ARGENTINA EN SERIO RIESGO DE BALCANIZACIÓN.
SEGUNDA PARTE – AÑOS RECIENTES Y LA CRISIS TERMINAL DE 2001-2002
Si bien el terreno de la disgregación nacional fue preparándose lenta pero sistemáticamente al menos desde 1955 (con el golpe de Estado armado y promovido por Gran Bretaña), a partir del golpe de 1976 los tiempos fueron acelerándose, lo cual como es usual, no fue advertido por sectores civiles y militares que –en muchos casos supuestamente bien intencionados-, resultaron incapaces de analizar desde una clara visión geopolítica, el contexto y las medidas que iban perpetrándose…o fueron directamente cómplices de esas acciones.
La Doctrina de la Defensa Nacional, herencia clara de la Ley Riccheri, fue suplantada por la doctrina de la seguridad nacional, impuesta desde EEUU a toda Íbero América; lo cual significó transformar las fuerzas armadas para la defensa, en meras fuerzas de ocupación, no entrenadas mi mental ni fácticamente para la defensa, que debería ser siempre su rol principal y preponderante. En la Guerra del Atlántico Sur pagamos caras las consecuencias de ese desatino. Pero tan profunda es la colonización cultural, que a más de tres décadas no se hizo el profundo replanteo estratégico imprescindible, ni varió un ápice la mentalidad de buena parte de los retirados, que siguen inmersos en perimidos esquemas de los años ’70 y no son capaces de entender el concepto amplio e integrador de “soberanía”, agotándose en las formalidades del himno y la bandera, negándose a abrir la mente a conceptos claros y bien fundamentados de estrategia y de geopolítica nacional. Confusiones o ignorancias que también abarcan a amplios sectores de la población. Eso se agravó con la nefasta reforma de planes educativos, aprobada en el alfonsinato, que siguió sin cambios hasta 2005, y que al vaciar de contenidos, produjo varias camadas de egresados con notables carencias en Matemática, Lengua (castellano –muchos docentes y profesionales no saben redactar ni una simple nota-), Historia y Geografía. Gente muy ignorante –civiles y militares-, es más proclive a aceptar cualquier aberración, como la disgregación nacional.
Por supuesto no cabe soslayar el accionar guerrillero, disolvente y violento, que formó la segunda manopla de las tenazas con la cual se nos sumió en el estado de virtual guerra civil, “sugerido” por el británico Harry S. Ferns como única alternativa para anular los notables avances socio económicos logrados por Argentina, que cuatro veces nos pusieron en el umbral del desarrollo; avances que
nos alejaban del rol de colonia dócil del viejo imperio, al cual nos habían relegado los retrógrados sectores político-económicos ultra conservadores, que nos manejaron durante más de las 3/4 partes de nuestra existencia, y que son causantes principales del subdesarrollo crónico, de ningún modo acorde a nuestras enormes potencialidades.
El siniestro “proceso” (1976-1983), con la excusa de la existencia real de violencia guerrillera, puso a las retrógradas y económicamente genocidas transformaciones económicas rápidamente perpetradas, bajo el amparo de las bayonetas, transformadas estas en custodios de la implementación del
neoliberalismo en Argentina, que incongruentemente buscaba reeditar el liberalismo a ultranza que se enseñoreó en nuestro país por acción del mitrismo y sus continuadores (1862-1916); liberalismo decimonónico en versión acriollada, que en aquel medio siglo largo dilapidó una excepcional y prolongada coyuntura
mundial, favorable a nuestras exportaciones de materias primas, con cuyas divisas bien se hubiese podido construir la estructura industrial y tecnológica, con la cual transformarnos en una real potencia económica, en vez de esa estructura semi colonial en la cual operábamos como granja principal para abastecer a la industria
extranjera, básicamente británica.
