miércoles, 3 de diciembre de 2014
EUROPA ENTRAMPADA – ENTRE LIMITANTES GEOPOLÍTICAS Y CARENCIAS ENERGÉTICAS
Europa es en este análisis, un concepto político-geográfico asimilado a la Unión Europea –UE-. Ese bloque de naciones, en muchos aspectos fuertemente integrado, pero a la vez con profundas y tal vez insalvables diferencias culturales, sociales, económicas, y potencialmente geopolíticas, muestra hoy tanto notables fortalezas a niveles macro, como debilidades estructurales con profundas fisuras que ponen un manto de serias dudas acerca de su expansión a otras naciones posibles miembros, como incluso respecto a su perduración en el tiempo.
La Unión Europea es como bloque económico en conjunto, el líder mundial en función de su imponente PBI, que como tal supera individualmente a EEUU, a China y demás grandes naciones que en si mismas son gigantescos bloques económicos.
Pero, pese a todos los esfuerzos y a las declaraciones de unidad de la UE, no deja de ser un mosaico de países, con distintas lenguas, diversas y muy encontradas y conflictivas historias, con pasados muy “pesados” de masacres, racismos y otros hechos similares, con culturas que más allá del declamado paneuropeísmo, muestran notables diferencias, con economías de muy diversos grados de desarrollo y con abismales diferencias en los respectivos PBI, así como disparidades notables e indisimulables en las respectivas capacidades de autodefensa de cada uno de los Estados miembros.
Por otra parte, la economía europea, que ya venía muy frenada desde varios años atrás, cayó en una profunda depresión en 2008, en parte por contagio de la economía norteamericana y sus especulaciones financieras; y lo concreto es que no logra revertir la tendencia casi convertida en realidad estructural, de parálisis casi total del crecimiento, con las consecuencias de desocupación, miseria y tensiones sociales, en un contexto de imposición forzosa de pautas político-económicas rígidamente neoliberales, que acentúan la crisis.
En ese cuadro de situación, las dos potencias neocolonialistas del bloque (Francia y Gran Bretaña, a la vez potencias nucleares), marcan la tendencia de dureza acentuada en el accionar internacional, con diversos operativos de despliegue bélico directo o semi encubierto.
A la vez, Alemania y esas otras dos potencias citadas, conforman la triada que marca el rumbo económico a todo el bloque, con algunos socios intermedios pero muy complicados en sus frentes internos por la recesión y otros factores limitantes (Italia, España, etc.), y los restantes socios medianos y menores del variopinto bloque que es la UE; con grietas en su realidad que hoy son indisimulables.
Para quitarse de encima el fardo de la recesión, desde hace algunos años, los operadores de siempre (periodistas, políticos y economistas al tanto por cuanto) de nuestros países, más las claques de algunas “Fundaciones” y determinadas cámaras empresarias afines el liberalismo extremo, operando como voceros locales del establishment europeo, presionan para hacer firmar al como sea, el “ALCA Europeo”, un tratado de “libre comercio” del Mercosur, (o de la Unasur o del Celac), por medio del cual no solo nos quieren llenar con sus productos industriales y patentes, sino también –y primordialmente- “exportarnos” su recesión, tal como lo hicieron muchas veces en la historia.
Más allá que debemos descreer profundamente de los convenios “igualitarios y de libre comercio” –TLC- entre economías muy desarrolladas (como son varias de las europeas), con nuestras economías en disímiles grados de desarrollo, pero aún no consolidadas, como son las de Íbero América; debemos recordar cual es el concepto de “apertura económica” que manejan los colonialistas europeos, que son muy “liberales” para exportar, pero cerradamente proteccionistas para importar, cuando les conviene. Por caso, nuestros productos agropecuarios y nuestros biocombustibles (más económicos y más eficientemente producidos), tienen los accesos vedados, por diversas artimañas proteccionistas. Pero este tema del TLC nuestro con la UE ameritaría un artículo específico, por su importancia y complejidad.
