SE QUEJAN DEL MONSTRUO QUE ALIMENTARON Y LIBERARON
Diversas expresiones con diferentes grados de conflictividad, pero con similares grados de profunda preocupación, se notan en varios estamentos del empresariado misionero.
Desde ríspidas reuniones de yerbateros con funcionarios nacionales insensibles o prescindentes, que casi terminan a los golpes, pasando por quejas del sector maderero por la avalancha de importaciones, otras reuniones en las que ministros y funcionarios nacionales solo “hacen largas” sin solucionar nada (como las promesas del Plan Belgrano), hasta alguna propuesta “consensuada” de cambios en la parte impositiva y de las cargas sociales, esta última por parte de una poderosa (por su representatividad) cámara empresarial misionera.
Ahora bien, son muy escasos o prácticamente inexistentes quienes se animan a “llegar hasta el hueso” y expresar con todas las letras que las penurias generalizadas actuales son consecuencias directas causadas por esta reedición recargada del neoliberalismo salvaje, la cual profundiza y es mucho más severa incluso que las despiadadas medidas aplicadas durante el “proceso”, y que las de los siniestros años ’90, en los tristemente recordados años del menemato y del delarruato.
En este tema, como en muchos de la realidad nacional, las agudas observaciones del gran patriota Arturo Jauretche siguen teniendo plena vigencia, no obstante las varias décadas transcurridas.
Narraba Don Arturo la nula capacidad de razonamiento de ciertos empresarios industriales, embelesados con los cantos de sirena de la Escuela Austríaca, cuando en la segunda mitad de los pasados años ’50, concurrían presurosos y entusiastas a escuchar las ideas de von Mises, convocado por Alberto Benegas Lynch, conocido ultra liberal de la oligarquía argentina.
Esos mismos empresarios, muchos de ellos con empresas fundadas o fuertemente expandidas en el marco de las políticas keynesianas (de un Estado activo y protector del mercado interno) que aplicó el peronismo; en el colmo de la irracionalidad se dejaron seducir y apoyaron el liberalismo extremo, que desprotegió a la industria y a la tecnología nacional, acorde a la vieja postura de la
oligarquía retrógrada, que solo piensa en una economía primaria, concentrada en la Pampa Húmeda, en la cual sobramos al menos la mitad de los argentinos.
A consecuencia de esas medidas, que eran anticipos de lo que años después seria llamado neoliberalismo salvaje, un tendal de empresarios y emprendedores, se fundió o quedó en muy mala situación financiera. Mientras tanto, los militares liberales de “la fusiladora” se regodeaban parloteando acerca de “patriotismo” (meramente formal y berreta en esencia), supuestas normas “morales”, de la “libertad” y de “la democracia”, mientras coartaban libertades y pisoteaban la democracia, todo bajo el explícito visto bueno de sus instigadores británicos, que de ningún modo toleraban una Argentina que se posicionaba como nuevo país desarrollado, industrializado y con fuerte apoyo a los entes tecnológicos nacionales.
Por supuesto, todo ello con la férrea cobertura mediática de los medios “serios”, por esos años principalmente los diarios La Nación y La Prensa.
En esta provincia, lejana y marginada del núcleo de poder de la Pampa Húmeda, la severísima crisis que prefabricó adrede y acentuó el unitarismo neoliberal en el poder, está golpeando muy duramente, y es evidente que no tendrá solución en el marco de profundización de medidas recesivas, de desprotección total industrial, comercial y social, de frenos a las obras públicas estratégicas, y de promoción sin límites de la timba financiera especuladora y fugadora de divisas, en sus diversas variantes (la fuga de divisas “convencional” por la cual se escapa el 80 % de las divisas del brutal endeudamiento; el festival de las Lebacs del Banco Central con el mismo perpetrador de los años ’90, Federico Sturzenegger; y el menos conocido tema de los leoninos contratos dolarizados e indexables con los cuales especuladores varios están invirtiendo con rentas garantizadas en las falsas “grandes soluciones” de las energías eólica, solar y similares.
Ese patológico contexto económico general que lleva directo al colapso general, como sucedió en 2001/2002; no puede hoy ser desconocido por la dirigencia empresarial de Misiones, ni por diversos medianos y pequeños empresarios que con escasísima memoria histórica y pobres conocimientos económicos, mientras en general ganaban buena plata por el mercado interno en
expansión, clamaban y despotricaban “a favor de un cambio”…y consiguieron el cambio previsible de involución a una economía primaria subordinada a los grandes centros financieros del poder mundial, con la riqueza concentrada en pocas manos (achicando el mercado interno y excluyendo a millones de compatriotas) que los CEOs de transnacionales, de la “patria contratista” y otros fugadores de divisas consuetudinarios se sabía que iban a perpetrar.
Con el debido respeto personal a los que propugnan supuestas soluciones parciales (quitas de impuestos y cargas previsionales, “desacople” de Misiones del contexto nacional y mayor integración comercial con los países limítrofes, experiencia piloto supuestamente aplicable luego a toda Argentina, etc.), los que evaluamos estos y otros temas con visión estratégica nacional, dudamos de la eficacia de esas medidas, las que no solucionan los problemas de fondo prefabricados por el neoliberalismo doctrinal.
Para que mejor se entienda, es como surfear sobre un maremoto, en vez de establecer defensas para que el maremoto no arrase con todo.
El neoliberalismo como doctrina pretende achicar el país al estrecho marco de los dogmas del “libre mercado” y Estado ausente, y ante los inevitables problemas que tal encorsetamiento forzoso provoca, culpar al país por no responder a los dogmas teóricos en lugar de reconocer que esos dogmas no solo son erróneos sino a la vez maliciosamente malintencionados.
En castizo más simple, encerrarse en falsas “leyes económicas” nunca demostradas y aplicarlas a rajatabla pese a los evidentes daños que provoca; en vez de implementar medidas económicas acordes a las necesidades nacionales.
La mayor parte de esos dirigentes empresarios, medianos y pequeños emprendedores y bolicheros varios, sea por desconocimiento o por adhesiones a líneas político – económicas antinacionales, primero alimentaron y luego soltaron al monstruo neoliberal de cuyas consecuencias hoy se quejan, y hoy todos pagamos las consecuencias.
Claramente, se implementó una nueva versión del Plan Morgenthau, para “poner en caja” las “pretensiones” argentinas de ser un país industrializado, territorialmente integrado y desarrollado; y eso pone en riesgo incluso nuestro
futuro y nuestra integridad territorial, por no hablar de la soberanía, hoy un concepto meramente declamativo carente de toda entidad.
Mientras no se asuma la magnitud del caos en que nos metieron, repitiendo y profundizando “recetas” recesivas y claramente antinacionales, los parches no nos llevarán a ninguna solución real.
En ese contexto, diversos sectores de las “progresías” teóricas siguen recitando frases gramscianas, trotskistas, anarquistas o marxistas, pero desconociendo la realidad nacional, siendo funcionales a los sectores antinacionales y pro anglosajones a los que dicen combatir.
Mientras tanto, la disolución nacional es el objetivo de los mercaderes de las finanzas, realidad que muchos, incluso los que presumen de ser “muy patriotas” (al distorsionado estilo procesero) insisten tozudamente en no querer reconocer.
MGTR. CARLOS ANDRÉS ORTIZ
Analista de Temas Económicos y Geopolíticos
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