miércoles, 31 de julio de 2013


LA ANACRÓNICA Y CLASISTA SOCIEDAD RURAL

 

         No es ninguna sorpresa la postura fuertemente reaccionaria que volvió a demostrar la SRA, clamando por la reinstauración del liberalismo económico a ultranza con un Estado Nacional ausente, o al menos muy dócil a los “mandatos” de la oligarquía agropecuaria, tal como lograron manejar casi a su antojo los hilos del poder en nuestro país, en la mayor parte de nuestra historia, desde mediados del siglo XIX.

En cada discurso inaugural de la exposición anual que se realiza en el predio de Palermo, el respectivo presidente de turno de la SRA “marca la cancha” y hace alarde del viejo poder que desde el mitrismo en adelante, acumuló esa asociación de grandes terratenientes rurales de la Pampa Húmeda, básicamente de los feudos rurales de la provincia de Buenos Aires.

Sempiternos quejosos de bolsillos llenos, de cuentas bancarias rebosantes, las excusas para montar el escenario con los reclamos de turno pueden variar, y siempre se agravan a tonos admonitorios cuando el respectivo gobierno nacional no se ajusta a pies juntillas a las “órdenes” políticas y los planteos económicos ultra liberales, fuertemente oligárquicos, antiindustrialistas y antipopulares, de los que hace gala desde sus orígenes la asociación de la patronal estanciera.

El eje pseudo doctrinario exhibido en este año 2013, más allá de la consabida catarata de quejas, insultos y demostraciones de exultante soberbia, ha sido afirmar que las retenciones a las exportaciones no existen en ningún lugar del mundo.

La exultante soberbia es propia de quienes se erigieron en dueños del poder político, tomado por asalto en épocas de Mitre y Sarmiento, y mantenido luego sin importar como, y sin hacerle asco a los perjuicios causados a la Argentina, cuyo destino y grandeza nunca les importó nada, mientras cuidaran sus estancias, manejadas como feudos intocables, y mientras no les toquen los bolsillos ni pongan tan siquiera en duda sus privilegios de clase devenida en casta del patriciado latifundista. Pero todo eso amerita un análisis separado, con las debidas bases históricas.

Referente a las retenciones, que gravan las rentas extraordinarias que generan determinadas producciones agrícolas, que poseen rindes y condiciones favorables excepcionales a nivel mundial, es un recurso presupuestario que es convertido en herramienta de desarrollo socio económico; y como tal, ha sido y es aplicado en diversos países del mundo. Por caso, en los países social y políticamente organizados, las rentas extraordinarias de actividades puntuales, son aplicadas a esos fines. Por ejemplo, Noruega, que se vio ampliamente beneficiada con la explotación de petróleo y gas de la cuenca del Atlántico Norte, utiliza buena parte de esas ganancias extraordinarias para preparar a su economía a desarrollar otras actividades para cuando esos recursos no renovables se agoten.

Para los que sueñan con el paraíso del “gran país del norte” (entre los cuales está la vieja oligarquía vacuna -hoy también sojera y cerealera-), es bueno informarles que el portentoso desarrollo tecnológico e industrial que se forjó desde la segunda mitad del siglo XIX, tuvo como basamento inicial la correcta utilización de parte de las rentas extraordinarias de su también excepcional capacidad productiva agropecuaria. Esa fue la gran lucha del presidente Alexander Hamilton, con la extraordinaria colaboración del economista alemán (nacionalizado norteamericano) Friedrich List; y esa lucha por cual sería el modelo de desarrollo a adoptar, fue el desencadenante principal de la guerra civil. ¡Pero claro, allá ganó el norte industrialista, acá en las guerras civiles terminaron ganando los unitarios, antiindustrialistas y cerradamente conservadores, de los cuales el núcleo duro es la Sociedad Rural Argentina, con arcaicos prejuicios cargados de egoísmo de clase y centralismo geográfico!

Existen muchos más ejemplos a escala mundial (como la Rusia de Putin, resurgida como el Ave Fénix, utilizando para ello las rentas extraordinarias de sus abundantes hidrocarburos). Por supuesto, que en todos los casos señalados (y muchos más) se priorizó el Interés Nacional, anulando las presiones de los grupos oligárquicos y retardatarios que todo país tiene, así sea en potencia.

Es muy claro que el eje de las subversivas protestas encabezadas por la oligarquía rural, no tiene que ver realmente por “penurias” económicas, ni con “trabas” a la producción. Las sucesivas cosechas records (aún a pesar de determinadas fugas –contrabandos- de partes de las producciones, que seguramente estarán implementando en nuestras muy porosas fronteras), los aumentos en los volúmenes de ventas de muy costosas camionetas (marcando records con aumentos de producción y ventas que superan el 20 % anual), las enormes ventas de maquinarias agrícolas, y los generosos saldos adicionales que les permiten realizar –a los “pobres” ruralistas- incluso cuantiosas inversiones en sectores como el inmobiliario (Rosario en una muestra de ello, con torres que crecen como hongos, muchas de las cuales fueron financiadas por las excepcionales rentas de la llamada “pampa gringa”); y por supuesto otros indicadores de opulencia, como los viajes al exterior, etc.

Y si las existencias de ganado vacuno no aumentan como el potencial argentino podría hacerlo, los orígenes de ese amesetamiento seguramente podrán rastrearse desde los muy egoístas planteos del entonces ministro (y a la vez funcionario de frigoríficos británicos), el recurrente funcionario Federico Pinedo, quien en plena década infame (1930-1943) afirmaba lo más orondo que “la solución al problema ganadero es mantener la población argentina en 10 millones de habitantes, para mantener la relación de cuatro vacas por habitante”. ¡Ningún criterio geopolítico de grandeza nacional, ningún esfuerzo por aumentar las existencias de ganado, ni de pensar en expandir las producciones a nuevas fronteras geográficas de nuestro dilatado país, ni a nuevas fronteras productivas y tecnológicas…solo el egoísmo ultraconservador, de estilo dieciochesco!

Son de recordar las certeras reflexiones de ese gran argentino que fue Arturo Jauretche: “cuando la oligarquía antinacional critica, es que vamos bien; pero cuidado cuando alaba…eso indica que la cosa va muy mal”.

Hoy la oligarquía critica, con creciente furia y resentimiento…es un muy buen signo.

 

 

C.P.N. CARLOS ANDRÉS ORTIZ

Investigador de temas económicos y geopolíticos

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