martes, 9 de diciembre de 2014
¿HÉCTOR MÉNDEZ INDUSTRIALISTA?
Vistas las beligerantes opiniones del titular de la UIA (Unión Industrial Argentina), ampliamente repetidas por los medios y no rectificadas por el mencionado dirigente industrial (por lo que se presume que las dijo), cabe preguntar si no se equivocó de cámara empresaria, pues la orientación político-económica que claramente manifiesta, parece más acorde a retrógradas posturas del país-estancia, tan añorado por la oligárquica y anti industrialista SRA (Sociedad Rural Argentina), que la que cabría esperar de un genuino dirigente del sector industrial de Argentina.
Evidentemente, el titular de la UIA, con sus declaraciones, demostraría a las claras su total adhesión a los planteos subordinados a la “economía de mercado” (léase cerrada ortodoxia económica, como la que padecimos acentuadamente en los terribles años ’90): o si se prefiere definir con mayor amplitud histórica, al neoliberalismo anti industrialista “bendecido” por el Consenso de Washington, comenzado por la dupla Videla-Martínez De Hoz, que destrozó al país por un cuarto de siglo (1976-2001).
Claro está que esas opiniones están en línea con los siempre ácidos y ultra liberales comentarios del titular de Fiat Argentina, Cristiano Ratazzi; otro que se queja en medio de la mayor y más prolongada bonanza industrial y de desarrollo tecnológico que vivió Argentina en su historia; pero que jamás criticó los desmanejos del menemato y el delarruato, ambos personeros dóciles del FMI y titulares de gobiernos que en verdad estuvieron manejados por economistas crudamente neoliberales. Evidentemente a Ratazzi nada parece importarle que bajo el modelo que añora y promueve, Argentina se había desindustrializado brutalmente, con el PBI en caída libre, la desocupación creciente, la población emigrando masivamente, y con actores que tras bambalinas apostaban a la disolución nacional en media docena de republiquetas, a prefabricarse después de la guerra civil que fogoneaban como “solución” de la crisis terminal de 2001-2002.
Más que un dirigente industrial, Ratazzi parece un operador del establishment neoliberal del G 7, preocupado por “volver las cosas a la normalidad” de aquella Argentina dócil a los mandatos de la Banca transnacional y encorsetada en un modelo de producción primaria, en el cual la propia Fiat Argentina mantenía cerrada una gigantesca planta productiva de 600 millones de dólares –invertidos por recomendación del propio Ratazzi (¿¡!? ¿invertir para mantener inactiva la fábrica?)-, y en cambio criticó cuando se alcanzaron niveles de producción, venta y exportación que no registran antecedentes comparables, y que aún en 2013 siguen siendo más que interesantes si se los analiza con visión histórica. Ratazzi se la pasa opinando públicamente ante periodistas dóciles que nunca repreguntan, y accionando en contra del país en Fundaciones y entes similares que promueven el regreso a la feroz tiranía de las corporaciones transnacionales. Si nació en Argentina, no demuestra serlo, no solo por hablar un duro castellano, sino por evidenciar ser súbdito de “los mercados” antes que ciudadano argentino.
Otro de los dirigentes que Méndez evidencia tener como sus mentores intelectuales, es el mega ruralista Etchevehere, el mismo que apostando contra el país buscando provocar una crisis financiera, aconsejó no vender la soja, y ocasionó un gigantesco perjuicio al país y a los propios productores agrarios, al bajar abruptamente la cotización internacional de esa oleaginosa. Precisamente, Etchevehere, como toda la dirigencia de la SRA, forma parte de las más rancia oligarquía –“rancia” tanto en el sentido de pseudo aristocracia como de avejentadamente en descomposición-, la misma que desde que se formó (durante la presidencia de Mitre), solo le importaron los intereses de los mega terratenientes rurales, sin preocuparles un ápice ni el desarrollo socio económico, ni la industrialización, ni la dignidad nacional, pues siempre apostaron al país – estancia, colonia dócil de la potencia imperante de turno, y con una fuerte anglofilia muy cargada de cipayismo a flor de piel.
Entre muchísimos hechos demostrativos de la permanentemente anti argentina postura de la SRA, recordemos que desde siempre se opusieron al desarrollo tecnológico e industrial nacional; festejaron cuando “Julito” Roca en la década infame (1930-1943), siendo vicepresidente, muy orondo se declaró súbdito de “su real majestad británica”; apoyó la genocida y retrógrada revolución fusiladora de 1955; promovió el golpe de Estado que instaló al nefasto “proceso” en 1976, con el cual colaboró activamente (Martínez De Hoz era el referente principal de la SRA en esos años, y fue Ministro de Economía de repudiable accionar); y posteriormente la SRA alabó las destructivas medidas económicas del menemato y el delarruato.
Con semejantes “referentes principales” (lo que acreditan los hechos y dichos de Méndez, con su contundencia irrefutable), ¿puede ser considerado “industrialista” un dirigente que apoya semejantes doctrinas económicas no solo brutalmente anti industrialistas, sino peor aún, claramente anti argentinas?
Más allá que claramente existen sectores empresariales que conformarían un inconcluso o relativamente débil sector que podría llamarse la dirigencia industrial nacional (que algunos llaman la burguesía industrial argentina); es evidente que así como Brasil, como paso previo a ser la gran potencia económica, tecnológica e industrial, neutralizó las influencias oligárquicas retrógradas de su poderoso sector agro ganadero (llamado por algunos analistas “la oligarquía del café con leche”, pues se componía principalmente de los grandes terratenientes cafeteros paulistas y los ganaderos de Belho Horizonte); en cambio en Argentina la “oligarquía vacuna” de la SRA (hoy devenida en oligarquía sojera aceitera, vacuna, cerealera y financiera), sigue influyendo en demasía, y cierta dirigencia “industrial” no parece aprender de la historia y sigue creyendo los mentirosos cantos de sirena de los ultra liberales, los mismos que por definición y convicción, son enemigos acérrimos de la industria argentina.
Por esos motivos y sin duda muchos más, ¿puede ser considerado “dirigente industrial” un neoliberal confeso, y en los hechos dudosamente argentinista, como parecería demostrar irrefutablemente con sus hechos y dichos, el polémico actual dirigente máximo de la UIA?
C.P.N. CARLOS ANDRÉS ORTIZ
Analista de Temas Económicos y Geopolíticos
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