sábado, 29 de mayo de 2021

 ENERGÍA - COMBUSTIBLES PARA EL DESARROLLO
Adecuada logística de distribución para posibilitar el acceso a los combustibles, y precios accesibles y acordes a la realidad nacional, son dos factores esenciales, que correctamente aplicados, ponen a los combustibles como un factor clave para promover y apuntalar el desarrollo nacional.
Enfaticemos:
1) Logística adecuada que permita abastecer a todo el territorio nacional.
2) Precios coherentes y accesibles para los consumidores nacionales.
A eso se le agrega, necesariamente, el manejo total y soberano de todos los resortes estratégicos y el nivel de decisión nacional, en los distintos eslabones de la cadena productiva y comercial de los combustibles.
Sencillo y elemental, esos dos factores claves y el poder concreto del manejo estratégico, han sido el nodo central de las constantes y muy duras luchas entre el Sector Nacional y el liberalismo, el cual prioriza exclusivamente los intereses privados oligopólicos, sin importarle nada los Intereses Nacionales.
Uno de los grandes objetivos de YPF fue llevar los combustibles líquidos y los lubricantes, a cada rincón de nuestro vasto territorio continental y Tierra Del Fuego. Y con un criterio eminentemente federal, estableció precios uniformes en todo el país, a los cuales también debían ajustarse las empresas privadas (que eran dos, anglosajonas).
Algo similar, con lógicos mucho mayores costos de inversiones en infraestructura, fue haciendo paulatinamente, Gas Del Estado, ampliando constantemente la red de gasoductos.
A comienzos de los años ’70, evidenciando claras distorsiones de objetivos, que se fueron alejando de las pautas federales y de orientación nacional, se anuló la vigencia de precios uniformes en todo el país para los combustibles, con la excusa –muletilla constante- de los personeros liberales, de buscar “mayor eficiencia”. Los costos de transporte, dejaron de ser prorrateados entre todos los usuarios, para ser cargados en los precios de cada provincia, más caro cuanto más alejadas estuvieran de las refinerías.
El Norte grande, y en particular el NEA, se abastecía casi exclusivamente de la refinería de San Lorenzo, cerca de Rosario. Por caso, solo para llegar a Misiones,
pasaron a sumarse los onerosos fletes de camiones en 2.000 kilómetros, 1.000 para traer combustibles y 1.000 de flete falso con camiones regresando vacíos.
Y eso fue así, pues YPF, manejada por personeros liberales, cerró las plantas de almacenaje que abastecían a las provincias del NEA, pues se estaba implementando la muerte por inanición del flete fluvial. Misiones tenía dos plantas de almacenaje de combustibles, en Posadas y en Eldorado, que se cerraron, ante la total falta de reclamos por parte de sectores empresariales, sindicales, políticos e intelectuales.
Claro que estábamos en un gobierno militar, y en su versión más claramente liberal, en los años de Lanusse, apellido muy vinculado a la más retrógrada oligarquía. Y por cierto, los amagos represivos, que no llegaron a ser ni por asomo los brutales del posterior “proceso”, ya disuadían a muchos. Más en el contexto del creciente enfrentamiento de posturas y comunicados, entre Lanusse y Perón.
El caso es que hasta hoy, nunca recuperamos el precio uniforme en todo el país, siendo eso un castigo económico en contra de las provincias periféricas respecto al núcleo duro del “país central”. Y en nombre de “la libertad de mercado”, se permitió que cada petrolera fije sus precios.
Típico del liberalismo, “libertad” para manejar a su antojo, para los poderosos; “libertad” para los usuarios, de pagar más o consumir menos.
Por algo, uno de los lemas publicitarios de la YPF estatal, era: “nosotros tenemos estaciones de servicio, otros tienen solo estaciones de negocios”. Eso se constataba en los parajes más recónditos y alejados, donde solo se encontraban estaciones de servicio de YPF, mientras que en los puntos claves de alta densidad demográfica, allí si estaban muchas de las dos extranjeras privadas.
En el largo y muy perjudicial período neoliberal, entre 1976 y 2001, los manejos acentuaron los roles privatistas, llegándose casi a un virtual “todo vale” en favor de los oligopolios extranjeros y algunos socios menores locales, que tomaron el control completo del manejo energético en Argentina. Cabe decir que en ese largo interregno destructivo neoliberal, solo Alfonsín pareció querer cambiar algo las cosas, pero no pudo o no quiso. Por algo, sus “especialistas energéticos” fueron y siguen siendo mascarones de proa de políticas energéticas de crudo perfil neoliberal.
