LOS MITRO MARXISTAS Y LAS RENOVABLES
Si
bien es conocido que en el mundo, y en Argentina también, debemos apelar a
todos los tipos de energías disponibles…pero, como decían los filósofos
socráticos, “todo en su medida, y armoniosamente”.
Es
ya una opinión generalizada, no solo entre los mitro-marxistas, sino en el
amplio arco del “progresismo”, considerar como lógico que los sectores “de izquierdas”
y por ende opuestos al “capitalismo”, “deben” apoyar a las energías renovables.
Como ese pensamiento pasó a tener valor dogmático para esos usualmente
enfervorizados y poco conocedores opinantes, no solo se niegan totalmente a
escuchar cualquier fundamentado planteo técnico que contradiga las supuestas “ventajas
absolutas” de las energías solar y eólica, sino que son proclives a montar en
cólera desbocada e irracional, ante cualquier atisbo de opinión que contradiga
sus ideas al respecto.
Por
supuesto que el accionar de cooptación mental (que en algunos o muchos casos
alcanza en grado de completa colonización cultural, en procesos de tabla rasa
cerebral), no se ciñe solo a los mencionados sectores del arco político, pues resulta
evidente que muchos jóvenes (o no tanto) de las clases medias altas y altas,
parecieran combatir el hastío de la abundancia económica y la falta de ideales
superiores, enrolándose en ONGs transnacionales, “comprando” el mensaje de “defensa
del medio ambiente”, sin razonar ni investigar acerca de cuales son las
motivaciones y objetivos reales de esos entes, que son apéndices funcionales de
poderosos intereses de las potencias del G 7 –y en Argentina principalmente
ONGs británicas-, como mecanismos de infiltración cultural para imponernos
pautas culturales que nos hagan aceptar gustosamente el subdesarrollo crónico,
y que diluyan todo sentimiento de amor a la patria por un difuso y vaporoso “amor
al medio ambiente”, lo cual es también falso. ¡Claro que todo ello
convenientemente edulcorado con cuidadosos mensajes que pretextan altruistas
objetivos de “salvar al mundo”!
Entre
los activos adherentes del ecologismo fundamentalista, se adscriben con tanto
entusiasmo los mitro – marxistas, las progresías teóricas y sectores de las
clases altas, entre otros; pudiendo distinguirse dos tipos de militantes: los
de base, que si bien suelen tener ideales elevados, no entienden nada y en sus
fanatismos pasan a ser simples “perejiles” manejables; y ciertos sectores
dirigenciales, claramente “profesionalizados”, rentados por las grandes ONGs y
similares, operando como verdaderos mercenarios al tanto por cuanto, o como
displicentes complacientes que encontraron la veta para vivir sin trabajar, más
allá de ciertas actividades que deben cumplir, más afines a la diversión o al
deporte, que a ocupaciones laborales.
Notable
es que los mitro-marxistas no quieran percatarse que con sus acciones de
respaldos a esas ONGs transnacionales, son totalmente funcionales a los
dictados de grandes corporaciones multinacionales vinculadas al accionar de las
grandes potencias “capitalistas”, a todo lo cual tanto dicen aborrecer.
Analicemos
las aristas del tema, con mayor profundidad, incluyendo los aspectos ideológicos
aderezados, que motivan a tantos confusos militantes enfervorizados del
mitro-marxismo ultra ecologista.
Las
bases económicas del marxismo son muy endebles, pues tomó como ciertos los
enunciados de la llamada escuela clásica de la economía, que es el liberalismo
económico; el cual como es sabido se montó sobre una sumatoria de supuestos
jamás demostrados, y otros claramente desmentidos por los hechos.
El
liberalismo fue una doctrina económica elaborada a la medida de la potencia
económica de esa época (Gran Bretaña de fines del siglo XVIII, comienzos del XIX),
justificando –en teoría- el esquema de único país-fábrica, dejando al resto del
mundo el subordinado rol de proveedor de
distintas materias primas.
Todas
las otras naciones industrializadas se transformaron a partir de hacer caso
omiso de las “leyes” económicas liberales, las cuales inducen al subdesarrollo
crónico; pero hoy el subdesarrollo se quiere imponer también por medio del
ecologismo fundamentalista. Por eso los sectores político-económicos liberales
son tan afines al ecologismo cavernario.
Del
mismo modo, el neoliberalismo es la doctrina que es un “traje a medida” para
las grandes corporaciones financieras, industriales y de servicios en general,
siendo al momento de su inicial aplicación, también funcional a las por
entonces principales economías del mundo no comunista, las del G 7.
Ya
en la primera mitad del siglo XIX, Friedrich List literalmente destrozó los
principios del liberalismo, demostrando explícitamente la falsedad de sus
argumentaciones; las mismas entronizadas como “leyes económicas” y “bases del
pensamiento económico”, que es la ortodoxia.
Cerca
de mediados del siglo XX, John Maynard Keynes y Michal Kalecki (separadamente),
fundamentaron la necesidad de profundos cambios en La Economía, pues la
ortodoxia (liberalismo) no pudo encontrar alternativas para salir de las
recurrentes crisis económicas, lo cual dio origen –a la par de las ideas de
List- a la heterodoxia económica.
