sábado, 17 de abril de 2021

 RECUPERAR LA SOBERANÍA EN LA CUENCA DEL PLATA
Este es sin duda alguna, uno de los grandes temas estratégicos, que deben solucionarse correctamente, y a la brevedad.
El liberalismo es clara y categóricamente, una doctrina de colonización político económica, ideada para mantener a los Estados que sean dóciles a la misma, sumidos en el subdesarrollo de economías primarias, subordinadas a los centros del poder extranjero.
Eso lo definió en forma contundente, en el siglo XIX, Friedrich List, cuyas ideas fueron las bases de las aceleradas industrializaciones de Alemania (su patria de origen), y de EEUU (su país de emigración). Las expuso en la primera mitad del siglo XIX, cuando Alemania no existía como nación unificada, y sus muchos pequeños reinos casi feudales, tenían como principal rubro de exportación la carne humana…bajo el formato de muy apreciados mercenarios, bien pagados por Estados extranjeros necesitados de tropas. Complementariamente, los feudos germanos exportaban trigo, maderas y poco más.
Por su parte, EEUU se debatía entre los partidarios del proteccionismo y la industrialización, y los grandes terratenientes del sur, partidarios del “libre comercio”. Ese enfrentamiento ideológico y político, recién se resolvería al costo de la sangrienta guerra civil entre el norte industrialista, y el sur algodonero y anti industrial subordinado a Gran Bretaña.
Recientemente lo volvió a definir al liberalismo, como doctrina de la dependencia, el economista surcoreano Ha Joong Chang, en su libro “Patear la Escalera”. Es muy claro y didáctico.
El neoliberalismo es una acentuación del liberalismo, que no solo busca la sumisión político – económica, sino directamente la desaparición de los Estados excluidos del Bloque de Poder Atlantista, en el cual se sustenta el mega poder financiero transnacional especulador.
Más crudamente antinacional, es la ideología libertaria, que en su versión más virulenta es una suerte de neoliberalismo descarnado y muy agresivo.
¡Y todo ese prolegómeno, tiene que ver, y mucho, con el conflictivo y crucial tema de la soberanía nacional a recuperarse, en la muy estratégica Cuenca Del Plata!
Desde nuestros albores, y ya previo a nuestra libertad y posterior independencia (dos veces declarada, en 1815 y 1816), el enfrentamiento entre los comerciantes portuarios (con los respaldos de algunos doctores doctrinarios del liberalismo); y quienes avizoraron un futuro promisorio en base al proteccionismo y la industrialización, tuvo caracteres de duro enfrentamiento, no exento de violencia.
A las posturas autonómicas propugnadas por Mariano Moreno, Belgrano, los caudillos del interior, y otros muchos; se opusieron los librecambistas nucleados en torno al agente británico Rivadavia, el primer brutal endeudador masivo de Argentina y el desguazador del territorio nacional.
Esos mismos “ilustrados” con mentalidad de colonia semipróspera, fueron los que clamaron por la “libre navegación de los ríos”, eufemismo que no es otra cosa que la burda resignación de soberanía nacional en nuestros propios ríos interiores. ¡Vayan a pedirles a los norteamericanos “libre navegación” en el Misisipi, o a los británicos en el Támesis o el Severn, o a los rusos en el Volga y canales interiores, o a los brasileños en el Amazonas!
Durante el período de Rosas, como genuino exponente de los Intereses Nacionales, se hizo respetar la soberanía nacional en nuestros ríos interiores, lo que fue patente ante la agresiva prepotencia de la flota anglo francesa, que pagó cara su osadía al ser enfrentada en la Vuelta de Obligado y los sucesivos combates, que la dejaron maltrecha y sin cumplir sus objetivos de hacernos perder nuestra soberanía.
Claro que después vendría el traidor Urquiza, quien con tropas mercenarias y brasileñas, venció a Rosas en Caseros, para entre otros actos viles, establecer “la libre navegación de los ríos”, que significó dar carta blanca de navegación en nuestros ríos interiores, a barcos de bandera extranjera…una entrega de soberanía, por la cual clamaban los “librepensantes” liberales locales.
Eso se acentuó luego al predominar totalmente el mitrismo, sobre todo desde 1862, en el medio siglo largo de dominio total del país por parte de la oligarquía portuaria, con todos sus asociados vinculados al “libre comercio”, por cuya supremacía se desperdició todo ese tiempo evitándose nuestro desarrollo e industrialización; como tampoco se buscó tener una flota mercante acorde a nuestras necesidades. ¡Dependencia total de Gran Bretaña, y en menores escalas de otras potencias europeas y EEUU!
