EL LIBRE COMERCIO Y OTROS ENGAÑOS DEL LIBERALISMO ECONÓMICO
Vieja
historia la de “libre comercio”, que es la piedra basal de la doctrina
económica liberal, que fue elaborada desde y para los intereses de Gran
Bretaña, cuando ya era la potencia hegemónica mundial, a fines del siglo XVIII.
Con la excusa
de las supuestas “ventajas para todos”, Adam Smith, el vocero académico y
mascarón de proa de los intereses colonialistas del hoy vetusto imperio, expuso
una serie de variados argumentos –de dudosa o nula fundamentación en el mundo
real- según los cuales el libre comercio sería muy beneficioso para todos, y
permitiría a cada país concentrarse solo en aquellas producciones para las
cuales poseería ventajas naturales. Eso implicó la entronización como “verdad
indiscutible” del dogma de la especialización
productiva, que viene a ser como el bastón en el que se apoya el otro dogma
perversamente falaz, que es el de las “ventajas”
del libre comercio.
Esas
“ventajas” y otras múltiples mentiras de la doctrina económica liberal, fueron
claramente desnudadas por Friedrich List –desde el historicismo económico-, por
John Nash –desde las matemáticas- y por numerosísimos escritores desde diversas
y muy bien fundadas ópticas; pero todo lo que se opone al “pensamiento
económicamente correcto” es sistemáticamente ocultado, sepultado, omitido y
tergiversado por las usinas de la desinformación activa, manejadas por lo
poderes establecidos (el establishment).
Experta en
subordinar con el poderío económico en lugar de la más costosa y desgastante
imposición imperial por las vías armadas, Gran Bretaña ya en 1703 había
incorporado como súbdito económico a Portugal, con el “tratado de libre
comercio” de Methuen, que a cambio de los buenos vinos lusitanos, le amputó
toda posibilidad concreta de desarrollo industrial y tecnológico propio. Hoy Portugal
sigue pagando las costosísimas consecuencias de aquella entrega vil, pues su
economía es de las más débiles y vulnerables de la Unión Europea, al punto de
ser considerado uno de los “cerdos” (PIGS) del viejo y hoy traumatizado
continente.
En América Latina,
en lugar de las costosas y fracasadas invasiones militares, se dedicaron a
cooptar mentes de las “clases ilustradas”, rápidamente degradadas en
colonizadas mentales, que prontamente adhirieron a las “luces de Europa”,
volviéndose “más papistas que el Papa” en lo referente al “libre comercio”.
Con
beneficios para las minorías portuarias y oligárquicas de los múltiples países
en que fue balcanizada la Patria Grande, soñada por San Martín, Bolívar,
Artigas y otros, los tratados de “libre comercio” nos convirtieron en súbditos
económicos de “su real majestad”, y sobre todo de los poderosos intereses
mercantiles e industriales británicos; lo cual completaba los grilletes que nos
encadenaban al hinterland británico, que previamente habían sido puestos con onerosos,
corruptos e innecesarios créditos, rápidamente otorgados a las jóvenes
repúblicas, de la mano de dirigencias mediocres y/o cooptadas por las doctrinas
e intereses imperiales, tal como en Argentina fueron Rivadavia y sus
seguidores.
En el colmo
de la hipócrita indignidad, en la década infame (la del ’30 del siglo XX), el
entonces vicepresidente, “Julito” Roca, expresó muy orondo “Argentina es la
joya más valiosa de la corona de su majestad”. ¡Expresión de cipayismo
cínicamente asumido! Y ese es el “gran modelo de país” que defienden la
Sociedad Rural, los políticos ultra conservadores, sus voceros del periodismo
apátrida, los operadores del sector financiero transnacional, intelectuales
confusos o entreguistas de diversos pelajes (incluidos marxistas y otros
“progres”) ¡y también varios uniformados con los tantos muy entreverados, a
consecuencia de años de colonización cultural!
Costó
muchísimo cortar las sutiles pero férreas cadenas de la dependencia extrema de
Argentina respecto a Gran Bretaña –denunciadas con contundentes pruebas por
Scalabrini Ortiz, Jauretche, J.M. Rosa y otros grandes patriotas; si bien los
mecanismos de subordinación ideológica y de colonización cultural, siguen
operando, incluso con nuevos actores –marionetas de esos poderes extranjeros-,
como las ONGs transnacionales ecologistas, indigenistas y derecho humanistas,
con libretos y generosos presupuestos provistos desde los centros del poder del
G 7, y principalmente de las dos grandes potencias anglosajonas.
Esos poderes
pregonaban la “libertad” en abstracto, mientras mantenían y lucraban con ese
deleznable negocio infame, que fue la esclavitud. Incluso algunos de sus
“filósofos” –aún hoy citados como paradigmas del pensamiento liberal- se
enriquecían con el tráfico de esclavos…
Claro que esa
burda e inhumana hipocresía no era característica exclusiva británica, pues la
Francia, presentada como paradigma de los derechos humanos, que produjo ese
punto de inflexión de la historia, que fue la Revolución Francesa, con sus
paradigmas de libertad, fraternidad e igualdad…en esa misma época mantenía
esclavos en sus múltiples colonias, y enviaba tropas a sofocar la primera
revolución independentista triunfante en América Latina, protagonizada a costa
de mucha sangre y sufrimiento, por los bravos negros esclavizados de Haití, los
mismos que luego apoyarían activamente la campaña libertadora de Bolívar.
Tampoco puede
olvidarse que el “muy democrático” EEUU, mantuvo fuertes políticas de
segregación hasta bien avanzados los años ’60 y ’70; situación que para cambiar
precisó el sacrificio personal del Reverendo Martin Luther King, asesinado
seguramente por cuenta y cargo del establishment racista del WASP
(blancos-anglo sajones-protestantes, por su sigla en inglés). Segregación
social que de algún modo perdura marginando a los “latinos”, que en rigor
significa latinoamericanos no blancos (con las infinitas cruzas raciales que
nuestra Latinoamérica mucho más integradora que la América sajona, permitió).
Es un tema
con múltiples connotaciones, que es importante destacarlo, para ir desarmando
los sutiles andamiajes de la colonización cultural; la cual es herramienta
principalísima de la colonización económica y la subordinación política, que
aún hoy ataca sistemáticamente a América Latina y El Caribe; y que cuenta como
herramienta de última instancia a las invasiones armadas, viejos recursos de
Estados piratas. Y para esa no improbable instancia, necesitamos incrementar
nuestra CAPACIDAD DE DISUASIÓN. Ya lo decían los romanos “in pacem para bellum”
(en la paz, prepárate para la guerra).
La política
de agresiones armadas de la OTAN y de sus miembros individualmente, demuestra
que el planteo precedente no es ninguna exageración, pues las amenazas están
latentes.
C.P.N. CARLOS
ANDRÉS ORTIZ
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