sábado, 16 de agosto de 2014
BREVÍSIMO RESUMEN DE LA SITUACIÓN DEL MERCADO ELÉCTRICO DE ARGENTINA
1 – Historia reciente.
A consecuencia del fuerte sesgo pro termoeléctrico del cuarto de siglo neoliberal (1976-2001), la matriz eléctrica argentina fue llevada a una patológica dependencia de los hidrocarburos, en particular del gas natural.
En la matriz energética (que además de la generación eléctrica abarca a otros usos de los combustibles y energéticos), el gas natural y el petróleo forman aproximadamente el 90 % del abastecimiento de la demanda total argentina.
En la matriz eléctrica los combustibles fósiles alcanzan un porcentaje del orden del 65 %, en este caso incluyendo una marginal utilización del carbón.
Semejante grado de dependencia de los combustibles fósiles es totalmente irracional, y solo puede encontrarse en algunos países grandes exportadores de petróleo y gas (que a la vez no cuentan con recursos hidroeléctricos ni tecnología nuclear), o en países carentes de grandes potencialidades hidros ni acceso a la núcleo electricidad, por lo que deben depender de combustibles importados.
En Argentina, esa perversa política energética se materializó y acentuó, en el marco del neoliberalismo, que además fue fuertemente “privatizante” (léase extranjerizante), regalándose prácticamente por monedas el manejo de los recursos estratégicos, como lo son los energéticos.
En semejante marco político-económico, Repsol y otras extranjeras, se dedicaron a “ordeñar” (concepto usual en la jerga energética en esos años), los yacimientos de petróleo y gas de YPF, “haciendo caja” lo más rápidamente posible, sin invertir casi nada en exploración, con lo cual provocaron el agotamiento de las reservas de esos hidrocarburos, trabajosamente atesorados en décadas de eficaz acción estatal. Cabe recordar que desde pocos meses antes de ser parcialmente reestatizada, Repsol y las petroleras anglosajonas (Shell y Esso), realizaron de hecho arteras maniobras políticas golpistas, al desabastecer intencionalmente el mercado interno, provocando enormes colas para cargar combustible, en todas las bocas de expendio, buscando sin duda el malhumor y hartazgo de la población.
Una de las falsedades institucionalizadas épocas neoliberales era afirmar que “Argentina es un país gasífero”, siendo que en realidad era un país con gas. O sea, con yacimientos suficientes (por entonces) para asegurar el suministro interno, pero no para exportar masiva e irracionalmente, como se hizo, con la voracidad de los “privados” y la complaciente complicidad de las estructuras del poder neoliberal ramificado en nuestro país.
Además, se dieron todas las facilidades para instalar numerosas nuevas plantas de generación de electricidad, movidas a gas natural, casi a riesgo cero por los “privados”, mientras las autoridades del momento intentaban anular toda posible competencia a las usinas térmicas. En ese contexto estuvieron los incalificables proyectos de exportar todos los volúmenes de energía de las binaciones hidroeléctricas de Salto Grande y Yacyretá, bajo el falso pretexto de “sobrar energía”. En realidad ese era un negociado a dos puntas: por un lado revender a precios de Brasil (con lucro privado) la barata energía hidroeléctrica de las grandes usinas; y por otro dejar el mercado argentino cautivo de la crecientemente costosa energía termoeléctrica…mientras que “para la tribuna” los ecoterroristas pregonaban las supuestas “grandes soluciones” de las energías eólica, solar y similares, en realidad un engaño a escala masiva, funcional a los mandatos del lobby termoeléctrico.
Mientras, en un acto calificable de traición a la patria, en el alfonsinato Se paralizó de cuajo al Sector Nuclear, como paso previo a su planificada desaparición, intentada afortunadamente sin éxito en el menemato y el delarruato. Eso ocasionó frenar por más de dos décadas la construcción de la Central Nuclear Atucha II, impedir la construcción de dos más planificadas, y congelar el Proyecto CAREM, primera central nuclear de tecnología totalmente nacional, además de congelar las vacantes y desfinanciar adrede y alevosamente a esta importantísima actividad tecnológica. Además del incalificable daño estratégico que ocasionó paralizar casi totalmente el desarrollo nuclear argentino, el lucro cesante por la económica energía nuclear no generada en esos años, resultó cuantioso, a lo cual cabe agregar las desastrosas consecuencias financieras de incrementar las importaciones de gas y petróleo (que habrían sido ahorrados por esas centrales nucleares), y los daños de las emanaciones de las termoeléctricas (que hubieran sido evitados, con las mucho más limpias nucleares), tema este último siempre omitido (“curiosamente”) por los ecoterroristas.
