lunes, 22 de julio de 2019

LA TRANSMUTACIÓN DE LA UIA
La Unión Industrial Argentina (UIA) parece haber entrado en un cono de sombra, o más precisamente, da muestras evidentes de estar desbarrancando sin freno hacia el abismo de su anulación como entidad que –por lógica- debería representar y definir al hasta hace poco poderoso Sector Industrial de la Economía Argentina; y esa representación debería abarcar a todas las actividades
industriales de todas las magnitudes empresarias.
Pero muchas veces las cosas no son como parecen, e incluso a veces representan un oxímoron de absurdo total, de sin sentidos incoherentes, cuando no de posturas inviables o directamente impresentables.
Muchas expresiones y consecuentes acciones, demuestran que la UIA solo representa al mega sector empresarial empresario, despreocupándose por el que fuera amplio sector de la PYMES (pequeñas y medianas empresas), que son precisamente las que mayor cantidad de mano de obra calificada emplean, y en su
gran mayoría son de empresarios argentinos; esto a diferencia de las grandes corporaciones, las que o son filiales locales de empresas extranjeras, o son de los relativamente pocos conglomerados industriales grandes de capitales locales, en muchos casos vinculados con proveedores de tecnología extranjera y/o
frecuentemente tomadores de créditos foráneos o locales en monedas extranjeras.
Pero mucho más preocupante aun, es la filosofía político - económica imperante en el universo de empresarios o de CEOs de grandes empresas industriales con sede en nuestro país.
Claramente, tal como traslucen sus dichos y acciones, son cerrados
partidarios del neoliberalismo, apoyando incluso su versión más salvaje, deshumanizante y apátrida, como la que actualmente padecemos en Argentina. Y es bien conocido por cualquiera medianamente bien informado, que el neoliberalismo postula como principios básicos un conjunto de acciones que tienen como objetivo central desindustrializar y someter financiera y políticamente a las economías de los países no desarrollados, con especial énfasis en abortar procesos de desarrollo en potencias emergentes o en las naciones que se encontraban al umbral del desarrollo. Este último era el caso de Argentina, antes que esta versión recargada del neoliberalismo arremetiera con saña feroz
para empujarnos al subdesarrollo crónico, a una triste realidad de feudalismo decimonónico, e inclusivo a forzar el desguace total de nuestro país para balcanizarnos y volvernos geopolíticamente inviables.
Claramente la UIA no representa más que a las grandes  corporaciones desentendiéndose de la suerte y el futuro de miles de empresas medianas y pequeñas, que están siendo brutalmente agredidas y en muchos casos heridas de muerte por el genocida programa político – económico vigente, causante de incesantes cierres de empresas industriales (y comerciales), en un proceso que va en aumento, el cual también persigue con hipocresía aumentar exponencialmente las legiones de desocupados crónicos, para forzar con eso una baja de los salarios a niveles de infraconsumo y de miseria institucionalizada.
Esa postura de hecho antinacional y cerradamente anti industrial, podría “entenderse” en el caso de CEOs o grandes ejecutivos extranjeros, con libretos dictados desde sus casas matrices, a las que les sería indiferente producir en Argentina o transformarse en meros importadores de sus productos fabricados en sus casas matrices o en otros países que no adoptaron el industricidio como parte del “credo económico”, por caso México y Brasil, y no son los únicos casos. 
Pero tratándose de empresarios dueños o directivos de empresas de capital nacional, esa postura es claramente industricida, pues la apertura total a la que fervorosamente adhieren, la desprotección total del mercado interno y el conjunto de políticas claramente anti industriales y peor aun, fomentadoras de la destrucción generalizada socio económica; todo eso implica atacarse a sí mismos, pues ninguna empresa argentina podrá competir o incluso subsistir, en el contexto de la selva financiera transnacional y la competencia desigual con grandes empresas transnacionales con fuertes apoyaturas de los Estados en los que se asientan sus casas matrices, además con los claros respaldos de la mega Banca
transnacional; la cual tiende a la globalización y a la desaparición de los Estados que no alcanzaron el pleno nivel de desarrollo.
Para usar una frase popular, “se pegan un tiro en el pie”, y en esas
condiciones pretenden correr la gran maratón de la supervivencia internacional.
Faltaría analizar si esos empresarios son simples colonizados mentales, de deficientes formaciones político – económicas, adhiriendo por eso a doctrinas “políticamente correctas” pero claramente negativas; si tal vez lo hacen presionados por sus entornos y sus círculos de contactos sociales cercanos (habida
cuenta que la oligarquía, hoy ramificada al Sector Industrial, ha sido siempre ultra liberal, antiestatista y mentalmente subordinada a las potencias anglosajonas); o si priva en ellos la mentalidad de casta, teniendo como prioridad “domesticar” a los asalariados al estilo del feudalismo campero y de los países con mano de obra
semi esclava o de míseros salarios de subsistencia, no importándole si uno de los “costos secundarios” es involucionar de industriales a meros importadores; o si lo único que les interesa es continuar sin limitaciones con el “deporte empresario” de fugar divisas a granel, al costo de desangrar financieramente al propio país.
