LOS COSTOS DE LAS ENERGÍAS DEBEN SER DE DOMINIO PÚBLICO
Muletilla habitual es decir que las tarifas de los energéticos (combustibles,
energía eléctrica, otros) deben incrementarse pues sus costos aumentan.
Pero lo que parece ser un secreto guardado bajo siete llaves, es el costo real
de cada energético que consumimos los argentinos.
Con buena parte del manejo de los energéticos en manos privadas, lo
referente a datos concretos de costos parece diluirse en debates en los que
quienes saben no lo dicen, y quienes preguntan o cuestionan no lo saben.
Haciendo algo de historia, desde comienzos del siglo XX, en Argentina, tanto
los combustibles como la generación y venta de energía estaban en manos
privadas, casi todas extranjeras.
En el caso de la electricidad, los manejos eran por regla general
desvergonzadamente alevosos, estando la fijación de los contratos de servicios y
tarifas, en Capital Federal y Gran Buenos Aires, en manos de los concejos
deliberantes. La principal empresa prestadora del servicio era CHADE, lo cual dio
origen al despectivo concepto de “concejales chadistas”.
Tan prolongadas eran las concesiones del servicio, con pingües ganancias
aseguradas y escasas inversiones en nuevos equipos e incluso en mantenimiento,
que “la Ítalo” (CIADE) todavía operaba al perpetrarse el “proceso”, siendo el
nefasto Martínez De Hoz uno de sus directores al asumir como ministro en ese
período.
Tanto ese siniestro personaje, como su alter ego Videla, enfrentaron la
férrea oposición del gremialista Oscar Smith a la política de privatizaciones del
sector eléctrico, ya anunciada, como parte de las medidas ultra privatistas del
neoliberalismo que nos impusieron a fuerza de bayonetas. “Casualmente” Smith
fue uno de los primeros “desaparecidos” del “proceso”.
La empresa estatal SEGBA fue rápidamente desguazada en las privadas
EDENOR, EDESUR y EDELAP, cuyos costos operativos parecen ser uno de los
insondables misterios de los muchos que hay en nuestro país.
SEGBA había sido
creada por Perón, para ordenar el caos de varias generadoras eléctricas privadas,
de tan cuestionados manejos y escasas inversiones reales.
En lo referente a los combustibles, su procesamiento y venta estaba en
manos de dos transnacionales, una británica y otra estadounidense, las cuales
imponían precios altos en función de costos teóricos calculados en función de los
vigentes en alrededores del Golfo Pérsico y su teórico transporte.
Al crearse YPF (primera petrolera estatal del mundo), y manejarse en forma
ejemplar por parte de los Generales Ingenieros Mosconi y Baldrich, los precios de
los combustibles bajaron sustancialmente y la participación de YPF en el mercado
creció sostenidamente.
Con el golpe de Estado -de claro cuño ultra liberal- de
1930, se favoreció a las petroleras extranjeras, creciendo su participación y
aumentando los precios de los combustibles. Y tal como es metodología habitual
de los sectores apátridas, Mosconi y Baldrich fueron denostados en base a cargos
falsos, soportaron persecuciones brutales, siendo incluso encarcelado Baldrich…y
todo eso por el “delito” concreto de ser patriotas insobornables. ¡La historia se
repite!
En la década peronista 1946-1955, además de las estatizaciones para
controlar el estratégico Sector Energético, se crearon Gas Del Estado, Agua y
Energía Eléctrica y la Comisión Nacional de Energía Atómica, todos ellos
desmintiendo el mito de la supuesta crónica ineficiencia del Estado;
construyéndose a menor costo que el presupuestado y en menor tiempo, el
primer gran gasoducto, de Comodoro Rivadavia a Capital Federal, abasteciendo
también a las muchas localidades en su extenso trayecto, lo cual redundó en un
más eficiente y económico abastecimiento de gas a muchos argentinos.
Fue tan
eficiente Gas Del Estado, que Gaz De France la tomó como modelo para su
creación.
Como actividades estratégicas que son, todas las vinculadas al complejo
Sector Energético estaban en manos del Estado Nacional, cuyo objetivo básico
era brindar los insumos y servicios energéticos a todo el país, a precios accesibles,
como bienes y servicios esenciales para toda nuestra población, y en el caso de
los combustibles, con precios uniformes en todo nuestro
extenso territorio.
En el “proceso”, con Martínez De Hoz y sus continuadores, se hizo trabajar
a pérdida a las Empresas del Estado, mediante un perverso mecanismo de
endeudamiento en divisas, mientras las tarifas se mantenían intencionalmente
bajas, para forzar el caos en esas empresas, argumentando la supuesta
“incapacidad del Estado como empresario”.
