CARTA ABIERTA A ADOLFO PÉREZ ESQUIVEL
A propósito de una desafortunada
carta abierta dirigida a la Presidencia de la Nación y a los Gobernadores de
Misiones y Corrientes. La presente es escrita en el simple carácter de
ciudadano argentino preocupado por el desarrollo socio económico nacional y el
futuro de Nuestra Patria.
Muy devaluado por cierto se encuentra
el Premio Nobel de la Paz, pues el antes preciado galardón –claramente objeto
de fuertes presiones por parte de diversos grupos de poder transnacional-,
entre otros fue entregado a Henry Kissinger (uno de los más conspicuos miembros
del establishment “occidental”, grupo que instigó bombardeos indiscriminados a
Vietnam), y a Obama (claramente un instrumento de los mismos grupos de poder
mundial, y ejecutor de las matanzas y agresiones contra Iraq, Afganistán,
Libia…y Siria, sin olvidar otros hechos de larga enunciación).
Y por cierto que el Premio Nobel de
la Paz no es un salvoconducto para opinar a troche y moche, sobre temas en los
cuales se evidencia una ignorancia supina, cuando no un pensamiento dogmatizado
y carente del necesario rigor científico; tal como ocurrió con Pérez Esquivel
al incursionar osada o irresponsablemente en la temática energética, y sus
vinculados aspectos sociales, económicos, ambientales y geopolíticos.
Demostrando su nula formación en la
temática energética y ausencia de informaciones objetivas, vuelve a utilizar el
gastado argumento según el cual “ya no se construyen represas en países
desarrollados”, omitiendo el grueso dato que esos países no siguen construyendo
hidroeléctricas, pues virtualmente no les queda río o arroyito por utilizar,
dado que ya las construyeron todas las posibles. Dicho en castizo más claro y
directo: no es que “no quieren” seguir construyendo…¡no tienen donde! De allí
que tengan que forzar la utilización de otras energías, pues no pueden ampliar
sus ofertas hidroeléctricas, que son sin duda las más económicas y menos
contaminantes.
Las plañideras argumentaciones
“sociales” y “ambientales” que cita el nobelizado al final de su breve e
inconsistente misiva, están en línea con el ecologismo fundamentalista, el
mismo que claramente “recibe letra” de poderosas ONGs transnacionales –no por
casualidad británicas, pues al viejo imperio desde siempre le conviene una
Argentina débil, subdesarrollada y fácilmente manipulable-; y todo ello es el
discurso “ecológicamente correcto”, comprado tan fácilmente por gente bien
intencionada pero mal informada, como por los típicos “progresistas teóricos”,
esos con discursos llenos de estentoriedades, pero que a la hora de la verdad
siempre terminan alineándose con las posturas más recalcitrantemente
antinacionales, y por ende afines al ultraconservadurismo más recalcitrante.
Vieja historia de “izquierdas”
siempre funcionales de las “derechas” que dicen aborrecer, mientras que en los
hechos se unen sin asco, con tal de poner palos a la rueda a toda iniciativa
afín a los Intereses Nacionales. Ejemplos de eso sobran en nuestra historia, y
ahora lo repiten los fundamentalistas de la ecología, cuyos inconsistentes
dogmas hace suyos Pérez Esquivel.
Pero curiosamente el nobelizado
opinante antirrepresas, omite que los progresistas en serio (los que son
consecuentes en sus acciones con sus ideas), como por ejemplo Rafael Correa, de
Ecuador; y Lula, no se dejaron llevar por los huecos dogmas antirrepresas ni
otros por el estilo. Ecuador (que produce más petróleo y gas que lo que
consume), tiene en marcha un ambicioso plan de construcción de media docena de
grandes hidroeléctricas, para suplantar usinas térmicas y apuntalar el
desarrollo. En Brasil, Lula pudo incorporar a la clase media a centenares de
miles de personas, mediante políticas activas, posibles por el formidable
crecimiento brasileño, que se sustentó en su enorme infraestructura
hidroeléctrica, que llegó a superar el 90 % de su matriz eléctrica,
economizando cuantiosas cantidades de valioso petróleo, suministrando
descomunales volúmenes de limpia y económica energía hidroeléctrica.
Ejemplos similares sobran en el
mundo, en países con distintos sistemas político-económicos, pero con claro
sentido de lo Nacional. Para ilustración de los “progres” podemos citar a
países “socialistas”, como China (que apuesta fuertemente a la
hidroelectricidad, sin desdeñar otras fuentes para sostener su creciente
demanda; a Vietnam, que tiene varios proyectos en construcción; a la Nicaragua
de Ortega, con varios proyectos hidroeléctricos en marcha o prontos a comenzar,
etc. ¡Y son todos países ubicados en zonas tropicales o subtropicales, supuestamente
“prohibidos” para la energía hidroeléctrica (otra de las repetidas falsedades
antihidroeléctricas).
¿Entenderá el erróneo opinante
nobelizado, que no hay peor contaminación que la producida por la miseria
extrema, que para salir de ella debemos desarrollarnos, que no hay desarrollo
posible sin abundantes y crecientes cantidades de energía eléctrica, y que la
energía más limpia y económica es –precisamente- la hidroeléctrica?
Críticos inconsistentes como el aquí
mencionado, solo pasan a ser promotores del subdesarrollo crónico. Adviértase
que no proponen ninguna alternativa concreta y viable. Es porque de hecho no
existen. ¡Así de simple!
C.P.N.
CARLOS ANDRÉS ORTIZ
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