Empresarios como Miguel Acevedo (presidente de la UIA), que festeja el tratado de “libre comercio” con la Unión Europea, que de ratificarse seria el acta defunción de la industria y la tecnología nacional; como su antecesor Héctor Méndez, que con su nulo gracejo expresivo afirmó preferir seguir apoyando a Macri, pese a los intencionalmente desastrosos resultados de su destructivo
gobierno; como Cristiano Ratazzi, a quien no le importa que las empresas que dirige (Fiat e Iveco) muten de industriales a importadoras, solazándose públicamente de poder “enviar ‘libremente’ dividendos al exterior” (léase fugar divisas impunemente); como Luis Pagani, que con su apoyo al  neoliberalismo facilitó las condiciones para que su empresa alimenticioa (ARCOR) tuviera resultados negativos por primera vez, ante la caída del mercado consumidor; como Alejandro Pescarmona, cuya gran empresa industrial y tecnológica
seguramente será absorbida por alguna transnacional o tendrá serios problemas de ahogos, ante la desprotección y la caída del mercado interno; o como Paolo Rocca, que invierte afuera mientras produce menos adentro, y ahora se extiende al protegido sector hidrocarburífero, en el cual tiene desavenencias con el gobierno, ante limitaciones en las fuertes subvenciones acordadas y hoy puestas en la picota por las “instrucciones” (léase órdenes) del FMI. Rocca, como otros empresarios de la UIA, demostraría ser un neoliberal al que no le molestan las subvenciones, mientras lo favorezcan a él y a su grupo de vinculados; pero apoyan o no le molestan las destrucciones del resto del tejido social, económico y
principalmente industrial de Argentina, además de la claudicante política exterior vigente. 
Lejos están de las señeras posturas de patriotas como Arturo Jauretche; Raúl Scalabrini Ortiz; el gran economista Aldo Ferrer; e incluso del ingeniero y empresario industrial Marcelo Diamand, con su notable libro “Doctrinas económicas, desarrollo e independencia”, que pese a las décadas transcurridas mantiene notable actualidad.
Así como la sabiduría política de Perón le hizo apoyar en su tercera
presidencia a la Confederación General Económica, pues ya había advertido el tinte neoliberal y por ende apátrida de la UIA; las dirigencias de los últimos años y el núcleo del “círculo rojo” de empresarios que apoyan al neoliberalismo fugador de divisas y destructivo primarizador económico, transformaron la UIA en la Unión Industricida Antiargentina.
MGTR. CARLOS ANDRÉS ORTIZ
Analista de Temas Económicos y Geopolíticos

jueves, 18 de julio de 2019

INDUSTRICIDIO, GENOCIDIO ECONÓMICO, FEUDALISMO Y DESGUACE NACIONAL
La política de industricidio brutal y genocidio económico a escala masiva, que el neoliberalismo en su versión más cruda y apátrida están siendo perpetrados por el macrismo y sus subordinados políticos, tiene muy pocos antecedentes en la historia mundial.
No se trata de “errores” o de “mala praxis”, es perversa intencionalidad de daño planificado y ejecutado, más allá de la sucesión de prácticas brutalmente directas a veces con torpezas operativas, tratadas de ocultar con permanentes coberturas mediáticas y con las sucesivas instalaciones de temas distractivos, para intentar tapar los temas centrales, que tienen que ver con el desguace intencional del país y las acciones de reinstalar el feudalismo mitrista campero del siglo XIX, con el objetivo de máxima de hacer desaparecer a Argentina como nación soberana y Unidad Política; destrozando a la vez su identidad nacional y cultural, ocultando y falseando la historia, destrozando nuestro presente y haciendo trizas nuestro futuro.
Cuesta encontrar a lo largo de la historia, otros países en que haya ocurrido tanta y tan profunda destrucción socio económica, sin que haya sido provocada por una guerra.
Egipto en el siglo XIX, presionado por Gran Bretaña a destruir su incipiente industria textil y las otras que iban creándose rápidamente (de forma tal de asegurar el suministro de algodón en bruto a las hilanderías y textiles británicas, y eliminar un posible competidor indeseable), es uno de los pocos casos, no logrando hasta hoy salir del marco del subdesarrollo crónico.
Alemania y Japón, obligados a aplicar el destructivo Plan Morgenthau, después de la guerra, desde 1945 a 1948, año este último en que se cambió por el Plan Marshall, presionado a ello EEUU por la realidad geopolítica mundial, con la Unión Soviética en posesión de la bomba atómica; esos son otros dos de los muy pocos casos de desindustrialización forzosa en tiempos de paz.
La apertura indiscriminada de importaciones; las tasas de intereses a valores exorbitantes; la timba financiera institucionalizada que garantiza ganancias descomunales con meras “operetas” especulativas que desalientan toda iniciativa productiva; la destrucción del mercado interno por la caída brutal del consumo,
motivada a su vez por las bajas de los salarios y el aumento constante de la desocupación; los aumentos descomunales y las dolarizaciones de las tarifas de los servicios públicos esenciales (energía eléctrica, combustibles, agua, gas, teléfonos, celulares, etc.) ahogan a las industrias, a la actividad económica total y en gran medida a los argentinos en general (menos a las minorías vinculadas con los pocos sectores privilegiados); todo eso y mucho más, incluidas las explicitas manifestaciones de Michetti, el propio Macri, diversos ministros y otros involucrados con el genocidio neoliberal en perpetración, que desprecian clara y abiertamente a las industrias y a los entes tecnológicos, valiéndose de malicias, tergiversaciones, cuando no de explícitas ideas antiindustriales y feudales de la vieja oligarquía tradicional; aquella que en los siniestros años ’30 del siglo XX, fue calificada como “la oligarquía de la bosta” por estar manejada en esos años 
predominantemente por el sector ganadero, muy vinculado en esa época como subordinado gustoso del imperio británico.
Ese industricidio premeditado con alevosía, es paralelo a una gigantesca operación de genocidio económico en plena perpetración y acentuación, aumentando aceleradamente la pobreza y la miseria, y haciendo caer el nivel de vida de todos los argentinos…menos los oligarcas tradicionales, los neo oligarcas de las finanzas, las intermediaciones parasitarias, las corporaciones de los pocos sectores muy privilegiados (Bancos y finanzas, petroleras y gasíferas, generadoras de energía privadas, concesionarias de servicios públicos en general y operadores de peajes, grandes mineras, y los detentadores del poder real que llenan ministerios y entes públicos con familiares, amigos, amantes, etc. –todos con altísimos emolumentos y en muchos casos para ignotas tareas nunca  comprobables-).