En el contexto de privatizaciones aceleradas, impulsadas por Dromi, Cavallo y otros, durante el menemato, prácticamente se arrasó todo.
Las reservas de petróleo y gas, trabajosamente obtenidas básicamente por esfuerzos e inversiones de la estatal YPF, fueron dejadas a entera disposición para el saqueo sistemático de empresas extranjeras, que literalmente, se abocaron a “ordeñar” los yacimientos, en una operatoria perversa, permitida por sucesivos gobiernos cómplices, como los de Menem y De La Rúa, que “miraban para otro lado”, mientras que los privados –básicamente extranjeros-, al amparo de legislaciones reformadas a la medida de sus mezquinos intereses, permitían que las cuantiosas divisas de las exportaciones de petróleo y derivados, y de gas natural, se liquiden en el extranjero. ¡O sea que nos quedamos sin los hidrocarburos y sin las divisas de los desenfrenados envíos al exterior!
Y en el caso del gas natural enviado a Chile, se conocieron datos divulgados con cuentagotas en esos años, o algunos bastante después, según los cuales la misma empresa operaba de los dos lados de la cordillera, “comprando” a un precio bajísimo y revendiéndolo mucho más caro en Chile.
Eso lo hizo principalmente la empresa española que se adueñó del sector. ¡Y años después, el neoliberal Macri, tuvo el rastrero gesto de “pedir disculpas” al rey de España! Claro que para los liberales, neoliberales y libertarios, la soberanía les es un concepto despreciable; pero esto ya es otra historia.
En esos años de neoliberalismo salvaje, se construyeron diez gasoductos para exportar gas natural, y prácticamente ninguno de importancia para el mercado interno; siete a Chile y los tres restantes a Brasil y Uruguay.
Tan severa fue la sangría de recursos hidrocarburíferos, que se agotó el muy importante yacimiento de gas de Loma De La Lata, con el cual habíamos pasado a ser un país con condiciones de autosuficiencia gasífera, por muchos años.
En los doce años del precedente gobierno de Orientación Nacional se volvió a expandir la red nacional de gasoductos, entre otras cuantiosas inversiones hechas en el Sector Energético (como los 5.500 Km. de redes de alta tensión, la terminación de Yacyretá, y el muy fuerte impulso dado a la generación nuclear), y al final de ese período se había comenzado la gran obra del GasNEA, con la cual el objetivo es que el gas natural alcance a las postergadas provincial del nordeste.
Esa obra fue otra más de las muchas paralizadas por el destructivo neoliberalismo del macrismo, incluso sin cuidar lo invertido en tramos parcialmente construidos.
Recientemente se hizo saber que la construcción del GasNEA está por ser reactivada, y lo mismo sucedería con otras obras energéticas paralizadas o postergadas por el neoliberalismo macrista.
Claro está que hay casos que no se entienden, bajo la lógica del Pensamiento Nacional, como las indicadas seguidamente.
Las medidas de reactivación del sector de los biocombustibles –que precisamente nos habían posicionado como uno de los grandes productores mundiales, desarrollándose acentuadamente en el período 2003/2015-, parecen muy exiguas y más bien a la medida de la visión de los productores de hidrocarburos, reacios a utilizarlos.
Las demoras en concretar grandes proyectos hidroeléctricos y nucleares, mientras parece avanzarse hacia la acentuación de la matriz eléctrica basada en petróleo y gas, a lo que se suma el incomprensible y desmedido estímulo a las “energías renovables” eólica y solar, no evidencia ser lo adecuado a los grandes objetivos de desarrollo y soberanía.
Es necesario enfatizar que eólicas y solares son energías muy costosas por kWh, de falsa competitividad en base a onerosos subsidios; son inútiles como energías de base por sus intermitencias; no generan desarrollo industrial, pues sus equipamientos son casi en su totalidad importados; y funcionan asociadas a respaldos “en caliente” (funcionando) de centrales a base de petróleo o gas.
Una matriz basada en eólicas y solares, sería un ancla que nos ate al subdesarrollo, o deberán cubrirse sus baches consumiendo más petróleo o gas, tal como sucede en Alemania, el falaz supuesto “gran ejemplo” de las “renovables”.
No tiene que ver con el tema energético, pero sí con la soberanía, enfatizar que es imprescindible que el Estado Nacional asuma el manejo y posesión plena de nuestros ríos navegables, no renovando concesiones privatistas que son herencia del apogeo neoliberal de los noventistas.
MGTR. CARLOS ANDRÉS ORTIZ
Analista de Temas Económicos y Geopolíticos

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