EL TERCER PERÍODO PERONISTA – FIN DE 18 AÑOS DE PROSCRIPCIÓN Y LA ANTESALA DE LA VIOLENCIA NEOLIBERAL.
La pseudo democracia enmarcada en la proscripción al peronismo, fue un dique interpuesto a lo Nacional y Popular, que terminó eclosionando ante la incontenible presión de ese sector político, en un marco de profundo desgaste de los gobiernos pretorianos y de sus mandantes e instigadores, de los sectores
oligárquicos y antinacionales.
Desde 1955 hasta 1973, los sectores reaccionarios, con los explícitos respaldos de distintos entes empresarios del establishment dogmáticamente afines al más crudo liberalismo económico -entre ellos la ultraconservadora SRA- , habían implementado diversas etapas proscriptivas del peronismo, desde la
“mano dura” con encarcelamientos, fusilamientos y persecuciones, por el mero acto de nombrar al líder depuesto y todo lo vinculado, hasta pasar a diversas acciones de elecciones y gobiernos civiles fuertemente condicionados, para mantener la artificial hegemonía antiperonista en las esferas del poder real y el formal.
Pese a las presiones y trabas de todo tipo, que los sectores oligárquicos -personificados en Lanusse, militar de pensamiento ultra liberal y con apellido vinculado a la SRA- utilizaron para impedirlo; el Sector Nacional y Popular volvió al poder formal en 1973.
Como lo hizo en el precedente período del justicialismo en el poder, se priorizaron las acciones conducentes al desarrollo nacional, con fuerte énfasis en las grandes obras públicas, el apoyo a la industrialización y el desarrollo tecnológico, y las concretas medidas sociales conducentes a mejorar el nivel de vida de los argentinos. Entre otros hechos importantes, se inauguró la central
nuclear Atucha 1 y se avanzó en el Plan Nuclear; se firmaron los acuerdos para construir la gran hidroeléctrica Yacyretá con Paraguay, entre otras obras.
Pero el ya anciano líder político tenía su salud deteriorada, y el contexto interno era muy complicado, con un personaje complicado, como lo era López Rega, en el entorno de Perón; y los violentos de “las tendencias” siendo de última funcionales a los personeros del ultra conservadurismo antinacional.
Fallecido Perón, su sucesora carecía del enorme carisma del líder
tercermundista, y entre otros factores, el considerable poder de los medios de difusión concentrados, se dedicó a esmerilar al gobierno, que ya era muy atacado por las violencias de las guerrillas, y por el acomodamiento de personeros del “partido militar liberal” en las altas esferas de las FFAA.
En todo ese período, claramente signado por el nacionalismo económico, la SRA y todos los medios de difusión que operan como voceros del liberalismo apátrida, fueron permanente oposición, sumándose a los enfoques proclives al golpismo, en los tramos finales del gobierno de M.E.M de Perón.
El golpe de Estado era algo cantado desde meses antes de producirse, con la excusa de la supuesta incapacidad de M.E.M. de Perón; y de problemas económicos muy magnificados, además de la violencia subversiva. Pero lo real es que al momento de producirse la toma del poder “marzista” (ironía acuñada por J.M. Rosa, pues el golpe fue en marzo), faltaban pocos meses para la fecha de
elecciones; y como suele ser una constante en estos casos, molestaban los aciertos, no los errores…
Tal como sucede en los gobiernos antinacionales, la vengatividad contra quienes de un modo u otro asumieron posturas de defensa de Lo Nacional, no se hizo esperar, adquiriendo caracteres de extrema violencia y crueldad.
El Mayor Bernardo Alberte (Tte. Coronel post mortem), fue asesinado en su departamento, la noche del golpe, en presencia de su familia. Su “delito” fue anticipar al “cantado” golpista, de las previsibles consecuencias del acto insurreccional. Claro que, además, Alberte había sido hombre de plena confianza
de Perón…, líder político cuyo accionar claramente Nacional, fue y es particularmente odiado por el muy dogmático “partido militar liberal”.
Esa brutal vengatividad se hizo patente al detener, sin causa ni acusación concreta alguna, a la vicepresidenta en ejercicio del Ejecutivo Nacional, y a su principal asesor, el abogado Julio Carlos González, quien fuera Secretario Legal y Técnico en el gobierno de Perón, continuando en el cargo con M.E.M. de Perón, siendo el cerebro muy activo que inspiró y dio letra a diversas medidas de claro perfil nacionalista. La depuesta presidenta estuvo varios años en prisión, incluso sufriendo malos tratos, mientras que el Dr. González permaneció preso durante todo el infame “proceso”, a consecuencia de lo cual su salud sufrió serios deterioros.
Según me expresó el anciano patriota Dr. J.C. González, todo su equipo de colaboradores debió soportar muy duros y agresivos interrogatorios, a consecuencia de lo cual, uno de ellos falleció de un paro cardíaco.
El “proceso” había comenzado, para beneplácito de los sectores
oligárquicos y antinacionales. Con la fuerza bruta de las bayonetas, nos impuso el nefasto neoliberalismo, y de esa desastrosa imposición que nos subordinó a lospoderes financieros transnacionales, no se hacen cargo hasta hoy, los uniformados, que por ceguera mental o por odios mal digeridos, siguen subordinados al neoliberalismo apátrida.