El genocidio económico expulsó a la miseria lisa y llana (en muchos casos al abandono de vivir a la intemperie), a quienes de la clase media baja o de la pobreza con cierta dignidad, empujaron al abandono total por despidos y/o por destrucción del trabajo cuentapropista o informal, ante las caídas de ingresos de la clase media a la cual prestaban servicios (como plomeros, carpinteros,
 electricistas, constructores, etc.).
Ese proceso de genocidio claramente planificado, se acentúa con los deterioros de los establecimientos educativos, con el abandono de hospitales casi terminados y con los faltantes de insumos esenciales como regla general en muchos hospitales, en algunos casos agravado todo con el despido de personal calificado y su no reemplazo en el sector sanitario, con las magras raciones en los
comedores escolares y otros comunitarios, con los hostigamientos a curas de los pobres y a personas dedicadas a servir voluntariamente al bien público, las persecuciones incluso feroces a ollas populares (como la que se quiso montar en el obelisco porteño el 9 de Julio), con otras medidas de hostigamientos a los sin techo (como colocar elementos punzantes u otros, para impedir utilizar diversos
lugares públicos como improvisados albergues de noche), con el abandono total al que someten a muchos carecientes, que terminan muriendo de frío y de hambre, y  otras bajezas similares, todo en el marco del ocultamiento a la opinión pública o la minimización de la gravísima situación socio económica con características de
pandemia de causas político – económicas.
Claro está que como de mínima quieren llevarnos sin escalas a aquella Argentina subdesarrollada y colonia económica británica del siglo XIX, buscan precarizar totalmente el trabajo y destruir los salarios al miserable nivel de subsistencia. Para eso necesitan crear inmensas legiones de desocupados y subocupados, que hagan tender a la baja los salarios, por la desesperación del desempleo. Y para eso necesitan desarticular completamente el gremialismo, de forma de tener inermes a los empleados buscando además con desparpajo, poder despedir a voluntad, sin indemnizaciones, tal como lo expresaron algunos del “círculo rojo” (empresarios o dirigentes de grandes empresas, vinculados y apoyantes explícitos del neoliberalismo macrista).
Como siempre lo hicieron, los oligarcas “del campo” se regodean ante el industricidio y la concentración obscena de la riqueza, pues de esa forma pretenden terminar con el “mal ejemplo” de los buenos salarios y buenas condiciones laborales de los asalariados industriales, a la vez que ansían regresar a “los buenos tiempos” de patrones todopoderosos, con peonada sumisa y carente de todo derecho, incluso elementales derechos humanos.
A todos esos señorones ultra poderosos, así como a sectores de clase media alta que los acompañan y apoyan, no les importa en absoluto que todo eso nos ponga en serio riesgo de disolución nacional, que es el claro objetivo del mega poder financiero especulativo transnacional, que busca la globalización a ultranza, la desaparición de los Estados Nacionales (excepto tal vez las Potencias Atlantistas, que son socias de aquellos), y la cosificación extrema del ser humano, inculcando el egoísmo, las perversiones de todo tipo, y la degradación general para facilitar la manipulación masiva de grandes masas poblacionales.
MGTR. CARLOS ANDRÉS ORTIZ
Analista de Temas Económicos y Geopolíticos

sábado, 13 de julio de 2019

DESFILE Y REPRESIÓN A LA CARTA – A PROPÓSITO DEL 9 DE JULIO
Poco o nada mostrado por los medios de difusión concentrados, afines al establishment, pero lo sucedido el último 9 De Julio, una de las dos grandes fechas patrias de Argentina, es un conjunto de postales que muestran cabalmente el accionar del neoliberalismo “reinante” de tipo tiránico con formato pseudo democrático.
El neoliberalismo es apátrida y destructivo por definición; tal como lo prueban además los muchos antecedentes sumamente negativos de la aplicación de esa doctrina en diversos países del mundo…¡y en Argentina desde el “proceso” cívico - militar hasta la brutal crisis terminal de 2001/2002, casi sin solución de continuidad!
En ese contexto no puede sorprender que el actual gobierno, causante del caos de dimensiones dantescas que hoy padecemos, con sus secuelas de hambre, miseria, desocupación creciente, industricidio, entrega vil de soberanía y un montón de lacras socio económicas aplicadas con premeditación y alevosía; provoque rechazos masivos en la población, motivo por el cual el presidente y los capitostes más conocidos no pueden presentarse en actos públicos, por los masivos rechazos y repulsas que provocan espontáneamente.
Ya es un clásico de los actos de fechas patrias, en épocas del macrismo, que el acceso a los mismos sea severamente restringido, con plazas y espacios públicos vallados y fuertemente custodiados por fuerzas de seguridad armadas hasta los dientes…para impedir que el pueblo común participe. El acceso solo se permite a altos funcionarios y a sus afines, individualizados con pulseras y otros dispositivos, que impidan “infiltrados”, gente de a pie, que pueda incomodar a la CEOcracia, la oligarquía y los altos mandos militares identificados y/o subordinados ideológicamente con aquellos.
Para intentar dar un matiz de “participación popular”, el presidente y su círculo áulico montan actos en lugares cerrados, con accesos muy restringidos y en entornos que les aseguren ausencia total de críticas y repudios, que se producen por doquier cuando se muestran en público. Buscan asegurarse que no se objeten sus mediocres discursos ni que se los cuestione en lo mínimo, de la misma forma que intentan esconder la miseria, el abandono y el hambre generalizados que causan y acentúan día a día.
Así no sorprende que el acto del 25 De Mayo haya tenido la Plaza De Mayo vallada y llena de policías, mientras que al tradicional Tedeum solo hayan podido acceder “invitados especiales”, y hasta al periodismo “incómodo” se le dificultó su tarea.
