martes, 10 de febrero de 2015

¡ES LA GEOPOLÍTICA, ESTÚPIDO! Las acciones que se están desarrollando “casualmente” en Venezuela, Brasil y Argentina; fuerte y persistentemente destituyentes, de desgaste y/o de agresiones económicas, más el martilleo constante de las campañas mediáticas y de redes sociales, que no por casualidad recrudecen en momentos de exacerbaciones de aquellas campañas, cuando claramente están pasando a etapas más violentas y directas; que tienen “repercusiones” en órganos de prensa vinculados al establishment del poder transnacional “occidental” (como “El País” de España y diarios referenciales de los poderes financiero-bélicos de Gran Bretaña y EEUU, entre otros), así como agresivas y siempre sesgadas opiniones de voceros del mismo establishment neocolonialista (académicos, legisladores y otros ultra conservadores del riñón del G 7); suelen ser mostradas en forma miope o sesgada, desde la óptica política interna, o a lo sumo, con consideraciones o motivaciones económicas o sociales meramente locales. Pero el verdadero trasfondo de todo ello, y de muchos otros acontecimientos en el mundo, tiene profundas motivaciones geopolíticas, que solo se entienden en el marco del muy complejo y rápidamente cambiante tablero de las fuertes luchas por el Poder Mundial. El desbarranque del Mundo Unipolar de los ’90, dio paso a la actual etapa multipolar de la geopolítica mundial, en la cual la “troika” del hoy alicaído G 7, formada por EEUU y Canadá, la UE y Japón; pierde poder aceleradamente, a manos de las nuevas Potencias Emergentes, en particular del BRICS, y en menor escala por los otros componentes de los Doce Emergentes, que forman el G 20, estando en él además de Brasil, Argentina. En ese contexto, las alianzas estratégicas rubricadas separadamente por Rusia y China, con diversas naciones de nuestra gran región íbero americana-caribeña, resultan sumamente significativas, y son sin duda importantes para los dos gigantes mencionados, como también representan un fuerte espaldarazo para nuestros países y los organismos regionales de los que formamos parte. Siendo una pieza clave de esos grandes acuerdos de asociaciones estratégicas, los múltiples acuerdos rubricados recientemente en Pekín, entre la primera potencia económica mundial y Argentina, no puede sorprender que “casualmente” pocos días antes se desencadenaran una serie de hechos, algunos deplorables y otros vilmente dando mal uso politiquero a los acontecimientos, en varios sino todos quedó patente el accionar de agencias intervencionistas de inteligencia de potencias extranjeras, claramente interesadas en “hacer volver al redil” de los dóciles subordinados, tanto a nuestro país como a toda nuestra enorme y muy importante región. Los formatos agresivos de guerras blandas y posibles etapas más violentas (como la padecida por Venezuela con las “guarimbas” –desmanes violentos preorquestados-, poco tiempo atrás), tienen fortísimas connotaciones geopolíticas, de poderes internos y externos, interesados en hacernos volver al deplorable rol de patio trasero de EEUU y de fácil receptor de efectos perversos de las crisis actuales del gigante del norte y su subordinada Unión Europea. Todo eso se relaciona con las acciones intervencionistas de las “primaveras árabes”, de su similar en Ucrania, de grupos violentos fundamentalistas “misteriosamente” pertrechados y provistos de amplia logística; con violencias desatadas en distintos países de África y algunos operativos neocoloniales “de pacificación”; con el realineamiento de Asia oriental y del sur, despegándose de la tutela yanqui; y con el mega bloque recientemente constituido por India, China y Rusia, tres gigantes económicos y grandes potencias nucleares, dotadas además de amplios recursos bélicos convencionales, claramente no subordinados al eje belicoso de la OTAN. Argentina, Brasil y Venezuela son países estratégicamente importantes por si mismos, y mucho más aún si se consideran sus fuertes vinculaciones y potentes incidencias regionales, en el contexto del Mercosur, la Unasur y la Celac. Claramente, existen