martes, 7 de abril de 2015

CAPACIDAD DE DISUASIÓN Después de la Guerra del Atlántico Sur, Argentina quedó con una muy menguada o casi inexistente capacidad de disuasión. Dicho en criollo más sencillo, casi no tenemos con que defendernos, de eventuales ataques o aventuras militares, tanto de afuera, como de adentro. Y por cierto que hay claras amenazas internas, fomentadas por diversas ONGs, con libretos “casualmente” dictados desde las potencias neocolonialistas, como las de “indigenistas”, que son agentes de la disolución nacional. Sin duda estar en esa situación de indefensión casi total es un tremendo error estratégico, en el cual llevamos al menos 35 años, o incluso muchos más si se consideran las aberrantes concepciones geopolíticas impuestas desde la apátrida “revolución fusiladora”, no por casualidad instigada por Gran Bretaña y las oligarquías locales siempre sumisas y subordinadas a los dictados anglosajones; así como las aberraciones estratégicas del infame “proceso”, que fue un títere de los poderes plutocráticos transnacionales, y funcional a los dictados de Gran Bretaña, de consumar una virtual guerra civil, contra la irracional guerrilla también armada – al menos parcialmente- por la misma potencia colonialista. Pero si estar en situación de indefensión es un error, persistir en ello es un suicidio potencialmente muy certero como nación soberana, pues se está totalmente a merced de cualquier agresión, incluso de baja intensidad, que pueda instrumentarse por parte de cualquier potencia extranjera. Ningún país celoso de su soberanía, resigna o peor aún desdeña poseer adecuada y creciente capacidad de disuasión, que por lógica impida a potenciales agresores con su solo potencial y la firme determinación de ejercerlo de ser necesario, por parte del Estado Nacional. Capacidad de disuasión, es precisamente, contar con un potencial de defensa que sea al menos proporcional a la estatura estratégica y la importancia relativa del país, en el contexto regional e incluso mundial. Claramente, un país con la clara importancia económica, cultural, tecnológica, política y estratégica que sin duda posee en el contexto internacional Argentina, no puede cometer la aberración de renunciar a su propia capacidad de defensa, ni menos aún a pretender desconocer amenazas muy tangibles que se evidencian, a situaciones marcadamente conflictivas, a amenazas concretas, y a los peligros que son consecuencia de las rápidamente mutantes condiciones geopolíticas mundiales. Solo algunos Estados muy débiles y por lo general de reducidos territorios, o rodeados por grandes potencias, o carentes de recursos nacionales y ubicaciones estratégicas muy sensibles, optan por carecer de Fuerzas Armadas, o tenerlas en una mínima y casi inexistente escala. Claro está, las colonias asumidas como tales, también carecen de Fuerzas Armadas propias, pues esa atribución la ejerce la potencia colonial que la tutela y subordina. Pero ninguno de esos es el caso argentino, por lo que nada justifica el absurdo de la casi total indefensión actual, que lleva décadas. Tomando la expresión del lúcido empresario, ingeniero y economista (esto último en el amplio y correcto sentido de la palabra) Marcelo Diamand, quien explicó “las tenazas del subdesarrollo”, las tenazas de la indefensión argentina tienen dos fuertes brazos, que se complementan para ahogar nuestra necesaria capacidad de disuasión. Con una fraseología que no me agrada, pero que es gráfica, las tenazas de la indefensión argentina tienen por derecha las fuertes presiones del liberalismo y neoliberalismo extremo, que solo nos concibe como dócil apéndice de los grandes poderes plutocráticos y de las potencias hegemónicas neocolonialistas “occidentales” de turno, que como tal quiere a lo sumo unas escuálidas y colonizadas mentalmente Fuerzas Armadas, reducidas a un simple rol policial y desvinculada de todo ideal de soberanía y de dignidad nacional, tal como de hecho sucedió en “el proceso”. En esa concepción tan colonial y felpúdicamente dependiente del exterior, la Industria de Defensa no tiene cabida, tal como descaradamente se ufanó públicamente el repudiado ex ministro Cavallo, operando como un prototipo actual del cipayo asumido. No hay que ser muy inteligente, pero sí libre de condicionamientos de colonización mental, para advertir los grupos político-económicos con los que comulga el mencionado cordobés “mediterráneo” verborrágico e impiadoso agente de los poderes financieros transnacionales, los mismos que desde adentro alentaron a transar al como sea con los fondos buitres y otros agresores económico-financieros externos. El brazo izquierdo de las tenazas de la indefensión argentina, tiene una composición aparentemente más heterogénea, pero que resulta bastante uniforme en sus postulados últimos, pues estos se reducen a un pseudo pacifismo extremo descolgado de la realidad y acorde a dictados de “pensamientos centrales” fuertemente teñidos de europeísmo, que siempre fue muy perjudicial y que hoy está además totalmente fuera de contexto; a un supino desconocimiento de la Ciencia Geopolítica, a la cual irracionalmente descalifican por “presuntamente nazi” (lo cual es un incongruencia total); y por un rechazo y odio visceral