manejado con patriótico criterio, protege
sus producciones y sus ganancias, proveyendo además la infraestructura para
facilitar las actividades económicas.
Además, es el Estado al cual claman ayudas,
-pese a que lo desprecian- ante catástrofes naturales o los vaivenes de los precios
internacionales de las materias primas que Argentina exporta al mundo.
Por supuesto, esos oligarcas de nulas visiones, no se percatan que, haciendo
causa común con los anarquistas, están creando o favoreciendo las condiciones
de caos socio económico, que es la resultante del odio anarquista puesto a
destruir al Estado.
Totalmente patético, resulta el rol de la mayoría de los uniformados,
quienes siendo empleados estatales con uniforme, por cerrazón mental extrema,
apoyan las acciones de los anarco – libertarios, que buscan destruir al Estado, y
con eso hacer colapsar a la Patria misma; la misma Patria que dijeron jurar
defender, juramento que solo involucionó a la nociva práctica del patrioterismo
de bandera, que se agota en los símbolos patrios, mientras por odio e ignorancia,
apoyan la destrucción nacional.
Pese a que los precedentes son conceptos elementales y claves para
entender y defender el rol del Estado Presente en una Nación Soberana, es
evidente que la destrucción de valores éticos esenciales, y el vaciamiento de
contenidos volcados a la opinión pública, machaconamente impulsados y
fomentados por distintos actores comunicacionales y por acomodaticios y
mercenarios varios que se fueron instalando en las cátedras, en las Fuerzas
Armadas y de Seguridad, así como en diversas entidades sociales y culturales, han establecido muy severos grados de confusiones conceptuales en temas esenciales,
desconocimientos, e incluso promovieron disvalores, entronizándolos como los
objetivos a ser alcanzados.
En ese maremágnum de aberraciones conceptuales y de tergiversaciones
de valores éticos esenciales (entre ellos el Patriotismo), solo así pudo suceder que
el anarco libertarismo llegue al poder formal, y que actúe para destruir por
completo el Estado Nacional, a la vez que lo hace para empobrecer brutal y muy
rápidamente al 90 % de la población…¡y muchos afectados y empobrecidos,
apoyan a los que lo perpetran! Tal el grado de confusiones reinante.
El pueblo parece no haber tomado conciencia aun, del terrible proceso de
destrucción generalizada y de brutal concentración de la riqueza en muy pocas
manos, en una operatoria no solo impiadosa, sino también cargada de intencional
perversidad, pues sus perpetradores demostraron regodearse con las
consecuencias funestas que las intencionales acciones devastadoras ocasionan.
Pueden citarse las defunciones de enfermos a los que se dejó de
suministrarles costosos medicamentos especiales; la miseria generalizada que se
extiende cuan deplorable mancha sobre el tejido social nacional; los desastrosos
indicadores económicos, con parálisis o cierres de plantas fabriles; el freno total
a las muy necesarias obras públicas, sin las cuales se resentirán todas las
actividades socio económicas; el daño intencional perpetrado contra los entes
tecnológicos, como el CONICET; las Universidades Nacionales, CNEA, INVAP, el
INTA, el INTI y la CONAE; y el listado de aberrantes destrucciones intencionales
no se agota en esa breve síntesis.
Tampoco cabe omitir el muy negativo accionar geopolítico, que está siendo
perpetrado por libertarios y sus socios neoliberales, lo cual, en mérito a la
brevedad, será expuesto en artículo separado.
Clara y desvergonzadamente, nos están posicionando como colonia dócil al
servicio del Bloque Atlantista, pisoteando en forma alevosa toda noción de
soberanía y de dignidad nacional.
Todo ello hace evidente que, de mínima, neoliberales y libertarios, nos
quieren transformar en aquella inviable Argentina semifeudal del siglo XIX, y de
máxima buscan la disolución nacional.
Para esto último, cuentan con los apoyos
de ciertas “progresías”, con libretos dictados por ONGs transnacionales, como las
“ecologistas”, indigenistas, y otras.
MGTR. CARLOS ANDRÉS ORTIZ
Analista de Temas Económicos y Geopolíticos
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