LA CRISIS ENERGÉTICA DE EUROPA DESNUDA LAS FALENCIAS DE EÓLICAS Y
SOLARES.
Pese a que la están tapando con montañas de palabrerías huecas y burdas
distorsiones conceptuales, la muy severa crisis energética europea (que empuja
a una crisis socio económica generalizada), está poniendo en evidencia la
absoluta inutilidad como supuestas “grandes soluciones”, de las muy
promocionadas “energías renovables sesgadas”, básicamente las eólicas y
solares.
Las llamo “renovables sesgadas”, pues las muy amañadas leyes argentinas
que definen a las fuentes renovables, contra toda lógica y solo como efecto de
las presiones de los grupos de poder a favor de eólicas y solares, excluyen del
concepto -y de los consecuentes beneficios- a las hidroeléctricas de más de 60
MW.
Es una aberración equivalente a pretender modificar con una norma legal,
la ley física de la gravedad. Demostración clara del feroz poder de los personeros
al servicio de los oscuros intereses de las “renovables”.
Ya eran evidentes las serias limitaciones de las “renovables” eólicas y
solares, mucho antes que se desatara la actual -muy peligrosa para la paz
mundial- guerra entre Rusia y la OTAN, con Ucrania como chivo expiatorio.
En efecto, ante la errónea política energética de Alemania -principalmente- y de España, acentuadamente volcados ambos países a las falsas y engañosas
“soluciones” de las energías solar y eólica, afloraron y se acentuaron los
problemas fácticos de sus sistemas energéticos nacionales, los que en parte
pudieron disimularse por el respaldo del amplio sistema eléctrico interconectado
de la UE (Unión Europea), que permitía cubrir los baches de Generación de Base.
Alemania absurdamente canceló su plan nuclear, y “los verdes”
pretendieron suplir esa energía con la producida por eólicas y solares, que se
instalaron masivamente, en base a muy fuertes subvenciones.
Algo similar hizo España, volcándose acentuadamente a eólicas y solares.
Ambos países están pagando altos costos por sus erráticas políticas
energéticas.
Alemania, con tarifas eléctricas ya en marcada alza, antes de la crisis actual,
y volcándose a una acentuada dependencia geopolítica por la alta incidencia del
gas y del petróleo ruso en su matriz energética. En un marco de buenas relaciones
bilaterales, eso sería solo un problema potencial…hoy es un atolladero sin
solución fácil, al que fue empujada la UE por evidentes presiones de su “socio
mayor extracomunitario”, allende el Atlántico.
Y las tarifas de energía crecientes, implican mayores costos, que tienden a
hacer menos competitivas las exportaciones germanas. Eso beneficia a sus
competidores directos. China en primer lugar, pero también a EEUU, Francia,
Japón y otros.
Sin inmutarse por esas consecuencias, los “verdes” alemanes y los
poderosos intereses vinculados a eólicas y solares, siguen presionando para
invertir mucho más en esos generadores, sin importarles seguir incrementando
los costos de la energía y los serios problemas de las intermitencias de esas
generadoras solo aptas como Complementos, nunca Bases del Sistema Eléctrico.
En una escala menor, similares problemas tienen España y otros de la UE,
que además no encuentran solución para deshacerse de los voluminosos residuos
que implican las gigantescas aspas eólicas- muy complejas y costosas para
degradar adecuadamente, y lo mismo con los muy contaminantes paneles solares
desechados, además de otros residuos de esas centrales al cabo de sus
comparativamente breves vidas útiles.
El mallado muy denso de interconexión eléctrica podía suplir o disimular los
inconvenientes, proveyendo Energía de Base entre los miembros de la UE. Pero
la UE es deficitaria crónica en su abastecimiento energético, lo cual se acentúa
ahora, con las restricciones auto impuestas por la UE (o “sugeridas” por EEUU), al
abastecimiento de gas natural por gasoductos y de petróleo, provistos por Rusia.
Y los hidrocarburos no pueden ser sustituidos por las eólicas y solares, que
solo son meros complementos, siendo inútiles como generadoras de base.
Además, las eólicas y solares no pueden suplir los combustibles con los que
se mueve el denso parque automotriz de Europa, ni pueden suplantarse en el
corto plazo los vehículos con motores convencionales, por eléctricos o a
hidrógeno; tecnologías estas últimas que también tienen sus limitaciones y
elevados costos ambientales y económicos ocultos o poco conocidos.
Intentando simplificar el entendimiento, de un tema con complejidades
técnicas, cabe decir lo siguiente.
Las generadoras eólicas y solares, son INTERMITENTES, o sea que sus
funcionamientos tienen fuertes fluctuaciones, y se conectan y desconectan en
forma totalmente imprevista. Eso sucede pues el ser humano no controla el sol
ni los vientos.
Por esas insalvables intermitencias, las eólicas y solares solo sirven como
USINAS COMPLEMENTARIAS, siendo totalmente inútiles para suplir USINAS DE
BASE.
Para salvar esas intermitencias, las energías eólica y solar necesitan el
respaldo “en caliente” (funcionando), de una o más centrales de base, para “tapar
los baches de generación” y evitar violentas fluctuaciones en el voltaje. Eso tiene
costos económicos y ambientales, ocultados por los grupos de presión
promotores de eólicas y solares.
