PROBLEMAS ENERGÉTICOS EN EL CONTEXTO
MACRO ECONÓMICO
El tema da para escribir un voluminoso
libro, y de hecho es un largo capítulo de mi tesis acerca de la evolución del
Sector Eléctrico Argentino. Pero en mérito a la brevedad, indico seguidamente algunos
aspectos de suma importancia, “casualmente” omitidos por muchos deformadores de
la opinión pública, y por los expertos “energéticamente correctos”
reiteradamente convocados por los medios.
En los últimos años, el centro de las
opiniones críticas a las políticas energéticas de la heterodoxia económica
aplicada desde 2003 en adelante, provino del autodenominado grupo de Los Ocho
Ex Secretarios de Energía de la Democracia (SIC), pomposa denominación para
denominar al período comprendido entre 1983 y 2003, lapso de tiempo también
calificado como el de la partidocracia cleptocrática. Denominación acorde a
hechos y consecuencias de tan desastrosas gestiones, que primero prepararon el
terreno (continuando las acciones iniciadas por la nefasta dupla Videla –
Martínez de Hoz y sus “Chicago’s Boys”), y luego concretaron las
“privatizaciones”, en condiciones vergonzosas, de casi todo el Patrimonio
Estatal, provocando después la tremenda crisis socio económica terminal de
2001/2002, de la cual emergimos casi milagrosamente.
Esos 8 ex Secretarios de Energía de la
Nación, fueron partes activas del destructivo neoliberalismo de la hiper
ortodoxia económica, que destruyó la economía y el tejido social argentino,
preparando las condiciones para la regresión a una economía atrasada, primaria
y pastoril, con grandes sectores sociales excluidos, para lo cual sin duda las
necesidades del mercado eléctrico argentino apuntaban a consumos reducidos, con
un Estado ausente, sin ninguna planificación (lo cual es absurdamente suicida
en el Sector Energético), dejando todas las iniciativas libradas a “los
mercados” (operadores privados argentinos y extranjeros de todo tipo), para los
cuales la prioridad excluyente era “hacer caja” lo más rápidamente posible, y
el horizonte futuro rara vez iba más allá de un año.
Dentro de ese desmadre
institucionalizado, sucedió la grave crisis eléctrica de 1988/89, caracterizada
por la absoluta inacción y falta de ideas, de quienes hoy precisamente se auto
erigen en jueces y censores, desde un supuesto Olimpo impoluto e incontestable,
siendo que en rigor fueron artífices del caos energético y de la patológica
orientación acentuadamente termoeléctrica de nuestra Matriz Energética,
dejándonos a merced de los proveedores de petróleo y gas, privados y/o
extranjeros, pues también fogonearon los desguaces o ventas a precios viles de
YPF, Gas del Estado, Agua Y Energía Eléctrica y otros valiosos patrimonios
energéticos.
No solo paralizaron ignominiosamente
durante el alfonsinato al muy valioso Plan Nuclear Argentino, sino que avalaron
con acciones y silencios cómplices las acciones de desguace total del sector,
que Cavallo y sus colaboradores pretendieron perpetrar durante el menemato y el
delarruato.
Con injerencias generales e incluso
específicas en algunos casos, llevaron a Yacyretá a un indefinido estado de
obra paralizada funcionando al 60 % de su capacidad, incurriendo en enormes
lucros cesantes por energía no generada, y destruyendo los álabes de las
turbinas, por hacerlas funcionar fuera del rango de diseño. Acorde a la
insensibilidad neoliberal, las obras de contenido social en las márgenes
vinculadas a Yacyretá, entraron en un impasse con visos de ominosa permanencia
indefinida. Incluso pretextaron una supuesta superabundancia de energía
eléctrica, para intentar vender a Brasil toda la enorme producción
hidroeléctrica de Yacyretá, lo cual nos habría obligado a quemar más de 5.000
millones de litros de diesel oil o combustibles equivalentes. Negocio que
habría sido excelentes para los generadores privados y los importadores de
combustibles, pero ruinoso para el país.
Mientras Lapeña y sus seguidores
practicaban prestidigitación energética engañosa con las irrelevantes micros
turbinas hidroeléctricas, postergaban indefinidamente la conexión de Misiones
al SADI (Sistema Argentino de Interconexión). No se construía ni un metro de
gasoductos para el mercado argentino (con casi el 50 % de población
desabastecida de ese vital insumo), pero con inaudita premura se consumaron 10
gasoductos para bombear apresuradamente nuestras reservas a Chile, Brasil y
Uruguay, con los privados “haciendo caja” y provocando el desabastecimiento que
por lógica llegó al vaciarse nuestras reservas gasíferas. También “hicieron
caja” con las reservas petrolíferas.