En esos 54 años (64 años si computamos desde el derrocamiento de Rosas, hasta que asumió Yrigoyen), por sus acciones económicas positivas y la defensa de la integridad territorial, solo cabría rescatar a los gobiernos de Carlos Pellegrini y de Julio Argentino Roca.
Incluso en ese infausto período nacional, ocurrió un hecho vergonzoso, que es prolijamente tapado por los cultores del liberalismo –apátrida por definición-, y que es ignorado por los agresivamente declamadores del patrioterismo de bandera.
En 1876, una cañonera británica, surta en aguas argentinas y navegando sin ningún control ni restricciones, se posicionó frente a Rosario para torcer una decisión del gobierno provincial, que con toda lógica pretendió favorecer al Banco de la provincia, en desmedro de ventajas prebendarias que tenía un Banco británico. ¡Y el instigador de esa medida de pisoteo de la soberanía, fue el abogado de ese Banco, Manuel Quintana, quien pocos años después llegaría a ser Presidente de la Nación! Funestas consecuencias, prolijamente ocultadas, de la nefasta “libre navegación de los ríos”.
El dominio total de nuestros ríos, y la utilización de los mismos para nuestro desarrollo, llegaría en el primer gobierno peronista, en el cual además se creó la Flota Fluvial del Estado y se fortaleció nuestra flota marítima en forma considerable, ambas medidas de claro perfil estratégico para que nuestro transporte fluvial y marítimo esté básicamente en manos nacionales.
Todo eso sucedió prácticamente un siglo después que Rosas ordenó enfrentar la flota agresora, y casi un siglo desde que impusieron la “libre” (léase extranjera) navegación de nuestros ríos.
Pero el liberalismo apátrida contraatacó, y a partir de la revolución fusiladora, sucesivos gobiernos se dedicaron a desguazar la flota mercante (ELMA), y a desactivar totalmente la navegación fluvial. Los golpes de gracia para liquidar ambas empresas estratégicas para la soberanía nacional, se dieron en el infame “proceso” y en el perverso noventismo, ambos períodos de neoliberalismo exacerbado.
Peor aun, en el menemato, dentro de otras medidas destructivas y lesivas para la soberanía, se concesionó a manos extranjeras el manejo de la Cuenca Del Plata (rebautizada como Hidrovía), permitiéndose las instalaciones masivas de puertos privados, sobre todo en cercanía de Rosario, por los que fluye con escaso o nulo control el grueso de nuestras exportaciones de materias primas alimenticias y también mineras. Existen severas sospechas de abultadas operaciones de subfacturaciones, así como de envío de cargas de soja y otros granos a Paraguay, sin declarar, con lo que se evita pagar impuestos, y peor aun, que las divisas entren a Argentina.
El sonado caso de Vicentín, parecería ser emblemático de esas oscuras maniobras de tinte delictivo. Y ante algunas dificultades que se habrían implementado ¡por fin! para impedir esos operativos de cargas no declaradas, se pudo constatar la considerable cantidad de camiones cargados con soja y otros granos, detenidos en Formosa y Misiones, claramente enviados para fugar las valiosas cargas hacia Paraguay y posiblemente también Brasil.
El accionar de las respectivas policías provinciales, habría sido el motivo real más importante para la feroz campaña de desprestigio implementada contra el gobernador formoseño…eso además de otros temas de politiquería sucia, en particular del senador formoseño del radicalismo macrista, que en clara acción de cipayismo, fue a denunciar a Argentina ante el Congreso del Paraguay, en una maniobra lesiva al desarrollo nuclear argentino.
Es sabido que Argentina está en situación muy débil, ante el brutal endeudamiento externo y la doble pandemia (la económica herencia del neoliberalismo macrista, y la sanitaria del COVID); pero pese a todo, es imperativo volver a poner todos los tramos argentinos de la Cuenca Del Plata, bajo jurisdicción soberana del Estado Nacional, e interviniendo en las venas sangrantes de la economía, que son los puertos privados operando con poco o nulo control estatal.
Y según se difundió, la concesión del manejo de la Hidrovía, vence en escasos días.
Este es uno de los nodos principales que restan desarticular, del complejo entramado de acciones perpetradas por el neoliberalismo, cuyo objetivo último era – y es, descaradamente- la desaparición lisa y llana del Estado Nacional
Argentino. ¡Urge recuperar el pleno dominio del Estado en sectores claves de nuestra economía!
MGTR. CARLOS ANDRÉS ORTIZ
Analista de Temas Económicos y Geopolíticos

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