martes, 3 de noviembre de 2015

URQUIZA Y ROSAS – ERRORES Y EXCLUSIONES DEL ACADEMICISMO HISTÓRICO MITRISTA Los análisis históricos nunca son “neutros”, pues implícita o explícitamente están teñidos con la orientación o encuadre histórico-político del historiador o simple relator de hechos o biografías, mucho más cuando se trata de personalidades relevantes –para bien o para mal- de nuestra convulsionada historia ya bicentenaria. Estas reflexiones vienen al caso, al haber leído una breve, muy parcializada y muy incompleta síntesis histórica expuesta en la última (SEUO) publicación de Euskal Jatorri, la asociación vasca de Posadas, Misiones. Esa síntesis –que no posee firma del responsable- comienza con una descripción del Palacio San José, que fuera residencia del muy controversial caudillo entrerriano Justo José de Urquiza, síntesis que ya en el tercer párrafo se convierte en un acentuado panegírico, al considerarlo “genio militar y primer hombre político argentino con visión de estadista”, y la síntesis posterior omite claros hechos históricos que contradicen esos dudosamente fundados laudatorios calificativos del terrateniente caudillo entrerriano. Calificativos al menos marcadamente exagerados, cuando no totalmente sesgados y erróneos, de ese individuo. Seguidamente mis reflexiones. ¿“Primer político con visión de estadista”, el que para consumar la expulsión de Rosas del Centro del Poder Argentino, pactó y fue funcional a potencias extranjeras en ese momento enemigas, como Gran Bretaña y Francia?, (que aportaron logística, armamentos, y muy posiblemente dinero, además de mercenarios europeos italianos y alemanes); y como el Imperio del Brasil, que dio un cuantioso préstamo al ambicioso caudillo entrerriano, y tropas imperiales que luego desfilarían triunfantes en Buenos Aires. Más que una revolución, el alzamiento que culminó en la batalla de Caseros, fue una guerra, con un traidor principalísimo que fue el argentino de origen vasco Urquiza. ¿”Gran estadista”, quien después de Caseros fue incapaz de resistir las presiones de los intereses portuarios, liderados por Mitre y fogoneados por los liberales rivadavianos, debiendo a los pocos meses abandonar presuroso Buenos Aires para instalar de apuro la capital de la República Argentina en Paraná, mientras Buenos Aires se separó políticamente, con riesgo certero de fractura permanente de creación de otro Estado-tapón, este en las márgenes occidentales Del Plata? ¿”Gran estadista”, quien impuso la pérdida de soberanía en nuestros ríos, al “liberarlos” a buques extranjeros cuan “tierra de nadie”, lo cual incluso permitió “legalmente” que cañoneras británicas naveguen sin inconvenientes en el Plata y el Paraná, años después, en claras maniobras de intimidación? ¿“Primer político con visión de estadista” Urquiza, omitiendo del concepto indudable de estadista, claramente atribuible al también argentino de origen vasco (de padre y madre) Juan Manuel de Rosas, que con notable habilidad y visión de grandeza, condujo las relaciones exteriores de la Confederación y mantuvo la unidad territorial e incluso la expandió hacia el sur, enfrentando no solo a malones de algunas tribus indígenas, sino también al insidioso y permanente hostigamiento de los unitarios que con apoyos franco-ingleses operaban desde Montevideo, desde Bolivia y desde Chile, derrotando varias incursiones armadas como las comandadas por “la espada sin cabeza”, el voluble y manipulable General Lavalle? ¿Puede acaso soslayarse –acorde a los historiadores edulcorados del mitrismo- que San Martín legó su sable libertador a Rosas, en reconocimiento a su patriotismo al enfrentar victoriosamente las agresiones de las dos principales potencias económicas de la época –Gran Bretaña y Francia-, alcanzando con ello una notable estatura de estadista con muy positivas repercusiones mundiales? ¿Puede caerse implícitamente en la degradación de Rosas, por haber sido impuesto por voluntad popular como dictador, para acabar con la anarquía y las amenazas de disolución, que nos acechaban desde los cuatro puntos cardinales por acciones de los unitarios, de los indios alzados (no eran todos, sin duda), y sobre todo por el insidioso accionar de las potencias europeas del momento? ¿”Genio militar”, el que comandando las tropas federales en la Batalla de Pavón, contra los unitarios portuarios mitristas, teniendo claramente la victoria en sus manos, ante el desbande