UCRANIA DESNUDA FISURAS EN LA UNIÓN
EUROPEA
Las
crisis suelen poner en evidencia facetas de la realidad, que pueden pasar
desapercibidas en épocas más calmas. Dentro de los múltiples análisis que
pueden hacerse a partir de la crisis ucraniana, pasó casi desapercibido el
hecho que las claras fisuras en el pretendidamente monolítico cuerpo de la
Unión Europea, se tornaron más visibles, e incluso indisimulables para los
grupos del Poder Mundial Neocolonial del Siglo XXI, conformado por el G 7, la
OTAN como su brazo armado, la UE como parte del no muy sólido pegamento del
bloque europeo, y la Comunidad Británica de Naciones (el Commonwealth) como
heterogéneo grupo de presión semi adosado a ese mosaico pretendidamente
homogéneo. Analicemos esa realidad desde una perspectiva geopolítica mundial.
La
UE es en función del PBI, el mega bloque de poder, líder mundial, superando
incluso a EEUU. Pero a diferencia de los otros megas bloques geopolíticos
mundiales de primera línea del poder (EEUU, Rusia, China; y en otra escala
Japón), y algunas potencias emergentes de creciente importancia, ya ubicadas
entre las diez primeras potencias económicas (India, Brasil); la UE no terminó
de consolidar su unificación política, sus Estados componentes muestran
notables diferencias y desavenencias indisimulables, y potencialmente
balcanizadoras, y en lo idiomático y cultural sigue siendo un mosaico muy
fragmentado, de casi imposible unificación.
Cuesta
entender el criterio de unidad “igualitaria” europea, si unos pocos Estados
económica, militar y políticamente poderosos llevan la voz cantante excluyente
(Alemania, Francia, Gran Bretaña), dentro de un variopinto conjunto de otros pocos
Estados de mediana importancia (Italia, España, Suecia y los “enanos
industrializados” -pequeños países-) del norte y centro –Países Bajos, Bélgica,
Dinamarca, Chequia, Austria- y otros pequeños de muy secundaria o minúscula importancia,
con escasa relevancia industrial y tecnológica, aportantes de número pero
escasos de superficie, población, y dudosamente relevantes en todo sentido.
De
por si, cuando se menciona una decisión o postura de la UE, más allá de las
formalidades comunitarias de rigor, casi excluyentemente resaltan las opiniones
de las tres potencias relevantes. De esa triada, dos poseen arsenales
nucleares, capacidades de despliegue rápido militar casi a escala planetaria, actitudes
provocativamente neocolonialistas, y fuertes equipamientos bélicos de última
generación (Francia y Gran Bretaña), pero sus economías si bien relevantes y
tecnológicamente avanzadas, no demuestran la notable solidez del gigante económico
germano.
El
otro integrante de la triada del poder real de la UE es Alemania. Claro líder
económico con una robusta economía y con un envidiable grado de desarrollo
tecnológico, con un sólido prestigio mundial de calidad y de eficiencia, es la
voz principal en los aspectos económicos y buena parte de las decisiones
políticas de la UE. Posee unas más que respetables fuerzas armadas dotadas de
equipamientos convencionales (no nucleares), y sus fuerzas de despliegue rápido
no evidencian las proyecciones extracontinentales de sus otros dos socios
relevantes, ni sus acciones denotan similares niveles actuales de ambiciones
imperiales neocolonialistas. Sus vinculaciones comerciales y estratégicas con
Rusia demuestran ser mucho más amplias y profundas que las que tejieron Francia
y Gran Bretaña, así como es mucho más acentuada su dependencia energética
respecto al gigante euroasiático.
Las
posturas efectivas de la UE, y de sus integrantes en su brazo armado supra
continental que es la OTAN; más allá de las consabidas altisonantes
declaraciones de circunstancias, casi todas ellas rápidamente diluidas por los
hechos, en el espinoso caso de Ucrania; muestran notables fisuras entre el
mutis total de los irrelevantes, aquejados, endeudados y embretados países
menores (como Grecia, Irlanda, Portugal y Malta, ente otros); los elocuentes
silencios de países de largas trayectorias pacíficas (como Suecia) o
aparentemente no deseosos de conflictos político – económicos desestabilizantes
(como República Checa, Hungría y Eslovaquia); las medidas declaraciones de
Alemania; contrastando con las agresividades de las posturas de las dos
potencias neocolonialistas del bloque de la UE (Gran Bretaña y Francia), tan al
tono con las posturas de EEUU.
