domingo, 1 de febrero de 2015
EL AUTOEXILIO COMO ARMA POLÍTICA
Gran notoriedad periodística cobró el “autoexilio”, ante dudosas o improbables amenazas, que habrían sido recibidas por un hasta entonces desconocido periodista, Daniel Patcher; quien por el caso cobró enorme popularidad.
La táctica del autoexilio, con posterior mucho “bombo” (gran difusión), es una vieja arma de los sectores pro oligárquicos y fuertemente reaccionarios de Argentina, no diferenciándose en nada las “izquierdas” y “derechas”, definiciones que son letra muerta para generar confusión, tal como magistralmente explicó Jauretche.
En épocas de Don Juan Manuel de Rosas, las intelectualidades europeizadas, liberales e incapaces de entender la realidad y las necesidades del país, sin ser molestadas en absoluto, se embarcaban rumbo a Montevideo, donde se dedicaban a conspirar contra el país, poniéndose sumisamente a las órdenes de las potencias agresoras de ese momento, que eran Gran Bretaña y Francia. Así lo hicieron Esteban Echeverría, Florencio Varela, Juan B. Alberdi y otros. Mientras que por su parte, Sarmiento se autoexiliaría en Chile, desde donde conspiraría constantemente contra Argentina e incluso alentaría a Chile a avanzar usurpando territorio argentino. Todos ellos y varios más, serían los responsables de la subordinación total al imperio británico, formalizada desde el mitrismo (1862), con estructuras como la Sociedad Rural Argentina y otras, que persisten en tales antinacionales posturas y actitudes.
Después del golpe de Estado de 1943 (el único de características y orientación nacional, no exento de errores y contradicciones), que terminó con la corruptela institucionalizada y la degradación desenfrenada de la “década infame”, que abierta y descaradamente nos estableció como colonia económica británica, tal lo definido en el Pacto Roca-Runciman, y lo expresado muy orondo por el entonces vicepresidente “Julito” Roca; fue establecida una “dictablanda” (no puede ser catalogada como dictadura), en cuyo proceso emergió la potente figura del entonces Coronel J.D. Perón. En esos años, además de buscarse nacionalizar los resortes claves de la economía, monopolizados por el “poder blando” británico, el gran debate era la neutralidad argentina en la guerra, mientras los testaferros y acomodaticios varios de los poderes anglosajones y otros asociados, presionaban para que nuestro país aporte su cuota de sangre y carne de cañón, en un conflicto que no era nuestro. Esos politiqueros de baja estofa, de un variado arco que iba desde la más rancia oligarquía hasta el comunismo, pasando por radicales alvearistas, socialistas europeizados y racistas, y otros figurones de la política oportunista, vociferaban consignas bélicas, que los patriotas de FORJA ironizaron como “animémonos y vayan”. Esos mismos politiqueros de vuelo bajo, cómplices de las componendas y fraudes de los años ‘30, sin riesgos ni amenaza alguna contra ellos en nuestro país, pomposamente “se exiliaron” en Montevideo, buscando notoriedades que sus impresentables prontuarios no les permitían lograr en nuestro suelo.
Años después, en el gobierno de Perón, ese mismo tipo de “dirigencia sin votos” del antiperonismo visceral, con mucha pompa y prensa, se autoexiliaría en Montevideo; era el mismo tipo de políticos que había sido manejado antes por el embajador norteamericano Spruille Braden –el que se inmiscuyó descaradamente en la política argentina-; y fueron los mismos que aplaudieron el golpe de 1955, desembozadamente promovido por Gran Bretaña, siendo ello incluso reconocido como un “mérito” por el perpetrador principal, el después fusilador serial Almirante Isaac Rojas. Poco antes, esos mismos nefastos personajes se regodearon con el genocidio que fue el bombardeo a Plaza de Mayo.