De ser inyectadas directamente a las redes las energías eólica y solar, sin
Usinas de Base que las estabilicen, quemarían todos los artefactos eléctricos, por
los cortes de servicio y las variaciones súbitas de voltaje.
Pese a disparatadas opiniones con visos de “imposiciones ambientales” de
entes ultra ecologistas y supuestos especialistas energéticos afines a las
“renovables sesgadas”, que incluso llegan a afirmar la “necesidad” de una matriz
100 % “renovable” (léase eólica y solar, básicamente); en general existe consenso
entre analistas rigurosamente técnicos, que para no desestabilizar el sistema
eléctrico con intermitencias insalvables, la incidencia total de eólicas y solares no
debe pasar el 20 % de la matriz eléctrica, y solo excepcionalmente, en sistemas
altamente interconectados (no es el caso argentino) podría llegar al 25 %.
Siendo eólicas y solares ENERGÍAS COMPLEMENTARIAS, en cambio las
ENERGÍAS DE BASE, de todo sistema eléctrico, se agrupan en tres grandes grupos
tecnológicos:TERMOELÉCTRICAS, NUCLEARES E HIDROELÉCTRICAS.
Las termoeléctricas funcionan consumiendo hidrocarburos, o sea gas,
petróleo o carbón, combustibles que no son intercambiables en cada central,
excepto algunas que pueden funcionar alternativamente con gas o derivados del
petróleo.
También pueden utilizarse biocombustibles, como sustitutos parciales
(por los grandes volúmenes necesarios) de los hidrocarburos.
Como en la vieja Europa, prácticamente no queda ningún tramo de río
donde pueda construirse una nueva central hidroeléctrica (hace décadas
terminaron de construir todas las posibles), entonces sucede que la
hidroelectricidad ya no es alternativa viable para incrementar el parque de
generación de Europa. Consecuentemente, como energías eléctricas de base la
UE cuenta con solo dos alternativas: termoeléctrica y nuclear.
Las nucleares producen energía básicamente limpia y económica, pero
tienen dos inconvenientes: por una parte, sus construcciones llevan varios años,
y lo más negativo es la fuerte propaganda en contra que los fuertes intereses
creados (favorables a las “renovables sesgadas”), montaron en contra, en una
suerte de terrorismo mediático.
En ese cuadro de situación real, ante las serias limitaciones técnicas de las
eólicas y solares, se está optando por considerar “combustible de transición” al
gas natural, por ser el menos contaminante de los tres tipos de hidrocarburos,
considerándolo ambientalmente “aceptable”, o compatible en el contexto actual
y el de mediano plazo. Eso debe leerse como “se lo acepta, pues no hay otra
alternativa mejor”.
Lejos parecen haber quedado las épocas en las que las potencias
colonialistas europeas y EEUU se abastecían a precios reducidos de hidrocarburos
provistos por grandes productores, de economías subdesarrolladas, en muchos
casos interviniendo en esos países para evitar o voltear gobiernos que no se
subordinaban a sus presiones y mandatos de corte groseramente imperial.
La propia crisis energética actual desnudó las falencias técnicas y costos
elevados de las falsas “grandes soluciones” eólicas y solares, como se explicó
antes.
Pero además se debe desmontar otro grosero mito, impuesto por los
personeros de las “renovables sesgadas”: el de las “energías limpias”. No lo son,
tienen muchos y muy elevados costos ambientales, cuidadosamente ocultados
por el entramado de intereses montado en torno a eólicas y solares, pues solo
computan el período de funcionamiento, tapando groseramente los muchos
costos ambientales de sus complejos procesos de fabricación, transporte,
instalación, mantenimiento, y el complejo proceso de desguace al término de sus
vidas útiles.
También ocultan las enormes y desproporcionadas superficies que
demandan las instalaciones de eólicas y solares, y las grandes áreas de exclusión
que deben fijarse en torno a los molinos eólicos, para evitar accidentes a
humanos y daños a ganados y cultivos circundantes.
El Acuerdo de Paris sobre el Cambio Climático, es otro instrumento de
presión, para atar a los países subdesarrollados, a aceptar y promover en forma
desmedida, las instalaciones masivas de las poco eficientes y muy costosas
energías eólica y solar, como verdaderas anclas que nos terminen de someter al
subdesarrollo crónico.
Argentina en particular, debe invertir en más Centrales de Base,
específicamente hidroeléctricas (existen numerosos proyectos desarrollados por
Agua y Energía Eléctrica y otros posteriores, como Corpus, Garabí y Panambí),
nucleares, y termoeléctricas a base de las amplias disponibilidades de gas natural
y la importante capacidad instalada y potencial adicional, para producir
biocombustibles.
Y se debe poner coto a las burdas y muy exageradas prebendas que
benefician a eólicas y solares, incluyendo las prioridades de despacho (venta) de
energía, sin importar sus precios mucho más elevados que los provistos por otras
fuentes de generación.
MGTR. CARLOS ANDRÉS ORTIZ
Analista de Temas Económicos y Geopolíticos
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