viernes, 24 de mayo de 2019

UN JUICIO CON FUERTE TUFO A PRESIONES GEOPOLITICAS
Las potencias neocolonialistas del siglo XXI (a las que precisé en el libro respectivo de NEOCOLONIALISMO DEL SIGLO XXI), redefinieron y perfeccionaron con cierta sutileza, las técnicas de presiones, amenazas y agresiones, de sus objetivos de expansión y/o dominación, las que solo en última instancia o contra objetivos de manifiesta debilidad o incapacidad de defensa militar, apelan a la fuerza bruta.
Dentro de las múltiples metodologías de agresiones a países que se busca dominar o incluso desguazar (como sucedió con Yugoeslavia, Libia, Iraq, los del estratégico Cuerno de África, entre otros, y como claramente buscan perpetrar en Argentina), las guerras híbridas pasan a ser una mixtura cambiante de diversos tipos de agresiones de relativo bajo perfil, contando como siempre con la alternativa brutal y descarnada de la agresión militar directa, al viejo estilo de la diplomacia del garrote.
Una de las herramientas perfeccionadas dentro del abanico de agresiones de las guerras híbridas, son las fortísimas presiones del previamente cooptado y amenazado Poder Judicial; con el previo y constante martillar de los medios de comunicación concentrados al servicio del establishment; a lo que se le agregan las acciones de zapa de aprietes, amenazas, carpetazos e incluso agresiones directas semi encubiertas de servicios de inteligencia nacionales y muy posiblemente del extranjero; todo bajo las directivas del poder político ya severamente dictatorial, pero revestido de formalidades democráticas, como para salvar en parte las apariencias. Sobrevolando todos esos operativos, estarían las precisas directivas y las presiones y ayudas, suministradas por estamentos diplomáticos, mediáticos, de ONGs y fundaciones “democráticas” creadas al efecto, y seguramente otros en las sombras, respondiendo a intereses neocolonialistas que operan a escala planetaria.
Las tácticas de agresiones mediante “lawfare” (guerra jurídica), fogoneada fuertemente por mercenarios de la (in)comunicación y los medios concentrados, además de fortísimas campañas de desprestigio contra líderes de orientaciones nacionales y populares, instaladas por los accionares combinados de servicios secretos y campañas de difusión muy agresivas, con los agregados de acciones violentas puntuales desestabilizadoras, y los miembros ultra conservadores o mercenarios del Poder Legislativo, tuvieron resultados contundentes para cambiar muy acentuadamente el perfil político de varios países de Sudamérica.
El montaje de causas judiciales, sin importar sus fundamentaciones o endebleces insalvables, se aplicó con ferocidad en Ecuador y Brasil, con resultados contundentes para cambiar el perfil político, con un giro total hacia gobiernos neoliberales, alineados bajo el poder de los Atlantistas y el mega sector financiero transnacional.
En Argentina, el “periodismo de guerra” (como lo definió el “periodista estrella” del grupo Clarín Julio Blanck), ajustadamente permitió el acceso al poder al neoliberalismo macrista y su posterior nuevo triunfo en las elecciones de medio término, en un acceso desembozado de los “dueños del poder” oligárquico y antinacional; solo ignorado por los muy desinformados crónicos.
Uno de los factores que definió el ajustado triunfo electoral de los neoliberales, fue el voto de la familia militar liberal, en una de las contradicciones más groseras, habida cuenta que predican “amor a la patria” y apoyan un modelo claramente antinacional y muy destructivo. Todo un oxímoron de manual, con largas décadas de confusiones mentales machaconamente instaladas.
Bajo el poder de este gobierno neoliberal, sustentado en base a carpetazos y golpes de chequera para alinear a potenciales díscolos (gobernadores, legisladores pseudo opositores, la CGT, periodistas, etc.), no solo se destruyó la economía y el tejido social, sino también se pisotearon principios esenciales de la Política Exterior Argentina, entre ellos el de No Intervención en Otros Estados, y todas las muchas acciones y principios mantenidos para seguir manteniendo nuestros indudables derechos sobre Las Malvinas, los otros dos conjuntos insulares australes, el Mar Argentino, e incluso La Antártida Argentina.
Por supuesto, el gobierno entreguista actual, recibe las felicitaciones y apoyos de Trump y de otros líderes de potencias que festejan el retroceso argentino a estadios socio económicos de país estancia, del siglo XIX; eso como antesala del posterior desguace nacional, que es el verdadero propósito de este gobierno CEOcrático neoliberal, dócil a sus mandantes del exterior; destino ese de la descomunal sangría de divisas perpetrada con premeditación y alevosía, con su contracara del brutal endeudamiento externo que nos ata a los dictados de los acreedores.
En ese sentido, no pueden sorprender las acciones emprendidas para montar al como sea, el juicio oral y público, contra la líder política con mayor intención de voto y más fuerte inserción popular, la hoy Senadora Cristina Fernández de Kirchner; instalado ese operativo y la montaña de procesos montados por el muy dudosamente ecuánime juez Bonadío; todo ello con evidentes presiones políticas y mediáticas sobre toda la estructura judicial nacional, incluyendo su más alto estamento.
Es que sin duda, un muy posible triunfo de la más fuerte coalición básicamente peronista, es previsible que significaría un cambio profundo en la política económica y un giro acentuado en política exterior, respecto a la actual ignominiosa subordinación complacientemente asumida respecto a las Potencias Atlantistas –en particular las Neocolonialistas-, y el Poder Financiero Especulador Transnacional.
Por todo ello, el juicio oral implementado a presión con inusitada rapidez y con la “inusual” postura de la Corte Suprema de Justicia; además de la catarata de procesamientos incluso insólitos, montados con gran montaje mediático, tienen sin duda un muy fuerte tufo de injerencias de tipo geopolítico, implementadas para evitar al como sea, que Argentina logre salirse una vez más de las cadenas del neoliberalismo tan destructivo como apátrida.
MGTR. CARLOS ANDRÉS ORTIZ
Analista de Temas Económicos y Geopolíticos

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