Pero el plan aplicado desde 1976 por Martínez de Hoz y sus continuadores (que habría sido pergeñado por Mariano Grondona, cerebro al servicio de la oligarquía desde 1955), custodiado por la cerrazón mental crónica de los Videla y similares (que el patriota Dr. Julio C. González califica como “entes biológicos”,
claramente asimilándolos a otros organismos descerebrados, como las amebas), iba más allá. Con la excusa (o motivo real) que el movimiento obrero peronista tiene su principal base de sustentación en la industria y en los servicios públicos, buscó el desmantelamiento industrial total, la destrucción de los entes
tecnológicos (o su jibarización acentuada), y el desguace de todas las empresas y entes estatales de servicios públicos; para con ello destruir al sindicalismo argentino…claro está que el objetivo central era desindustrializar a Argentina, para volver a los “buenos tiempos” del país estancia, con patrones omnipotentes y
peones “de pata ‘l suelo”, de los “años dorados” de la todopoderosa oligarquía campera, reforzada ya con las nuevas oligarquías financiera, importadora e intermediaria. El debilitamiento del país, nunca les importó. De eso a la balcanización, hay solo un paso.
El plan económico aplicado desde 1976 no tuvo plazos, tuvo objetivos, y fue siniestramente “bien” pensado y ejecutado. Las tareas de ablande de la opinión pública (tan advenediza, tan superficial y fácilmente manipulable, sobre todo en sectores “despolitizados” –léase acomodaticios o muy superficiales-) de la voluble clase media, calaron hondo; y esas tareas psicológicas de zapa, fueron metódicamente perpetradas por los mercenarios de la comunicación al tanto por cuanto y catedráticos cómplices o complacientes; estando a la orden del día el desprestigio sistemático de las empresas del Estado y de todo lo estatal; e incluso más aun, atacando y “poniendo sospechas de ineficiencia” a toda la producción industrial nacional. Por supuesto, que en el marco severamente represivo de esos años, cualquier opinión en contrario, por más bien fundamentada o moderada que fuera, era rápidamente catalogada de “subversiva”, lo cual implicaba
automáticamente el riesgo de engrosar las listas de desaparecidos, o de muertes “accidentales”, como las del dirigente de Luz y Fuerza Oscar Smith, y del muy querible cantautor Osvaldo Cafrune, entre muchas otras.
En el marco del desprestigio conceptual a todo lo estatal, el accionar neoliberal fue demoledor para desarticular financieramente a todas las empresas y entes estatales, y con ello impedirles desarrollar ninguna tarea mínimamente eficiente. Se obligó a nuestras empresas a asumir deudas externas, cuyas divisas
eran remitidas directamente al Ministerio de Economía de la Nación, para enjugar los enormes déficits fiscales que eran no solo incapaces de achicar, sino que los aumentaban desaprensivamente, en aquellos siniestros años de plomo, en los que opinar críticamente podía ser suicida. Los brutales endeudamientos, totalmente
desproporcionados e innecesarios, llevaron a déficits abultadísimos e inmanejables a las empresas estatales, que fueron la antesala y la excusa para las posteriores privatizaciones salvajes, las que fueron perpetradas ya en los años de la “partidocracia cleptocrática” de entre los años 1983 y 2001, cuyo período crítico y tristemente célebre fueron los años ’90 (’89-’01).
Mientras que el irracionalmente creciente endeudamiento externo nos ponía en situación de extrema dependencia de la Banca transnacional –con todas las presiones consecuentes, como las visitas de los “virreyes” financieros del FMI, eternos recetadores de medidas recesivas-, la desarticulación de la economía nos dejaba a los argentinos sin trenes, con restringidos y deteriorados servicios aéreos, sin nuevas rutas ni menos aun autovías, con escuelas con contenidos degradados y con las escuelas técnicas virtualmente desaparecidas o muy vaciadas de materias técnicas, con servicios sanitarios deficientes, con desocupación creciente y salarios
a la baja acentuadamente, con la emigración como aparente única “solución” para científicos, profesionales y trabajadores comunes, con miseria creciente, y con la diáspora de las economías provinciales excluidas del núcleo central de la Pampa Húmeda empobrecidas y sin futuro aparente; en un contexto siniestro y
desalentador, que se completó con la “rendición incondicional” pactada por Menem-Di Tella ante Gran Bretaña, que significó el desarme sistemático y el poder de veto británico ante cualquier intento de compra de equipamiento para nuestras “Fuerzas des-Armadas” y el desguace de Fabricaciones Militares y el freno total a las construcciones de aviones, barcos y submarinos; las que para completar no se sacudieron el lastre de la ideología liberal tan asumida en diversos de sus estamentos…incluso manteniendo la enfermiza anglofilia que siguen demostrando partes de las altas oficialidades de la Marina…tal lo prueban al menos dos libros
editados después de la guerra (*).
