jueves, 6 de julio de 2017

UNIÓN INDUSTRICIDA ARGENTINA
Deplorables e incoherentes, las recientes expresiones del nuevo titular de la UIA, Miguel Acevedo, quien muy suelto de cuerpo afirmó “estamos mal pero vamos bien”.
¿Puede acaso afirmarse semejante cosa, cuando la realidad muestra con toda su crudeza, que día a día se profundiza el industricidio impiadoso y sistemático que está siendo perpetrado intencionalmente por este neoliberalismo recargado, verdadera versión muy acentuada del neoliberalismo impuesto por el deplorable “proceso” (1), que fuera profundizado en los años ’90 (2)?
Reafirmando esa línea discursiva, muy complaciente con el industricidio reinante y acentuado día a día, el vicepresidente segundo de la UIA, Daniel Funes de Rioja, efectuó unas declaraciones en las que en medio de loas de hecho a los salarios a niveles ruines (defendió al bajísimo salario mínimo, que no alcanza a cubrir las necesidades básicas), y contra toda lógica marcada por la realidad de las masivas entradas de divisas volcadas casi en su totalidad a la timba financiera (o sea no a inversiones productivas), dijo que “empieza a notarse una tendencia alcista en las inversiones” (Ámbito Financiero – 01/07/2017), y remató semejantes aberraciones conceptuales afirmando que “técnicamente el salario mínimo está bien definido”.
En castizo directo y bien simple, esos empresarios y dirigentes industriales, apoyan el industricidio actualmente en violenta perpetración, mientras les aseguren la vigencia de salarios miserables, con la perspectiva siniestra ya declarada, de “flexibilización laboral”, que signifique quitas de derechos institucionalizados a los asalariados en lo referente a la agremiación, horarios laborales, vacaciones, estabilidad laboral y todo lo que signifique derechos y dignificación de trabajadores bajo relación de dependencia, lo cual también tirará a la baja las retribuciones a trabajadores independientes; más aun considerando que la política económica vigente –apoyada por estos industricidas que no critican las fuertes políticas oficiales antiindustriales- tiende a aumentar la desocupación, creando un ejército de desocupados, lo cual presiona a la baja los salarios pretendidos.
La UIA tiene una larga trayectoria en la cual fue casi sin solución de continuidad, la representación y el ente vocero de las grandes empresas, sean transnacionales o las pocas de capitales nacionales de gran envergadura en el ámbito local; y prácticamente nunca demostró gran interés ni menos afinidad por las muchas empresas pequeñas, medianas, ni menos por las mini pymes, las que carecen hoy de toda representatividad en ese foro mega empresarial, de dudosa vocación industrialista, pero en cambio claramente alineado con el neoliberalismo hoy imperante; doctrina político – económica que por definición y por sus tétricos antecedentes en Argentina y en el mundo, es básicamente antiindustrial e inhumana, sobre todo en los países excluidos del núcleo del mega poder económico de las potencias tradicionales, las nucleadas en el G 7 (3). 
Una muy precisa definición es la desarrollada por Eduardo Basualdo, en su libro “Estudios de Historia Económica Argentina” (Editorial Siglo XXI), en el cual define a la “oligarquía diversificada”.
El concepto de por si es muy claro, pero para mayor abundamiento, cabe precisar que engloba a los sectores de las oligarquías tradicionales (la del “campo” mega terrateniente / especulador y arrendador o mega productor; los importadores e intermediarios portuarios; los vinculados al sector financiero y fugador de divisas; y otros asociados), pero que incursionan en actividades industriales, antes rechazadas visceralmente o consideradas tabúes por las clases altas; las que dejaban esas actividades complejas en manos de sectores medios dispuestos a ensuciarse las manos y/o manejar actividades más complejas que criar vacas o plantar cereales u oleaginosas; y sobre todo del capital extranjero.
El caso es que la oligarquía diversificada mantuvo la misma mentalidad cerrada de las oligarquías tradicionales, con prácticamente todos sus vicios doctrinales y pocos o ninguna virtud de los luchadores y emprendedores industriales de los que “se hicieron desde abajo”, en algunos casos llegando a consolidar empresas de dimensiones considerables.
Dentro de esos vicios doctrinales, en los que se abroquelan en un marco de cerrazón conceptual extrema, con claros prejuicios clasistas e incluso racistas, los más característicos y perniciosos son los seguidamente expuestos:
 Son dogmáticamente liberales, aunque todos los antecedentes
demuestran que esas políticas económicas son nocivas para el país, y mucho más para la industria y el desarrollo tecnológico nacional.
 Favorecen el “librecambio”, sin querer reconocer que esa desprotección económica extrema nos empobrece y destruye la industria, la tecnología propia y el tejido social de nuestra patria.
 Son por regla general fugadores crónicos de divisas, por lo que se oponen ferozmente a todo tipo de regulaciones que impidan o dificulten esas operaciones financieras que tanto daño hacen al país.