de las tropas portuarias, cuando en vez de definir la guerra civil a favor de las Fuerzas Federales; incomprensiblemente ordenó a sus fuerzas volver grupas (retroceder), transformando una segura victoria militar federal, en un definitivo triunfo militar y político del centralismo unitario porteño?; todo ello en una inexplicable decisión mediocre, cobarde o cómplice con el mitrismo, que sigue provocando serias controversias entre historiadores serios y bien documentados. ¿”Genio militar” el varias veces traidor a los Intereses Nacionales, que traicionó a Argentina aliándose con potencias e intereses extranjeros en Caseros, para expulsar del poder a Rosas, que había demostrado ser un inclaudicable patriota, a lo largo de sus dos décadas largas de fuerte y firme influencia determinante en los Asuntos de Estado de la Confederación Argentina? Traiciones de Urquiza, cuando hizo oídos sordos a los reiterados y desesperados reclamos de los caudillos federales, para enfrentar al mitrismo centralista y unitario, que había despachado a asesinos con uniforme, para degollar impiadosamente a gauchos y caudillos que se oponían al avasallamiento de las provincias por parte del poderoso puerto y sus egoístas intereses económicos, subordinados ya plenamente a los dictados británicos. Traición de Urquiza, que en contra de toda lógica de estadista, y pese a las protestas de los últimos caudillos federales y del sordo clamor de los gauchos que debieron ser enviados engrillados a pelear contra el aliado natural que era Paraguay, avalando la terrible guerra de la triple infamia, claramente ejecutada como guerra de exterminio, celebrada como tal por liberales pro británicos como Sarmiento y Mitre. ¿Estadista Urquiza, que en forma acorde o cómplice con los rivadavianos –como Bonifacio del Carril y Florencio Varela, con “representantes de las provincias” elegidos a dedo entre los funcionales a los unitarios portuarios, hizo sancionar de apuro la primera constitución?, la que poco menos no fue más que una copia bastarda de la constitución de EEUU, como parte de la legislación anglosajona impuesta, en nada acorde a la idiosincrasia y costumbres de cultura hispánica de los criollos no “enamorados de las luces de Europa” como ciertos intelectuales afrancesados y fuera del contacto con la realidad y los Intereses Nacionales. Tampoco debe omitirse que el dudoso “genio militar” hizo asesinar alevosamente al Coronel Martiniano Chilavert –otro vasco bravío, si va al caso-, quien después de luchar en Caseros como un león en su unidad de artillería, debió rendirse después de agotar sus municiones, y en tal situación fue hecho fusilar con alevosía por Urquiza, presumiblemente por haberle enrostrado al estanciero entrerriano su venal entrega al oro imperial brasileño. Queda claro que el objetable artículo no fue incluido en la revista bajo ningún prejuicio racial, sino como una (muy pobre) alusión al papel histórico de los muchos inmigrantes vascos que poblaron Argentina, al igual que sucedió en otras naciones hermanas de Íbero América. Desde esa postura no racista ni segregacionista, hubo muchos otros argentinos de orígenes vascos, con muchas mejores cualidades patrióticas, que pudieron ser mencionados, en lugar del mencionado Urquiza. Por citar a algunos: Lisandro De La Torre, el denunciante de los negociados de la década infame (del ’30); su amigo y correligionario Enzo Bordabehere, que se inmoló para evitar su asesinato en el Senado; Hipólito Yrigoyen; Arturo Jauretche; Raúl Scalabrini Ortiz; etc. Nunca debe olvidarse que la Historia Argentina, presentada en forma confusa, distorsionada, omisiva o incluso falaz, es uno de los más poderosos factores de colonización cultural, con la cual se sometió a nuestro país desde antes de nuestra independencia, como medio de evitar que se alcance un destino de grandeza. Referencias bibliográficas. José María Rosa – Nos los Representantes del Pueblo. José María Rosa – Rosas, nuestro contemporáneo. José María Rosa – Historia Argentina. Jorge Abelardo Ramos – Historia de la Nación Latinoamericana. Harry S. Ferns – Gran Bretaña y Argentina en el Siglo XIX. Arturo Jauretche – Obras completas. Raúl Scalabrini Ortiz – Política Británica en el Río de la Plata. Julio Irazusta – Vida Política de Juan Manuel de Rosas Otros autores. MGTR. CARLOS ANDRÉS ORTIZ Investigador en Temas Económicos y Geopolíticos

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