sábado, 23 de abril de 2016

SOBERANÍA, SIMPLE Y PARA QUE SE ENTIENDA.
Reiteradamente explico y fundamento, que declamar soberanía, sin fortalecerla en los múltiples campos de acción en los que se la debe ejercer, o peor aun, debilitando a nuestro país y a nuestro Estado, es una incoherencia total.
La soberanía se la ejerce por medio de las armas, como última instancia, y aun en ese caso, se necesita el sólido respaldo no solo estratégico y logístico, sino contar con un poderoso sector industrial, con un sólido respaldo tecnológico, con toda la infraestructura que basamente nuestras acciones, con áreas estratégicas manejadas por el Estado con Sentido de Lo Nacional (Energía en toda su amplia acepción, Ferrocarriles, Línea Aérea Nacional, Servicios de Agua Potable, Salud e Instrucción Públicas; con un pueblo sano e instruido, con aliados confiables que deben decantarse no solo de viejas alianzas históricas y de lazos de hermandad culturales sino también de sólidas alianzas estratégicas basadas en el respeto y la conveniencia mutuas.
Lo sintetizado precedentemente es muy elemental, y todo aquel que conoce el ABC de estrategia y de geopolítica lo sabe muy bien.
Pero por supuesto, para entenderlo y asimilarlo, es imprescindible liberarse de las telarañas de la colonización cultural, que nos degrada de diversos modos, que miente, confunde y trastoca valores, que instala una historia argentina al cuento “adornada” para sostener los relatos de las minorías apátridas; que instala e institucionaliza un clasismo social acentuado y muchas veces un racismo exacerbado; y sobre todo un sentimiento de supuesta inferioridad congénita respecto a ciertas poblaciones de determinados países que no por casualidad son los dominantes, invasivos y colonizantes, como los anglosajones.
La colonización cultural es producida por una maraña de acciones constantes, que abarcan los sistemas educativos: los medios de comunicación; los accionares de ciertos “intelectuales” al servicio de la dependencia; las sutiles maniobras de diversas ONGs, Fundaciones y otros entes por lo general muy generosamente financiados desde el exterior o desde estructuras oligárquicas apátridas; los artículos de consumo masivo en los que “por moda” o porque no hay otras opciones, se instala el uso y abuso de leyendas en inglés, banderas de EEUU y Gran Bretaña y otras artimañas similares.
Los efectos de la colonización cultural son devastadores en todas las áreas de la realidad nacional, pero posiblemente en ningún otro sector alcanzan niveles de grotesco como se evidencia en vastos grupos de los retirados de las fuerzas armadas y fuerzas de seguridad.
Los profundos cambios perpetrados en sus sistemas de instrucción a partir del golpe liberal de 1955 (la revolución fusiladora, que mataba, torturaba y encarcelaba en nombre de “la democracia” y “la libertad”); y según referencias de buena fuente, esa visión tergiversada, miope e incluso supuestamente “elitista”, se acentuó desde la gestión de Alcides López Aufranc en los tempranos años ’60, cuando habría hecho quemar todos los libros de historia y doctrina nacional en el Colegio Militar de La Nación.
De allí surgieron las fuertes y muy miopes anteojeras doctrinales y el desconocimiento
prácticamente total de la Historia Argentina, por no mencionar la exclusión de toda idea de
conocimiento geopolítico, pautas de desinformación y machacona colonización cultural que se
insertó en los planes de estudio de las Fuerzas Armadas y las Fuerzas de Seguridad de
Argentina. Esa desinformación sistematizada se instaló para provocar reacciones automáticas,
como las siguientes:
* El infantilismo de calificar de “zurditos” a todos los que somos capaces de pensar por cuenta
propia y podemos fundamentar nuestras ideas;
* El odio indisimulado y los arrestos de agresión que automática e irracionalmente provoca
todo pensamiento expresado que no cuadre con lo “políticamente correcto” instalado en sus
mentes en los cursos de colonización y deformación doctrinal. Cero razonamiento, pura
reacción precondicionada.
* La miope visión de soberanía, que solo se reduce a los formalismos de himno y bandera,
omitiendo hechos claves como la propiedad estatal de yacimientos y entes estratégicos, el
desarrollo industrial y tecnológico, y otros factores claves, ignorados por esos colonizados
mentales. Son los que englobo en el concepto de “patrioteros de bandera”, o la soberanía
cromática y musical, como dice el gran patriota Julio Carlos González, preso y torturado en el
proceso por el “delito” de ser el muy honesto cerebro creativo en los gobiernos de Perón (el
3º) y MEM de Perón.
* El rechazo automático a todo lo que “no se entiende” y que contradice a los falaces
preconceptos asumidos como verdades reveladas instaladas por los cursos de la Escuela de las
Américas, y similares. Desprecian los conocimientos y se siente molestos cuando se les acaban
(muy pronto por cierto) sus pobres argumentaciones, pero no quieren salirse de la comodidad
de los prejuicios fuerte e irracionalmente instalados en sus tergiversadas convicciones.
Por supuesto que siempre hay excepciones, y claramente deben dejarse a salvo las
Instituciones, que son las que perduran. Por cierto, desde que se cambió la Doctrina de la
Defensa Nacional, por la de la Seguridad Nacional, se dejaron archivados y enmohecidos los
principios de aquellas Fuerzas Armadas henchidas de auténtico patriotismo, que fue el
pensamiento dominante desde las profundas reformas establecidas por Riccheri, vigentes
desde 1901 hasta 1955.
En el fondo es simple y fácil de entender, pero sobre todo los formados (y deformados
en confusiones) en el perverso “proceso”, insisten en no comprender nada, e incluso se
regodean con sus ignorancias, cayéndose en burdas incoherencias, como las de los veteranos
de la guerra del Atlántico Sur, que apoyan medidas de sumisión a Gran Bretaña, al G 7 y a los
poderes plutocráticos transnacionales, y de debilitamiento acelerado de Argentina, como las que está implementando aceleradamente el actual gobierno argentino.
Parafraseando a Belgrano, podemos decir al respecto: “¡ay, Patria Mía!”; y citando a y a Scalabrini Ortiz: “me duele La Patria”.
MGTR. CARLOS ANDRÉS ORTIZ
Analista de Temas Económicos y Geopolíticos

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