Las inversiones en redes de alta
tensión, en refinerías, en exploraciones de nuevos pozos de petróleo y gas, en
nuevas hidroeléctricas, y otras áreas energéticas importantes, brillaban por
sus ausencias. Mientras tanto, los contratos con generadores privados, que montaron
múltiples usinas a gas, incluyeron cláusulas de rentabilidades aseguradas,
montando una curiosa “eficiencia” privada armada sobre la base del riesgo
empresario nulo, a costa del desvencijado Estado, y con los usuarios cautivos
del desmadre.
Más aún, todo el entramado legal y
reglamentario de esos años, fue concebido para favorecer en forma leonina a los
operadores “privados” (algunos de ellos entes estatales extranjeros),
impidiendo en grado sumo las reversiones del cuadro de situación, al dejar
atada a Argentina a eventuales juicios ante el CIADI, ente del Banco Mundial
claramente inclinado a favorecer los intereses transnacionales en desmedro de
los legítimos Intereses Nacionales.
Muy posiblemente los contratos de
concesiones de EDENOR, EDESUR y EDELAP, tienen esas cláusulas de garantía a
favor de los privados (léase en contra del Estado y de los usuarios), que
eventualmente dificultarían las renacionalizaciones, al dejar la puerta abierta
a juicios ante el CIADI.
Tampoco puede omitirse que en sus gestiones
en la Secretaría de Energía y en la Comisión Nacional de Energía Atómica, Jorge
Lapeña debió ser el impulsor de los irracionales esquemas de despachos de
cargas, que imponían sucesivas paradas y arranques a las dos centrales
nucleares, siendo que son máquinas diseñadas para funcionamiento constante y a
plena capacidad. A consecuencia de esas negativas órdenes, las dos centrales se
averiaron seriamente, justo cuando hubo un período de baja hidraulicidad en las
principales cuencas hidroeléctricas, y falta de reserva en las usinas térmicas,
esto último por deficientes inversiones en reparaciones y en requipamientos.
Todo eso provocó la severísima crisis
eléctrica de 1988/89, ante la cual, a estos hoy verborrágicos críticos,
virtualmente no se les cayó ni una idea para actuar y solucionar, cuando tenían
responsabilidades ejecutivas. ¡Es tan fácil criticar hoy, pretendiendo olvidar
semejantes desmadres cometidos por esos mismos críticos, incurridos por
inacciones, impericias y/o por mantener a ultranza los recesivos esquemas
neoliberales, pro térmicos a ultranza y sumamente pobres en inversiones, en
planificaciones (ausentes) y en esquemas reales de Grandeza Nacional!
Cabe citar el facilismo verbal de
Montamat, hoy “preocupado” por las carencias de hidrocarburos, siendo que él
mismo fue pieza clave en los procesos de privatizaciones salvajes que nos
privaron de la propiedad y del manejo de nuestras empresas hidrocarburíferas y
de nuestras por entonces importantes reservas de petróleo y gas natural. ¡Si
hasta en un artículo tuvo la osadía de afirmar que como “nos fumamos el
petróleo” (más bien “nos fumaron” los privatistas como él) ahora podemos
producir hidrógeno para reemplazarlo (lo cual es un disparate, habida cuenta
del estado de escasa maduración de esa tecnología y de sus altísimos costos)!
¿Tienen acaso estatura moral y una
trayectoria exitosa, esos 8 ex SEE, u otros críticos a ultranza del
establishment, como para “dar cátedra” de buenos manejos energéticos; si cuando
actuaron y se aplicaron las ideas que pregonan, incendiaron el país y lo sumieron en la peor crisis de
nuestra historia?
Por supuesto, no es cuestión de una
defensa a ultranza de los esquemas energéticos implementados desde 2003 en
adelante, ni de caer en la simpleza de afirmar que no hubo errores o falencias
en los últimos años. Pero tampoco es admisible la ingenuidad de montarse sobre
las críticas fáciles, para hacerles el caldo gordo a los que quieren
reinstaurar al como sea, el poder oligárquico y antinacional del más crudo e
insensible neoliberalismo apátrida.
C.P.N.
CARLOS ANDRÉS ORTIZ
INVESTIGADOR
DE TEMAS ECONÓMICOS Y GEOPOLÍTICOS
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