Por otra parte, las “privadas” (en varios casos estatales extranjeras), incumplieron los planes de inversiones contractuales y/o promocionados cuando se fogoneaban las “bondades” de las privatizaciones. Tal cosa sucedió con la casi total falta de extensión de gasoductos para el consumo interno (enfocándose todo en los 10 gasoductos para exportación, obviándose el casi 50 % de los consumidores internos no conectados a ese servicio); en la no construcción de nuevas refinerías; en la casi total ausencia de inversiones en las redes troncales de transporte de electricidad; y por parte del Estado –ya achicado y casi sin funcionalidad operativa, acorde a los dictados tiránicos del Consenso de Washington-, una carencia casi absoluta de inversiones en hidroelectricidad, incluyendo la parálisis en las inversiones de Yacyretá, hecho que ocasionó enormes volúmenes de lucro cesante y otros daños, por impedir generar a plena potencia durante largos años.
Se consideró innecesario e incluso negativo planificar, aduciendo que “el mercado todo lo soluciona”, lo cual es una de las mayores mentiras del neoliberalismo. En ese marco, se afirmó que “sobra energía eléctrica”, siendo que en un marco de profunda recesión, la capacidad instalada permitía contar con poco más que la reserva operativa imprescindible. En 2002 afirmé que en 2006 se produciría una crisis por falta de Potencia Instalada. Fui “ninguneado” por los “gurúes energéticos” del establishment…pero la verdad lamentablemente me dio la razón.
Los manejos sesgados o directos desmanejos del Sector Energético en el cuarto de siglo neoliberal (1976-2001), fueron conducentes a causar la tremenda crisis terminal socio-político-económica a la que nos llevaron en 2001-2002, cuyo objetivo estratégico por parte de los centros de poder del G 7, eran provocar el desguace definitivo de Argentina en media docena de dóciles republiquetas, fácilmente manipulables y de imposible renacimiento como una Potencia Emergente, tal como –afortunadamente- está siendo resultado de la aplicación del neokeynesianismo con medidas económicas heterodoxas, no sujetas a falaces dogmas del liberalismo. Y los tecnócratas que impulsaron esas medidas de tan nefastos resultados, se transmutaron hoy en críticos acerbos y supuestamente impolutos…¡como sin no tuvieran ninguna responsabilidad en los desmadres anteriores!
2 – Situación actual.
Las fuertes incorporaciones de Potencia Instalada (usinas nuevas y repotenciaciones), y las considerables inversiones en líneas de alta, media y baja tensión, concretadas en los últimos años (sobre todo desde 2006), fueron permitiendo cubrir los constantes crecimientos de la demanda, prácticamente sin cortes significativos como los acaecidos en décadas pasadas (por ejemplo la gravísima crisis padecida a fines del gobierno de Alfonsín), con excepción de algunos incidentes acaecidos por falta de inversiones suficientes por parte de empresas distribuidoras, en líneas de distribución en Capital Federal y Gran Buenos Aires, y otros hechos similares en algunas provincias, como uno focalizado pero muy grave en el nordeste correntino.
Los intercambios de energía que se hacen regularmente con Brasil, Uruguay, y en menor medida Paraguay, obran como reaseguro adicional, siendo seguro que en 2015 o 2016 Bolivia también esté en condiciones de vendernos Potencia y Energía Eléctrica, mediante inversiones termoeléctricas en curso de ejecución.
Los datos expuestos seguidamente son los operados por CAMMESA en el SADI (Sistema Argentino de Interconexión), haciéndose la salvedad que no incluyen Potencia y Energía operados directamente en varios sistemas provinciales, como por ejemplo la Central Hidroeléctrica Urugua-Í, y suministros de energía de ANDE (Paraguay), en ambos casos en Misiones.
Potencia Instalada (junio 2014) 31.427,10 MW
Demanda Máxima de Potencia 24.034 MW
Demanda Máxima Diaria de Energía 396,1 GWh
Reserva técnica del sistema: Existen varios criterios – Máquina o usina de mayor potencia – entre el 20% y el 30 % de la Potencia Instalada nominal. De acuerdo a ello, en teoría, la reserva técnica actual es suficiente, pero anualmente requiere ser aumentada.
Potencia adicional en instalación en 2014: aproximadamente 3.000 MW.
Tasa anual de crecimiento de la demanda: entre el 3 % y el 6 % a.a. (con criterio conservador).
Incremento anual mínimo necesario de Potencia Instalada: 1.500 MW., incrementable en progresión geométrica. En 10 años, el incremento mínimo anual deberá ser del orden de 2.330 MW. En 20 años, por año como mínimo será necesario agregar 4.540 MW de Potencia Instalada.
3 - Alternativas reales de incrementos de Potencia Instalada (usinas nuevas).
Las usinas de base de todo sistema eléctrico, solo pueden ser de tres tipos básicos de tecnologías: termoeléctricas, hidroeléctricas, nucleares.