El día de la bandera, en vez del acto vallado y cerrado al pueblo del año anterior, el presidente optó por ir a una escuela de barrio, con abundante custodia, lejos de las multitudes que tanto rechazo le provocan, y haciendo un discurso muy desubicado en el que omitió el tema central y se dedicó a atacar a un dirigente gremial que le es “incómodo”.
Ahora, para el 9 de Julio, hubo “múltiples funciones aptas para todo público”.
En la referencial Casa de Tucumán, solo rodeado de “selecta” asistencia y con la usual fuerte custodia que impide acceder al pueblo que lo repudia, pronunció Macri otro de sus desubicados discursos, con el que se comparó con los patriotas de 1816…¡y trazó un paralelismo entre la Independencia proclamada al nacer nuestra patria, con la “segunda independencia” actual, que así llama a las entreguistas y totalmente cipayas políticas de subordinación total y entrega de soberanía, que perpetra y profundiza día a día! ¿Hipocresía pura “solamente”, o un caso muy patológico de perversión mental llevada al extremo de creerse sus propias mentiras, o hablar burlándose como si los argentinos fuésemos infradotados con mentalidad de niños de 3 años?
El mismo día, en Buenos Aires, a solo escasas 40 cuadras o poco más, se vieron las dos caras de la misma moneda, o si se quiere, del habitual doble accionar del neoliberalismo macrista.
En la Avenida del Libertador, en plena zona “paqueta” de la Capital, y con un marco de público claramente del entorno palermitano o similar, se hizo el desfile militar. La gente asistente fue casi exclusivamente “muy blanquita”, de esos que miran mal y con rechazo a todo aquel que no luzca piel muy clara y eventualmente ojos azules. Mezclado entre el público, no obstante, se pudo ver algunos trigueños o morochos, de expresión muy dura en sus rostros, por lo que cabe deducir que eran suboficiales, seguramente reclutados en el NOA o con ancestros de allí o de
otros lugares donde abundan criollos herederos del mestizaje de hispanos con nativas. Meztizaje tan bueno para el país pues nos une y elimina barreras raciales y sociales, pero rechazado visceralmente por los habitualmente clasistas y racistas oligarcas y sectores sociales afines, como parte de la clase media – alta y otros imitadores de ellos.
Al mismo tiempo, una olla popular se pretendió instalar al pie del obelisco, para dar alguna comida caliente a los muchos que malamente sobreviven apenas en las calles, la mayoría de ellos ex clase media, hoy empobrecida por el genocidio económico que se perpetra y profundiza día a día. Muchos de los sin techo seguramente la pasan muy mal, e incluso hubo varias muertes por el frío y la falta de alimentación. Eso tiene poca cobertura en los medios concentrados.
Operan igual que los oligarcas del Centenario, que para exhibir una ciudad pulcrísima y sin manchas, expulsaron lejos a los muchos pobres y marginados sociales que los oligarcas no querían mostrar a los múltiples visitantes ilustres de la nobleza y altos sectores de Europa que fueron invitados a los fastos del 25 de Mayo de 1910. ¡Expulsar y marginar más aun, sí; solucionar ese angustiante cuadro social, nunca entró en los planes y la excluyente mentalidad de casta privilegiada e insensible de aquella “oligarquía de la bosta”, antecesora directa de las oligarquías diversificadas actuales!
Pero como a los insensibles oligarcas y neoliberales contumaces que hoy conforman la dictadura con formato pseudo democrático, les molesta sobremanera que la miseria tenga visibilidad masiva, las fuerzas policiales de choque fueron masivamente movilizadas, con profuso equipamiento represivo ostentosamente mostrado, para provocar, hostigar y tratar como si fueran delincuentes, tanto a los desposeídos sin techo, como a los de espíritus solidarios que pretendieron acercarles un plato de comida caliente y un poco de humana solidaridad a la legión de expulsados sociales empujados a la miseria indecible de vivir en las calles.
Claro que el desfile, con la pompa habitual y el entorno social “de gente bien”, habrá logrado su efecto, para que el grueso de la “familia militar liberal”, tan confusa y carente de amplitud de conceptos (salvo excepciones), muy sensible a las “sobadas de lomo” de los oligarcas, vuelva a apoyar al macrismo y su
destructivo accionar plagado de negocios impresentables y carente de todo patriotismo y espíritu humanitario; por lo visto sin importarle a los patrioteros de bandera el genocidio social, la destrucción económica y la visible y desvergonzada entrega de soberanía que se perpetra día a día.
Todo eso conforma un conjunto de postales de época, que muestran procedimientos y consecuencias del accionar que nos lleva a los empujones, a la Argentina feudal campera del siglo XIX montada por el mitrismo y sus continuadores, pero que de máxima evidencia operar para perpetrar la balcanización total, acorde a los designios globalistas de la Banca especuladora transnacional.
Para eso opera visiblemente la CEOcracia que, periodismo de guerra mediante, tomo por asalto el poder formal, para destruir sistemáticamente la patria, y que para perpetuarse al como sea opera a golpes de chequera, carpetazos con agentes de “servicios” y funcionarios judiciales operadores activos y claramente alineados, y las presiones diarias de los medios concentrados; contando principalmente con los evidentes apoyos del FMI y de las Potencias Neocolonialistas del Siglo XXI.
Con algunos matices diferentes por cambios de época, se repiten encrucijadas históricas claves. En el ’45 fue “Braden o Perón”; en el ’55 fue “oligarquía o patriotismo”; hoy macrismo-FMI o Patria Soberana. Así de simple conceptualmente, pero muy complejo en realidad.