En lo geopolítico, varios analistas europeos muestran preocupación, ante una situación que definen como de dependencia de la UE respecto a EEUU, canalizada a través de los mecanismos de “defensa” (léase agresión) de la OTAN. Si bien en acciones del pasado reciente, los operativos militares y de agresiones económicas (sanciones y similares) realizados por la UE parecieron responder a motivaciones propias (no por ello menos deplorables); en la escalada bélica-diplomática-económica que configura el conflicto empantanado en Ucrania, la dureza y
frontalidad de las acciones de la OTAN y de la diplomacia conjunta de EEUU-UE, el decurso de las acciones parecería responder a la lógica e iniciativa de EEUU, con la UE como partenaire y damnificado directo, mientras que al menos por ahora, los costos para EEUU parecen marginales y los riesgos económicos lejanos, en función de las jugadas estratégicas de cerco en torno a la resurgida y hoy poderosa Rusia.
En ese contexto, el activo y firme accionar ruso en el delicado caso de Ucrania, difiere mucho de la inacción en el reciente caso de agresión a Libia (consumada por la triada neocolonialista: EEUU-Gran Bretaña-Francia), y del anodino proceso de disolución nacional en que se encontraba el gigantesco país bicontinental en los años ’90.
La abrupta cancelación del estratégico gasoducto South Stream, que partiendo de Rusia, debía atravesar el Mar Negro, e ingresando por Bulgaria llegar hasta Austria, resulta un grave perjuicio para todas las partes intervinientes, pero parecería serlo en mucho menor grado para Rusia, pues el mega convenio de exportación de gas a China compensaría sobradamente las nuevas exportaciones a Europa canceladas.
Para la UE y sus socios, el perjuicio por lucro cesante rondaría los 3.000 millones de dólares –o más-, por contratos de obras y provisiones cancelados.
Pero el perjuicio permanente para la UE es no contar con el cuantioso volumen adicional de gas natural, que la estatal rusa Gazprom iba a garantizar por medio del hoy cancelado gasoducto.
Por supuesto, el panorama geopolítico suscitado a consecuencia de la crisis ucraniana es muchísimo más complejo, pues involucra muchos otros factores de importancia estratégica, varios ellos de sumo riesgo, como la escalada belicista a la cual parecen empujar grupos de “halcones” del gobierno y factores de poder de EEUU. En la UE, Gran Bretaña parece adoptar la postura más belicista, mientras que Alemania y otros actores menores (como Grecia, entre varios más) tienen actitudes más conciliatorias, sean ellas motivadas por principios pacifistas, por perjuicios económicos ante las contramedidas económicas rusas, o por la delicada situación energética de varios países, muy dependientes de la provisión del gas ruso.
Un tema colateral, que surge nítidamente si se analiza cuidadosamente el contexto total, es la inutilidad total y manifiesta de las energías solar y eólica, para reemplazar al gas ruso como fuente de generación eléctrica y de provisión de calor, demostrando las insalvables limitaciones de esas energías para operar más allá de su rol de meros complementos de las centrales eléctricas de base; además –por supuesto- de los elevados costos por KWh de las “renovables”, que afectan a las economías que apostaron en forma desmedida por esas limitadas y muy condicionadas (en lo técnico) fuentes de generación, como son las usinas eólicas y solares.
Ese tipo de falsas “grandes soluciones”, pretenden forzarnos a aceptar a Argentina y otros países vecinos, los poderosos lobbies promotores y vendedores de “ventiladores” eólicos y “espejitos” solares. Lobbistas dentro de los que se cuentan a las más activas y virulentas ONGs supuestamente ecologistas, cuyas sedes centrales están en la vieja y hoy conflictuada Europa. Esas presiones son otra forma de pretender transferirnos la crisis profunda que adolece la UE.
C.P.N. CARLOS ANDRÉS ORTIZ
Analista de Temas Económicos y Geopolíticos
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