jueves, 17 de septiembre de 2015
URUGUAY RECHAZÓ LA ESCLAVITUD DEL LIBRE CAMBIO
Parece un confuso juego de palabras, pero es una decisiva actitud, la asumida por Uruguay, ante las presiones y embates sostenidos por hacer claudicar ante los poderes financieros y económicos transnacionales, a la pequeña nación Del Plata.
El tratado de “libre comercio” (en inglés llamado TISA) que sectores internos uruguayos “fenicios” (comerciantes que solo ven egoístas beneficios propios cortoplacistas, y omiten toda consideración estratégica y de largo plazo) y algunos crédulos del discurso liberal, buscaban hacer aprobar al como sea, afortunadamente fue rechazado por mayorías políticas que entendieron y reaccionaron a tiempo, ante el neoesclavismo institucionalizado que significan los acuerdos de “libre comercio”, que los poderes financieros y corporativos transnacionales –con los apoyos de las potencias tradicionales del G 7-, buscan implementar a escala mundial.
La incorporación de Uruguay al TISA, sumado al acoso neoliberal sobre Brasil, las presiones del establishment ultra conservador de Argentina, y el nunca dejado de lado “libre cambio” del Paraguay (que en ese contexto crece, pero no se desarrolla), hubiese podido transformar en letra muerta al Mercosur, y hubiese afectado seriamente a la Unasur y potencialmente a la Celac.
A la vez, las presiones disociadoras ejercidas sobre Sudamérica, que claramente tienen el objetivo de “volver a disciplinarnos” en el patio trasero de EEUU y la UE, significan un tiro por elevación, que intentan debilitar al BRICS (al afectar a uno de sus componentes), y también bajar el tono o convertir en depreciados convenios, a las alianzas estratégicas que Rusia y China anudaron con los principales países de nuestra región, y en particular Argentina y Brasil.
Debe recordarse que el caballo de Troya del “libre comercio” es la eterna excusa que las potencias tradicionales (EEUU, Gran Bretaña, Francia, Japón y otros), pretenden utilizar para desmontar nuestros procesos de desarrollos tecnológicos autónomos, y volvernos nuevamente economías primarias, desindustrializadas e inconexamente desestructuradas; con lo cual volveríamos al decimonónico rol de simples proveedores dóciles de materias primas, y en receptores indefensos de las crisis económicas que la especulación financiera desenfrenada produce en el hoy algo alicaído “primer mundo”.
Por supuesto, el concepto de “primer mundo” está muy relacionado con el G 7 (EEUU, Canadá, Gran Bretaña, Francia, Alemania, Italia, Japón) y otros aliados/subordinados a esas potencias tradicionales; y es un concepto que se contrapone al hoy poco utilizado del “tercer mundo”, eufemismo que quiere decir mundo subdesarrollado.
Respecto a la hipocresía del concepto de “libre mercado”, es de recordar que la Unión Europea, mantiene sus férreas medidas proteccionistas que impiden el acceso de nuestras muy competitivas producciones de alimentos, así como respecto a nuestras producciones de biocombustibles, descaradamente clasificadas como incursas en procesos de dumping (precios subvencionados para exportar), lo cual es demostradamente falso. Y EEUU aplica similares criterios también para cerrar su mercado interno a nuestras carnes y otros alimentos que podemos producir más eficiente y económicamente que ellos. ¡Claras medidas de doble discurso, “librecambista” para inundarnos con sus exportaciones, pero restrictivos y proteccionistas en las áreas que les interesa subvencionar, como la agricultura “comunitaria” (Europea)!
Debemos avanzar en medidas que favorezcan el desarrollo pleno de todos los socios del Mercosur, Unasur y Celac, como algo necesario, imprescindible; pero además como reaseguro que no nos insertarán nuevos caballos de Troya del disolvente “libre mercado”, con el que nos quiere volver a subordinar a los dictados de los globalizadores a ultranza, que bajo diversas excusas buscan diluir los poderes fácticos de nuestras naciones, y disolver nuestras necesarias alianzas regionales, instrumentos imprescindibles en el mundo de grandes bloques regionales que indudablemente muestra la geopolítica del siglo XXI.
MGTER. CARLOS ANDRÉS ORTIZ
ANALISTA DE TEMAS ECONÓMICOS Y GEOPOLÍTICOS
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