Fue en esos años, en los que muchas aberraciones conceptuales fueron acuñadas para avalar los desmanes socio económicos neolibe rales, y sus consecuentes presiones a nuestra balcanización.
- Se pasó a llamar “gasto público” a toda erogación presupuestaria, sin diferenciar las partidas de inversiones genuinas –por caso de obras públicas- de los meros gastos corrientes. Esa felonía conceptual se refuerza con la supuesta “necesidad” de “reducir el gasto público”, negándose el rol dinamizador del presupuesto en su rol contracíclico, como lo demostró el keynesianismo, y como lo experimentó Argentina para salir de la crisis terminal de 2001/2002.
- En vez de “economías provinciales” se pasó a usar el difuso concepto de “economías regionales”, del cual no por casualidad se excluyó a la región central de la Pampa Húmeda, única privilegiada del conservadurismo rampante.
- Complementariamente con lo precedente, se comenzó a utilizar el
agresivo y degradante concepto de “provincias inviables” para englobar a todas las excluidas del núcleo agro ganadero tradicional. Y de lo inviable a lo descartable solo hay un pequeño paso, que conduce a la pasiva desarticulación territorial.
- Al final de esos siniestros años, a la par que se repetía que la deuda externa era impagable (pero nadie cuestionaba ni a los que la contrajeron como funcionarios-comisionistas ni a los prestamistas que la permitieron crecer descomunalmente); y a la par se repetía que la única salida posible era canjear deuda por territorios. Una infamia, que incluso dos viejas (literalmente) conductoras de TV promocionaban como que “no hay alternativas”, postura acorde a su revulsivo conservadurismo, elitismo excluyente y a otras acciones “non sanctas” (como fraguar la compra de un costoso auto por parte de un discapacitado insolvente, para comprarlo sin impuestos, tal como perpetró “La Susi”), y un sinnúmero de actitudes retrógradas y oligárquicas de “Mirtha”. Todo eso conducía a la desintegración territorial.
Ese severísimo contexto de caos económico y descontento social creciente, nos llevó a la crisis terminal de fines de 2001, que puso en jaque a la gobernabilidad, situación en la cual el establishment apostaba a una supuesta “solución” solo después de una feroz guerra civil que consideraban no solo inevitable, sino seguramente también “necesaria”, después de la cual la balcanización en media docena de republiquetas dóciles y muy manejables por el poder transnacional, era la consecuencia final. Esto, que a muchos “bien
pensantes” les parece una rotunda exageración, no solo tuvo muchos indicios muy claros, sino que incluso lo escuché en una expresión “off the record” de uno de los que actuaron en tareas gubernativas cuando se intentaba recomponer el caso post 2001.
Completando el cuadro de disgregación, las acciones de zapa de diversas ONGs y Fundaciones británicas, europeas y de EEUU (pseudo ecologistas, ultra indigenistas, derecho humanistas y otras), sumaron sus crecientes y poderosamente financiadas campañas, en las que con sutiles mensajes promueven la aceptación del subdesarrollo crónico, la pérdida total de valores nacionales y el
descerebramiento masivo, para el cual están tan preacondicionados muchos sectores de las clases medias, con muy deficientes formaciones a consecuencia de la antes citada reforma educativa, y del martilleo constante de los medios de comunicación corporativos, amén en muchos caso del copamiento del ámbito
académico por personeros del neoliberalismo rampante y acomodaticios varios.
En la Tercera Parte se analizará el muy preocupante cuadro de situación actual.
(*) “El Colonialismo Intelectual” – Fernando A. Milia // ”Breve Historia de las Batallas Navales” – Enrique González Lonzeime.
Como es usual en estructuras rígidamente jerárquicas, es impensable que ambos libros fueran editados sin el visto bueno de los niveles superiores de la Armada Argentina. Es decir que compartieron los conceptos de anglofilia rampante, escritos después de 1982. Prueba muy clara del profundo proceso de colonización cultural que también afecta severamente a las Fuerzas Armadas, en este caso La Marina.
MGTR. CARLOS ANDRÉS ORTIZ
Analista de Temas Económicos y Geopolíticos
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