FALSEDADES IDEOLÓGICAS, CRUELDADES SOCIALES Y
ABERRACIONES ECONÓMICAS
La doctrina económica liberal es la principal falsedad ideológica -de grueso calibre, por sus consecuencias-, siendo la referencia principal de los organismos crediticios internacionales (FMI – BM y similares), para entrampar a los países no desarrollados, en el subdesarrollo crónico, pues sus “recetas” que condicionan
sus “asistencias crediticias” (léase herramientas financieras que atan al subdesarrollo crónico), son de hecho fuertes condicionamientos que impiden el desarrollo, pisoteando a la vez toda noción de soberanía.
Cabe precisar que la doctrina liberal data de 1776, el mismo año en el cual el por entonces muy poderoso Imperio Británico sufrió la pérdida de sus extensas colonias en América del Norte, al independizarse EEUU.
Fue concebido como una doctrina totalmente funcional a los intereses estratégicos del Imperio Británico, que si hubiera sido aplicada a rajatabla por todos los países, el hoy viejo imperio sería el único Estado industrializado, y todo el resto del mundo obraría como dócil proveedor de materias primas.
El liberalismo definió varias supuestas (y nunca demostradas) “leyes económicas”, como “la mano invisible de los mercados” (que no pudo solucionar las grandes crisis económicas, como la de 1929 y la de 2008).
Entre otras falsedades, definió la supuesta “conveniencia” por la cual cada nación “debe” dedicarse solamente a producir aquello para lo cual tiene mejores “condiciones naturales”, con lo cual, “supuestamente” se beneficiaría la propia nación que se dedicara excluyentemente a esa producción, con lo que “no desperdiciaría esfuerzos ni recursos”, en producir aquellos otros bienes para los
cuales carecería de la necesaria capacidad y eficiencia; y con todo ello -siempre supuestamente- se beneficiaría la economía mundial, al disponer de diversos bienes, producidos “en las formas más eficientes”, redundando todo ello en beneficios económicos generales.
Con esa doctrina, aplicada a escala planetaria, Gran Bretaña produciría en exclusiva los bienes más costosos, con mucho mayores valores por unidad, en un contexto de gran efecto multiplicador en su economía interna.
Esa aberración llevada al estatus de “ley económica”, si hubiera sido aplicada -por ejemplo- en Japón y en Corea Del Sur, habría significado que esas hoy potencias tecnológicas e industriales, “deberían” haberse dedicado prioritariamente al cultivo de arroz, lo cual habría impedido el desarrollo, y la población no gozaría del muy buen nivel de vida, con altos niveles de salarios per cápita, y tampoco tendría las infraestructuras a niveles de excelencia, como el tren bala japonés.
Con ese criterio falaz, investido en supuesta “ley económica”, EEUU y Alemania no se habrían desarrollado rápida y fuertemente, como lo hicieron desde fines del siglo XIX, y en ambos países, el gestor de esos profundos y muy positivos cambios, fue el gran analista económico y diplomático Friedrich List, odiado y perseguido por las oligarquías retrógradas de esos países. Pero sus brillantes ideas fueron apoyadas por auténticos patriotas, como el Cancillar Otto Von Bismarck en Alemania y varios personajes prominentes de EEUU.La doctrina económica liberal es la principal falsedad ideológica -de grueso calibre, por sus consecuencias-, siendo la referencia principal de los organismos crediticios internacionales (FMI – BM y similares), para entrampar a los países no desarrollados, en el subdesarrollo crónico, pues sus “recetas” que condicionan
sus “asistencias crediticias” (léase herramientas financieras que atan al subdesarrollo crónico), son de hecho fuertes condicionamientos que impiden el desarrollo, pisoteando a la vez toda noción de soberanía.
Cabe precisar que la doctrina liberal data de 1776, el mismo año en el cual el por entonces muy poderoso Imperio Británico sufrió la pérdida de sus extensas colonias en América del Norte, al independizarse EEUU.
