CRECE FUERTEMENTE LA DEMANDA
ELÉCTRICA - ¡NECESITAMOS MÁS USINAS!
Tal
como era previsible, y como sucedió en los años precedentes, al llegar las
sucesivas olas de fuerte calor, sobre todo en las regiones más pobladas de
Argentina, la demanda eléctrica volvió a tener sucesivos picos de demanda,
superándose a si misma y estableciendo nuevos récords absolutos de demanda
puntual de electricidad.
En
circunstancias como esta, en que la realidad muestra los acentuados y
constantes crecimientos de la demanda eléctrica, es necesario recordar las
numerosas distorsiones e incluso asombrosos disparates sin ningún asidero, que diversos
opinantes en forma tajante afirmaron, desde un supuesto crecimiento lineal
(constante) y muy moderado de la demanda; hasta audaces afirmaciones, que poco
más de una década atrás pretendían mostrar a Argentina como potencial fuerte
exportador de energía eléctrica; otros que con amañadas argumentaciones pseudo
científicas pretendieron imponer criterios de escasísimos porcentajes de aumentos
de la demanda, componiendo amañados “escenarios energéticos” de corte
ecolátrico fundamentalista; y como es recurrente, algunos audaces que opinando
desde la filosofía ¿¡!?, la antropología y la sociología (o incluso desde la
pura dureza doctrinal anarco –marxista) llegaron a abogar por una
descolgadísima postura de crecimiento cero, o por trasnochadas “alternativas”
sin sustento real, adoptando absurdos planteos afines al ecologismo cavernario
transnacional.
En
apretadísima síntesis, cabe recordar:
· Recurrentes informes de especialistas
energéticos afines al neoliberalismo, así como de autocalificados “periodistas
especializados” y otros opinólogos varios, repitieron que “Argentina necesita
incorporar 1.000 MW anuales desde ahora”, obviando explicar que el crecimiento
de la demanda eléctrica (como otros indicadores socio-económicos) es siempre
exponencial, nunca lineal. Eso es ocultamiento (presuntamente malicioso) de
información, confundiendo a la opinión pública, e incluso en el marasmo
comunicacional neoliberal, embrollando a no especialistas que pueden llegar a
tener poder de decisión en el tema, lo cual puede ser funesto.
·
Con
evaluaciones muy superficiales, o incluso sin ellas, algunos “analistas
especializados” redujeron esas previsiones de crecimiento de la demanda, a un
escuálido 50 % del valor precedente, o sea solo 500 MW por año, tampoco
especificando que la curva es exponencial.
·
Cuando
las masivas inversiones en usinas a gas temporalmente lograron cubrir
ampliamente la débil demanda eléctrica de los recesivos años ’90, no faltaron
algunos opinantes desaprensivos, que pretendieron colocar a Argentina en el rol
de “fuerte exportador de electricidad”, sin realizar ningún análisis de
evolución de la curva histórica de demanda de Potencia y Energía.
·
Entre
2002 y 2003, cuando la brutal recesión de años precedentes había achatado la
curva de demanda eléctrica, era “eléctricamente correcto” emitir peroratas en
las que se afirmaba osadamente que el abastecimiento eléctrico no mostraba
problemas en el mediano (e incluso en el largo) plazo.
·
No
faltaron ni faltan quienes desde la filosofía, la antropología, la sociología u
otros saberes en nada conectados a la Temática Energética, afirman
incoherencias y disparates de diversos calibres, siempre en tono admonitorio, y
nunca haciéndose cargo de las consecuencias de tan nefasta labor de
desinformación activa y de confusión de la opinión pública.
·
Es
moneda corriente, que acorde a los “pensamientos ecológicamente correctos”,
muchos agresivos militantes del ecologismo cavernario, operen como opinantes
“autorizados” (por lo general sin saberes técnicos ni profesionales) afirmando
muy sueltos de cuerpo que “como hay que detener el crecimiento económico, no
aumentará la demanda eléctrica”. Pensamiento genocida si los hay (¿como se dará
servicio eléctrico y trabajo a las nuevas generaciones?)…además que esos
activistas son los primeros en utilizar cuanto artefacto eléctrico existe, sin
preocuparse como cubrir la demanda (¿¡!?).