MGTR. CARLOS ANDRÉS ORTIZ
Analista de Temas Económicos y Geopoliticos

lunes, 8 de julio de 2019

FORZANDO LA INVOLUCIÓN A LA ARGENTINA FEUDAL CAMPERA DEL SIGLO XIX – LA NUEVA VERSIÓN DEL ESTATUTO LEGAL DEL COLONIAJE
El tratado de “libre comercio” que el macrismo y otros gobiernos de crudo corte neoliberal del Mercosur, intentan hacer aprobar al como sea, con la Unión Europea, es la más descarnada y alevosa acción para forzar nuestra involución a caducos e inviables esquemas de economía subdesarrollada y subordinada a los centros del poder financiero, industrial y tecnológico, en este caso la Unión Europea, como parte de las Potencias Atlantistas.
Es un esquema de coloniaje semi disfrazado, como cuando estuvimos subordinados explícitamente a Gran Bretaña en el siglo XIX, primeramente desde el agente británico Rivadavia y sus continuadores, los primeros endeudadores masivos del país y librecambistas a ultranza, o sea opositores feroces a nuestro desarrollo industrial; luego desde Caseros (1852) en adelante y en particular desde el mitrismo (1862), hasta las apariciones del yrigoyenismo (1916) y luego del peronismo (1943), que fueron dos claras expresiones del Pensamiento Nacional en el siglo XX, interrumpidos ambos gobiernos por sendos golpes militares con gestores oligárquicos bajo cuerda, en 1930 y 1955.
El primer golpe de Estado -1930- dio comienzo a la década infame, marcada por la corrupción, la sumisión explícita al poder británico –con el Pacto Roca Runciman como “Estatuto Legal del Coloniaje”; y el fraude electoral institucionalizado; mientras que el segundo (1955) de esos procesos golpistas dejó como una de sus nefastas consecuencias la instalación del liberalismo como supuesta “única doctrina correcta” dentro del ideario castrense, dando origen a la muy confusa y agresiva “familia militar liberal” vigente casi sin fisuras desde entonces hasta hoy, creyéndose “muy patriotas” pero obrando como cipayos asumidos y colonizados mentales en grado superlativo; con los muy nefastos siete años del “proceso” como instalación y exaltación paroxística del neoliberalismo, el cual se continuaría en gobiernos civiles de esa apátrida orientación.
El caso es que la oligarquía campera, de miope visión y en muchos casos egoístamente antinacional, siempre añoró los que llama “la Argentina próspera”, comprendida entre 1880 y 1910 aproximadamente, en aquel breve interregno histórico mundial marcado por los buenos precios de las materias primas en el
comercio mundial, en un contexto en el que en Argentina se extendían las fronteras agropecuarias de la Pampa Húmeda y algunos pocos focos semi privilegiados del extenso resto del territorio continental nacional, con lo que los volúmenes exportables de materias primas alimenticias se ampliaban año a año, casi sin solución de continuidad, ayudados también por los adelantos técnicos que se importaban al efecto. Pero eso fue un contexto internacional puntual, hoy perimido e irrepetible, y una situación interna de efímera coyuntura, hoy no solo irrepetible sino también inviable, pues aquel país de patronos gordos ahítos de riqueza y del pueblo común de “pata’l suelo” sumiso y miserable, con una clase media urbana pobretona y resignada, es hoy inviable y solo puede incluir malamente de diez a quince millones de habitantes, todos los demás sobramos en ese perverso, egoísta y apátrida esquema de economía forzosamente primarizada.
Esquema ese con poco y muy mal pago trabajo para pocos, como es
endémicamente el trabajo rural, más aun en épocas de señoreo oligárquico,
caracterizado por la total insensibilidad social y el desprecio a los asalariados y al pueblo de a pie, excluido de los círculos del poder concentrado y de los privilegios ilimitados de la ínfima casta privilegiada. Por supuesto, ese esquema de economía
primarizada, carece por completo de toda proyección geopolítica propia, y nos aleja o incluso enfrenta con nuestros aliados naturales, los de la Patria Grande Íbero Americana; y nos aleja absurdamente de potenciales aliados confiables, por fuera del eje neocolonialista de las Potencias Atlantistas.
Con el escaso o nulo criterio que caracterizó a la dirigencia oligárquica, gustosamente subordinada al imperio británico, los dogmas del liberalismo económico llevados a su más cruda expresión, fueron aceptados e impuestos como “lo excluyentemente correcto”, con lo cual se enfocaron exclusivamente en producir
 materias primas alimenticias, mientras que la industrialización no solo no era promovida, sino que además era intencionalmente entorpecida e impedida, por la mediocre mentalidad de esa dirigencia anquilosada y retrógrada.
Era la misma dirigencia y los mismos sectores del poder concentrado, que importaban palacetes enteros (hasta los ladrillos, con sus respectivos constructores y artesanos), pero que no se preocupaban por concretar las grandes obras y las instituciones, que proyectaran al país a su plena vertebración y a su desarrollo integral. A lo sumo fomentaban redes ferroviarias, pero básicamente para sacar producciones primarias al puerto y permitir el acceso fácil de productos industriales importados, destruyendo la poca industria artesanal preexistente.
Esa dirigencia mediocre (con pocas excepciones, como Pellegrini y Roca, grandes estadistas ambos), desaprovechó una excepcional coyuntura internacional, con muy buenos precios y mercados crecientes para nuestras materias primas, no utilizando los recursos que fluían abundantemente, con los que hubiéramos podido desarrollarnos en forma integral, promoviendo las industrias y las creaciones de tecnologías propia. ¡Incluso entorpecieron la creación de Facultades y carreras universitarias de ciencias duras, básicas para cualquier proyecto serio de desarrollo nacional!
