domingo, 29 de noviembre de 2015
DEBEMOS COMPETIR – ESA HISTORIA YA LA CONOCEMOS
Recientemente, entre las muchas expresiones del electo presidente Macri, una de ellas pasó casi desapercibida, pues aparentemente no fue objeto de ningún comentario en los diversos medios de comunicación.
Casi como al pasar, entre muchos comentarios y anuncios, soltó una frase que tiene claras reminiscencias con el infame “proceso” y la también muy infame década del ’90. Dijo, conceptualmente, “la industria deberá competir”, lo cual traducido al lenguaje crudo y corriente, significa que deberá soportar una feroz competencia de la avalancha de productos importados, que será segura consecuencia de la apertura aduanera total.
Y esa competencia desigual, implica con seguridad, cierres masivos de fábricas argentinas; desnacionalización de nuestra economía; desocupación masiva, patológica y creciente, con miseria generalizada y consecuente regresión acentuada en los niveles de distribución de los ingresos (léase concentración de la riqueza); saldos marcadamente desfavorables en la Balanza Comercial, que repercutirán directamente en la Balanza de Pagos, lo cual a su vez implicará la “necesidad” de cubrir esos déficits con nuevo endeudamiento masivo, lo que a su vez operará como un siniestro condicionante que atará toda posible decisión soberana en los años subsiguientes.
Desprotección total del mercado interno, bajo el falso subterfugio de la “eficiencia” y “competitividad”, ha sido una de las piedras angulares de las medidas económicas del oligarca rural Martínez De Hoz, apenas usurpado el poder por parte de Videla y sus cómplices pretorianos y civiles, del cual uno de los “méritos” principales fue destrozar casi por completo la anteriormente floreciente e importante industria argentina.
Pero esta vuelta a la “organización nacional” con reminiscencias mitristas (o sea alineada incondicionalmente con las potencias hegemónicas tradicionales –hoy EEUU-UE y socios directos, como Canadá, Japón y otros-), de economía exclusivamente primaria (sin industrias y sin entes tecnológicos importantes), con estructuras sociales y económicas fuertemente sesgadas a la profunda desigualdad, y con carencia de visión geopolítica propia al operar como mera colonia económica con “formalidades” de Estado independiente; tiene otras connotaciones que previsiblemente serán mucho más perniciosas y difíciles de erradicar, pues está en marcha el TLC (Tratado de Libre Comercio) con la Unión Europea, el cual claramente puede ser calificado como el nuevo Estatuto Legal del Coloniaje, rememorando aquel del infame Pacto Roca-Runciman, de 1935.
Ese TLC, con cuya aprobación ya está relamiéndose la Unión Europea, funcionará como cadena de transmisión con la cual la UE nos endosará la actual profunda crisis social y económica que la afecta, que es directa consecuencia de la aplicación de políticas económicas liberales en el viejo continente.
¡Y por supuesto, los europeos declaman “libre comercio” mientras siguen levantando barreras que nos impiden las exportaciones agropecuarias que compiten con su subsidiado sector rural, y nos cierra sus mercados a nuestros muy competitivos biocombustibles! Muchos “comunicadores especializados” de economía y de temas agropecuarios, omitieron siquiera mencionar que esas barreras arancelarias contra nuestras exportaciones de biocombustibles, fueron levantadas en Europa, en clara operación de represalia, cuando el Estado Argentino, en una indudable acción de rescate de soberanía, decidió renacionalizar el 51 % de la petrolera estatal YPF, la cual fue extranjerizada por treinta miserables denarios de traición a la patria, en los feroces años ’90, en operaciones perpetradas por el grueso de los mismos integrantes designados del futuro gabinete presidencial.
Detrás del TLC con la UE, vendrá prontamente la alineación con el bloque del Pacífico, que es un ALCA remozado- ¡Más “libre comercio”, más miseria para nuestros países!
Muy negros nubarrones de miseria generalizada, de primarización forzosa de nuestra economía, de desocupación masiva, bajas de salarios reales, y de involución geopolítica a una situación de servil coloniaje respecto a las potencias tradicionales y a la Banca transnacional, son algunas de las claras perspectivas que concreta y claramente pueden avizorarse, de acuerdo a las medidas a tomar ya anunciadas, otras sutilmente volcadas como trascendidos, y de acuerdo a los antecedentes del equipo de gobierno electo y sus colaboradores ya anunciados.
Lamentablemente, grandes sectores de la políticamente volátil clase media, incluso muchos profundamente confusos de las capas populares, y amplios sectores supuestamente “nacionalistas” superficiales (muy confusos patrioteros de bandera), siguen sin entender ni un ápice de la realidad, que tan claramente y amenazadoramente se nos está mostrando.
MGTR. CARLOS ANDRÉS ORTIZ
Analista de Temas Económicos y Geopolíticos
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