miércoles, 26 de agosto de 2015
VERSIONES ANTIARGENTINAS DEL PLAN MORGENTHAU
Claramente, Argentina ha sido muchas veces una molestia, para los poderes imperiales, incluso bajo el mando de gobiernos liberales; como en 1902, cuando se opuso a la agresión de la flota conjunta europea que fue despachada para “castigar” a Venezuela, a la que tres potencias imperiales europeas proyectaron bombardear e invadir, con la excusa de no pagar en fecha sus deudas. La férrea acción diplomática argentina lo impidió. Después, entre otras acciones, fuimos “un mal ejemplo” en las dos guerras mundiales, cuando nos negamos a aportar carne de cañón, en conflictos que eran guerras de imperios y que no eran nuestros.
En 1955, para “corregirnos”, Gran Bretaña fomentó, financió y armó el golpe de Estado (dio municiones y combustible a “los patriotas” colonizados mentales pro oligárquicos de la Marina insurrecta), el cual afectó severamente al país, pero no logró desarticular totalmente el desarrollo tecnológico e industrial alcanzado, y los notables avances sociales, establecidos por el peronismo.
Con la sutileza anglosajona habitual, el catedrático canadiense-británico Harry S. Ferns “tuvo la iniciativa” ¿fomentada por el Foreing Office? de venir a realizar una minuciosa investigación social e histórica de los vínculos británicos en Argentina, a comienzos de los años ’70, con la cual publicó dos libros, hoy agotados. En un párrafo inserto en uno de ellos, expresó que: “Como no sea mediante una guerra civil devastadora, resulta difícil imaginar como puede deshacerse la revolución (industrial y científico-técnica) efectuada por Perón” - “Argentina”, Editorial Sudamericana, año 1973, página 275.
Acorde a la recomendación de Ferns, Gran Bretaña suministró armas a la guerrilla argentina (no se descartan otros proveedores), además de acciones de zapa psicológica fomentando a “las izquierdas” violentas y siempre cipayas; mientras que con sus “primos” de América del Norte, acentuaban la colonización mental y la corruptela general, incluyendo en ello a los altos mandos de las FFAA y en varios casos a toda la cadena de mandos, instalando como “verdades asumidas” a profundas distorsiones conceptuales y burdas concepciones de subordinación explícita a EEUU y sus aliados/subordinados principales de Europa.
Todo el escenario montado: con la violencia demencial de la guerrilla en ascenso y la represión fuera de cauce que poco después montó “el proceso” al usurpar el poder, estaban dadas las condiciones de guerra civil que “recomendó” el intelectual británico. Con lo política y económicamente más retrógrado de los sectores “tradicionales” apoyando a ese gobierno cívico militar usurpador, se implementó un meticuloso plan de destrucción sistemática de la economía nacional, pretendiendo encorsetarnos en el perimido esquema agroexportador mitrista de 1860. ¡Un retroceso de un siglo, presentado como una medida estratégica “superadora” y “moderna”! ¡Por algo aquel fue el “Proceso de Organización Nacional”, mientras que el de 1976, sintiéndose la rencarnación a un siglo vista de aquella oligárquica apropiación del Poder Real, se autodenominó “Proceso de Reorganización Nacional”!
Pese a la repulsa generalizada que cosechó “el proceso” cívico – militar en la población argentina, una acción claramente nacional como fue la recuperación de las Islas Malvinas, Georgias y Sandwich Del Sur, en 1982, suscitó automática y fuerte adhesión popular (lo que no obsta para recordar los groseros errores estratégicos, diplomáticos y geopolíticos cometidos, por las mentalmente colonizadas cúpulas que nos gobernaban). La breve guerra, con la tosquedad conceptual de las cúpulas cívico-militares proceseras, que priorizaron “la adhesión al sistema”; antes que la defensa de La Patria, las urgencias estratégicas y los Intereses Nacionales, finalizó con la derrota argentina. Faltaba que Gran Bretaña ejecute el castigo ejemplar, que en parte fue implementado en el continuismo del nefasto cuarto de siglo neoliberal (1976-2001); y que sin duda prevé terminar de perpetrar con nuestra balcanización total, como casi lograron perpetrar en 2002.
El fríamente vengativo establishment anglosajón, tramó una aleccionadora “lección” a la “colonia díscola” que resultó ser Argentina. Reproduzco los párrafos finales del artículo “Independencia Simulada” de mi amigo el Dr. Javier Cornejo Solá (El Tribuno-01/04/2012), que eximen de mayores explicaciones:
‘ Winston Churchill, en 1945, en Yalta, dijo: “No dejen que Argentina se convierta en potencia, arrastrará tras ella a toda América Latina” ‘.