 Por soberbia o por cerrazón mental extrema, no entienden que al
desproteger el mercado interno desprotejen al principal mercado de sus propias empresas industriales; así como la oligarquía tradicional (la del “campo”) no entiende que si aportaran a crear un país fuerte –no una colonia subordinada-, se defenderían mejor los precios de exportaciones de productos primarios.
 Básicamente adoran los privilegios de clase, y por mantenerlos no quieren entender que el simple efecto multiplicador positivo genera riqueza para todos, en un contexto de buenos salarios reales; exactamente lo opuesto a lo que ahora defienden con sus apoyos explícitos a los desguaces generalizados provocados por el neoliberalismo salvaje.
 De hecho, les molesta y aborrecen que los sectores populares adquieran lógicos derechos sociales, pues los prefieren excluidos y pisoteados al fondo de la escala socio - económica. Demuestran ser como lo peor de la oligarquía campera, que considera “muy lógica” la “cosificación” del peón rural, como era la situación antes de la sanción del Estatuto del Peón, con el cual Perón dignificó a los trabajadores rurales.
 Muchos de ellos sostienen el simplismo binario extremo, que aplicado a lo económico engloba como “marxista” a todo lo que no sea abiertamente liberal.
 Defienden el maniqueísmo histórico del academicismo mitrista, si bien la mayoría de ellos no saben ni entienden nada de historia.
 Descalifican al “populismo”, haciéndose eco de los mercenarios de la incomunicación, “olvidando” que “populismo” viene de “pueblo”, vocablo que engloba a toda la población. Pero como se sienten de una casta superior, desprecian al pueblo común, al que deben la independencia, la dignidad nacional, y del que dependen para las prestaciones de los servicios esenciales.
 La insensibilidad social en su grado más extremo los caracteriza, no importándoles ni la miseria generalizada, ni el desamparo social, ni ninguna de las muchas lacras producto de la extrema pobreza.
 Son clasistas, y se suponen de una élite “superior”, casi como si fuera por “derecho divino”. Razonan como las muy corruptas aristocracias francesas en la época de Los Luises, sin advertir que con eso provocan posibilidades concretas de “nuevas tomas de La Bastilla” con todos los horrores consecuentes.
 Son marcadamente racistas, habiendo acuñado calificativos social y políticamente despectivos, como “cabecitas negras”, “grasas”, negros de m…”, entre otros. Son corrientes “razonamientos” estólidos o directamente estúpidos, como decir “no entiendo que pueda ser peronista si es rubio ¿¿??”, o pretendidamente descalificar a alguien por su lugar de origen. Son despectivos e incluso brutalmente excluyentes, respecto a compatriotas con rasgos originarios (como son muy comunes en el NOA y en el Gran Buenos Aires), y respecto a compatriotas de la Patria Grande, como paraguayos, bolivianos y peruanos.
 Por el contrario, son complacientes e incluso genuflexos, ante extranjeros de rasgos nórdicos, subordinándose automáticamente a sus opiniones e incluso caprichos.
 Privilegian a la Pampa Húmeda, y desprecian visceralmente al interior profundo, si bien suelen cuidarse de decirlo expresamente.
El Presidente de la UIA, Miguel Acevedo, es empresario aceitero, o sea, una industria de baja tecnología y vinculada a las producciones primarias de la Pampa Húmeda.
El Vicepresidente 1º es Luis Betnaza, de Techint, la misma que genera puestos de trabajo en EEUU mientras apoya los despidos en Argentina.
El Vicepresidente 2º es Daniel Funes de Rioja, de COPAL, una elaboradora de alimentos, industria de baja tecnología y vinculada “al campo”.
El Vicepresidente 5º es Cristiano Rattazzi, presidente de Fiat Argentina, más preocupado en importar autos de Brasil e Italia, que en fabricarlos acá.
Militante del Pro y de fundaciones ultra liberales, demostró su vocación de fugador de divisas, al proponer levantar un monumento a Macri por levantar los controles a los movimientos de divisas, o sea, por facilitar la timba financiera y las fugas masivas de divisas.
Esa es la UIA; muy diferente a su similar brasileña, que no regala el mercado interno y defiende la industrialización.
Buena parte de la clase media argentina, no entiende nada de esto;
muchos políticos “miran para otro lado”; los mercenarios de la incomunicación blindan mediáticamente y apoyan a los industricidas; la amplia mayoría de los “retirados” de las FFAA y FFSS demuestran no saber ni interesarse nada del tema, siguiendo anclados en los ‘70; muchos de las “progresías” fuera de foco se pierden en naderías; y los intelectuales complacientes discuten acaloradamente acerca del agujero del mate y temas similares. Tristísimo y muy preocupante.
(1) Proceso cívico militar, perpetrador del golpe de Estado de 1976.
(2) Auge neoliberal desde 1989 a 2001.
(3) G 7- EEUU, Canadá, Japón, Alemania, Francia, Gran Bretaña, Italia.
MGTR. CARLOS ANDRÉS ORTIZ
Analista de Temas Económicos y Geopolíticos

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