SOBERANÍA - PATRIOTAS QUE LA DEFIENDEN -
ACOMODATICIOS Y CIPAYOS QUE LA ENTREGAN
El día de la soberanía conmemora el
desigual pero muy digno enfrentamiento de argentinos, que hicieron frente a la
prepotencia de las dos mayores potencias de la época (siglo XIX), el Reino
Unido y Francia, cuyas poderosas flotas de guerra enviadas al Plata, pretendían
imponer el sofisma del “libre comercio” y otros dogmatismos imperiales, para
destruir nuestro patriótico ejercicio de soberanía, e imponernos
condicionamientos colonizantes, los que implican el pisoteo de todo atisbo de
dignidad nacional.
No solo en La Vuelta de Obligado se
enfrentó a los invasores, también cuando regresaban, fueron hostilizados, con
graves pérdidas y serios daños, en Quebracho y Tonelero.
La expedición invasora anglo
francesa, estaba compuesta por barcos artillados con cañones de gran alcance,
con tropas de infantería para incursiones e invasiones focalizadas, más buques
mercantes, atiborrados de mercaderías, que pretendían vender, en nombre del “libre
comercio”; pero la incursión terminó en el fracaso, con graves daños en las
embarcaciones, y bajas en las tropas agresoras; finalizando las hostilidades
tiempo después, con el desagravio a nuestra Enseña Patria, por parte de buques
de guerra de ambas potencias agresoras. Mérito de Juan Manuel de Rosas (que
contó con el apoyo explícito de San Martín, durante décadas hasta su deceso),
siendo ambos patriotas dos de los grandes referentes del Pensamiento Nacional.
Es justo citar a los dos grandes
colaboradores que tuvo Rosas en este conflicto, en particular el General Lucio
Mansilla y el canciller Felipe Arana.
Lamentablemente, nuestra historia
está muy marcada por las acciones siempre nefastas de sectores apátridas de
mentalidad unitaria excluyente y de gustosa subordinación a poderes
extranjeros. A esos traidores a la Patria Argentina, José Luis Torres denominó
“perduellis”, y Jauretche el más conocido apelativo despectivo de “cipayos”.
De esa forma cabe calificar el
accionar del múltiple traidor Urquiza, quien se pronunció contra Rosas,
aliándose con el Imperio de Brasil, y contratando mercenarios europeos, en
particular italianos y alemanes. Y como supuesto Federal, se subordinó a los
dictados de apátridas unitarios, quienes operaban básicamente desde Montevideo,
como gustosos obedientes de mandatos de las potencias colonialistas.
Después de operar como traidor,
venciendo a las fuerzas federales de Rosas, en Caseros, Urquiza traicionaría a
los caudillos federales, a quienes no defendió de las agresiones y “operaciones
de policía” de los unitarios mitristas, pese a los varios pedidos de asistencia
de los caudillos, que serían perseguidos y muchos de ellos asesinados.
A la vez, Urquiza traicionó al pueblo
hermano y aliado histórico de Paraguay, al no oponerse a la “guerra de la
triple infamia” fogoneada por el Reino Unido, e impulsada por Mitre y los
unitarios portuarios. Guerra que le permitió a Urquiza hacer pingües
negocios…pero esa ya es otra historia.
Cabe mencionar al endeudador y
achicador del territorio, además de su soberbia portuaria y desprecio a las
provincias, y enemigo declarado de San Martín, que fue Rivadavia. ¡Por algo es
“la gran referencia” de las oligarquías apátridas y otros sectores del cipayismo!
En breve síntesis se menciona a otros
operadores del poder, faltos de patriotismo en concreto (aunque varios de ellos
afirmaran serlo), y en muchos casos siendo simples acomodaticios o
desvergonzadamente al servicio de intereses antinacionales.
Así ocurrió en el medio siglo largo
del mitrismo, con vergonzosa sumisión a los dictados del Imperio Británico,
período en el cual puede considerarse que los únicos presidentes con algunas o
varias acciones rescatables e incluso destacadas como de orientación nacional,
discordantes con el ultra liberalismo dogmático, fueron Carlos Pellegrini y
Julio Argentino Roca.
