jueves, 16 de noviembre de 2017

GUERRA BLANDA DE DEMOLICIÓN
Hasta el siglo XX inclusive, los gobiernos oligárquicos, antipopulares y antinacionales, solo se podían sostener en un contexto de fuertes y evidentes medidas represivas, las que anulaban o inhibían no solo grandes manifestaciones masivas de oposición, sino que también tornaban peligrosas las opiniones públicas en contra, e incluso las simples rondas de conversaciones en las que se pudiera sugerir algún tipo de descontento.
Las consecuencias podían ser aprietes de diversos tipos, pérdidas de empleos, detenciones “preventivas”, cárceles con poco o ningún juicio previo, torturas, desapariciones, o directamente fusilamientos.
Los argentinos tenemos una larga historia de períodos de gobiernos de ese tipo, pudiéndose citar la década infame (1930-1943); la revolución fusiladora (1955-1958) y sus continuadores (con picos represivos y violentos a comienzos de los años ’60); la “dictablanda” de los años de Onganía y sus sucesores (1966-1973); para luego pasar a la violencia institucionalizada del “proceso” cívico – militar de 1976-1983, en el cual en un marco férreamente represivo se nos impusieron por la fuerza de las bayonetas –con la excusa de “la subversión marxista”- las draconianas y perversas medidas de achicamiento económico y exclusión social del neoliberalismo, por entonces en plena expansión en el mundo.
Fue la primera y muy violenta aplicación en Argentina –con procesos paralelos en Íbero América- de la Doctrina del Caos, tan bien descripta por Viviane Forrester y Naomí Klein en sus libros (1)
Pero las épocas cambiaron, y las técnicas de dominación y sometimiento de pueblos y países se refinaron en grados superlativos, con metodologías de cooptación sutiles en grados extremos, creadas o muy refinadas por sociólogos, psicólogos sociales, antropólogos, politólogos y otros expertos en comunicación social, sumada toda esa parafernalia de técnicas al uso masivamente demoledor de los medios convencionales de comunicación, a lo que se agregaron las redes sociales electrónicas, cuyos roles pueden llegar a ser definitorios, como se demostró en los contagiosos procesos de “primaveras comunicacionales” funcionales al neoliberalismo, como se dio en países árabes y en Ucrania.
Esos refinamientos con notables grados de perversión comunicacional tomaron vuelo fogoneados por los impulsores de la globalización salvaje, que con el neoliberalismo como doctrina y metodología excluyente que intentan imponer al como sea, tomaron gran impulso desde el comienzo del siglo XXI, el cual en lo geopolítico puede afirmarse que comenzó en la pasada década del ’90; a partir de la que, en rápida sucesión, están ocurriendo profundos cambios en el tablero de la Geopolítica Mundial.
Ahora los militares liberales golpistas, con neuronas formateadas por los cursos de la Escuela de las Américas, practicantes fervorosos del patrioterismo meramente declamativo y hueco de contenidos, quedaron relegados al fondo de las opciones “potables”, intentando reducírselos a roles meramente policíacos represivos, cuando no a usarlos como carne de cañón al servicio de las potencias anglosajonas, como parecen orientarse las líneas de política exterior claramente subordinadas a las mismas, evidenciadas por el presidente Macri.
Una de las pocas excepciones actuales fue la destitución de Zelaya en Honduras, mediante un golpe militar. Pero la “onda” actual son los golpes de Estado palaciegos, al estilo de Temer en Brasil y de Franco en Paraguay; y en un mayor nivel de “elaboración” los procedimientos del tipo de “periodismo de guerra” como el aplicado en Argentina, para favorecer el retorno del neoliberalismo, ahora con formalidades democráticas pero con esencia duramente excluyente, del tipo del manejo de la suma del poder público.
Por supuesto, también debe analizarse el frustrado golpe del tipo caracterizado como guerra híbrida perpetrado en Venezuela, tal como definió el reconocido analista Dr. Miguel Ángel Barrios. Esa metodología combina violencia en gran escala, con operaciones de desabastecimiento, agresiones mediáticas, pirotecnia verbal opositora; además de medidas de ahogo económico y claras amenazas de invasión, por parte de la potencia hegemónica continental, con o sin participación de tropas o logísticas colombianas. Pero en Venezuela, el grueso de las Fuerzas Armadas no da muestras de estar subordinado o colonizado mentalmente por el adoctrinamiento neoliberal, como sí lo evidencian en grado superlativo vastos sectores de retirados de las FFAA y FFSS de Argentina. Y claramente, esos sectores de retirados con mentalidad procesera (2), mostrarían
tener ágiles canales de contacto con veteranos de guerra y muy posiblemente con personal en actividad, como lo evidencian frecuentes mensajes que se difunden en forma semi subrepticia en redes sociales, mensajes en los que sesgadamente “se bajan líneas” con claros y perimidos enfoques setentistas, que siguen centrados en “perseguir zurditos” que parecen ver hasta en la sopa, mientras que parecen ignorar los muy serios riesgos a la integridad nacional que representan las cataratas de muy negativas medidas socio económicas y geopolíticas que en masa y en continua sucesión son perpetradas por la CEOcracia gobernante, con su cohorte de economistas dogmáticamente monetaristas y neoliberales de nulo patriotismo, todo eso con la masiva cobertura mediática de los medios “adictos” que son casi todos. Es la guerra blanda de demolición, en pleno perpetramiento.
Como ejemplo de esos mensajes del tipo “si está de acuerdo, difunda”, recientemente divulgaron un “llamamiento patriótico” a ponerse en contra de los gastos que representa el Parlasur (organismo parlamentario de la UNASUR), que sin duda más de un poco ilustrado o poco reflexivo retirado o veterano “compró” con entusiasmo febril; mientras que ni parecen preocuparse en lo más mínimo por el endeudamiento sideral y sin medida en que nos embretan, por el negociado hiper endeudante de las LEBACs (bonos emitidos por el Banco Central, a tasas altísimas que ya llegan a rozar el 30 %, conformando una bola de nieve que nadie prevé como desactivar), por la destrucción del aparato industrial y el desguace de los entes tecnológicos, por la miseria y la desocupación creciente, y otras lacras perniciosas que ya padecimos en los dolorosos años ’90. Es claramente el Plan Morgenthau en plena perpetración, para destrozar a Argentina.
El tema amerita mayores análisis, los que se intentará hacer en futuros artículos.
(1) Viviane Forrester – El Horror Económico // Naomí Klein – La Doctrina del Shock.
(2) Mentalidad procesera – Afín al tristemente recordado “proceso” cívico – militar que usurpó el poder en 1976.
MGTR. CARLOS ANDRÉS ORTIZ
Analista de Temas Económicos y Geopolíticos

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