Además en lo social eran clasistas, excluyentes de las grandes mayorías, e incapaces de pensar en un proyecto geopolítico propio con visión de grandeza nacional, pues siempre se asumieron como súbditos de “su graciosa majestad”, llegándose incluso al extremo que uno de los servidores locales del decadente imperio y a costa de los Intereses Nacionales, el catamarqueño Guillermo 
Leguizamón, fue premiado con el título de Lord. Hoy se pueden constatar varios autoasumidos aspirantes a ser admitidos como parte de la realeza británica, como lo muestran las genuflexas acciones y actitudes de varios oligarcas contumaces, de dirigentes “industriales” que son fugadores crónicos de divisas, de plumíferos comunicadores encumbrados en los medios concentrados, en algunos militares retirados de fariseas actitudes de sumisión a los anglos revestidas de falaz manto de patrioterismo declamativo, y otros similares.
Por cierto que los latifundistas abroquelados en el poder formal de fines del siglo XIX y comienzos del XX, impidieron el acceso a la tierra a los numerosos inmigrantes en casi todo el país (Misiones fue una de las pocas excepciones), pues la oligarquía ya se había apoderado de las mejores tierras. Y si bien los inmigrantes eran
 apreciados, pues faltaba mano de obra, eran mirados con recelo, pues portaban nuevas ideas, que en muchos casos no encajaban con la cerrazón ultra conservadora e incluso retrógrada del unitarismo dictatorialmente gobernante, con formato pseudo democrático.
Era un modelo político económico de pocos y para muy pocos, ahítos de riquezas, mientras el grueso de la población vegetaba en algunas actividades menores, cuando no eran totalmente excluidas, desamparadas carentes de todo derecho social, incluyendo la casi inexistente salud pública, y con la educación masiva reducida al acceso a la escolaridad primaria, cosa de tener mano de obra 
mínimamente calificada, pero nada más.
Los índices sanitarios eran muy deficientes, como desde comienzos del siglo XX lo demostraron los exámenes médicos de la población convocada al servicio militar obligatorio, Ley Riccheri mediante.
Como lo expresara categóricamente Perón varias décadas después, Argentina tenía un ministerio que se ocupaba de las vacas, pero no un ministerio que se ocupara de la salud pública. Tales eran los órdenes de prioridades de la oligarquía.
Hoy esos mismos oligarcas se burlan de nuestros logros tecnológicos, como satélites, centrales nucleares y varios más.
En la “década infame” el funcionario de empresas británicas y recurrente ministro de economía, Federico Pinedo (abuelo del homónimo, hoy diputado neoliberal, o sea en la misma trayectoria político- económica), decía por aquellos años, que la población argentina no debía exceder los diez millones de habitantes, para mantener la relación de cuatro vacas por persona, dado que las existencias de ganado bovino eran de cuarenta millones de cabezas. ¡Y Pinedo era considerado el más lúcido pensador de la oligarquía, a la cual y a los intereses extranjeros siguió sirviendo hasta la pasada década del ’60, pocos años antes de su deceso!
A los ministros Pinedo y a Luis Duhau se los vinculó con el intento de asesinato en el Senado, del patriota insobornable Lisandro de la Torre, cuyas denuncias de alevosos negociados a favor de empresas británicas no pudieron nunca ser contestadas ni desmentidas por los mencionados oligarcas. En ese atentado, perpetrado por un policía y matón a sueldo, fue asesinado el senador Enzo Bordabahere, quien cubrió con su cuerpo al de su amigo Lisandro. Los reales 
instigadores nunca fueron castigados por la ley, aviesamente manipulada por la oligarquía pro británica.
Es decir que para Pinedo y similares, las vacas eran lo trascendente, y la población debía subordinarse a ese factor económico. ¡Nada de poner a nuestra gente como el núcleo a cuidarse en las políticas de Estado! Tampoco les importaban los factores geopolíticos, con la adecuada ocupación territorial plena; ni tampoco se esforzaban por incrementar el número de cabezas de ganado, lo cual era plenamente factible y conveniente. ¡Pero no!, solo les interesaba
 mantener el statu quo congelado en ecuaciones manejables y favorables a la ultra conservadora oligarquía campera, esa que en funciones de gobierno, pensadores nacionales definieron como “el gobierno de la bosta”.
El gobierno oligárquico con formato pseudo democrático (basado en el fraude institucionalizado), de la década infame, pretendió volver a la Argentina del siglo XIX, sin querer advertir que el mundo había cambiado.
Tozudamente, los sanguinarios golpistas del ’55 y sus continuadores, siguiendo las indicaciones del establishment de la Sociedad Rural y la oligarquía ultra conservadora, volvieron a pretender retrotraer a Argentina a su estado pastoril, dependiente de las potencias anglosajonas; continuando en esa línea ultra liberal y apátrida las FFAA ya cooptadas por el liberalismo, presionando a todos los gobiernos civiles o manejando ellos los resortes del poder formal, desde 1955 a 1973, con algunas salvedades en ese largo interregno, en el cual pese a las presiones del establishment liberal, Argentina no interrumpió los fuertes procesos 
industrialistas, desarrollados por Perón, Frondizi, y en parte la “Revolución Argentina” con el fuerte influjo desarrollista y patriótico de Guglialmelli.
A Frondizi le impusieron como Ministro de Economía al nefasto Álvaro Alsogaray, personero del establishment, que se dedicó a destruir parte de la estructura industrial creada por el desarrollismo.
El golpe apátrida y neoliberal de 1976, vino dispuesto a barrer con todo para volver al “añorado” siglo XIX. Por eso se autodenominó “Proceso de Reorganización Nacional” siguiendo al mitrista apátrida “Proceso de Organización Nacional”.
