CASTA DE APÁTRIDAS.
Incitación pública a la violencia y a la desobediencia civil, agravado eso por las seguras consecuencias sanitarias muy graves de no acatar la cuarentena; además de desobediencia explícita a órdenes de su Comandante en Jefe (el Presidente lo es de todas las FFAA y FFSS), con el acentuado agravante de proferir injurias a la investidura presidencial y al propio Presidente; además de muy claramente arrogarse aptitudes neciamente destituyentes y provocaciones de tipo golpista, de las que tantas y tan nocivas padecimos en nuestro país, esto último configurando un accionar claramente subversivo, pues incitó a subvertir el orden político y violar la constitución y las instituciones legales nacionales.
Esos son los cargos que -salvo vericuetos legales e interpretaciones judiciales (que las dejo en manos de abogados y constitucionalistas)- se evidencian de la actitud y acción del irascible y arrogante teniente coronel, que difundió un agresivo y muy conocido mensaje en los medios electrónicos e incluso que se reprodujo en algunos programas de TV. Demostró ser parte de una casta de apátridas, que incluye tanto a muchos civiles como uniformados.
Mezcla como si fueron lo mismo, los conceptos de “estatismo, marxismo y maoísmo”, lo cual revela ignorancia cerril; además de no razonar que no ha sido más que un “empleado público con uniforme”, o sea del Estado que denigra, con muchas prerrogativas, y que nos sale sin duda muy caro, más por el nulo servicio a la patria que demuestra.
Evidentemente, en la difusión de esas sumatoria de gruesos exabruptos, tuvieron activas participaciones los “grupos de tareas”, de cuyos accionares se pudieron ver muchas evidencias, en cadenas de malintencionados “memes”, en difusiones hechas por retirados, allegados y presuntos personeros vinculados a ellos; así como en las opiniones de gente muy poco ilustrada, vinculada a la “familia militar liberal”. Esto último según agresivas, tajantes y por lo general nada fundamentadas opiniones volcadas a las redes por retirados, familiares y afines.
Queda claro que por medio de aceitadas redes de difusión, hay grupos de poder de orientación procesera – neoliberal, evidencian mantener “alineada a la tropa”, operando los muy activos trols, e incluso ciertos oficiales retirados que con amañados mensajes “bajan línea” a sus camaradas y subordinados retirados,
mientras refuerzan los “lazos afectivos” con sectores oligárquicos siempre clasistas, por lo general fuertemente racistas, y apátridas.
Son expertos en instalar mensajes “fáciles”, asimilables por parte de sectores poco pensantes y acondicionados mentalmente a acatar y creer sin análisis alguno, cuanto mensaje o idea reciban, acordes a los severos prejuicios, instalados tras décadas de cerrado adoctrinamiento ultra liberal y cerradamente antinacional… claro que convenientemente salpimentado con grandilocuentes frases de patrioterismo de bandera. Y en esos receptores crédulos sin pizca de análisis, opera el fenómeno psicológico de la “santificación del uniforme”, que expliqué en mi libro Manual de Zonceras Militares Argentinas…o sea, si lo dice un uniformado, “debe” ser cierto y creíble, más aun si el que opina es de más alta graduación.
No puede sorprender la mentalidad tan tergiversada, que salvo honrosas excepciones, prima entre los retirados, a los que entre otras aberraciones se les inculcó que lo principal no es defender a la patria, sino ser fieles al “sistema”, siendo en consecuencia celosos subordinados a las “instrucciones” recibidas de las dos principales potencias anglosajonas, y eventualmente algunas otras muy cercanas a aquellas.
Desde 1955 se instaló por la fuerza de las presiones de todo tipo, el “pensamiento único correcto” en las FFAA (y por carácter transitivo en las FFSS), instalando el prejuicio que los únicos enemigos son el comunismo, el peronismo (a los que con malicia o cerrazón mental extrema asimilan como similares), y todo lo vinculado con el “populismo”. A la vez, automáticamente aceptan y “santifican” todo lo que provenga de las potencias anglosajonas y sus aliados cercanos, no importándoles nada si resultara atentatorio contra los Intereses Nacionales de Argentina.
Analizar eso requeriría un esfuerzo mental desproporcionado, por falta de entrenamiento en el muy sabio principio de la duda permanente (someter toda idea al análisis previo antes de ser aceptada) y por la montaña de prejuicios que impiden razonar por cuenta propia.
Eso incluye el descuido o desprecio por valores de soberanía, y el absurdo objetivo de refundar la “Argentina próspera” del siglo XIX, sin entender que hoy el mundo es otro y que aquel modelo de país estancia era muy limitado, de independencia meramente formal pero denigrantemente subordinado a la potencia hegemónica de ese momento (Gran Bretaña), que movía todos los hilos políticos y económicos, subordinándonos como una dócil colonia económica.
Aquel modelo de país-estancia, socialmente muy injusto, políticamente excluyente y económicamente muy limitado, era cerradamente antiindustrialista, pues se había aceptado sumisa e irracionalmente el rol de simple proveedor de materias primas, modelo que colapsó con los cambios mundiales de comienzos del siglo XX. Pero la oligarquía no quiso verlo, o por cerrazón mental no se dio por enterada.
Las reacciones contra ese modelo de sometimiento a los designios británicos, fueron paulatinas, y provinieron de diversos intelectuales que trabajosamente descubrieron y denunciaron las marañas de falsedades instaladas como verdades absolutas, y los diversos artilugios que escondían los hilos políticos, económicos y culturales, en base a los cuales los resortes del poder imperial nos manejaban a discreción. Nos llevó medio siglo poner al descubierto los mecanismos de sometimiento y colonización cultural, desde fines del siglo XIX hasta mediados del XX.