Después del período yrigoyenista (en
el cual se sostuvo la neutralidad en la Primera Guerra Mundial, y no nos
subordinamos a las pautas vengativas de los vencedores, al fin del conflicto; y
se creó YPF, de muy importante accionar, entre otras acciones positivas), con
el “golpe con olor a petróleo” de 1930, comenzó la década infame, que duraría
hasta 1943; período en el cual volvió, en versión profundizada, la vergonzosa
sumisión a los dictados del Reino Unido, logrando presentarse contundentes
pruebas de infames negociados en las exportaciones de carnes, y en las tarifas
y concesiones del servicio eléctrico en las grandes ciudades, esto último
expuesto en el lapidario informe de Rodríguez Conde y colaboradores.
Las bien probadas denuncias de
Lisandro De La Torre, que tenían a mal traer a dos personeros del
establishment, como Luis Duhau y Federico Pinedo, molestaban mucho al cipayaje
pro británico, y todos los indicios afirmaron que de esos “poderes profundos”
provino la instigación del intento de asesinato, en el Senado Nacional, a De La
Torre (de fogosa verba), que costó la vida del compañero de bancada, Senador
Enzo Bordabehere, que ofrendó su vida para salvar a su amigo.
Poco más de una década después, el
odio concentrado hacia el pueblo, por parte de oligarcas y otros poderosos
asociados o subordinados a intereses extranjeros, se puso en evidencia con
crudeza, cuando aviones de La Marina y algunos de la Fuerza Aérea, cometieron
la cobarde salvajada de bombardear a su propio pueblo, en Plaza de Mayo,
deleznable acción que no parece tener parangón en el mundo, y de la cual los
sectores reaccionarios con claro odio a su pueblo, nunca mostraron arrepentimiento
alguno…e incluso se ufanan de semejante acción genocida. ¡Y resulta que algunos
(o muchos) uniformados, no entienden porque no gozan de mucho prestigio!
El golpe de Estado de 1955, significó
que volvieran al gobierno conocidos personeros de la oligarquía, con solapado o
en muchos casos visible odio a todo lo Nacional y Popular, además de la arcaica
y antinacional mentalidad opuesta a todo desarrollo industrial y tecnológico
propio.
En ese período se formalizó el
ingreso al FMI, el cual había sido negado por Perón, atento al rol de
intervencionismo explícito evidenciado por ese organismo financiero
transnacional, en los hechos fuertemente influenciado por EEUU y en menor
medida Europa.
Ese gobierno, es llamado “la
revolución fusiladora” por las muchas ejecuciones sumarias de civiles y
militares, que se opusieron a las acciones de anacrónico e inaceptable odio a
todo lo Nacional y Popular, así como al retrógrado anti industrialismo del
ultra conservacionismo oligárquico, del cual fue funcional.
A la vez, se implementó un severísimo
proceso de expulsión en las fuerzas armadas, de todos sus componentes que
evidenciaran la adhesión o incluso mínima simpatía por el peronismo, por lo que
1955 puede considerarse el año fundacional del “partido militar”, cargado de colonizante
ideología liberal, lo cual provocaría un drástico cambio en las prioridades de
las fuerzas armadas, ya por ese entonces totalmente alineadas con la entelequia
que se llamó “el mundo libre, occidental y cristiano”, que por cierto no era ni
libre, ni centrado solo en occidente, ni tampoco acorde a los altos valores
cristianos.
La excluyente ideología ultra
liberal, y el alineamiento incondicional con las potencias anglosajonas, dio
por una de sus consecuencias el cambio de paradigma o doctrina básica, la cual
dejó de lado la Defensa de la Patria, para priorizar la subordinada “defensa
del sistema”, alineada incondicionalmente con EEUU y sus socios menores,
dejando de lado la mucho más digna y patriótica postura de La Tercera Posición.
Y todo eso acarrearía muy negativas consecuencias y la instalación de odios que
hoy parecen insalvables.
El breve, pero muy activo gobierno
desarrollista de Frondizi, con más aciertos que errores buscó el
autoabastecimiento de petróleo y la rápida industrialización, así como la
concreción de obras públicas importantes y necesarias. Pero estuvo muy
condicionado por sucesivos planteos militares, que terminarían derrocándolo,
con persecuciones y encarcelamientos vengativos contra muchos de sus destacados
funcionarios y colaboradores. Metodología ferozmente persecutoria, usual de
unitarios, liberales, y otros sectores de la antipatria, perpetrada a lo largo
de nuestra historia.