A punta de bayonetas, matando a opositores y críticos que les fueran molestos (como al Mayor Bernardo Alberte, asesinado la noche del golpe por un comando militar, cuyo jefe llegó a General rápidamente ¿premio por el “heroico” asesinato del camarada de armas?, siendo que Alberte tuvo el coraje de dirigir una carta a Videla, previniéndole de las nefastas consecuencias del golpe de Estado a punto de estallar; y como el sindicalista Oscar Smith, que se opuso a las destrucciones de las empresas estatales energéticas, y el listado sigue), de esa forma el infame proceso impuso el neoliberalismo, y con él la primera y feroz fase de industricidio y de achicamiento de la economía argentina, concentrando la riqueza y destruyendo el tejido social argentino. Así también impusieron la doctrina de la seguridad nacional, convirtiéndonos en subordinados explícitos de las potencias anglosajonas y del bloque hoy conocido como Atlantista. El “proceso” fue endeudador desmadrado, no reflejándose esa deuda en obras o concreciones similares, instalando en cambio las primeras fases acentuadas de las fugas de divisas y la bicicleta financiera; con la “perlita” de transferencia de deudas privadas al Estado, perpetrada por Cavallo, siendo el grupo Macri uno de los más beneficiados por esa maniobra mafiosa de guantes blancos.
La derrota en Malvinas, con la necia y torpe conducción del “proceso”, nos puso en el rol de nación derrotada, siendo además el comienzo del desguace operativo de las FFAA, situación en la cual seguimos a casi cuatro décadas de comenzada, y de la cual es parte principal el liberalismo –doctrina antinacional por definición- como doctrina excluyente entre los uniformados, con pocas honrosas 
excepciones.
Los gobiernos civiles volvieron con Alfonsín –que no quiso o no supo salir de la madeja neoliberal-, Menem y De La Rúa, estos dos de lo más nefasto, entreguista y antinacional de la partidocracia cleptocrática, descaradamente neoliberal y antiindustrialista, además de endeudadora serial.
De los desmadres neoliberales noventistas, vendría la descomunal crisis terminal de 2001/2002, en la cual el objetivo de máxima del establishment era el desguace nacional en media docena o más de paisitos irrelevantes, en terreno abonado por Cavallo y sus sucesores, que pusieron el mote de “inviables” a todas las 
provincias excluidas del núcleo duro de la oligárquica Pampa Húmeda.
Resurgiendo milagrosamente de los despojos masivos y desarticulación general en los que nos hallábamos empantanados, desde 2002 hasta 2015 inclusive, se aplicaron diversas medidas políticas y económicas opuestas a las “recetas” del FMI y de las “opiniones serias” de economistas del establishment y de sus lenguaraces a destajo, sean de los medios de comunicación y/o de políticos complacientes o directamente cómplices de la entrega de soberanía.
En esos casi catorce años, se aplicaron políticas económicas de tipo
keynesiano, que podrían clasificarse como de capitalismo de Estado, con el Estado Nacional asumiendo un fuerte y protagónico rol, incentivando las urgentes reparaciones al muy dañado tejido social nacional, buscando a la vez la pronta reactivación económica, el desendeudamiento, un vasto plan de obras públicas, la fuerte reindustrialización, los notables impulsos a los desarrollos tecnológicos (por caso, el presupuesto nuclear se incrementó 11 veces, o sea 1.100 %, con resultados espectaculares), con acciones geopolíticas propias relevantes (como las regionales creando UNASUR y CELAC, y profundizando acuerdos con Rusia y China,
entre otros logros muy concretos, además de los persistentes reclamos por Malvinas, que molestaban mucho a Gran Bretaña). Por supuesto que si bien el PBI se duplicó, entre otros logros relevantes, todo no estuvo exento de errores, los cuales fueron amplificados cuando no inventados, por los medios concentrados
corporativos, en un proceso feroz caracterizado como “periodismo de guerra”, por uno de los propios perpetradores.
Con esa campaña de masificada distorsión de informaciones y manejo del subconsciente con el odio “al populismo” como mascarón de proa, por primera vez el neoliberalismo accedió al poder sin un golpe de Estado y presentándose como tal, si bien con gruesas mentiras de campaña; pero nadie medianamente bien informado podía ignorar que el macrismo es la adhesión lisa y llana a postulados neoliberales. En eso se diferenció del menemato y el delarruato, que se presentaron mentirosamente con formato popular y heterodoxo en lo económico.
Claramente el macrismo, con sus sumisos subordinados menores, llegó al poder dispuesto a terminar las “tareas pendientes” de precedentes gobiernos liberales y neoliberales, implementando con total desparpajo y evidente falta total de todo atisbo de patriotismo, la destrucción sistemática de la Nación Argentina, desguazando toda la industria y el sector tecnológico nacional, además de destruir el tejido social argentino y pisotear alevosamente todo atisbo de soberanía.
De mínima nos lleva a la Argentina pastoril y subdesarrollada crónica del siglo XIX, y como objetivo de máxima evidencia querer completar las “tareas inconclusas” de los noventistas, balcanizando Argentina en media docena o más de paisitos inviables e irrelevantes, fácilmente manejable desde los centros del poder financiero y neocolonialista transnacional.
La oligarquía retrógrada y ultraconservadora, feliz con todo ello, al igual que los sectores de la llamada tilinguería de la clase media, imitadores de aquella; apoyados fervorosamente por los milicos proceseros muy colonizados mentales y sus imitadores poco pensantes de la familia militar liberal, que sin tomar conciencia la juegan de cipayos asumidos; sumado eso al desconocimiento o confusión y mucho odio inoculados en la clase media políticamente poco ilustrada, que juega en su propia contra y contra los Intereses Nacionales.
Un preocupante panorama en el que prima el desconocimiento, ante las seguras nefastas consecuencias de destruir la escasa protección al mercado interno, que aun subsiste en el contexto del antinacional neoliberalismo imperante, que busca arrasar con todo, confundiendo y engañando a crédulos, ignorantes, apáticos y acomodaticios varios carentes de patriotismo.