Pese
a todas esas evidencias que demuestran la inconsistencia de la doctrina económica
liberal, base de análisis del comunismo; y al estruendoso fracaso económico de
la ex URSS, los teóricos del comunismo no parecen darse por enterados, y la
obra cumbre de Marx (El Capital) oficia de “biblia atea” para los dogmáticos
comunistas, haciendo caso omiso de la endeblez económica de su doctrina basal;
como también pretenden darle validez mundial atemporal a una doctrina sustentada
en el análisis de la realidad decimonómica, desde un enfoque eurocéntrico
concebido desde la por entonces principal potencia económica.
La
supuesta vigencia perenne y el carácter profético que le asignan al pensamiento
marxista, como por caso aquella osada frase, repetida por el historiador
británico comunista Eric Hobsbawn, según la cual “el triunfo del comunismo está
ya escrito en los libros de historia del futuro”, solo se sustenta en el
cerrado dogmatismo. Y si alguien duda de la visión europeísta de Marx, es de
recordar que los libertadores de Íbero América, eran a su estrecho criterio,
“simples bandoleros”...
Ante
semejante conjunto de confusiones y de exaltaciones doctrinales de corte
dogmático, con supuesta “validez universal”, no debe sorprender la
habitualmente fuera de foco visión de determinados teóricos locales del
marxismo, tan capaces de repetir largas parrafadas de su “biblia atea” (El
Capital), como incapaces de entender la realidad nacional. Como todo lo ven
desde el limbo marxista, sus elucubraciones están cargadas de teoricismos, en
los cuales rige la concepción eurocéntrica, en un marco de confusiones y
desconocimientos del país real en el cual nacieron y viven.
Los
teóricos marxistas desconocen incluso la historia argentina, pues por
ignorancia, comodidad o simple complicidad, decidieron considerar válidos los
falaces conceptos de la historia “oficial” prefabricada por Mitre y sus
seguidores, corriente historicista luego llamada academicismo, por ser
defendida por la Academia Nacional de la Historia, organismo funcional al
establishment oligárquico antinacional, repetidor de “historias al cuento” y
ocultador de gruesas verdades.
Entre
muchas falsedades y ocultamientos del academicismo histórico, está la paroxista
exaltación como falso prócer de un simple traidor a la patria, como fue
Rivadavia; las ocultaciones de los exitosos enfrentamientos argentinos a las
poderosas flotas agresivas de Francia y Gran Bretaña (combates de Vuelta de Obligado,
Quebracho y Tonelero); y el legado del Sable Libertador, que San Martín envió
como prenda de respeto a Don Juan Manuel de Rosas por esas defensas de la
dignidad y soberanía nacional.
Son
los mismos que juzgan como “tiranos” a Rosas y a Perón, pero miran para otro
lado respecto a los degolladores de gauchos que fueron Mitre y Sarmiento, y
suelen omitir los asesinatos y aberraciones de la “revolución fusiladora”,
entre otros hechos históricos deplorables.
Pero
como los teóricos marxistas son incapaces de analizar la realidad histórica
argentina con ojos y corazón criollo, les es más fácil aceptar las distorsiones
históricas del mitrismo, con lo cual a lo largo de las décadas esos intelectuales
del marxismo apátrida se ganaron los favores de los grandes diarios
tradicionales –ultra conservadores- y de otras poderosas y a veces poco
visibles instituciones que operan al servicio del establishment, y
consecuentemente de las oligarquías a las que poco y nada les importan los
Intereses Nacionales, mientras puedan hacer sus negocios, mantener sus
prebendarios privilegios clasistas, y monopolizar egoístamente el poder real,
así sea como subordinado apéndice de la potencia extranjera de turno.
A
esos marxistas de café, cómplices acomodaticios de las falsedades doctrinales
del historicismo academicista, Don Arturo Jauretche los llamó sintética y muy
pintorescamente “los mitro-marxistas”; y a su pseudo intelectualismo libresco
divorciado de la realidad nacional, lo llamó “la inteligentzia”, concepto que
significa razonamiento adocenado y tergiversado por prejuicios y falsedades,
funcionales a intereses antinacionales.
Precisamente,
es moneda corriente que los mitro-marxistas, y otros sectores autodefinidos
como “progresistas”, adhieran con tanto fervor como falta de conocimientos
técnicos y/o científicos, a los dogmas tan perseverantemente repetidos por los
factores del poder mediático orientado por el ecoterrorismo transnacional, y
sus marionetas y mercenarios locales.
Esos
entes con fuertes y constantes presencias mediáticas, son las ONGs
transnacionales y sus derivaciones y subordinados internos, que “predican” con
caracteres pseudo religiosos neopaganos, los dogmas de las supuestas “ventajas
totales” de las mal llamadas “energías renovables” –eólicas y solares-,
concepto que básicamente promueve las instalaciones a ultranza (mucho más allá
de sus modestos roles complementarios, que sus claras limitaciones técnicas les
constriñen), como supuestas “grandes soluciones” para las necesidades
energéticas.
Incluso
son claras las alianzas implícitas entre los poderosos intereses vinculados a
la termogeneración (que produce electricidad quemando petróleo y gas), con los
también poderosos y nada transparentes intereses que pretenden inundarnos de
paneles y de “ventiladores”, mucho más allá de sus posibilidades técnicas
reales, y haciendo caso omiso a los nada competitivos costos por KWh de las
energías eólica y solar, que al ser producidas, terminan erosionando el
presupuesto nacional. El tema por supuesto no se agota acá.
C.P.N. CARLOS ANDRÉS ORTIZ
Experto en Energía
Analista de Temas Económicos y Geopolíticos
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