sábado, 19 de julio de 2014

¿MINTIENDO EN NOMBRE DE DIOS? – A PROPÓSITO DE LOS EXABRUPTOS DEL
OBISPO FORMOSEÑO Y DEL AVAL DE AICA
Las necesarias mesura y comprobada verdad.
Toda mentira tiene connotaciones muy negativas (excepto las muy contadas
mentiras  piadosas, de muy particulares  contextos), pero las  mentiras  son mucho
más  perversamente  destructivas,  cuando  son  realizadas  por  quienes  tienen
supuesta  total  credibilidad  –al  menos  para  el  común  de  la  gente-,  como  sucede
con los líderes religiosos.
Ese  principio  es  válido  tanto  para  católicos,  protestantes,  judíos,
musulmanes, u otros credos, respetables todos ellos.
Pero en un país de muy fuerte raigambre católica, cualquier párroco, obispo
o  cardenal,  que  incurra  en  erróneas  o  peor  aún  malintencionadas  opiniones,
comete un acto sumamente pernicioso, al instalar como válidas opiniones carentes
del debido fundamento, y más aún si son tergiversadamente falaces.
Por  ello,  sobre  todo  al  tratar  sobre  temas  mundanos  (no  teológicos),  solo
deberían  hacerlo  en  base  a  una  cuidadosa  mesura  y  después  de  constatar
fehacientemente  que  se  basan  en  probadas  verdades.  Y  por  supuesto,
descartando  todo  interés  personal,  así  sea  este  motivado  por  un  ego
desmesurado.
Cuando  no  se  tienen  esos  debidos  cuidados,  las  opiniones  públicas  de  los
líderes  religiosos  pueden  incurrir  en  deslices  muy  serios,  cuando  no  en  groseras
mendacidades, las que por tanto adquieren carácter culposo, que llegan a extrema
gravedad cuando se trata de asumir superficial  o burdamente erradas    posturas en
temas muy delicados, instalados en la opinión pública.
Y en esos casos, queda también la duda acerca de las reales motivaciones, las
cuales  no  necesariamente  están  vinculadas  con  la  santidad  o  “inocencia”  de  los
religiosos que pasan a ser burdos opinólogos al voleo.
Algo de historia y sociología elemental.
Así como hubo curas que alcanzaron elevados ribetes de patriotismo, en los
albores de nuestra nacionalidad (como Fray Luis Bertrán, que dirigió la forja de los
cañones  que  equiparon  al  Ejército  Libertador  de  San  Martín),  tamb ién  los  hubo
monárquicos, retrógrados y malintencionados, como uno que el propio Padre de la
Patria  confrontó  en  un  oficio  religioso,  cuando  inculcaba  odios  y  condenas  a  los
patriotas, tildándolos de herejes y por poco de demonios encarnados.
No  tan  lejos  en  el  tiempo,  durante  la  “revolución  fusiladora”  y  los  difíciles
años posteriores, e incluso en el infame “proceso” y luego durante la partidocracia
neoliberal  excluyente;  mientras  buena  parte  de  las  cúpulas  religiosas  eran
cómplices  por  acción  u  omisión,  tolerando  las  tropelías  de  todo  tipo  que  se
perpetraban  en  contra  de  la  propia  Nación  Argentina  y  de  su  población;  hubo
notables  casos  de  curas  valientes  que  hicieron  frente  a  esos  deplorables  actos
antinacionales y pro oligárquicos que tanto daño causaron.  Entre otros, el  Padre
Leonardo Castellani y el Padre Carlos Mugica.
Por otra parte, sin perjuicio de ser católico practicante, no puedo omitir que
hubo oscuras épocas históricas en las que las cúpulas religiosas fueron instigadoras
del oscurantismo y feroces opositores al desarrollo científico y la apertura mental;
mientras  que  tampoco  puede  negarse  el  rol  muy  positivo  de  los  jesuitas  –entre
otros-  difundiendo La Palabra y también desarrollando amplias tareas de positivas
connotaciones humanas y sociales, en vastas regiones de la actual Íbero América.
En síntesis, una sotana o un cargo religioso no implica de por si una actitud y
una  postura  positiva  y  ecuánime;  ni  tampoco  es  necesariamente  mala,  como  lo
postulan los marxistas recalcitrantes ni otros antiteos feroces.
El tema en concreto.