MGTR. CARLOS ANDRÉS ORTIZ
Analista de Temas Económicos y Geopolíticos

miércoles, 3 de julio de 2019

LOS ESPEJITOS DE COLORES DEL LIBRE COMERCIO – A PROPÓSITO DEL ACUERDO MERCOSUR UNIÓN EUROPEA.
Amplia y mayoritariamente maliciosa y falaz información, es la difundida acerca del acuerdo de “libre comercio” que los gobiernos neoliberales del Mercosur fueron a mendigar a la Unión Europea.
La catarata de loas, vertida por operadores periodistas, economistas y opinólogos del establishment, dispusieron de espacios preferenciales en muchos medios, para enunciar supuestos “grandes beneficios”, ocultando o minimizando los muy previsibles perjuicios severos, que serán consecuencia directa de la eventual plena aplicación de dicho acuerdo. Todo eso busca “crear clima” favorable a eso, y a la vez ampliar la cortina de humo presentando como “una gran acción diplomática del decadente y hoy impresentable gobierno neoliberal, dándole supuestas dotes de “estadista” que no posee ni en el mínimo grado.
En el caso del macrismo, se trata de otro de los golpes de efecto, a los que es tan adicto y a los que con relativa eficacia apela, para intentar tapar la desastrosa realidad de caos total en que nos ha sumido, pretendiendo ocultar a desinformados y a crédulos fáciles, que de mínima nos empujan a involucionar a aquella anacrónica e inviable economía primaria, en un contexto socio político de feudalismo campero del siglo XIX; y como objetivo de máxima nos conducen amañadamente a la disolución nacional.
El acuerdo de “libre comercio”, años antes rechazado por el último gobierno peronista, por ser muy nefasto y contrario a los Intereses Nacionales; va en cambio como anillo al dedo al esquema de país granja decimonónico y empujado al subdesarrollo crónico, que busca el establishment neoliberal interno, y el externo al cual está subordinado impúdica y gustosamente.
No se duda –y lo explicitó claramente por sus acciones y sus dichos- (como algunas de las tantas impresentables soberbias e incoherencias que con desparpajo pronunció la impresentable vicepresidenta) que el neoliberalismo macrista busca desindustrializarnos rápida y brutalmente acorde al modelo de economía primaria con desocupación masiva permanente y salarios de miseria, para lo que precisa, como herramienta adicional de presión, que el acuerdo sea ratificado totalmente, tanto por el Congreso Argentino, como por el órgano colegiado respectivo de la UE.
Pero lo que ocultaron como parte del buscado golpe de efecto, es el hecho real que esas dos ratificaciones están muy lejos de ser conseguidas, y más bien es casi un hecho que el acuerdo será rechazado tanto acá como en otros países del Mercosur, y en el viejo continente.
Ya Francia (la segunda economía de la UE post Brexit en curso, y la mayor potencia militar del bloque) puso paños fríos al eventual acuerdo, pues no está dispuesta a sacrificar a sus muy subvencionados productores agropecuarios, creando con ello desocupación y una potencial crisis política que agrave su delicada situación actual. Otros países de la UE, como Irlanda, Polonia y varios más, dependen en buena medida de sus subvencionadas producciones agropecuarias. Y según normas de la UE, la ratificación del acuerdo necesitaría 2/3 del total de los votos, algo muy improbable de conseguir.
Para lo poco que está quedando en pie, de la diversificada y poderosa industria argentina que llegamos a poseer, una eventual ratificación del acuerdo de “libre comercio” será el acta de defunción definitiva, que destruya aun más el empleo argentino y degrade los salarios a niveles de miseria; que nos entierre en el subdesarrollo crónico, o peor aun, que nos empuje a la disolución nacional.
Esa misma industria argentina, destrozada y atacada ferozmente desde el infame “proceso”, vilipendiada y atacada durante los años de la partidocracia cleptocrática que siguieron al citado nefasto período dictatorial cívico militar, y que como el Ave Fénix, había renacido de sus cenizas, al amparo de fuertes políticas proteccionista y de efectiva promoción, desarrolladas como políticas de Estado en los doce años peronistas precedentes, caracterizados por políticas económicas de fuerte orientación keynesiana; volvió a ser atacada, ahora con ferocidad inaudita y descaro total, por el actual gobierno enfocado a concretar el mayor y más perverso industricidio que recuerda la historia económica mundial, que pudo ser padecido por un país en tiempos de paz o de inmediata posguerra.
No es un dato menor que son los sectores más retrógrados de nuestro país, la oligarquía tradicional de tozudas políticas anti industriales y anti sociales; las ramificaciones industriales con mentalidad especulativa que derivaron de aquella,
los fugadores crónicos de divisas, los especuladores financieros y “guantes blancos” de operaciones impresentables, así como los que lucran con las importaciones desmadradas; son los que casi a coro cantaron loas de falsos y amañados argumentos, a favor de la desprotección total del mercado interno, cuya institucionalización sería la ratificación de ese acuerdo de “libre comercio”, al cual seguramente pronto seguiría el malhadado ALCA rechazado en la Cumbre de Mar del Plata en 2005; con los que se institucionalizaría nuestra vergonzoso y deleznable rol de mera colonia económica de las Potencias Atlantistas, y sumisos subordinados totales a las Potencias Neocolonialistas del Siglo XXI (tema del cual me explayé en el libro respectivo).
Todo eso y sus múltiples ramificaciones negativas, está en juego en este estratégico tema, del cual mucho se ocultó y muy pocas verdades se expusieron con la crudeza y fundamentación imprescindibles. El tema no se agota en estas pocas líneas, y es peor que lo brevemente expuesto.
MGTR. CARLOS ANDRÉS ORTIZ
Analista de Temas Económicos y Geopolíticos