Fue concebido como una doctrina totalmente funcional a los intereses estratégicos del Imperio Británico, que si hubiera sido aplicada a rajatabla por todos los países, el hoy viejo imperio sería el único Estado industrializado, y todo el resto del mundo obraría como dócil proveedor de materias primas.
El liberalismo definió varias supuestas (y nunca demostradas) “leyes económicas”, como “la mano invisible de los mercados” (que no pudo solucionar las grandes crisis económicas, como la de 1929 y la de 2008).
Entre otras falsedades, definió la supuesta “conveniencia” por la cual cada nación “debe” dedicarse solamente a producir aquello para lo cual tiene mejores “condiciones naturales”, con lo cual, “supuestamente” se beneficiaría la propia nación que se dedicara excluyentemente a esa producción, con lo que “no desperdiciaría esfuerzos ni recursos”, en producir aquellos otros bienes para los
cuales carecería de la necesaria capacidad y eficiencia; y con todo ello -siempre supuestamente- se beneficiaría la economía mundial, al disponer de diversos bienes, producidos “en las formas más eficientes”, redundando todo ello en beneficios económicos generales.
Con esa doctrina, aplicada a escala planetaria, Gran Bretaña produciría en exclusiva los bienes más costosos, con mucho mayores valores por unidad, en un contexto de gran efecto multiplicador en su economía interna.
Esa aberración llevada al estatus de “ley económica”, si hubiera sido aplicada -por ejemplo- en Japón y en Corea Del Sur, habría significado que esas hoy potencias tecnológicas e industriales, “deberían” haberse dedicado prioritariamente al cultivo de arroz, lo cual habría impedido el desarrollo, y la población no gozaría del muy buen nivel de vida, con altos niveles de salarios per cápita, y tampoco tendría las infraestructuras a niveles de excelencia, como el tren bala japonés.
Precisamente, esas dos naciones, y luego varias más, se industrializaron, fomentaron la creación de tecnologías, teniendo a la vez un fuerte Estado muy activo, protegiendo e interviniendo en la economía y en el sector social nacional.
Para fines del siglo XVIII, en el Reino Unido había eclosionado muy
positivamente la Revolución Industrial, cuyas enormes ventajas con mucha mayor eficiencia, lo posicionaban como la principal -por lejos-, o casi la única potencia industrial del mundo.
Ante esa realidad, y la conjunción de producir y tener maquinarias en plena utilización, y disponer de muy productivas minas de carbón (que le facilitaban generar la energía en grandes volúmenes y costos reducidos), era muy evidente que el RU era -en ese tiempo- el gran taller del mundo. Y la doctrina liberal, le iba como anillo al dedo, para perpetuar esa enorme ventaja productiva respecto a todo otro Estado.
Claro está que la Revolución Industrial no se dio por casualidad, sino que fue un largo proceso, fuertemente estimulado por la intervención estatal británica, para favorecer la radicación de personas capacitadas o con capacidad inventiva y/o productiva, que se sumaran al entorno local de por si muy protegido y estimulado por el Estado (reino) del RU.
Y a eso se le sumaron, la creación y los fuertes estímulos estatales, para consolidar la que fue por lejos la principal marina mercante del mundo, respaldada a su vez por la principal flota de guerra del orbe.
Claro está que, entre las muchas falsedades de Adam Smith para
fundamentar el liberalismo, afirmó, sin exponer prueba alguna, que la creación de esa enorme flota comercial “resultó perjudicial para el RU”. Mentira descomunal, omitida por los apologistas de esa falaz doctrina económica.
Varios analistas económicos desnudaron las intencionalidades económicas y estratégicas de varias de las potencias que alcanzaron a desarrollar y consolidarsus economías, practicando el “haz lo que digo, no lo que hago”, pues son tenaces instigadores de medidas liberales, de “Estado ausente” y “libre mercado; mientras que en sus propias naciones son fuertemente intervencionistas y proteccionistas.