El golpe de Estado de 1962 acentuaría
el accionar del “partido militar”, identificado con los sectores socio
políticos más reaccionarios, lo cual se profundizaría con los siguientes
asaltos al poder formal. En ese período histórico, se contó con el
asesoramiento de Francia, que habría sido activamente promovido por el General
López Aufranc, para enseñar brutales métodos de torturas, que los galos
utilizaron en Argelia, donde pese a todo, la nación norafricana pudo alcanzar
la independencia, librándose del vetusto colonialismo galo.
A su retiro, López Aufranc pasó a
presidir Acindar. Eso seguramente fue la institucionalización de la figura de
“generales de empresa”, muy distinta al
honroso concepto de General de la Patria; lo cual con su maestría
conceptual expresó el destacado historiador José María Rosa, quien al fallecer
el General Guglialmelli, expresó “ha muerto el último General de la Patria,
ahora solo quedan generales de empresa”.
Los dos últimos golpes pretorianos
fueron el de 1966 (al derrocar a Illia, quien quiso enfrentar operaciones “no
transparentes” de laboratorios farmaceúticos) y 1976; con énfasis violento y
excluyente en el último, el del “proceso”, en su expreso continuismo histórico
con el nefasto mitrismo.
El muy infame “proceso”, tuvo como
falsa excusa combatir a las violencias de guerrillas (las que en los hechos
fueron funcionales a la antipatria), con el objetivo real de instaló el muy
negativo neoliberalismo, para lo cual las bayonetas impidieron toda resistencia
al descalabro socio económico generalizado, que significó esa doctrina político
– económica, industricida, empobrecedora, y claramente atentatoria contra la
soberanía nacional. Para eso, los uniformados en los hechos operaron
subordinados a los dictados de Martínez De Hoz y sus “Chicago’s Boys”, feroces
aplicadores de la Escuela de Chicago, y perpetradores de negociados, como la
estatización de “la Ítalo” (generadora de electricidad), pagando sobreprecios
inadmisibles. La Escuela de Chicago, en la Universidad homónima, era por
entonces usina principal difusora del neoliberalismo.
Además de las destrucciones socio
económicas, no debe soslayarse el necio planteo de las cúpulas militares y sus
adláteres civiles, de suponer que éramos “aliados” de EEUU, planteo irracional
con el cual se planificó la recuperación de Malvinas, Georgias del Sur y
Sandwich del Sur; lo cual además de diezmar acentuadamente nuestras capacidades
militares, significó un claro retroceso en nuestras legítimas aspiraciones de
recuperar la soberanía efectiva de esos archipiélagos.
También estúpidamente, desconociendo
la historia e idiosincrasia anglosajona, los proceseros supusieron que el Reino
Unido no reaccionaría militarmente. Para peor, la equivocada “ideología
procesera”, con sus serias falencias en Geopolítica, Historia y Economía, sigue
inculcándose en las nuevas camadas de uniformados.
¡Y hasta hoy no parece haberse
aprendido nada de esas dolorosas experiencias, tapado todo con el apelativo de
“la gesta patriótica de Malvinas”, con lo cual nunca se enjuició formal e
históricamente a sus responsables y los ideólogos del establishment local!
Vueltos al poder formal los gobiernos
civiles, se dio la claudicación de Alfonsín en el Pacto de Olivos, que
posibilitó la muy destructiva década larga del noventismo, de exacerbación del
neoliberalismo; período de sumisión al bloque de poder mundial hoy llamado
Atlantismo, con desprecio abierto a nuestra soberanía en todos los frentes;
incluso involucrándonos en la agresión de la OTAN contra Iraq, pisoteando con
ello la larga tradición nuestra de promover la paz y no participar en guerras
ajenas.
Esa década larga neoliberal, en la
cual Cavallo extranjerizó casi todas las empresas del Estado, varias de ellas
estratégicas; y perpetró la aberración delincuencial de estatizar las deudas
externas de grandes empresas (entre ellas la de Macri); y nos llevó a los
empujones, a la crisis terminal de 2001/2002, con sus secuelas de miseria
generalizada, desindustrialización forzosa, brutal endeudamiento que acentuó el
ya contraído en el “proceso” cívico militar; y la subordinación total a las
siempre negativas “recetas” destructivas del FMI.
El resto de la historia es muy
reciente, y en mérito a la brevedad debe analizarse separadamente.
Analista de Temas Económicos y
Geopolíticos
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