lunes, 21 de abril de 2025

                                     Adicional a Segunda Parte 
ASESINATOS, DESTIERROS, CÁRCELES Y DIFAMACIONES – METODOLOGÍAS USUALES DE LIBERALES Y OTROS APÁTRIDAS 
   Salvando una omisión en el artículo anterior, cabe señalar que San Martín debió emigrar, casi con lo puesto, y llevando a su pequeña hija, en 1824, pues Rivadavia y sus acólitos lo amenazaron y había riesgo de muerte. 
  Previamente, el gobierno unitario le quitó todo el apoyo, cuando El Libertador necesitaba reponer armamento y atender las necesidades de su tropa, estando en Perú. 
  Al volver a Buenos Aires, su vida corrió peligro, ante la maledicencia y acusaciones que le endilgaron los unitarios rivadavianos, quienes pretendieron usar sus servicios para las campañas contra los caudillos federales y otros patriotas.       Posiblemente alentado por Dorrego, que lo necesitaba para organizar sus tropas, y como referente de mucho prestigio, volvió en 1829, pero antes de desembarcar, supo del asesinato del citado gobernador, fusilado por Lavalle bajo presiones de los unitarios. No desembarcó, pues posiblemente los rivadavianos hubiesen intentado asesinarlo, partiendo luego a Montevideo, donde mantuvo reuniones diversas, posiblemente centradas muchas de ellas en la realidad del Poder en Argentina. Emigró nuevamente para no regresar. 
   Destacables fueron los intercambios epistolares con Rosas, a quien ofreció colaborar, ante las agresiones de las potencias imperiales europeas. Su sable fue enviado a Rosas, en reconocimiento a su decidido accionar defendiendo nuestra soberanía. 
   Seguramente como una expresión del odio que sentía hacia el Gran Libertador, el mediocre Rivadavia, en 1826 disolvió el ya prestigioso Regimiento de Granaderos a Caballo, que fuera creado por San Martín. 
   Años después, en su “historia oficial”, de claro sesgo unitario – liberal (o sea en las antípodas del Pensamiento Nacional), Mitre se refirió a Rivadavia como “el más grande civil de los argentinos”, tal como citan historiadores revisionistas, quienes, con un toque de fundada sorna, decían que, indirectamente, Mitre se reservaba para él mismo, en los pretendidos relatos de otros posteriores historiadores, el rótulo de “el más grande militar de los argentinos”; tal el desmesurado ego de Don Bartolo. 
   Lo concreto fue que el aparataje cultural de los unitarios – liberales, querían definir a Rivadavia como el principal prócer de Argentina. Por eso, “conociendo el paño” de los poderes de la antipatria; y para anteponerlo como el principal prócer argentino, Perón definió a 1950 como “Año Del Libertador”, al cumplirse un siglo del paso a la inmortalidad de Gran Libertador. 
   Si bien Perón era hombre de vasta cultura general, tuvo como colaboradores o asesores, a historiadores e intelectuales de fuste, como los hermanos Muñoz Azpiri, Arturo Jauretche, José María Rosa, y posiblemente otros. 
   Posteriormente, con el accionar de otros destacados historiadores revisionistas, quienes nos interesamos en la Historia Patria, y somos conscientes de la necesidad de conocerla y difundirla, tuvimos otros referentes de mucha valía, para refutar la “historia oficial”, o “historia al cuento”, con la que insisten los escribas al servicio de las oligarquías y otros sectores apátridas. 
                         MGTR. CARLOS ANDRÉS ORTIZ 
                 Analista de Temas Económicos y Geopolíticos

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