domingo, 19 de julio de 2015
VIENEN POR LAS NUEVAS JOYAS DE LA ABUELA
Muchos recordarán que en los muy nefastos años ’90, las fortísimas presiones económico-financieras, sumadas a los apremios políticos externos que soportaba nuestro país, con las complicidades internas del establishment ultra liberal, Argentina se vio conminada a malvender de apuro casi todo el patrimonio estatal, incluyendo bienes de elevado valor estratégico, como los energéticos, las comunicaciones, los sistemas de abastecimiento de agua, los fondos previsionales, nuestra aerolínea de bandera, etc.
Tal vez no todos recuerden que ese proceso de privatizaciones forzosas, que en rigor fueron mayoritariamente extranjerizaciones lisas y llanas de nuestros bienes, todo eso comenzó con la instauración por la fuerza de las bayonetas, del tristemente célebre “proceso de reorganización nacional”, que usurpó el poder en 1976, para entregar el manejo político-económico real a personeros de la Sociedad Rural Argentina y otros sectores retrógrados y claramente antinacionales, que sin oposición posible y con una metodología de golpe abrupto (shock) instalaron el más crudo neoliberalismo; lo cual fue presentado monocordemente por los medios comunicacionales “correctos” (los únicos que podían difundirse en esos aciagos días), como “la única alternativa posible”.
El neoliberalismo tiene varios objetivos paralelos, todos conducentes a imponer la globalización a ultranza, incluso en su versión más inhumana. Tiene objetivos, no tiene plazos definidos, presiona más o menos, según el momento.
Busca debilitar al extremo a los Estados nacionales, incluso llevándolos a su desaparición, para concentrar todo el poder en entes y organismos supranacionales. Donde lo logra, los ciudadanos pasan a ser entes de consumo, carentes de derechos, y descartables.
Paralelamente, provoca la concentración de la riqueza, en grados que hacen palidecer regímenes fuertemente oligárquicos, como la de aquella “añorada” (por desinformados crónicos y malintencionados opinantes) Argentina del Centenario: esa de patronos ahítos de riquezas, con la contracara de peones de pata’l suelo y vastos sectores urbanos miserables y desesperanzados.
Permite el patrioterismo de bandera, hueco de contenido, ese que exalta el himno y la bandera, mientras permite el saqueo de las riquezas nacionales y la miseria institucionalizada.
Busca el acceso irrestricto y el saqueo desenfrenado por parte de los grandes poderes corporativos transnacionales, de las riquezas naturales de los países. Recordemos que eso fue perpetrado en los años ‘90 en Argentina respecto al gas natural, el petróleo y otros recursos valiosos.
Presiona impiadosamente para barrer todo proteccionismo y defensa de los Intereses Nacionales, con lo cual al avanzar en esos objetivos, provoca la desindustrialización acelerada, la desarticulación económica, la desocupación masiva y la miseria generalizada.
Ataca los sistemas previsionales, y busca la privatización total, incluso de servicios esenciales como la instrucción pública, la sanidad y la seguridad pública.
Busca degradar a las fuerzas armadas, involucionándolas al papel de simples fuerzas policiales especiales, para lo cual además las vacían de contenidos doctrinales nacionales.
Como objetivo de máxima, el neoliberalismo buscó la fragmentación definitiva de Argentina, en un proyecto de balcanización al estilo de Yugoeslavia (o de Libia o Iraq), al que casi milagrosamente logramos superar; realidad geopolítica que a muchas personas desinformadas les parece no creíble.
Lo concreto fue que en los nefastos años ’90, esos poderes concentrados básicamente transnacionales, lograron quedarse con “las joyas de la abuela” por unos puñados de monedas. Por caso, la gigantesca estatal YPF fue malvendida a menos del 10 % de su valor real, en una enorme estafa institucionalizada, que fue convenientemente ocultada por los poderes mediáticos.
Asistimos a continuas presiones externas e internas, que buscan reinstaurar el neoliberalismo salvaje en todos los países de nuestra región.
Más allá de las poderosas razones geopolíticas que buscan volver a convertir a nuestra región en el patio trasero dócil de EEUU, de la UE y del Commonwealth; desarticulando o volviendo inoperantes a nuestros organismos regionales –Mercosur, Unasur, Celac-; y haciendo letra muerta de los acuerdos estratégicos rubricados por Argentina y otros países hermanos, con Rusia, China, India (en
curso de aprobación); y de presionar para forzar acuerdos de “libre comercio” con la UE que en verdad nos atarán a economías más poderosas y muy agresivas; más allá de esos y otros motivos paralelos, resulta muy claro que –con la sempiterna complicidad de sectores político-económicos locales afines al neoliberalismo- los mismos sectores del poder concentrado transnacional quieren concretar otra operación de apoderamiento de nuestras riquezas estratégicas, tal como lo perpetraron en los años ’90.
Los gigantescos yacimientos no convencionales de petróleo y gas de Vaca Muerta, de por si solos son un botín muy apetecido por los poderes coaligados transnacionales. Además están los nuevos yacimientos convencionales de esos hidrocarburos; las cuantiosas reservas de litio (el “petróleo” del mañana cercano); muchos otros minerales, la pesca en el Atlántico, la notable variedad y volumen de las producciones agropecuarias, los importantes fondos previsionales, la remozada aerolínea estatal, la abundante agua dulce en algunas partes de nuestro extenso territorio continental, y sin duda muchas riquezas más.
¡Son sin duda muchas las “joyas de la abuela”, las mismas que los poderes financieros transnacionales, y sus aliadas, las potencias tradicionales del G 7, con su brazo armado que es la OTAN; y con los aliados-lacayos internos siempre sumisos a aquellos poderes transnacionales, dispuestos prestamente a vendernos por un puñado de denarios; ellos buscan apoderarse de cualquier modo!
El accionar repetido en nuestra historia reciente, y diversos sucesos en muchas partes del mundo, demuestran palmariamente estas afirmaciones.
Por supuesto, también existen poderosas razones geopolíticas por las cuales esos poderes neocolonialistas del siglo XXI, buscan desarticular a Argentina y a nuestra región, la cual con sus organismos regionales –Mercosur, Unasur, Celac-, que están llamados a jugar importantes papeles en el concierto internacional.
Roles preponderantes que podemos jugar, y que esos poderes neocolonialistas están dispuestos a frustrar al como sea.
C.P.N. CARLOS ANDRÉS ORTIZ
Analista de Temas Económicos y Geopolíticos
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