‘ En 1955, en la Cámara de los Comunes, expresó: “La caída del tirano Perón en Argentina es la mejor reparación al orgullo británico y tiene para mí tanta importancia como la victoria de la segunda guerra mundial, y las fuerzas del imperio inglés no le darán tregua, cuartel ni descanso en vida, ni tampoco después de muerto” ‘.
‘ El 21 de junio de 1982, Winston Churchill (nieto) señaló: “A la Argentina hay que revolcarla en el barro de la humillación” ‘.
El Tratado de Madrid (aún no denunciado, de humillantes condiciones, tramitado por Menem-Cavallo-Di Tella), de 1990, nos subordinó a los dictados británicos, e impide hasta hoy el necesario rearme de nuestras Fuerzas Armadas, posibilitando además que los vuelos comerciales desde Chile, con escala en la Patagonia Argentina, rompan el bloqueo a Malvinas.
Otros múltiples actores semi encubiertos, operan desarrollando ininterrumpidamente acciones de guerras blandas, que buscan sembrar la confusión, impedir el desarrollo, instalar odios irreconciliables, y provocar las condiciones que nos lleven a una irreversible fragmentación territorial y severa enajenación cultural que cause enfrentamientos y odios internos prefabricados y muy profundos. Tales los casos de las ONGs británicas o europeas o de EEUU, “ambientalistas”, “indigenistas” y “derecho humanistas”, además de numerosas “fundaciones” que pregonan el liberalismo económico extremo.
El cuarto de siglo neoliberal (1976-2001) destrozó el tejido social y desarticuló la economía argentina en una violentísima involución, sin parangón en el mundo –excepto los casos provocados por guerras prolongadas-; y nos ató brutalmente a los poderes financieros transnacionales, en un esquema de cerrada dependencia financiera que impedía toda política soberana.
Las políticas de privatizaciones salvajes de los años ’90, sumadas al sobreendeudamiento del “salvataje” perpetrado al fin de ese nefasto ciclo, cerraban el círculo que claramente preveía nuestra irremediable balcanización, que algunos sectores fogonearon que se perpetrara según el “modelo” yugoeslavo, es decir previa feroz guerra civil. Abonaron eso las despectivas calificaciones de “inviables” que los gurúes económicos endilgaron a la mayoría de las provincias, sumados a odios sectarios diversos, que con tanta “eficiencia” inoculaban los comunicadores sociales mercenarios y/o colonizados, sumados al accionar de zapa de diversas ONGs transnacionales “ecologistas”, “indigenistas”, “derecho humanistas”, “socio económicas”, etc.
En la crisis terminal de 2001-2002, el objetivo de máxima que buscó el establishment neoliberal, fue fragmentar Argentina, con lo cual perseguían varios objetivos a la vez: terminar con un país “molesto”, provocar procesos disolutorios en los demás países de Sudamérica, y evitar el rol aglutinante y fraternal que en la región Argentina desempeño muchas veces.
¡Todo eso era, claramente, la versión argentina del Plan Morgenthau!
Los mismos poderes, con similares actores, prácticamente los mismos de los años ’90: “gurúes” económicos, periodistas “exitosos”, medios de comunicación concentrados, políticos arribistas al como sea o directamente mercenarios, sectores y dirigencias económicas enroladas en el liberalismo extremo, diversas ONGs “libertarias”, “retirados” de las FFAA y FFSS añorantes del proceso que no escarmentaron con todos los groseros errores perpetrados en aquellos aciagos años, varios “progresistas” del mitro-trotsko-marxismo-anarquismo siempre antinacional, y seguramente el accionar semiencubierto de otros poderes colonialistas extranjeros; todos ellos, claramente, quieren ahora imponer un nuevo gobierno dócil, subordinado y genuflexo a los dictados de las potencias tradicionales de América del Norte y la Unión Europea. Es la pretendida reedición siglo XXI del Plan Morgenthau versión argentina.
Si esos sectores apátridas triunfaran, sería también el final anunciado de los grandes organismos regionales (Mercosur, Unasur, Celac). En cambio, de seguir profundizando su accionar esos entes regionales, lograrán consolidar el gran bloque de poder de nuestra región, el cual es imprescindible, dentro de la compleja realidad geopolítica mundial que se perfila claramente en este siglo, en la cual no hay espacios posibles para las viejas estructuras de Naciones Estados individuales, dispersas, y por ello débiles. Por supuesto, las Potencias de Primer Orden, que en si mismas son bloques de poder (UE, EEUU Rusia, China), con grandes territorios entre otros atributos, son la excepción a esa regla, la cual es aplicable a las restantes naciones del globo. ¡Unidos o dominados es la consigna para nuestras naciones!
MAGISTER CARLOS ANDRÉS ORTIZ
Analista de Temas Económicos y Geopolíticos
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