martes, 10 de noviembre de 2020

 LA HUELLA REDENTORISTA EN MISIONES
Varias congregaciones católicas están radicadas en Misiones, teniendo a cargo muchas iglesias y capillas, además de escuelas en muchos casos. Eso además de las iglesias a cargo directo de los respectivos obispados, que en esta provincia son 3, Posadas, Oberá e Iguazú.
De larga data y con fuertes raíces en nuestra historia, el accionar de los jesuitas, con fuerte inserción en el pueblo guaraní. Expulsados después, antes de la independencia argentina, por una errada decisión del monarca español, hubo en largo período en el cual no hubo asistencia espiritual en el por entonces vasto territorio de Las Misiones.
A partir del decidido accionar del gobierno nacional, desde la primera presidencia de Julio Argentino Roca, se favoreció y fomentó el poblamiento del por entonces selvático y casi despoblado territorio, inicialmente con criollos venidos de zonas cercanas, como Corrientes, y poco después, con la inmigración europea, que pasaría a ser masiva. De ellos, los primeros contingentes eran eslavos, de Polonia y Ucrania, mayoritariamente fervorosos católicos, que inicialmente se radicaron en Apóstoles y zonas cercanas.
Años después, llegarían los germanos, algunos provenientes directamente de Alemania, como fue el grueso de la población inicial de Eldorado. Otros vendrían desde Brasil, radicándose casi todos ellos en los entornos de Monte Carlo y Puerto Rico. Esos tres han sido los orígenes del grueso de los inmigrantes europeos en Misiones, además de italianos y españoles, mayoritarios en toda Argentina, y no tanto en esta provincia.
A lo largo de la Ruta 14 y la costa del Uruguay, las radicaciones de inmigrantes europeos serían mucho más mezcladas, con gentes oriundas de los diversos países europeos, además de muchos paraguayos y unos cuantos brasileños, que también pasaron a formar parte de nuestra población.
En aquellos hoy lejanos años, de fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX, la Iglesia Católica se hizo presente por medio de los Misioneros del Verbo Divino y su rama femenina de monjas, que desplegaron una enorme y tesonera acción, creando iglesias y levantando colegios, algunos de ellos los primeros secundarios en muchas localidades, prestando también asistencia espiritual en hospitales, orfanatos y en las chacras, por entonces alejadas de centros poblados importantes.
Inicialmente, la mayoría de los sacerdotes y muchas monjas Verbitas, eran alemanes, luego se sumarían muchos argentinos y algunos pocos de otros países.
Ya a mediados del siglo pasado, se hicieron presentes los Redentoristas, que se radicaron en Posadas y San Pedro, además del fuerte accionar en Charata, Chaco. En esta congregación, en Argentina, hubo y hay acentuada participación de sacerdotes polacos, de perseverantes y abnegadas tareas. San Pedro era una pequeñísima población, metida en el monte y solo comunicada por rutas terradas, mientras que Posadas era básicamente un pueblo grande, con marcadas carencias de todo tipo.
En esta ciudad, en un barrio cercano al centro, en un entorno que por alguna circunstancia especial, concentró a muchos pequeños propietarios de orígenes eslavos (polacos y ucranianos), los Redentoristas levantaron primero una capilla, allá por 1956, y poco después una iglesia de diseño no convencional, agradable visualmente, con la característica de ser más ancha que larga, y con un tamaño mayor al de nuestra vieja y pequeña catedral, esta de diseño clásico.
Esa gran iglesia, levantada por los Redentoristas, es la del Espíritu Santo, y la misma congregación tiene a su cargo otra pequeña iglesia, hoy cercana a la Costanera, en el entorno de la plaza seca de La Cascada.
A lo largo de estos casi 70 años, se sucedieron varios párrocos, de los cuales pude conocer a los últimos cuatro.
Al muy respetado P. Estanislao Ciurey, pude ver y escuchar, fugazmente, en los prolegómenos de un acto castrense, en el regimiento de Posadas. Era ya muy mayor, se lo veía muy débil, y era evidentemente, una muy buena persona. Es recordado como tal, y en su recuerdo se levanta un pequeño monolito, en la Avenida Mitre, a cuadra y media de “su” iglesia.
Comencé a concurrir a misa en esa iglesia, Espíritu Santo, a comienzos de los años ’90, siendo párroco el P. Juancito, tal como era cariñosamente llamado. De baja talla, muy bondadoso y bien predispuesto, se le llamaba así para diferenciarlo de otro P. Juan, que prestaba servicios en otra iglesia.
Recuerdo su gran amabilidad y buena voluntad, para visitar a una gran persona, Don Francisco José Zakowicz, impedido de caminar, que vivía a escasas dos cuadras de la iglesia. Don Zakowicz me honró con su amistad, habiendo conversado muchas largas tardes, en las que expuso su erudición acerca de la historia de Polonia –país de sus ancestros-, y de Ucrania –de cuyas raíces provenía su esposa. Con su autorización, dos páginas de uno de mis libros, tienen valiosos y raros datos históricos que él me suministró. Pero esto ya es otra historia.
El P. Juancito, con su bondad y evidente fe, juntaba multitudes en las misas dominicales.
Ya muy mayor, al enfermar, el P. Juancito, fue nombrado párroco el P. Jarek (se pronuncia “iarey”), de mediana edad y con su propio carisma personal. De personalidad algo tímido, pero de mucho carácter y gran bondad, cumplió una gran tarea.
Entre sus muchas acciones, encaró la reparación total del techo de la iglesia, y el cambio del cieloraso. Para constatar personalmente el estado del techo, subió al mismo, lo cual no es poca cosa, habida cuenta de la gran altura. Todas esas tareas se hicieron en base a colectas de los fieles.
Siendo trasladado el P. “iarey” (Jarek) a San Pedro, Misiones, fue nombrado párroco el P. Andrés, quien antes ya había colaborado en esa iglesia en el período de Juancito.
También con su fuerte pero amable personalidad, el P. Andrés sigue siendo el párroco. Seguro lo vamos a extrañar, cuando los Redentoristas deban entregar la iglesia al obispado.
Con seguridad, en esos casi 70 años, hubo muchísimos casamientos, bautismos y ceremonias fúnebres, en ese gran templo que claramente transmite serenidad e impregna a fieles y visitantes con la Fe sencilla y sincera.
Entre los bautismos, se cuentan los de tres de mis nietos, lo cual creó un vínculo especial, sin duda.
¡Cuesta entender los motivos del “cambio de guardia” pronto a realizarse! Quiera Dios que sea para bien.
CARLOS ANDRÉS ORTIZ

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