Ya  hace  unas  semanas,  el  controversial  monseñor  formoseño,  prefirió  dar
credibilidad a algún ignoto “charlatán de feria” investido en el rol de activista del
ecologismo  cavernario,  antes  que  respetar  los  fundamentados  arg umentos
técnicos  y  científicos  de  destacados  profesionales  de  la  Comisión  Nacional  de
Energía Atómica.  Es como  si para  planificar un  edificio de  20 pisos, creyera  a un
albañil media cuchara, o a uno de los tantos sanateros baratos que suelen pulular
en  bares  de  moda;  en  vez  de  dar  credibilidad  a  un  reconocido  ingeniero
especialista en estructuras y a un arquitecto de primer nivel.
Más  aún,  el  monseñor  recibió  la  visita  de  la  Presidente  de  la  Comisión
Nacional  de  Energía  Atómica,  la  Licenciada  Norma  Boero,  quien  en  un  notable
gesto  de  humildad  le  solicitó  audiencia,  y  tuvo  la  buena  actitud  de  no  emitir
comentarios acerca del tenor y contenidos de la reunión.
Por otra parte, después de las desafortunadas  –por no usar otro calificativoopiniones  iniciales  del  monseñor  (que  tuvieron  estado  público,  y  que  en  su
investidura nunca son meras “opiniones personales” ); ante la real indignación que
me  produjo  la  sumatoria  de  burdos  exabruptos  conceptuales  livianamente
emitidos por el prelado, redacté un artículo, el cual  además de ser ampliamente
difundido  en  mi  provincia  (Misiones),  fue  reproducido  en  otros  medios
electrónicos de diversos lugares de Argentina, incluyendo Formosa.
En  una  reciente  visita  realizada  a  esa  provincia,  mis  opiniones  volvieron  a
tener  amplia  difusión  en  varios  medios  radiales,  televisivos,  y  posiblemente
escritos. En todos ellos fundamenté los groseros errores conceptuales en los que
incurrió  el  obispo  formoseño,  de  actitudes  más  propias  de  un  fariseo  que  de  un
buen pastor.
Después de ello, el también conocido especialista energético Federico Bernal,
con  sus  colaboradores,  realizaron  sus  valiosos  aportes,  fundamentando  sólida  y
fehacientemente  la  absoluta  endeblez  de  la  incoherente  postura   retrógrada  y
claramente ecolátrica de Monseñor Conejero Gallego.
Lamentablemente,  en  la  audiencia  pública  envió  un  emisario,  para  leer  un
comunicado, en el cual no solo no corrige sus profundos errores conceptuales, sino
que  los  ratifica,  en  un  tono  que  más  allá  de  los  circunloquios  de  estilo,  resulta
francamente  ofensivo  –por  lo  mendaz  y  enrevesadamente  tergiversador-  a
quienes tenemos por norma de conducta  defender los Intereses Nacionales, y que
por  lo  tanto   buscamos  el  desarrollo  socio  económico  de  toda  nuestra  querida
Argentina. Los ejes de su postura son breves, simples y brutalmente falsos.
1  –  Pide  priorizar  ”formas  de  energía  sostenibles  y  no  contaminantes”.
Inadmisible en un jesuita (por lo general hombres de sólida formación intelectual),
que  tan  burda  y  simplotamente,  “compre”  mentiras  seriales  emitidas  por  las
organizaciones del ecoterrorismo transnacional, como  lo son Greenpeace y otras
similares (no por casualidad operando como herramientas del Imperio Británico), y
sus  filiales  y  extensiones  en  Argentina,  en  cuyo  carácter  operan  otras  ONGs
satélites,  como  FUNAM  y  Los  Verdes.  Debería  saber  que  las  mentirosamente
llamadas  “energías  sostenibles”  (solar,  eólica  y  otras  similares)  no  se  sostienen
solas, pues necesitan el soporte técnico de centrales convencionales; son carísimas
por KWh  –por lo que deben operar con costosos e inequitativos subsidios-, y que
son  totalmente  inútiles  (por  sus  insalvables  limitaciones  técnicas)  para  operar
como  centrales  de  base  de  ningún  sistema  eléctrico.  Y  por  cierto,  el  rol  de
“energías  limpias”  es  una  mentira  atroz,  pues  tienen  efectos  ambientales  muy
negativos, cuidadosamente ocultos por los traficantes de esos artefactos, por los
ecoterroristas  que  las  promueven…  y  por  las  petroleras  que  están  asociadas  al
negocio, dado que necesitan el respaldo de centrales convencionales. Además de
resultar un  fiasco en Alemania  (que para  suplirlo debe importar gas y carbón en
cantidades  siderales),  otro  tanto  sucede  en  España,  lo  cual  el  osado  monseñor
opinante debería saber, pues es su país de origen.