Actualmente una de las gruesas falsedades, repetidas como un mantra por los sectores antinacionales que nos (des)gobiernan, afirman que “la inflación es causada por el déficit presupuestario”, lo que es la excusa burda para destruir todo vestigio de protección social, y para desguazar a la economía nacional, mientras exhiben índices de inflación de muy dudosa credibilidad. Como sea, la
disminución de la inflación, tiene como elevados y peligrosos costos socio - económicos derivados del irracional y brutal endeudamiento externo, la deuda interna provocada por mecanismos de timba financiera, y una recesión muy acentuada, que provoca fuertes aumentos en el desempleo.
Lo real es que la inflación en Argentina, tiene carácter estructural, siendo una de las causas principales la carencia de divisas, lo cual acentúan las destructivas medidas en rápida perpetración.
Sin ser un listado completo ni mucho menos de analistas económicos críticos del liberalismo, cabe citar a Friedrich List (que en el siglo XIX destrozó los argumentos liberales); John Maynard Keynes (cuyas ideas opuestas al “libre mercado” y favorables a la fuerte intervención estatal, permitieron superar la crisis mundial de 1929); Raúl Scalabrini Ortiz (que analizó en detalle los mecanismos de sumisión de la economía argentina al Imperio Británico, entre
ellos la deuda externa como instrumento de presión, y los manejos discrecionales de los servicios públicos, sobre todo el ferroviario); Amartya Sen (quien fundamentó a favor de la Economía del Bienestar, y analizó los serios problemas derivados de la pobreza y la hambruna); Aldo Ferrer, principal economista argentino de fines del siglo XX y comienzos del XXI (impulsor de obras públicas de gran importancia estratégica, promotor del desarrollo industrial y tecnológico nacional, y brillante escritor); Ha-Joong Chang (quien en uno de sus buenos libros detalló en forma muy clara las principales gruesas falsedades del liberalismo); entre otros.
Una de las tergiversaciones más proclives a producir confusiones
conceptuales, es la pretendida clasificación de las doctrinas políticas y económicas, encuadrándolas en “derechas” e “izquierdas”, lo cual es una nada inocente exclusión de posturas y doctrinas de claras definiciones nacionales, las que no encuadran ni en unas ni en otras.En ese “error inducido”, utilizan el concepto de “derechas” para definir a sectores claramente antinacionales y oligárquicos, con lo cual, implícitamente, las “izquierdas” serían lo nacional y popular…pero eso es falso si se generaliza.
Hay sectores moderados de “derechas” que tienen posturas identificadas con Lo Nacional; así como existen “izquierdas” que intencionalmente o por cerrazón mental, son funcionales a lo antinacional, siendo por tanto aliados de hecho de oligarcas sectarios y clasistas y otros personeros de la destrucción
económico – social y la dependencia externa.
Como contundente dato histórico, debe recordarse que en 1945, dirigentes del partido comunista, marcharon del brazo del embajador de EEUU Spruille Braden, quien con alevosía se mezcló en las luchas políticas internas nuestras, operando contra el por entonces ascendente Juan D. Perón.
Los sectores claramente Nacionales se caracterizan por defender nuestros Intereses Nacionales, rechazando posturas de subordinación a grandes intereses extranjeros y/o a grandes potencias de actitudes neocolonialistas o directamente, pretendidamente imperiales.
Lo Nacional implica no solo defender y promover la economía nacional, sino también desarrollar fuertes acciones de inclusión y protección social, defendiendo a la propia población en forma muy activa, lo cual conlleva una postura fuertemente humanística.
Lo Nacional es la antítesis total, de libertarios y asociados, quienes
desprecian por completo nuestra soberanía, destruyen intencionalmente a la economía argentina, y claramente nos empujan a la inviable primarización económica, con riesgo muy concreto de disolución nacional.
Todo eso en un deplorable marco de desprecio manifiesto hacia la
población pobre y la sumida en la miseria más abyecta, que esos mismos libertarios y neoliberales provocan.
MGTR. CARLOS ANDRÉS ORTIZ
Analista de Temas Económicos y Geopolíticos
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