Es dudoso que el soldado israelí y periodista transnacional Patcher conozca esos antecedentes históricos, pero su acción fue “de manual” en la historia golpista argentina. Y para mayor claridad, con todas las letras se manifestó como parte componente del variopinto y desteñido arco opositor actual, el mismo que es manipulado por poderosos intereses internos y extranjeros.
Claramente, ese autoexilio, transformado en denuncia mediática (no judicial), fue muy funcional para echar leña al fuego, al ya muy controversial y dudoso caso de la lamentable muerte del fiscal Nisman, a su endeble y muy voluminosa denuncia judicial, y a las difusas o muy discutibles “pruebas” de las escuchas judiciales, las cuales “misteriosamente” trascendieron a los medios periodísticos cerradamente opositores al gobierno argentino.
No debe soslayarse que el fallecido fiscal Nisman, fue denunciado por el abogado Juan Gabriel Labaké, por perpetrar actos de traición a la patria (o encuadres legales similares), y en Wikileaks trascendió ampliamente que operaba a las órdenes de la embajada de EEUU y bajo “asesoramiento” de la CIA y del Mossad, así como con ramificaciones golpistas de la SIDE de Argentina. Esos golpistas internos, son añorantes del muy perverso “proceso” cívico militar que destrozó al país entre 1976 y 1983, instaurando el neoliberalismo apátrida.
Es más que evidente, que el trasfondo de todo el tema, es una amplia y muy perversa campaña fuertemente destituyente, constituyendo una etapa subsiguiente a la metodología de las “revoluciones de colores” que jaquearon y en varios casos voltearon gobiernos que no resultaban afines a los poderes mundiales nucleados en las potencias neocolonialistas (EEUU, Gran Bretaña, Francia), sus prolongaciones (OTAN, mega Banca transnacional, mega corporaciones mediáticas y sus apéndices, como la SIP -Sociedad Interamericana de Prensa), y otros poderes menores asociados y/o subordinados.
La muy lamentable muerte, en circunstancias al menos dudosas, del fiscal Nisman, fue claramente funcional a los sectores virulentamente opositores al gobierno, y como tal fue fogoneada ampliamente en los medios corporativos pro neoliberales, los que de hecho forman la principal oposición al gobierno y al modelo socio económico heterodoxo vigente en Argentina; modelo que tras 11 años de implementación, con aciertos y errores, permite mostrar con nitidez una Argentina positivamente muy diferente a aquel país en irreversible proceso de disolución y de degradación acelerada, que era el nuestro en 2001.
Precisamente, la reedición del trágico contexto acaecido en la otrora altiva y progresista Yugoeslavia, era el objetivo de máxima de los mega poderes plutocráticos transnacionales, y de las potencias del G 7, que buscaban nuestra fragmentación en media docena de republiquetas, débiles, dócilmente manejables desde el exterior, enfrentadas entre si, y con débiles o nulas relaciones con las naciones hermanas de Íbero América y El Caribe.
Como ese proyecto tan nefasto está vigente, por parte de los poderes neocolonialistas mundiales del presente siglo, las maniobras destituyentes prosiguen, siendo visible que se pasó a otra fase del accionar subversivo
neoliberal. Fracasada la muy bien montada pueblada semi masiva de 2008, que instrumentó la oligarquía campera –sempiterna subordinada a los poderes imperiales de turno, siempre antinacional, tal como La Historia lo demuestra-; y con el raquitismo insoluble de sucesivos fallidos cacerolazos convocados por “los medios”, las redes sociales, y las clases oligárquicas del exclusivo Barrio Norte de Buenos Aires (y algunas ramificaciones en otros puntos del país); hubo luego sucesivos golpes de mercado (al estilo del que provocó la destitución de Alfonsín), con maniobras especulativas, predicciones agoreras catastróficas repetidas por los “gurúes” económicos y los mercenarios del periodismo cataclísmico, con sucesivas “profecías” de desastres nunca producidos; pero que cierto daño provocan, sobre todo en las mentes adocenadas de sectores sempiternos quejosos de clase media, con repiqueteos en determinados “progresistas” funcionales a las oligarquías, y los odios crecientes de muy colonizados mentales patrioteros de bandera, siempre añorantes de “los buenos años” del muy perverso “proceso” que tanto daño hizo al país.