En ese mismo lapso de tiempo, las FFAA, nutridas de auténtico Pensamiento Nacional, y fortalecidas por la Ley Riccheri, fueron tomando conciencia de la nociva situación de extrema dependencia en que nos hallábamos, y en forma más empírica que doctrinal, comprendieron la importancia crucial de contar con una poderosa y muy integrada industria argentina, y con los medios propios de creación de diversas tecnologías, de usos duales, tanto civiles como militares.
Allí se fue produciendo y acentuando una profunda divisoria de aguas, entre los uniformados. Algunos siguieron al “calorcito” de las prebendas oligárquicas, sujetos a los prejuicios liberales; otros tomaron conciencia de los reales Intereses Nacionales, y fueron sembrando jalones de real independencia económica y de desarrollo tecnológico e industrial.
Con la seguridad de omitir involuntariamente a varios nombres relevantes, cabe mencionar dentro de los uniformados, como referentes de patriotismo y muy sana argentinidad, a los siguientes: Riccheri, Mosconi, Baldrich, Savio, Juan Pistarini, brigadier Juan Ignacio San Martín, varios altos oficiales de la Marina e
ingenieros nucleares en altos cargos de la Comisión Nacional de Energía Atómica, Rodríguez Zía, Guglialmelli, Pujato, Bernardo Alberte (primer asesinado por el infame “proceso” cívico militar de 1976), entre otros destacados patriotas, además de destacar a Juan Domingo Perón, para escozor de liberales apátridas.
En la otra vereda, los muchos tibios y acomodaticios, cuando no los “generales de empresa” que pusieron sus influencias al servicio de poderes oligopólicos. Por algo, al fallecer el destacado analista geopolítico General Guglialmelli, el historiador revisionista José María Rosa, publicó “ha muerto el último General de la Patria, ahora solo quedan generales de empresa”…
Con todos esos necesarios antecedentes, y conociendo el severo proceso de limado neuronal al ras, practicado sin pausas entre los uniformados y buena parte de los civiles, desde 1955, acentuado desde 1962 y profundizado a niveles brutales desde 1976, se entiende que existan irracionales como el exaltado alto oficial subversivo, cuyos exabruptos se analizan.
A consecuencia de esas décadas de adoctrinamiento antinacional, se entiende que haya mucha gente muy confusa, unos cuantos odiadores cerriles; e incluso otros, buenas personas, que intentan desbrozar las falsedades que se les instalaron como supuestas verdades absolutas, pero suelen costarles muchos esfuerzos.
Dentro de los confusos u odiadores seriales, están también muchos “progres”, que terminan siendo la otra cara de la misma moneda antinacional. Pero ese ya es otro tema.
El destemplado y muy desubicado audio, que se hizo viral en las redes e incluso fue comentado en la TV, difundido por un teniente coronel (que no dio su nombre en el mismo, pero si su documento), realmente con serios caracteres que seguramente los psiquiatras pueden catalogar como psicopatológico en grado severo, con rasgos de inadaptado social y peligrosamente agresivo, no puede ni debe catalogarse como un simple hecho aislado, ni como la solitaria manifestación de un geronte severamente afectado por la cuarentena.
Muy por el contrario, esa sumatoria de exabruptos, insultos y amenazas directas a la investidura presidencial, al propio sistema político democrático, y a elementales normas de convivencia social que de ningún modo deben tolerarse ni menos aun tratarse con tibieza o con impostada indiferencia, como algunos se apresuran a calificar como “las simples expresiones de un loquito suelto”; son las expresiones descarnadas de la “familia militar liberal”, añorante del infame proceso, y subordinada gustosa a la oligarquía y a sus mandantes del mega poder financiero transnacional.
Seguramente el muy exaltado opinante público, es un caso más acentuado o con rasgos psíquicos marcadamente patológicos; pero lo básico del tema, es que esa forma de pensar y actuar, suponiéndose como perteneciente a una casta “superior” que “puede dictar cátedra” e incluso imponer por la fuerza bruta sus enrevesadas ideas, asumidas como “principios básicos de patriotismo”, no es un caso aislado, sino que más bien es la lógica consecuencia de cerradas concepciones –transformadas en supuestos principios liminares que no admiten ni la mínima objeción-, fueron inculcadas con severidad y excluyente persistencia, a los uniformados argentinos, desde el momento en que los personeros del liberalismo descarnado, asumieron los controles totales y excluyentes de las FFAA y FFSS; o sea desde el golpe de Estado oligárquico y pro británico de la abyecta “revolución fusiladora”, desde 1955 en adelante.
Respecto a ello, el gran desafío es cambiar no solo los planes de estudio de los institutos militares, cargados de ideología liberal –tan apátrida por definición, como también lo son el marxismo y doctrinas afines-, y faltos de fundamentos en Historia, Economía y Geopolítica; pasando a dar de todo ello una visión nacional, y acentuando la capacidad de análisis y razonamientos propio en cada tema. Para eso seguramente será necesario también cambiar drásticamente el plantel de docentes, que los hechos demuestran –tal vez salvo excepciones- estar desde 1955 consustanciados con disvalores profundamente antinacionales.
MGTR. CARLOS ANDRÉS ORTIZ
Analista de Temas Económicos y Geopoliticos
Excelente.
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