2 – Afirmar que con la planta química y la muy segura central nuclear CAREM
(orgullo  de  la  tecnología  argentina)  se  “hipotecaría  la  vida  y  la  salud  de  las
generaciones  futuras”,  es  un  disparate  atroz,  que  demuestra  la  vergonzosa
adhesión del  obispo, a  las  sistemáticas mentiras  del  ecologismo cavernario, cuya
letra es dictada desde Gran Bretaña, imperio que pretende por todos los medios,
frenar el desarrollo socio económico argentino, y por eso ataca con tanta saña y
persistente  malicia,  al  Plan  Nuclear  Argentino,  que  es  uno  de  los  pilares
tecnológicos en los que descolla mundialmente nuestro país.
3  –  Expresar  que  “no  hubo  información  clara,  transparente  y  oportuna”,
suena  a  vulgar  macaneo  mayúsculo,  no  solo  por  la  distorsionada  actitud
evidenciada por el verborrágico y tergiversado accionar del retrógrado monseñor,
sino  porque  es  evidente  y  demostrable  que  hubo  y  hay  constantes  acciones  de
difusión  técnica,  la  cual  es  contrarrestada  por  argumentaciones  meramente
emotivas,  tal  como  es  usual  en  el  accionar  ecoterrorista;  al  cual  resulta  tan
funcional de muy discutible monseñor.
4  –  Afirmar  que  el  proyecto  “genera  temor,  confusión,  confrontación  y
división”, suena a burda hipocresía, siendo que el propio accionar desatinado (y/o
culposo) del controversial monseñor, ha sido causa mayúscula de exacerbar esos
temores,  confusiones,  etc.;  los  cuales  amañada  y  malintencionadamente  fueron
instalados  por  conocidos  personeros  del  ecoterrorismo,  que  operan  de  hecho
como mercenarios  al servicio de Gran Bretaña y las potencias del G 7, a las cuales
molesta el grado de desarrollo tecnológico alcanzado por nuestro país, y que están
empecinados  en  volvernos  a  una  economía  pastoril,  en  complicidad  con  los
conocidos sectores retrógrados y antinacionales que operan desde adentro. ¡Deje
las chicanas de tan baja estofa, monseñor!
5  –  Infantil  y  deplorable  es  el  burdo  argumento,  que  pretexta  impedir  este
par de inversiones de significativa importancia, “porque resta terminar el edificio
de  la  legislatura  y  el  ramal  ferroviario”.  ¿Tan  mediocre  pensamiento  como  para
reducirnos  a  “hacer  una  cosa  u  otra”  –argumento  de  país  bananero-,en  vez  de
entender  que  los  países  que  apuestan  a  su  desarrollo  “hacen  una  cosa  y  varias
más”,  a  la  vez  y  sin  perder  tiempo?  ¿Acaso  el  monseñor  no  sabe  que  las
inversiones del Plan Nuclear Argentino cuentan con financiación propia, que sale
de  un  presupuesto  diferente  a  los  utilizados  para  las  obras  que  tan  burdamente
esgrime como “palos en la rueda” para frenar el necesario desarrollo de Formosa?
Por último, queda en evidencia la encubierta intromisión política del prelado,
que  hace  causa  común  con  politiqueros  oportunistas,  que  no  vacilaron  en
promover  en  Paraguay,  escándalos  montados  en  falsas  argumentaciones  del
ecoterrorismo  mercenario,  incurriendo  en  acciones  que  bien  cabe  calificar  como
deleznables  actos  de  traición  a  Nuestra  Patria;  fomentando  rencillas  y  divisiones
en  naciones  que  deben  trabajar  hermanadas  para  fortalecer  el  Mercosur,  la
Unasur y la Celac.
Deplorable  el  accionar  del  español  obispo  de  Formosa   y  de  quienes  por
desconocimiento, sumisión forzosa o complicidad;  en los hechos están  accionando
para  impedir  el  desarrollo,  limitar  las  fuentes  de  trabajo,  fomentar  estériles
discusiones sobre argumentos mendaces, y hacen  causa común con la neoreligión
pagana que es el ecologismo fundamentalista.
C.P.N. CARLOS ANDRÉS ORTIZ
Experto en Energía
Analista de Temas Económicos y Geopolíticos

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