a las Fuerzas Armadas y al orden y patriotismo que –bien entendidas y correctamente implementadas- esas instituciones deben representar. Ese “brazo izquierdo” de las tenazas de la indefensión está formado por diversos “progresistas” muy fuera de foco, tan cargados de cerradas doctrinas decimonónicas, como el anarquismo extremo, el marxismo y su derivación el trotskismo, diferentes “socialismos” utópicos, y otros disconformes crónicos varios, con sus “predicadores” de variopintas huestes de filósofos hiper transgresores, sociólogos y antropólogos “progresistas”, historiadores filo marxistas o anarquistas y similares. Tal como ocurre en otros ámbitos de la política, en Geopolítica, ciertas “izquierdas” apátridas, terminan siendo muy funcionales y aliadas de las “derechas” más cipayas y antinacionales. Por supuesto, en todo ese aquelarre de ataques a los Intereses Nacionales más importantes y centrales, no debe omitirse ni minimizarse el accionar de mercenarios diversos de la comunicación social; las imposiciones de grandes medios, asociaciones y agencias informativas; así como de políticos oportunistas, de bajo vuelo y por lo general de muy mediocres formaciones, que se prestan a lo que sea con tal de obtener algunas prebendarias ventajas personales o sectarias, sin que les importe un ápice las consecuencias. Otras herramientas de la colonización cultural son más sutiles, y por ello suelen pasar desapercibidas. Diversas ONGs, “fundaciones”, “ateneos” y “grupos espontáneos” accionan constantemente, se diversifican y a veces cambian de nombres, pero sus integrantes suelen repetirse (como ciertos “intelectuales” que presionan por la resignación traidora y cómplice al poder imperial británico, respecto a los indiscutibles derechos históricos que Argentina y Sudamérica toda tienen de expulsar el vergonzoso enclave colonialista en el Atlántico Sur); o como el corrosivo accionar “racista inverso” de los “indigenistas”, también fogoneados y financiados por Gran Bretaña y los poderes de la OTAN, que buscan nuestra balcanización para crear nuevos Estados dóciles y subordinados a sus dictados, como el concreto proyecto de la falaz “nación” mapuche, y similares acciones con wichis y otros grupos de argentinos autodiscriminados como “originarios”, con las complicidades de profetas del odio, como O. Bayer y otros. Tampoco cabe olvidar el muy negativo rol de los patrioteros de bandera, con los cerebros refritados por los cursos de la Escuela de las Américas, subordinados mentalmente a los intereses de EEUU y sus socios, añorantes del infame “proceso” (1976-1983) e incapaces de darse cuenta de cuanto daño hicieron a los Intereses Nacionales. Sintetizando: un país con parte de su territorio y sus proyecciones marítimas usurpadas y ocupadas por la vieja potencia colonial que desde siempre nos trató y consideró como su colonia más dócil (contando para ello con las complicidades internas); que claramente tiene amenazados el Mar Argentino, el propio territorio continental, y la Antártida Argentina (íntegramente pretendida por la nórdica Gran Bretaña); en un contexto en el que la principal organización bélica mundial –la OTAN-, transformada en agresora masiva a escala global desde 1990, se autoarroga el “derecho” de intervenir en cualquier lugar del globo, bajo excusas que sus mismos componentes prefabrican; con las enormes riquezas naturales de nuestro territorio, claramente apetecidas por esas potencias y las corporaciones transnacionales que operan como sus “poderes detrás de los tronos”; con las agresiones perpetradas por EEUU abiertamente contra Venezuela y más encubiertamente contra toda nuestra región de la Celac y la Unasur; y las peligrosas connotaciones de las muchas bases militares asentadas en varios de nuestros países; y con los vacíos territoriales de los que adolecemos por nuestra escasa población y pésima distribución territorial; es una aberración conceptual muy peligrosa, seguir afirmando que “Argentina no tiene hipótesis de conflictos”. Entre otros aspectos elementales, aparentemente incomprendidos, es básico que las fuentes proveedoras de tecnología militar, de equipamientos bélicos que por ahora no podamos producir nosotros, y de los necesarios soportes logísticos, estén fuera de los límites de los países que componen la OTAN, la cual opera como un factor de clara amenaza, ante los encontrados intereses geopolíticos de Argentina y nuestra gran región, respecto a los intereses claramente expresados por esas potencias neocolonialistas del siglo XXI. ¡Necesitamos con urgencia reconstituir una poderosa capacidad de disuasión, pero también reformular los planes de estudios y cursos de perfeccionamiento, de nuestras Fuerzas Armadas y de Seguridad Nacional, para quitar los fuertes resabios de doctrinas de sumisión a los poderes exteriores, y tremendas confusiones conceptuales e ignorancias históricas, que se instalaron en el contexto del pensamiento vigente de las instituciones castrenses argentinas, a las que urge recuperar totalmente como importantes instituciones constitutivas de la Nación Argentina! C.P.N. CARLOS ANDRÉS ORTIZ Analista de Temas Económicos y Geopolíticos caoenergia.blogspot.com.ar

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