Dado que a la fecha solo existe una hidroeléctrica en construcción (Punta Negra, en San Juan, de 62,2 MW y 296,4 GWH/a de media de generación), y tres próximas a comenzar (Néstor Kirchner y Jorge Cepernic, en Santa Cruz; Chihuido I en Neuquén); más el prototipo de la central nuclear CAREM, puede asegurarse que serán mínimos o casi nulos los aportes de hidroeléctricas y nucleares, que podrán incorporarse efectivamente en los próximos cinco años.
Las renovables complementarias, son solo eso: complementos. No son aptas para operar como base del sistema eléctrico, por ser discontínuas; no confiables por depender de fuentes no controlables (sol, viento, otros); muy caras por KWh; y con serios problemas técnicos si se las conecta directamente a la red, sin soporte de centrales convencionales, pues provocarían variaciones abruptas de voltaje, de defectos en línea llamados armónicas, y otros problemas insolubles. Por esos motivos, que son indiscutibles, este tipo de centrales solo podría cubrir hasta un 20 % de la demanda, o más coherentemente, entre 10 % a 15 %. No es un tema menor que los subsidios que demanda son muy onerosos, y tampoco son inocuas al medio ambiente, pues provocan contaminaciones encubiertas.
Las presiones de los entes ultra ecologistas transnacionales y sus ramificaciones “argentinas”, conducentes a montar una matriz eléctrica basada excluyentemente en eólicas, solares y similares, no solo es un absurdo total sin sustento técnico, sino que de concretarse, conduciría a un caos absoluto del servicio, por las limitaciones y problemas técnicos insanables, que provocaría.
En el “corto plazo energético” de una década, si no surgen nuevos inconvenientes, Argentina puede contar con dos centrales nucleares más (posiblemente una con apoyo técnico-financiero de China, y otra de Rusia, con una potencia total de aproximadamente 1.500 MW. También podría estar operativa o en una fase avanzada de construcción, la 1º central CAREM (nuclear modular), de 150 MW.
En el mismo plazo, deberían estar operativas las centrales hidroeléctricas siguientes:
Néstor Kirchner y Jorge Cepernic (ex Cóndor Cliff y La Barrancosa) 1.740 MW
Añá Cuá (50 % de Argentina) 276 MW 138 MW
Garabí más Panambí (50 % de Argentina) 2.200 MW 1.100 MW
Corpus (50 % de Argentina) 2.800 MW 1.400 MW
Chihuido I 637 MW
Total de hidros (computando solo las proporciones argentinas) 5.015 MW
A las precedentes pueden sumarse algunas centrales hidros de menores potencias.
Los adicionales de Potencia Instalada firme (de base preferentemente) en una década se estiman en el orden de 19.800 MW.
De ese total, 1.650 MW serán nucleares (de no surgir retrasos), y 5.015 MW hidroeléctricos (siempre como opción óptima, sin retrasos). En ese supuesto, las centrales termoeléctricas deberán cubrir la mayor parte de los 13.135 MW adicionales, estimándose –con criterios lógicos- que solo una mínima fracción será de renovables complementarias (eólicas y solares), lo que se explicita seguidamente.
Potencia adicional estimada total en una década. 19.800 MW
Aportes nucleares nuevos 1.650 MW
Aportes hidroeléctricos nuevos 5.015 MW - 6.665 MW
A cubrir con termoeléctricas y renovables complementarias 13.135 MW
Es decir que en el escenario óptimo de maximización de inversiones hidros y nucleares técnicamente posible en una década, casi 2/3 de la Potencia Instalada adicional serán termoeléctricos. No es lo ideal, es lo real. Ello implicará quemar enormes volúmenes adicionales de gas natural. Por eso, el rápido autoabastecimiento de gas y petróleo, posiblemente en su mayoría de yacimientos no convencionales, es una necesidad imperiosa, afortunadamente en marcha.
Para el largo plazo, como objetivos estratégicamente imprescindibles, debe continuar la expansión del Plan Nuclear, con más usinas operativas; así como más centrales hidroeléctricas. Los estudios de Agua y Energía Eléctrica –algunos hoy morigerados por exagerados condicionamientos ambientales-, más otros proyectos provinciales, suman casi 24.000 MW, es decir casi quintuplicando el parque hidro actual. Por su parte, el conocido especialista Gustavo Malinow afirma que se puede triplicar la Potencia Instalada Hidroeléctrica actual, seguramente de acuerdo a pautas más conservadoras, pero totalmente respetables desde lo técnico.
Tal en breve síntesis, una esquema real del panorama eléctrico argentino, cuyo detalle in extenso sería enciclopédico y un trabajo breve pero más completo requeriría al menos docientas fojas.
C.P.N. CARLOS ANDRÉS ORTIZ
Especialista en Energía
Analista de Temas Económicos y Geopolíticos
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