viernes, 10 de noviembre de 2017

LA DEUDA EXTERNA COMO HERRAMIENTA DE SOMETIMIENTO
A algunos indolentes o poco informados, el título puede parecerles una exageración. Pero lo real es que la deuda externa no solo ha sido utilizada como fortísima herramienta de sometimiento del mundo excluido del G7 y las Potencias Atlantistas, sino que tal como se pudo constatar en la crisis argentina de 2001/2002, el endeudamiento desbocado y supuestamente impagable, se utilizó como instrumento de presión para obligar a Argentina a aceptar la miserable propuesta de canje de la deuda externa por territorios.
Dicho en términos más breves, la deuda externa es el factor de poder que utilizan los grandes poderes financieros transnacionales para someter a los Estados y forzar el achicamiento de sus poderes, buscando incluso su disolución.
Tal es el objetivo de las políticas de ajuste permanente, de imposición del neoliberalismo salvaje, que promueven las recetas permanentemente recesivas del Fondo Monetario Internacional y de las grandes potencias neocoloniales del siglo XXI (EEUU, Gran Bretaña, Francia), sus socios del G 7, así como otras potencias menores que fungen como aliados estratégicos de aquellas.
Es de recordar que en plena hecatombe preanunciada del 2001, circuló con insistencia la “conveniencia” e incluso la “necesidad” de permutar deuda por territorios, perversa idea que incluso fue fogoneada en los medios masivos por las dos “señoras rubias” mayores de la TV capitalina; la de los almuerzos oligarcones, y la contrabandista de auto de alta gama y de “los dinosaurios vivos encontrados en La Patagonia”.
Ahora que volvimos a caer en un endeudamiento brutal y patológico, inmersos en una espiral de sucesivos créditos externos contraídos con tanta liviandad como carencia de responsabilidad ante las gravísimas consecuencias que claramente pueden preverse como trágicas consecuencias; el tema, por cierto central y de importancia excluyente para los hoy menguados Intereses Nacionales, es permanentemente ocultado, minimizado y ninguneado por los mercenarios de la incomunicación pública; por economistas asalariados del establishment y por otros que se esfuerzan por ser aceptados al calorcito de los favores y de las billeteras de los poderes oligárquicos – antinacionales concentrados; por políticos y gremialistas domesticados a carpetazos u otros medios de sometimiento; por militares perdidos en sus nebulosas setentistas y los extravíos conceptuales de la perversa doctrina de la seguridad nacional, o empantanados en la extrema ignorancia de la Historia Argentina, Historia Mundial, Economía y Geopolítica, o en algunos casos puntuales sospechosamente volcados a enredadas interpretaciones de la realidad que evidencian ser dictadas o inducidas por las usinas de colonización mental de las potencias anglosajonas.
En medio de todo ese aquelarre de confusiones inducidas, de desinformaciones extremas y de ignorancias asumidas, vastos sectores de la decadente clase media parecen no reaccionar que esta rápida hecatombe nos lleva al desastre generalizado que incluso nos pone en muy serio riesgo de disolución nacional; tal como el sombrío panorama lo presagia y tal como la realidad mundial del presente siglo lo demuestra, con sucesivos y violentos ataques a diversos países ya fragmentados, desarticulados institucional y económicamente, y que han sido o son objeto de diversas metodologías de agresiones implementadas con mayor o menor sutileza cuando no abiertamente perpetradas.
Hoy Argentina carece de todo proyecto geopolítico propio, adolece de la más elemental visión y objetivos de grandeza nacional, al estar subordinada a los dictados de las potencias atlantistas y sus socios menores, atada en forma asfixiante y creciente a la Banca transnacional y a los dictados siempre recesivos del FMI.
La visión y objetivos del actual gobierno CEOcrático mega corporativo y multiprocesado, solo evidencia empujarnos al como sea al subdesarrollo crónico y a una estructura político – social equiparable al feudalismo oligárquico que nos manejó con escasa y excluyente visión clasista, desde el mitrismo, casi sin solución de continuidad hasta la irrupción de Yrigoyen; en un modelo político - económico antiindustrial, centralista unitario y socialmente excluyente que se repitió en la década infame (los años ’30), en la revolución fusiladora y sus continuadores, en el nefasto proceso, y ahora reciclado mediante la elaborada estrategia comunicacional del “periodismo de guerra” y sus alfiles en distintos ámbitos, incluidos otros poderes del Estado y de la sociedad.
Como fundamenté en artículos anteriores, todas las evidencias conducen a afirmar que estamos padeciendo una sutil y agresiva versión remozada del Plan Morgenthau, que mediante diversas herramientas y con muchos operadores en paralelo, buscan la disolución nacional. Disolución nacional que es uno de los objetivos declarados de los impulsores del proceso de globalización salvaje, en su momento corporizado desembozadamente en el Consenso de Washington, pero que cuenta con otros impulsores más sutiles, como los poderes imperiales británicos y su poderoso y multifacético aparato de infiltración cultural, incluyendo ONGs “indigenistas”, “ecologistas”, “derecho humanistas”, y diversas “fundaciones” de orientación económica neoliberal.
El riesgo de disolución nacional se acrecienta día a día, con el crecimiento desorbitado de la deuda externa, con la disolución de las estructuras tecnológicas e industriales, con la desarticulación social, con el desguace brutal del nunca totalmente consolidado bloque de la UNASUR, y con distintas acciones de zapa igualmente destructivas.
El unitarismo desembozado implementado para acentuar irritantes privilegios a favor de la ciudad y la provincia de Buenos Aires, apenas extendida a la Pampa Húmeda; el abandono de La Patagonia con los irracionales frenos a obras de gran importancia estratégica (Chihuido I y las dos hidros de Santa Cruz, más las oposiciones a la planificada Quinta Central Nuclear en Río Negro), los ataques a la industrias tecnológicas de Tierra Del Fuego, los ahogos financieros a esas provincias, los frenos a las producciones de gas y petróleo; forman el contexto que frena radicaciones de poblaciones e incluso expulsa a parte de la existente actualmente en La Patagonia, a la medida de los intereses estratégicos de Gran Bretaña, que nos quiere débiles y sumisos; el grado de indefensión extrema en que se encuentra nuestro país (cuyos orígenes deben buscarse al menos desde el siniestro “proceso”, sino allá por 1955); a lo que se agregan las profundas confusiones conceptuales y carencia de doctrinas nacionales bien fundamentadas en estamentos especializados cívicos y militares que deberían ser expertos en esos delicados temas; son posiblemente solo algunos de los principales factores que tornan muy oscuro y preocupante el futuro de nuestra nación.
MGTR. CARLOS ANDRÉS ORTIZ
Analista de Temas Económicos y Geopolíticos

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