factores de poder basados en EEUU y la Unión Europea, sumamente involucrados en obstaculizar nuestros procesos de desarrollo socio económico, y muy interesados en convertir en letra muerta esos importantísimos bloques regionales y los acuerdos con Rusia, China, (y previsiblemente India en un futuro cercano), que siguen avanzando, y que de no detenerse, están llamados a jugar un rol importante e indelegable, en la geopolítica mundial. Superados sucesivos intentos golpistas en Argentina, perpetrados por sectores recalcitrantemente reaccionarios, muy afines al statu quo neoliberal – dependiente de los dictados del establishment anglosajón y sus ramificaciones (sucesivos golpes de mercado –como el que echó a Alfonsín-; paros de fuerte tinte político protagonizados por gremios funcionales al establishment oligárquico local; un gigantesco paro de la oligarquía campestre (que vive en las grandes urbes), sucesivos cacerolazos que en general tuvieron escaso o nulo apoyo popular, maniobras dilatorias y agresivas por parte de sectores judiciales alineados con esos mismos sectores; campañas mediáticas muy agresivas y constantes, por parte de medios dominantes claramente alineados con EEUU y que “dictan agenda” al deshilachado arco opositor; maniobras de desabastecimiento y de inducción a subas desmedidas de precios; sutiles campañas de instigación de odios y de inoculación de descontentos prefabricados, de subidos tonos descalificatorios, agresivos y cargados de sofismas; intentos de instalar un “golpe mediático de colores”, al estilo y formato de los empleados en Ucrania, el norte de África, Siria, etc.; actualmente existe una gigantesca operatoria de golpe blando destituyente, montada en base a la abundosa y fofa denuncia –totalmente carente de pruebas- del fiscal, cuya dudosa muerte parece instigada sino causada por “formatos” usuales de algunas agencias de inteligencia extranjeras que casi desembozadamente operan en Argentina, como la mundialmente omnipresente CIA (experta en derribar gobiernos y consumar “muertes dudosas” de líderes “molestos”, o de “plantar muertos” para endilgar culpas a otros). Existen otros operadores en esas acciones de guerras blandas, como algunas “fundaciones” supuestamente “democráticas y de libre mercado”, con raíces y/o fondos provistos desde las potencias neocolonialistas (EEUU-Gran Bretaña-Francia, y algunos socios, como la germania de la “káiser” Merkel); las múltiples ONGs pseudo ecologistas, indigenistas y derecho humanistas, mayoritariamente digitadas desde Londres; algunas sectas pseudo cristianas norteamericanas; y las cohortes de mercenarios, confusos y colonizados mentales, que son digitadas por esos organismos de penetración cultural. Sin duda todo ese cuadro excede en mucho a las miopes visiones políticas, sociales y económicas cortoplacistas y de muy bajo vuelo; que caracterizan a muchos actores, analistas y opinadores, que no llegan a entender la complejidad y enorme importancia del contexto general, de la ventana de enormes oportunidades que se abren para Argentina y los países hermanos de nuestro continente; así como las complejísimas acechanzas que buscan subordinarnos e incluso balcanizarnos, amenazando nuestras soberanías y nuestras existencias como naciones dignas e incluso con capacidades de decisión que de concretarse, nos harán una región de gran importancia en el contexto mundial. Todo ello en una escala enorme, muy alejada de los enanismos mentales de los “economistas de mercado”, de “progresistas” fuera de foco, de los que reducen todo a dieciochescos enfrentamientos entre “izquierdas” y “derechas”, de los miopes y egoístas planteos de cierta clase media adocenada, y de la aparentemente insalvable colonización mental de patrioteros de bandera aún perdidos en laberínticas confusiones de la pretérita y caducada guerra fría vigesimónica. Valga el parafraseo de aquel pensamiento de campaña de Clinton en 1992: “It’s the economy, stupid!” C.P.N. CARLOS ANDRÉS ORTIZ Analista de Temas Económicos y Geopolíticos

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