Otras amenazas y atentados contra periodistas mucho más conocidos y objetivos, que el promocionado militar puesto a periodista autoexiliado; como los casos de Gustavo Sylvestre y de Roberto Navarro, tuvieron muy poca repercusión mediática interna y nula difusión internacional. En cambio, en el caso del autoexiliado militar periodista, la SIP (ente manejado por los poderes imperiales de EEUU), presurosa difundió un comunicado de apoyo.
Orquestadamente, los casos de Nisman y Patcher, originaron títulos malintencionados, provocativamente agresivos y de corte promotor de injerencias externas y/o agresiones directas, en diarios británicos y norteamericanos; así como declaraciones intromisivas por parte de “intelectuales” y legisladores burdamente golpistas de EEUU, en línea con los promotores de las acciones neoimperialistas como las perpetradas en Yugoeslavia, en diversos puntos del África Subsahariana, en Libia, Siria, Iraq, Venezuela, Ucrania, etc.
Las enormes y muy profundas connotaciones geopolíticas de esos accionares de zapa, posiblemente no han sido analizadas en su totalidad ni con la crucial importancia que tienen. Es muy complejo el tema, pues se entrecruzan muchos intereses, algunos parcialmente coincidentes y otros no.
Sin menoscabo alguno al respeto y aprecio por la comunidad judía –religiosa o no- integrada pacífica y positivamente al tejido social argentino, y del reconocimiento al valor de la cultura hebrea y su rol histórico en diversos ámbitos, incluyendo el de las religiones monoteístas; no puede soslayarse que el Estado de Israel tiene objetivos geopolíticos que no son los nuestros, que intenta forzar causas de fricción con Siria e Irán, y que votó contra Argentina, alineado con los anglosajones, en temas muy sensibles, como los de Malvinas y de los fondos buitres; y que evidentemente no se complace del reconocimiento argentino al Estado Palestino.
Por otra parte, tanto a EEUU como a la Unión Europea, les sería muy funcional un cambio de gobierno en Argentina, pues el arco opositor como neoliberal que es, quiere el realineamiento automático con las potencias tradicionales (EEUU-UE-Japón); pretende transformar en letra muerta los acuerdos estratégicos con Rusia y China; quiere destrozar los bloques regionales –Mercosur, Unasur, Celac-, y sus connotaciones como actores de nuestra Segunda Independencia; volver a endeudar y desindustrializar al país, destrozando las políticas de fuerte contenido social; pretende acordar sumisa y genuflexamente con los fondos buitres especulativos; e incluso en el cortísimo plazo, la abultada y sosa denuncia de Nisman, y el operativo mediático de Patcher, en los hechos buscaron impedir el viaje presidencial a China, en el que se rubricarán muy importantes acuerdos, avanzándose en la alianza estratégica.
Muchos y poderosos factores geopolíticos en juego, buscando condicionar a nuestro país, con el descubierto accionar de la CIA, el accionar disolvente de poderosos grupos mediáticos y los mercenarios de la comunicación, el beneplácito de la oligarquía siempre antinacional, y la cerrazón mental de la clase media quejosa y mentalmente cooptada, las confusiones constantes de ciertas “izquierdas” pro oligárquicas, y los nulos razonamientos propios de los patrioteros de bandera, largamente adoctrinados por y sumisos al “gran país del norte” y sus primos de la vetusta monarquía imperial extemporáneamente anclada en pautas decimonónicas…pero elucubrando acciones neoimperiales del siglo XXI.
C.P.N. CARLOS ANDRÉS ORTIZ
Analista de Temas Económicos y Geopolíticos
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