jueves, 28 de julio de 2016

METODOLOGÍAS Y OBJETIVOS DEL NEOLIBERALISMO – LA DOCTRINA DEL NEOCOLONIALISMO DEL SIGLO XXI.
El neoliberalismo es una doctrina político-económica que tiene varios factores básicos, que son impuestos por la fuerza de crisis prefabricadas (como la actual en Argentina, antes en México, Corea, Rusia, Tailandia, etc.), por engaños mediáticos masivos (Argentina pasó a ser un caso paradigmático), por estructuras partidocráticas cooptadas por el establishment financiero transnacional (Grecia, España, Francia, Italia, Alemania, etc.), por golpes de Estado mediático-judiciales y/o políticos (Brasil, Venezuela, Paraguay, etc.), o anteriormente por golpes de Estado “tradicionales” utilizando sectores reaccionarios y/o profundamente colonizados mentales de las fuerzas armadas, con participaciones de civiles de las oligarquías locales (como sucedió en Íbero América en los años ’70 y ’80, en Asia y en África).
En forma simple, el neoliberalismo podría definirse como un liberalismo tradicional decimonónico, en una versión recargada y reconcentrada. Sus orígenes parten de los trabajos y las prédicas antiestatistas y ultra liberales de la Escuela Austríaca, con sus “abanderados” von Mises y Friedrich Hayek.
La crisis petrolera que devino en crisis económica mundial, de comienzos de los pasados años ’70, y un fenómeno hasta entonces no previsto, el de la estanflación (estancamiento con inflación), hizo dudar de la validez general del keynesianismo, el cual produjo los llamados “dorados 30”, casi tres décadas de crecimiento económico mundial con mejoras sensibles y crecientes del bienestar general, tanto en las naciones ya industrializadas, como en las emergentes en proceso de industrialización y desarrollo, como Argentina y Brasil.
El respaldo político para poner en vigencia la doctrina neoliberal, vino de la mano del Poder Neoconservador, personificado en su abrupta instalación mundial con los poderosos respaldos explícitos de Reagan y Tatcher, desde fines de los años ’70 del siglo XX.
Convenientemente aderezado con la doctrina político-económica que lo sustenta académicamente, el neoliberalismo busca básicamente los siguientes objetivos.
- Provocar un rápido proceso de brutal concentración de la riqueza, para lo cual apelan a engaños pseudo académicos, como la falaz “teoría del derrame”, según la cual la concentración de riqueza en manos de “empresarios” (en rigor de las oligarquías especulativas y excluyentes), sería “mejor utilizada” y provocaría “crecimiento económico”, cuyos efectos “derramarían riqueza” sobre toda la población. Por los hechos y por la lógica, es demostradamente falso.
- Bajar abruptamente los niveles reales de los salarios, para lo cual una de las “herramientas” es forzar una masiva desocupación, para crear los “ejércitos de desocupados” que forcen los salarios a la baja.
- Destruir las agremiaciones de trabajadores, bajo la excusa de la
“transparencia” en las negociaciones laborales, con lo cual el trabajador individual queda impotente frente al poder omnímodo de la patronal.
- Desarticular los Estados para provocar sus disoluciones, como paso previo a la globalización total (la llamada “globalización salvaje”).
- Privatizar todo, lo cual es sinónimo de extranjerización masiva y dominio de las corporaciones transnacionales, aun de lo elemental, como la salud pública, la educación y los servicios esenciales, como el agua, el gas, la electricidad, etc.
- Desindustrializar en forma abrupta a las nuevas potencias emergentes, para desarticularlas y posteriormente balcanizarlas. Es lo que se intentó en los ’90 en Argentina y se vuelve a intentar ahora.
- Destruir o al menos volver inoperantes a todos los entes estatales vinculados con la creación de tecnología nacional.
- Quitar contenidos a los planes de estudios, para fomentar la ignorancia, el desinterés por los valores nacionales y todo tipo de compromiso social y político, estimulando la superficialidad, el mero pasatismo e incluso los anti valores disolventes de la sociedad humana.
- Limitar fuertemente el acceso a la Universidad.
- Volver a las Fuerzas Armadas y de Seguridad al rol de fuerzas de ocupación al servicio de intereses antinacionales, como ya se hizo en las décadas del ’70 y ’80. Con la desjerarquización, su rol será meramente policíaco, sin funciones ni idea de defensa de los Intereses Nacionales.
- Impedir o desestimular toda iniciativa conducente al bien público, a la solidaridad y al sano patriotismo.
- En nuestros países, de fuerte raigambre católica y cristiana en general, estimular los cultos alternativos, la mezcla de doctrinas religiosas, el descreimiento, y cooptar las cúpulas religiosas e incluso los predicadores y sacerdotes, para hacerlos instrumentos del conformismo extremo y la subordinación a los intereses supra nacionales que manejan la globalización a ultranza.
- Estimular sutilmente las divisiones internas y diversas expresiones de clasismo y de racismo excluyente.
- Instalar como “pensamiento correcto” la pasiva aceptación de la miseria, la exclusión y el fin de toda movilidad social ascendente.
- Limitar la atención de la salud, con lo cual se favorece la morbilidad de diversas franjas etarias y sociales de la población; desprotegiendo sobre todo a embarazadas, niños y ancianos.
- Instalar la partidocracia cleptocrática, preferentemente bajo la forma de un bipartidismo de formato copiado del G 7, en el cual el neoliberalismo y la preeminencia de las corporaciones transnacionales no se discuta ni cuestione. No es casual que busquen instalar un sistema de gobierno parlamentarista, mucho más permeable a las “roscas” políticas de baja estofa que el presidencialismo. Los intentos de instalar el voto electrónico, casi
imposible de controlar maniobras de fraude, no son casuales, repitiendo en versión electrónica las metodologías fraudulentas del voto cantado del régimen mitrista y del fraude institucionalizado de la década infame del justismo y sus sucesores.
- El listado no se agota.
Para implementar al como sea esos objetivos, deben controlar totalmente todas las expresiones culturales, los medios de comunicación, y los planes de estudios en todos los niveles educativos; con un fuere pero sutil sistema de premios y castigos, según las acciones desarrolladas por cada integrante de la población con cierta capacidad de trascender a la opinión pública.
La alienación de la población, implementada mediante el martilleo constante de ideas fuerza que condicionen mentalmente a la población, es un factor clave en todo ese proceso. Para los que no se sometan a ese esquema, las exclusiones y otras presiones son desarrolladas no solo por los organismos “ad hoc”, sino que voluntariamente son asumidas por personas comunes, al estar totalmente cooptados mentalmente y anuladas o muy condicionadas sus capacidades de análisis.
Y para quienes osen denunciar los perversos mecanismos de subordinación cultural, exclusión económica, etc., existe una batería de preconceptos descalificatorios, para tildar sus ideas de erróneas e incluso delirantes.
MGTR. CARLOS ANDRÉS ORTIZ
Analista de Temas Económicos y Geopolíticos

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