Por
su parte, las pretensiones neocolonialistas de la altanera España de Aznar
(autopretendida socia en las tropelías imperiales en Iraq y en Libia),
tropezaron duramente con la áspera realidad de la trampa del neoliberalismo que
destroza no solo su economía, sino su tejido social. Y por cierto su panorama
político no revela alternativas, entre los ultra conservadores en el gobierno,
y los conservadores con ropaje socialista oligárquico de la deshilachada
oposición. Esas impresentables dirigencias eran las que hasta hace escasos
años, nos descalificaban arrogantemente como “sudacas” a los
hispano-sudamericanos, con soberbia de nuevos ricos “comunitarios del primer
mundo”, absurdamente teñida de anacrónico racismo. Hoy el pantano económico en
que se embretaron los españoles, parece haber dejado a un lado las recientes
arrogancias y las pretensiones neocolonialistas de las oligarquías y de las
tilinguerías de clase media hispanas, e incluso en Sudamérica volvemos a
recibir –de muy buen grado y muy fraternalmente- a los nuevos inmigrantes
españoles, que llegan corridos por la miseria que es el amargo fruto del
neoliberalismo.
Por
supuesto no puede eludirse en el análisis, que la denominada Troika Europea, se
compone de la Comisión Europea, el Banco Central Europeo, y el Fondo Monetario Internacional
(históricamente comandado por Europa Occidental). Pero apenas se profundiza en
los resortes del Poder Real de la Troika, se advierte la presencia excluyente
de los tres Estados preponderantes del viejo continente (Alemania, Francia,
Gran Bretaña).
Adicionalmente,
Gran Bretaña siempre juega la carta propia de la Comunidad Británica, más de
medio centenar de Estados, aliados semi incondicionales del viejo imperio,
algunos de ellos con relevancias propias considerables, como Canadá, Australia,
Sudáfrica y Nueva Zelandia.
Con
esa carta y con su rol de subordinado principal de EEUU en casi un siglo, y con
el cierto margen de acción que les dan sus maduros yacimientos
hidrocarburíferos del Mar del Norte (que no la hacen dependiente en grado sumo
del gas ruso), Gran Bretaña juega sus
aspiraciones neoimperiales proyectándose sobre Ucrania, tanto en las faz
económica de la UE, como en la militar de la OTAN.
Los
desastrosos efectos de las “recetas” recesivas y endeudantes crónicas del FMI,
evidenciados con crudeza en Grecia, España y otros; permite prever el duro
futuro de Ucrania si se subordina a los dictados de la UE. La situación de
disgregación política y dificultades económicas serias, parecen hacer muy difícil
para la hoy conflictuada Ucrania, asumir una postura de neutralidad activa,
como la de Finlandia.
Una
clara lección para los íberoamericanos, es la lectura acerca de cuales serían
las seguras consecuencias de un tratado de “libre comercio” entre MERCOSUR,
UNASUR o la CELAC, con la UE; el cual
sería de consecuencias tan nefastas para nosotros como el ALCA que en su
momento pretendió forzar EEUU en la Cumbre de Mar Del Plata, en 2005.
Si
bien los factores de poder, tanto internos apátridas en nuestros países, como
los del otro lado del Atlántico, pretenden edulcorar el pretendido tratado como
“beneficioso para ambas partes”, la historia muestra el doble rasero de los
europeos occidentales en esos temas, muy “liberales” para exportar y siempre
proteccionistas para importar. Ese “libre comercio” solo volverá a primarizar y
hacer subdesarrolladas crónicas a nuestras economías, que serían una válvula de
escape para la severa crisis económica europea, curiosamente provocada por la
autoadministración de las perjudiciales “recetas” neoliberales que con tanta
severidad nos aplicaron en los ’80 y los ’90 a los íbero americanos.
Tema
para otros artículos es evaluar los roles de otras potencias regionales, sumadas
al listado enunciado al comienzo, que se amplia bastante (Sudáfrica, Egipto,
Indonesia, México, Argentina, etc.), y al considerar bloques en formación, no
puede omitirse la UNASUR, casi totalmente homogénea lingüística, cultural e
históricamente, con una superficie similar a la gigante Rusia, una gran región de
paz pero con un par de irritantes enclaves coloniales –Malvinas, Georgias y
Sandwich del Sur, usurpadas por Gran Bretaña; y la Guayana Francesa-, con mucho
por hacer para consolidar el bloque regional, pero con cuantiosos recursos
humanos y naturales; y con una innegable proyección antártica y marítima, que
no debe ser desdeñada.
C.P.N. CARLOS ANDRÉS ORTIZ
ANALISTA DE TEMAS ECONÓMICOS Y GEOPOLÍTICOS
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