---------------------------------------------------------------------------------------- EL SINIESTRO “PROCESO” COMO MARCO DE FORZOSA IMPOSICIÓN DEL NEOLIBERALISMO SALVAJE.
Tal como, con sutileza británica, lo había indicado Harry S. Ferns, en un contexto equiparable a una guerra civil, hubo una real orgía de violencias, pues a la irracionalidad de los atentados de las guerrillas (funcionales de hecho a la antipatria), se sumó la extrema violencia represiva del Estado, con el accionar del “proceso”, comenzado en 1976, de lo cual en años posteriores se supo con mayor claridad, las acciones en muchos casos brutales, perpetradas.
Ese era el marco necesario, para implementar a la fuerza, el neoliberalismo en su más salvaje versión, con el claro objetivo de hacer involucionar forzosamente a Argentina a aquel perimido e inviable país de economía primaria que éramos en las pretéritas épocas del Centenario (alrededor de 1910).
El endeudamiento externo brutal, asumido para enjugar los déficits presupuestarios y déficits de la balanza comercial, de la desastrosa gestión de Martínez De Hoz y sus sucesores, la apertura económica indiscriminada como parte central de la feroz política de industricidio, y la acentuada baja en el poder adquisitivo de los salarios, fueron los ejes centrales de las nocivas medidas
económicas implementadas por el gobierno cívico militar del “proceso”, con el expreso beneplácito de la SRA y otros sectores oligárquicos.
Cualquiera que claramente se oponía al desguace económico y la
destrucción social (que atacaba el buen nivel de vida del que gozábamos), era rápidamente tildado de “subversivo”, lo cual equivalía a una condena de muerte, o con “suerte”, a sobrevivir a brutales sesiones de torturas.
Esos asesinatos en muchos casos eran considerados “desapariciones”, eufemismo que significaba la muerte y la desaparición de los cuerpos. Uno de los tantos casos, fue el del gremialista de Luz y Fuerza Oscar Smith, quien se opuso al desguace y privatización posterior de SEGBA, secuestrado a la salida de una
reunión con Videla. El factótum de esa amañada privatización, fue Martínez De Hoz, vinculado con intereses extranjeros en el Sector Eléctrico.
Desgastado por la sumatoria de perjuicios consecuencias de la deplorable gestión, y ante el descrédito mundial por las denuncias a acciones aberrantes de violencia, el “proceso” caduco en 1983, debiendo convocar a elecciones. Pero nunca hubo una sola crítica de sectores oligárquicos, contra el “proceso”, incluyendo en esa postura cómplice a la SRA.
Videla fue muy aplaudido en la SRA, cuyos socios y adherentes ideológicos, no pudieron desconocer la destrucción socio económica general “casi” total (pues los elitistas intereses de la oligarquía de la Pampa Húmeda estaban muy satisfechos, así como los nuevos oligarcas de las finanzas, y los empresarios fugadores de divisas, entre algunos otros) y las aberrantes prácticas de violencia
trascendían el marco de ocultamiento que el “proceso” pretendió mantener.
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EL RADICALISMO Y SU FALLIDA EXPERIENCIA ANTI NEOLIBERAL.
El gobierno de Alfonsín comenzó con muchas expectativas favorables en la población, pero no se desconocían las previsibles presiones que ejercería el “partido militar liberal”, y los fuertes condicionamientos resultantes del elevado endeudamiento externo y de la debilidad general de nuestra economía, severamente afectada por los precedentes siete años de brutal neoliberalismo.
Entre 1983 y 1985, siendo ministro de economía Bernardo Grinspun, se implementaron medidas de heterodoxia económica, que buscaron superar los múltiples condicionamientos que nos había impuesto el neoliberalismo.
Desgastado por la sumatoria de presiones que eran consecuencia del no resuelto enorme endeudamiento y la debilidad económica y política, hubo cambios en la conducción económica, que implicaron suavizar o dejar de lado las confrontaciones con el establishment neoliberal interno y externo. En un contexto de hiperinflación y crisis económica, con claras presiones del poder conservador, Alfonsín debió dejar anticipadamente el gobierno, acordando el
llamado “Pacto de Olivos” con su sucesor Menem, quien había ganado las elecciones.
Cabe recordar que en la SRA fue estentóreamente abucheado, como repudio a sus acciones que no habían sido “subordinadas” a los dictados pro oligárquicos del establishment, lo que demuestra el alineamiento de la patronal del campo, con lo más reaccionario y antinacional del arco político – económico.
Tampoco por ello cabe asignar a Alfonsín el grandilocuente calificativo de “padre de la democracia”, pues simplemente ganó la primera elección post proceso. Y cabe recordar que fue el gestor de la desastrosa reforma educativa, vaciadora de contenidos esenciales, lo cual fue profundizado para peor por su sucesor, Menem.
MGTR. CARLOS ANDRÉS ORTIZ
Analista de Temas Económicos y Geopolíticos
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