Claro que los manejos de los entes y
empresas del Estado, estaban en manos de capitostes del neoliberalismo, ultra
privatistas por antonomasia e interesados en degradar y fundir todo lo estatal.
El mecanismo de desorden financiero intencional se montó obligando a las
Empresas del Estado vinculadas al Sector Energético, a endeudarse en el exterior,
con la garantía patrimonial de dichas empresas…pero esas divisas no quedaban
en las arcas de las propias empresas ni se reinvertían productivamente. ¡Eran
transferidas al Tesoro Nacional, para enjugar los cuantiosos déficits que la
desastrosa gestión de los personeros del neoliberalismo ocasionaba!
En el período de Alfonsín, nada de ese ultra privatismo se revirtió, e incluso
se profundizó, ralentizando la obra de Yacyretá y frenando la central nuclear
Atucha 2, además de otras medidas tendientes a desguazar y hacer desaparecer
por inanición al estratégico Sector Nuclear, todo eso bajo la negativa impronta
del ultra privatista pro termoeléctrico Lapeña.
Con el caos financiero consecuencia de esa política destructiva de
endeudamiento patológico, en el período de exacerbación neoliberal que fue la
década del menemato, esas Empresas o Entes Estatales de Energía fueron
privatizadas por monedas, en muchos casos extranjerizadas, y en otros disueltas
(como la emblemática Agua y Energía Eléctrica, perdiéndose muy valiosos datos
técnicos acumulados en décadas de trabajo).
Después de la crisis terminal de 2001/2002, siguieron los doce años del
peronismo kirchnerista, período en el cual se reestatizaron varios entes y
empresas, entre ellas algunas del Sector Eléctrico, además de darse fuerte
impulso al Sector Nuclear, y se terminaron dos grandes obras largamente
postergadas, la central nuclear Atucha 2 y la hidroeléctrica Yacyretá,
construyéndose además varias grandes centrales termoeléctricas de propiedad
estatal.
No se reestatizaron otros entes, como las grandes distribuidoras de
electricidad en la zona del AMBA, posiblemente ante la urgente necesidad de
realizar muy fuertes inversiones en el postergado Sector Energético (como los
más de 5.000 Km. de líneas de alta tensión, además de las precedentemente
citadas, gasoductos y varias más).
Siguieron luego los cuatro años de crudo neoliberalismo macrista,
volviéndose a perniciosas “recetas” de paralizaciones de grandes obras y de
medidas tendientes al desguace, como las perpetradas en el Sector Nuclear;
malvendiéndose las nuevas centrales termoeléctricas y otras medidas muy
negativas, como dejar la Secretaría de Energía en manos de un personero de la
petrolera – gasífera holando – británica Shell, tildado de impresentable
favoritismo a favor de la empresa de la cual fue (o es) alto ejecutivo e incluso
accionista.
El mismo funcionario – ejecutivo de la transnacional petrolera, fue uno de
los más férreos implementadores de los brutales tarifazos de los servicios
públicos, mecánica con la cual transfirieron cuantiosas sumas pagadas por los
sufridos usuarios de servicios públicos y consumidores de combustibles, que
engrosaron desmedidamente las arcas de los amigos del poder propietarios o
administradores de las empresas energéticas y otras de servicios públicos.
Esos tarifazos transformaron bienes y servicios esenciales en inauditos
“artículos de lujo”, instalando la pobreza energética como genocida política de
Estado.
Tarifazos que se justificaron mediante audiencias públicas que poco o nada
aclaran y nada solucionan, con incrementos siderales de 5.000 % o más.
Los
estudios de costos parecieron brillar por sus ausencias.
Esos tarifazos fueron muy superiores a las tasas de inflación, por lo que cabe
suponer que no existen justificativos técnicamente bien fundamentados, para
volver a aumentar las tarifas. Y los estudios de costos siguen siendo desconocidos
o casi inaccesibles para el ciudadano de a pie.
Ese estado de cosas, parece dar credibilidad a las opiniones vertidas por el
Ing. Garbanz, cuya crítica opinión y su análisis tuvo difusión en las redes
sociales…lo cual por lógica no sale en los grandes medios periodísticos
concentrados.
Vierto estas opiniones desde la experiencia, pues tuve a mi cargo las
auditorías y estudios de costos, de la empresa eléctrica provincial y las muchas
cooperativas del servicio eléctrico de mi provincia, varios años ha; además de
asesorar a una cooperativa de servicios públicos de una provincia vecina a la mía.
Además, claro está, que analizo este delicado tema, desde una clara postura
consustanciada con el Pensamiento Nacional, en las antípodas del insensible y
apátrida neoliberalismo.
MGTR. CARLOS ANDRÉS ORTIZ
Analista de Temas Económicos y Geopoíiticos
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