· Varias ONGs pseudo ecologistas
transnacionales y sus apéndices locales, presentaron un voluminoso escrito
panfletario, de paupérrimo nivel técnico, lleno de falacias, verdades a medias,
ocultamiento de datos esenciales y otras groseras arbitrariedades, pomposamente
llamado “Escenarios Energéticos Argentina 2030”. Uno de esos gruesos errores es
presuponer bajísimos porcentajes de incremento de la demanda, contra toda
lógica y pese a los basamentos históricos del sector y la realidad técnica
irrefutable. Pero presuponer dos “escenarios” con sendas pobres evaluaciones de
crecimiento de la demanda eléctrica, resultó funcional al descolgado planteo,
que pretende avalar tecnologías meramente complementarias (eólica, solar y
otras) en el rol de usinas de base, para lo cual carecen de aptitudes técnicas.
Respecto
a la supuesta sobreabundancia de energía como para “posicionarnos como grandes
exportadores regionales”, como lo repitieron en 2002 y 2003, voceros y
analistas energéticos neoliberales y otros afines al establishment retrógrado,
pro termoeléctrico y ultra conservador de Argentina, en aquellos años realicé
un trabajo de investigación, el cual describo sintéticamente a continuación.
Proyectando
las curvas de demanda de Potencia Instalada y de Energía Anual, en dichos años
alerté acerca de la crisis por falta de Potencia Instalada, a suceder en 2006.
Entre otros medios, mi trabajo fue publicado en el Boletín Nro. 12 de la
Comisión Nacional de Energía Atómica. Y así sucedió, pese a ser “ninguneado”
por los analistas portuarios, que siempre disponen de mucha prensa adicta.
En
2006 se relanzó el Plan Nuclear y se activaron obras hidroeléctricas, además de
instalarse numerosas usinas termoeléctricas, más algunas de las “nuevas
renovables”. En conjunto hubo una constante y muy significativa ampliación del
parque de generación, logrando abastecer no solo el crecimiento vegetativo,
sino los fuertes aumentos ocasionados por la palpable elevación del nivel de
vida medio de Argentina, así como los crecientes requerimientos de los sectores
industrial, comercial y de servicios.
Algo
tardíamente (de seguro bajo las habituales fuertes presiones del
establishment), la reestatización parcial de YPF marca un profundo cambio
positivo en lo referente a los hidrocarburos, y sus frutos comienzan a verse.
Como
voceros e instigadores del subdesarrollo crónico, no puede sorprender que los
sectores del ecologismo cavernario también se opongan a la explotación de los
cuantiosos yacimientos de petróleo y gas no convencional, además de oponerse en
forma irracional a las usinas hidroeléctricas y nucleares. Pretenden dejarnos
atados a las crónicas masivas importaciones de combustibles, como medio de
frenar nuestro crecimiento y desarrollo.
Sin
desconocer que también faltan inversiones importantes en Transmisión y
Distribución, lo concreto es que necesitamos aumentar significativamente el
parque de generación de Argentina. En énfasis debe estar puesto en las
hidroeléctricas, las nucleares, y en el autoabastecimiento de petróleo y gas
explotando todo, incluso los yacimientos no convencionales. Eólicas, solares y
otras, pueden jugar sus roles de complementos marginales en la matriz
eléctrica.
La
cuarta y la quinta central nuclear deben ser prioridades, así como el reactor
nacional modular CAREM, que puede multiplicarse aportando Potencia Firme en
distintos puntos de nuestro dilatado territorio continental. Lo mismo respecto
a diversos proyectos hidroeléctricos de crucial importancia, como Corpus,
Itatí, Garabí, Panambí, incluso las estratégicas obras de Paraná Medio, y las
del conjunto de la Canalización del Bermejo. Es en la Cuenca del Plata donde
están los grandes caudales hídricos de Argentina, y es acá donde está nuestro
mayor potencial hidroeléctrico. Ello sin perjuicio de otros emprendimientos en
ríos que nacen en la majestuosa Cordillera de Los Andes.
¡El
desarrollo socio económico no es una opción, es una necesidad; y para eso
necesitamos contar con muchas más usinas de grandes potencias, en un Plan
Eléctrico Nacional de Largo Plazo!
C.P.N. CARLOS ANDRÉS ORTIZ
INVESTIGADOR DE TEMAS ECONÓMICOS Y GEOPOLÍTICOS
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